Páginas

sábado, 8 de mayo de 2021

Camino a mañana

 Nuestras sociedades, en efecto, están organizadas para el crecimiento económico sostenido. Debemos construir otras, que se distingan de las actuales por estar organizadas para la sostenibilidad del desarrollo humano.

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América

Desde Alto Boquete, Panamá


“Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer  por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales  de vida: el hombre. Ahora tomamos conciencia de este problema  cuando casi es tarde para impedirlo”.

Fidel Castro, 1992[1]


La experiencia de la pandemia ya nos plantea preguntas cuyas respuestas irán definiendo en una medida mayor de lo que imaginamos las tendencias mayores en el desarrollo futuro de la especie humana. En efecto, además de crear un complejo problema sanitario, la pandemia ha detonado una crisis que venía afectando desde hace décadas a todas las sociedades del planeta. Uno de los componentes de esa crisis ha sido el carácter incierto de un crecimiento económico cada vez más dependiente de la especulación financiera, generador – simultáneamente – de una elevada concentración de la riqueza y una vasta difusión de la precariedad y la pobreza.

 

Otro componente, asociado al anterior, ha sido y sigue siendo la combinación de una extracción masiva de recursos de la biosfera y una extraordinaria producción de desechos que desborda las capacidades del planeta para descomponerlos y asimilarlos. Eso ha devastado ecosistemas a una escala tal, que el entorno natural del planeta a comienzos del siglo XXI ya es radicalmente distinto a lo que fue a mediados del XX.[2]

 

Estas circunstancias desempeñan un importante papel en la definición de los caminos hacia el mañana de nuestra especie. De ellos, por ejemplo, tiene especial importancia el que conduce a la creación de los medios científicos, tecnológicos y culturales que permitan mitigar lo peor de los efectos del deterioro ambiental, les faciliten a los humanos la adaptación a la nueva normalidad ambiental en formación, y contribuyan a garantizar la sostenibilidad del desarrollo de nuestra especie. 

 

Un ejemplo notable lo proporciona Cuba, sometida desde hace sesenta años a un bloqueo tan brutal que limita incluso sus posibilidades de adquirir en el mercado externo jeringuillas para vacunación, pero capaz - incluso en esas circunstancias - de producir sus propias vacunas, aprovechando las capacidades científicas creadas por su sociedad…desde hace sesenta años, también. Allí, además, ese logro científico se traduce en una gestión sanitaria que trabaja con la sociedad y no solo para ella, y ha logrado reducir al mínimo posible el impacto de la pandemia.[3]

 

Aquí cabe recordar la advertencia hecha por Carlos Marx hacia 1858, al plantear que lo concreto – en este caso el desarrollo del sistema mundial que da lugar a la formación de la pandemia – 

 

es concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo diverso. Aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida, y, en consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación.[4]

 

Ese punto de partida “de la intuición y la representación” se hace sentir hoy, por ejemplo, en el hecho de que el ambiente - que durante tanto tiempo fue considerado por la economía liberal como un factor de consecuencias antes que causal - ha venido a convertirse en la síntesis de los problemas que ahora enfrenta nuestra actividad productiva. Podemos mencionar algunos casos. La mitigación de los efectos de la dimensión ambiental de la crisis, por ejemplo, genera ya dos demandas estrechamente asociadas entre sí. Una, de carácter ya urgente, es la producción de servicios ambientales – o, si se quiere, de producción de las condiciones naturales de producción[5] – que compensen la pérdida de los servicios ecosistémicos debido al colapso de los ecosistemas que antes los ofrecían. La otra, de carácter estratégico, es la restauración de los ecosistemas degradados, para restablecer a largo plazo los servicios que antes ofrecían.

 

La primera de esas demandas puede ser atendida con relativa rapidez a través de procesos de I+D+i que ya conocemos. La segunda es de más largo plazo, porque su velocidad y su intensidad son las de los procesos naturales que la sustentan. Así, la primera se mide en años; la segunda, en décadas. Y ambas, a su vez, solo son eficaces en la medida en facilitan la adaptación de los humanos a las consecuencias inmediatas de la transición destada por sus antepasados, mientras construyen el futuro de sus descendientes.

 

Lo esencial, aquí, es que este tipo de demandas nos lleva a un problema que no puede ser más concreto. Se trata del hecho históricamente comprobado de que si deseamos un ambiente distinto tendremos que construir una sociedad diferente. Nuestras sociedades, en efecto, están organizadas para el crecimiento económico sostenido. Debemos construir otras, que se distingan de las actuales por estar organizadas para la sostenibilidad del desarrollo humano. Y esa labor ha de empezar ahora, en terrenos que van desde la lucha por una educación estructurada – para poner un ejemplo- a partir de las realidades que expresan conceptos como los de biosfera, noosfera y sistema Tierra, hasta la  promoción activa de formas de organización social y productiva que permitan trabajar con la naturaleza y ya no contra ella.[6]

 

Alto Boquete, Panamá, 7 de mayo de 2021.

 



NOTAS:

[1] http://www.cubadebate.cu/opinion/1992/06/12/discurso-de-fidel-castro-en-conferencia-onu-sobre-medio-ambiente-y-desarrollo-1992/

[2] Esto, al punto de recibir nombre propio – el Antropoceno, otorgado en 2000 -, que define el marco biogeofísico en que se definirá el destino de nuestra especie en lo por venir.

[3] Por contraste, países tan desarrollados como Estados Unidos apenas empiezan a superar las consecuencias sociales y económicas de la primera fase de la pandemia, y otros como Brasil y la India – países de tan grandes contrastes entre su desarrollo económico y el social – encaran terribes dificultades para someter a control la enfermedad.

[4] Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857 – 1858Siglo XXI Editores, México, 2007 (1971). I: 121.

 5] “The conditions of production and the production of conditions”. Natural Causes. Essays in ecological Marxism. The Guilford Press, New York London, 1998.

[6] Ambos conceptos fueron elaborados por el científico ruso Vladimir Vernadsky en la década de 1930. El de biosfera corresponde aproximadamente a lo que solemos llamar la naturaleza. El de noosfera designa a la naturaleza adaptada por la acción humana a las necesidades de nuestra especie, y correspondería a lo que hoy entendemos por el ambiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario