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sábado, 17 de julio de 2021

Con la mochila al hombro. Cartas desde la cárcel de Matamoros de la más alta seguridad (XXX)

Con Nuestra América se une al clamor nacional e internacional por un proceso debido al Comandante César Montes, por el respeto a sus derechos humanos y constitucionales y por su seguridad sanitaria; por eso, semanalmente compartiremos páginas de su diario “Con la mochila al hombro. Cartas desde la cárcel”.

En la cotidianidad del encierro, donde no hay final feliz, César Montes relata sus experiencias con sus compañeros de reclusión. Hasta en un integrante de las maras hay espacio para la ternura.

 

26 de junio de 2021

 

Mis compañeros de prisión:

 

“Si te contara mi historia tendrías que llenar muchos cuadernos. Soy de la generación de los 80. No creas que me fue fácil, ya cumplí una condena de nueve años, salí y volví a caer”.

 

“Así es esto entrar, salir, lo que nos toque está bien, pero no lo entienden los presos, de cómo somos los cholos. Tengo tantos ‘homies’ (tatuajes) que ya no me quedó espacio en el cuero para ponerme otra tinta más (tatuaje). Ubícate, cuando estás a mi edad no tienes conciencia de la vida. No te importa morir o matar. ¿Me entendés?  Si me mandan quitar (matar) a un bato (o sea una persona) lo quito, ni puedes imaginar cuánto me la he jugado ¿me entendés? Aquí está mi carnal, mi ‘homi’ que es ‘Little strong’ es de mi chica, tengo tatuado mi emblema, es por lealtad ¿me entendés? Aquí todo ‘tuanis’ fumando mariguana de la buena”.

Con ellos comparto la prisión preventiva.

 

“Tengo 39 años, desde los 9 consumía drogas, mariguana, thiner, tip top, pegamento para llantas, de todo. Tengo mis homies sin conciencia ¿me entendés? capaces, hay algunos buenos sicarios, han quitado a dos o tres en el mismo rato, sin piedad ¿me entendés?”

 

El jefe del Barrio 18 con 1.84 metros de altura y 250 libras de peso habla con voz autoritaria, desafiante “dejen entrar nuestros hijos de visita, si no hay condiciones, las mandamos a hacer un jardincito para que jueguen aquí a la par. Ya en las tres granjas han entrado, cómo van a creer nuestros niños que no los queremos ver”.

 

28 de junio de 2021

 

De la 1:00 a las 3:30 am sin dormir. Luego de dormir un par de horas, a las 5:30 al baño, ejercicios y a dormir hasta las 9:00 am. Hay limpieza “talacha” general. En el baño me siento mareado, camino sosteniéndome y evito el desmayo, apoyado en la pared. Es la segunda vez en un mes.

 

Alguien me dice que es la presión y otros lo secundan. Le dije a alguien de las autoridades carcelarias a nadie se le ocurre llamar al doctor ampliamente conocido por inepto. Además, como no hay sangre (un balazo, una puñalada) no hay esperanza de ir a un hospital o clínica, aunque fuera privada. A lo sumo vendría un médico de INACIF (Instituto Nacional de Ciencias Forenses) que le informa al juez para que ordene salida, se da la orden. El sistema penitenciario si acaso tiene alguna unidad te lleva al hospital a hacer cola por la gran demanda de enfermos, heridos y citas previas. “¿Pero ya te pasó?” es la pregunta con la que se cierra el incidente.

 

Un día más en el paraíso.

 

Otro día más de pokar, conquián y todo lo que la baraja permita jugar. En la televisión los programas de hace 10 años y que Televisa no pudo vender en ninguna otra parte.

 

El día fue satisfactorio en alimentos, luego del desayuno de frutas suculento, un caldo de pollo con macuy hierba rica en hierro, verduras y pastas.

 

El otro módulo organizó pintar las paredes con el amarillo canario y el zócalo de rojo ladrillo, se ve más amplio y alegre. Los presos ponen mano de obra y compran la pintura. El director de turno pone trabas a fin de que le paguen por dejar entrar la pintura. No gastan un centavo y aún hay que pagarles por pintar la cancha, los pasillos, paredes y poner más presentable el penal.

 

Le quitaron los dos tonos de grises deprimentes que ya ni en los cementerios se usa.

 

A un guardia penitenciario le hago la pregunta por qué tienes dos cepillos de dientes a la vista en tu cinturón, en la cartuchera. Responde formal “uno es para los dientes de arriba y otro para los dientes de abajo, Comandante”.

 

Los cholos del Barrio 18 estuvieron ausentes, con sus pantalones flojos, tatuajes y sus porros de mariguana. Son respetuosos y amigables conmigo.

 

29 de junio de 2021

 

Nuevamente el insomnio me atacó, desde la 1:00 am de hoy, sin dormir.

 

Vino el médico que es antipático y cuestionado por la mayoría de los reos. Por primera vez, me tomó los signos vitales. Me estaba dando consulta cuando llegó Martín, viejo detenido. Lo vio y le hizo una reverencia burlona, que enardeció al preso que se retiró advirtiéndole al médico que podía salir agredido por alguno que no le tuvieran consideración a su edad.

 

El médico quedó afectado, con los nervios alterados a tal grado, que ya no podía encender la lamparita para el examen del oído. No creo que dure atendiendo este centro. Le informé de dos mareos uno hace 15 días y otro apenas el día anterior. Pregunto: “¿pero ya se te quitó?”, “obviamente” respondí. “Entonces no es el oído, porque no se tuviera quitado”.

 

Le informé que además de los mareos, tengo cataratas en ambos ojos, glaucoma incipiente, he perdido capacidad auditiva, padezco síndrome de ojo seco, varias veces he sufrido de dolor en el omóplato, que se prolonga por el brazo y hombro izquierdo, continúan los calambres en los pies y piernas, aumento de pérdida de memoria inmediata, caída del cabello, estrés, mal carácter, agresividad. Dijo; “estás muy bien sólo te falta un relajante muscular, un sedante y redactó la receta. Vio apresuradamente a otros pacientes y se fue. Todos esperan que no vuelva.

 

1 de julio de 2021

 

Bueno viejo ¿vas a rolarme un alivian? traducido entiendo que Ariel, preso viejo, me dijo “¿vas a darme un apoyo económico”? lleva años preso y aún tiene otro proceso por 14 muertos en prisión por el caso de quién fue gran capo de las prisiones, el famoso “Capitán Lima”, que estuvo preso por el asesinato del Monseñor Gerardi. Él es uno de mis amigos y compañeros de prisión.

 

Un día más como preso político sin haber sido condenado voy rumbo a un año sin que me prueben nada, porque de lo que de lo que me acusan es falso, no tienen cómo probarlo.

 

Sigo evadiéndome con mi memoria aún fiel, recordando el infinitamente bello lago de Atitlán donde tenía trabajo de organización de proyectos diversos.

 

En Santiago Atitlán financiamos dos años la Escuela Primaria Bilingüe Integral Santiaguito, les donamos computadoras para su laboratorio de cómputo, se amplió el ciclo diversificado.

Mi memoria me permite, lector, llevarte a San Juan La Laguna, el pueblo mágico más limpio del lago, del departamento y de la República. La fórmula es que desde la primaria le enseñan a no hacer basura, en las calles, los pocos basureros son para que los turistas tengan donde depositar su basura en los casi vacíos recipientes, no hay grafitis ininteligibles en las paredes, sólo murales de artistas populares que los han hecho voluntariamente. Cada mural en es más bello que el anterior.  Sorprende que cada dos cuadras hay una galería de arte. Sus pinturas adornan casas incluso en Estocolmo, Suecia, con su estilo único en el mundo de comillas visión de pájaro comillas.

 

En sus mentes privilegiadas se trasmutan en pájaros y pintan cómo se ven los mercados y sus vendedoras desde el aire. también hay una escuela de arte qué pinta con comillas visión de hormiga comillas. Visitamos una cooperativa de mujeres tejedoras que no usan pinturas químicas si no los colores y pigmentos precolombinos.

 

Es un lugar donde la luna es esplendorosa y el sol radiante.

 

San Juan la Laguna, es uno de los poblados tranquilos a orilla del lago. Desde ahí puede verse la montaña que en su perfil se ve claro un rostro maya con su nariz aguileña. Se dieron a la tarea de hacer un mirador del lago y las montañas de ascenso en espiral como los caracoles con los que llaman a los vecinos y antes para convocar a los dioses.

 

Su parte del lago es azul y verde como los ojos de las suecas, cuando no es turquesa. Sus pescadores navegan remando parados en cayucos frágiles y débiles de equilibrio. Sus huipiles coloridos y hermosos como quienes los llevan puestos. Sus muchachas lucen largos cabellos negros y sedosos, luego de trenzarlos.

 

Quizá esto llevó a que un grupo de ortodoxo judío declaró que esa era su tierra prometida. Irrumpieron en bloque con sus largos cabellos peinados en canelones, largas barbas trenzadas, gabanes negros los hombres y largas faldas hasta el suelo sus mujeres, con el rostro cubierto, sandalias y su radicalismo.

 

Reclutaron jóvenes a quienes exigieron quitarse el traje típico y cubrir sus caras con el velo. Dicen que se apropiaron de una playa donde se bañaban desnudos y que era donde lavaban ropa las aldeanas desde antes de la llegada de los españoles. La población entera decidió expulsarlos y sin tardanza alguna lo hicieron.

 

En una en una resolución que ignoró usos y costumbres, y derechos de los pueblos indígenas, un juez procesó por “discriminación” al alcalde un profesional graduado en la Universidad (USAC), condenado a multa onerosa. El mundo patas para arriba en el país de las injusticias.

Un lugar paradisíaco que se negó a la imposición de costumbres, ropas y creencias ajenas.

Sigue siendo pueblo mágico, paradisiaco y artístico.

 

Recordándolo y volando ese lugar en alas de colibrí, logré pasar el tedio de la monotonía del encarcelamiento por razones políticas que sufro sin desmedro de mi moral y ánimo.

 

2 de julio de 2021

 

Porque es tan tenue la diferencia de color entre mi realidad y mis sueños que algunos creen que al escribir ejerzo capacidad onírica o lírica. En realidad, la difusa línea entre la mística vida y la grandeza de mis sueños quizás se deba a que me empeño en hacer real lo soñado, y no me pidan fuentes de mis textos que no son tratados académicos ni conferencias científicas. Lo científico es que sólo a mí me ocurren situaciones que nadie cree cuando lo relato. Mi vida es realmente un relato de sucesivos sueños increíbles para mí y sorprendentemente para muchos.

 

Mi asidua lectora dice que escribo bonito, agradezco eso. Soy alguien que conversa y luego de la oralidad, escribo lo relatado en aquella conversación. No soy un historiador muy documentado o un penalista de investigación sobradamente informado, o un muy buen escritor. Tan sólo recuerdo lo vivido y los relatos son eso; la magia de la realidad vivida y que comparto antes que la enfermedad del olvido (Alzheimer) me reciba en su seno e inunde mis neuronas cerebrales.

 

Como dijo Miguel Ángel Asturias: “Mira las cosas que pasan mejor llamarlas novelas” por eso es mi autobiografía novelada o novela biográfica. Que es novela, pero es real.

 

Al momento de estar escribiendo esto llegó “El Snurf”, el más tatuado del Barrio 18 y me preguntó que escribía. Le resumí: “lo vivido, lo que sueño y lo que me cuentan, así como lo que me has contado. La tristeza de lo que has vivido vos, por ejemplo”. Hablamos un poco más, de pronto emocionado se acercó y dijo: “Comandante soy adicto, estoy en un alucine, pero no olvido que me has dado tu amistad. Soy jefe de ‘clica’, tengo buenos sicarios. Crecí desde los ocho años en la terminal de la zona cuatro, en medio de putas y ladrones, borrachos y drogadictos, no tuve padre y vos me entendés como un hijo. Si me salen las lágrimas es por eso, ¿me entendés? te doy gracias por eso que me haces sentir ‘tuanis’ ¿me entendés? se siente galán que lo aprecien a uno”.

 

Me abrazó como un hijo abraza la cabeza a un padre y descubrí que esconden su ternura con una máscara de dureza cubierta de tinta (tatuajes).

 

Ratifico la fuerza del hacer más que el decir. La fuerza de la palabra escrita. Una hora más tarde escuchamos los gritos desde su módulo de aislamiento cuando “El Snurf” era golpeado contra la pared en otra de las habituales peleas entre los “cholos”.

 

Aquí no hay final feliz.

 

3 de julio de  2021

 

Déjame refugiarme en la literatura liberadora. Salí al mar y esto supe: “Mapache falleció al mes de encontrar lo que esperaba era la solución económica de su vida. Pero la maldición llevó a que, al mes de encontrar el cargamento, borracho se durmió a la orilla del río y se ahogó”.

 

Se escucharon rumores de que había una carga perdida cuando, viniendo de Colombia, tuvieron que tirar al mar todo. Los lancheros hasta se endeudaron para ir a buscar, parecía feria. Lo que encuentran en el mar es propiedad de quien lo encuentra.

 

Por medio de coordenadas del GPS proporcionados fueron a buscar fortuna. Con 0 grados y a 1.80 en la brújula, a 26 millas. Llegaron al lugar más o menos y miran un objeto pesado, y ven en unos minutos para donde lo llevó la corriente marina y en esa dirección hacen una cuadrícula.

 

Reencontraron las tulas y con gran alegría empezaron a recoger 16 de ellas, algunos otros encontraron una o dos, no para todos fue la suerte que tenía Mapache.

 

Al llegar se esconde lo encontrado para bajarlo de noche a un lugar fuera de la aldea. Se busca entre los que ya se sabe que están en el negocio, el que lo compra y es leal. Puede costarle la vida. No es juego, ni fácil.  Aún después, hay policías que están pendientes de quién tiene dinero para asaltarlos. 

 

Son los “botudos” porque, aunque se visten de civil, mantienen las botas que los delatan. Eso ocurrió. Como todo lanchero es borracho. Mapache confirmaba la regla, siempre anduvo descalzo en short, playera y su conocida andrajosa y triste figura. En cuanto recibió los millones y distribuyó los porcentajes a sus acompañantes, fue a una boutique, compró ropa y zapatos finos de marca. Una hora después se sintió incómodo, poniéndose su destruido short, la raída playera y se descalzó saliendo a emborracharse, invitar a beber y mujeres, quedándose tirado en las calles. Los “botudos” de civil lo vieron seguramente varias veces y no creyeron que fuera el pescador millonario aquel andrajoso descanso y teporocho.

 

En una de esas borracheras se quedó dormido en un muelle y cuando creció la marea cayó al río ahogándose. Un asiático lo atrapó con su anzuelo en el ojo, lo reconocieron todos los lancheros.

 

El dinero mal habido se hace agua, dice la maldición gitana que aquí se cumplió.

 

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