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sábado, 17 de abril de 2021

El Caribe que desconocemos

 Nuestros vecinos del Caribe han creado estados, han forjado órganos intergubernamentales y supranacionales regionales y han participado en estructuras de proyección continental y global. Lo propio de su institucionalidad nacional y regional merece su estudio serio y cuidadoso.

Jaime Delgado Rojas / AUNA-Costa Rica


Las tragedias de Nuestra América no son pocas: presiones imperiales, mentalidad colonial, regímenes autoritarios y el capitalismo salvaje: inician a cada momento, como si fueran eternas e impactan con más crudeza en las poblaciones más vulnerables: pobreza, desempleo, hambre; de donde se aportan migrantes, perseguidos y muertos. Pero hay una muy oculta: el desconocimiento que hay entre nosotros sobre nosotros mismos.  

Es como de “realismo mágico” donde lo fantástico para unos pueda tornarse real para otros; y no me refiero al personaje de Macondo que subió en cuerpo y alma al cielo robándose una finísima sábana (García Márquez); ni a los cinco kilos de sal producto de las lágrimas en el parto de la cocinera (Laura Esquivel). 

 

Hay una anécdota que no nos ennoblece: la Vicepresidenta de Costa Rica aclaró al mundo que no era Kamala Harris, sino ella, la primera vicepresidenta afrodescendiente electa en el continente; pero no aclaró qué naciones había en su continente cultural. No obstante, para mi reflexión, prefiero aludir a una notica sobre un desastre natural que ha envuelto a naciones y soberanías. Prensa Latina (13 de abril) señala, desde Kingstown, que “San Vicente y las Granadinas reportó hoy una nueva explosión del volcán La Soufrière, menos intensa que la de ayer, con grandes nubes de cenizas y humo cuyas dispersiones también alcanzaron naciones cercanas”. Indica que “el vecino país Barbados recibió importantes depósitos de esta actividad volcánica, en tanto Santa Lucía y Granada resultaron afectadas”. Agrego que pudo haber llegado a Francia, aunque no a Gran Bretaña u Holanda que tienen territorios en la región. Resumo: una actividad de un volcán, con nombre francés, afecta cuatro países anglófonos del Caribe y exhibe, lo que podría ser incomprensible para el ciudadano común  no solo de una nación de gran tamaño: su variedad, riqueza y particularidad; además de la pequeñez de sus naciones que, en algún momento se las ha etiquetado como el “patio trasero” de USA o las “West Indies” por el error de Colón de creer haber llegado a las Indias o bien, de una manera muy sugerente, la “frontera imperial” según el clásico libro del dominicano Juan Bosch. Esa posición geográfica es su valor estratégico desde el Siglo XVI por lo que su reivindicación como zona de paz y cooperación ha venido suscribiéndose desde el Tratado de Tlatelolco de 1967 orientado a la proscripción del uso, tránsito y prueba de armas nucleares y reiterada en el 2012 por la CELAC.

 

Para muchos son como invisibles, no solo la Vicepresidenta de Costa Rica, sino también estudiosos de los grandes temas, pues a veces no se las cita en textos, ni se las señala en tertulias o conferencias. Pero su existencia es individual y colectiva, su historia está pegada a su pequeñez, pero también se enuncia en su conjunto: debemos verlas como emancipaciones de Gran Bretaña y los Países Bajos que se sumaron a sus vecinos Haití, República Dominicana y Cuba en las Naciones Unidas. No son solo islas: también están Belice, Guyana y Surinam. Obviamente, no son “inviables” como alguna vez se creyera por su escasa población y territorio. Hegel fue el artífice de la oprobiosa calificación de “pueblos sin historia” (1817), aludiendo a las periferias de la monarquía británica, categoría que catapultaría Engels, para referirse a los pueblos de Europa del Este a mitad del Siglo XIX, algunos con mucho más población y territorio que nuestros vecinos caribeños. 

 

Nuestros vecinos del Caribe han creado estados, han forjado órganos intergubernamentales y supranacionales regionales y han participado en estructuras de proyección continental y global. Lo propio de su institucionalidad nacional y regional merece su estudio serio y cuidadoso. En su corta historia regional, crearon en 1968 la Asociación de Libre Comercio del Caribe a pocos años de su emancipación, donde participaron Barbados, Guyana, Antigua y Trinidad-Tobago; tres meses más tarde se adhirieron Dominica, Santa Lucía, San Vicente, Granada y San Cristóbal. Este organismo evolucionó, a los pocos años, en 1973, en la Comunidad del Caribe que hoy cuenta con 15 naciones independientes y Montserrat (aún británica). Entre sus miembros plenos está Haití (independiente de Francia en 1805) y Surinam (de los Países Bajos en 1975). Son miembros asociados las Islas Vírgenes Británicas y las Islas Turcas y Caicos; pero las Bahamas pertenece a la Comunidad y no al mercado común que hay en el seno del CARICOM. Aruba, Curazao, Puerto Rico, San Martín (ninguno independiente) son observadores, lo mismo que República Dominicana y las naciones de “tierra firme” Colombia, México y Venezuela. Si a sus regímenes constitucionales nos refiriéramos, encontraríamos que Dominica, Trinidad y Tobago y Guyana ostentan diferencias con sus hermanos angloparlantes.

 

No puede obviarse la Organización de Estados del Caribe Oriental creada en 1981 por las naciones pequeñas, en estos días afectadas por “La Soufrière”. Promueve la cooperación técnica y el desarrollo sostenible entre sus seis países independientes y tres territorios del Reino Unido. En 1983 la OECO se constituyó en plataforma de excusa para que Estados Unidos invadiera Grenada por considerarla una amenaza a la seguridad colectiva, cuando más bien era para USA la oportunidad de exhibir su voluntad intervencionista en su “patio trasero” impactado, en aquel entonces, por guerras en Centroamérica de las que no era indiferente la potencia continental. Mas tarde forjarían otro capítulo de su historia al participar en Asociación de Estados del Caribe, en 1994, un organismo regional, integrada por 25 naciones ribereñas al Gran Caribe (entendido en su sentido geoestratégico y no meramente geográfico, pues incluye a El Salvador, Guyana, Surinam, Barbados y Bahamas) y 10 territorios coloniales. Su objetivo es el fortalecimiento y la integración de sus miembros, con el propósito de crear un espacio económico ampliado en la región; más la preservación de la integridad medioambiental del Mar Caribe, considerado como patrimonio común de los pueblos. A su vez, por su participación en la O.E.A. los estados, pequeños y soberanos, son objetivo de cabildeos en su calidad de electores a la Secretaría General del organismo y a sus órganos especializados, como también, fueron invitados a ser partícipes como iguales en las mesas de negociación del ALCA (1994-2005). 

 

En su momento, como integrantes de su compleja red de organizaciones subregionales, estuvieron, con toda Nuestra América, en la creación de la CELAC, el órgano regional de Nuestra America donde nos hemos encontrado como partícipes de tragedias humanas y naturales; donde hemos asumido, conscientemente, que los retos globales deben ser afrontados colectivamente. Ese es el Caribe, nuestro vecino y compañero, que debemos conocer.

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