Entiendo la ira de buena parte de los manifestantes del 11 de julio y que el discurso del bloqueo les canse. Pero no olvido que detrás de sus carencias y agravios está el bloqueo impuesto por los Estados Unidos.
Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Y de inmediato recordé a mi suegro, Alfredo Santa Cruz García, cuadro comunista de toda la vida, fundador de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, veterano de la guerra de Angola (estuvo allí dos años) e irreductible apoyador de la revolución cubana. Hoy nos ha enviado mensajes por whatsapp, antes de que se cortaran las comunicaciones, expresando su repudio a los actos que buscan desestabilizar al gobierno cubano. Pero en las últimas semanas nos ha contado que a sus 77 años ha pasado hasta ocho horas haciendo colas para conseguir unas cuantas libras de papa. Su salario de jubilado no le está alcanzando ante la subida de precios de muchos de los artículos de consumo que necesita. Y nos ha estado relatando de un alza de contagios de Covid-19 en la isla.
Fácil es pensar que EE.UU. está detrás de las manifestaciones el 11 de julio. Eso persigue el plan iniciado por Trump con las 243 medidas que recrudecieron como nunca el bloqueo a la isla desde 2019. Seis meses después de asumir la presidencia, Biden no las ha levantado pese a decir que continuaría la política de Obama hacia Cuba. Indudablemente la Casa Blanca, la derecha cubana asentada en Miami y la derecha internacional buscan con esas medidas provocar la exasperación social. Por ello mismo, muchos de los manifestantes del domingo 11 de julio son simplemente gente enojada contra el desabasto, los apagones, la carestía, la escasez de medicinas y las múltiples penurias que vive el pueblo cubano. Justo es decir que muchas de estas penurias son provocadas también por deficiencias de gestión gubernamental y acrecentadas por la pandemia.
Entiendo la ira de buena parte de los manifestantes del 11 de julio y que el discurso del bloqueo les canse. Pero no olvido que detrás de sus carencias y agravios está el bloqueo energético y financiero, el boicot al turismo y a los viajes de cubano-americanos, el desabasto provocado de repuestos, las limitaciones al monto de las remesas, el castigo a las empresas no estadounidenses que comercian con Cuba, los juicios en tribunales estadounidenses, la prohibición de importaciones y la criminalización de Cuba como terrorista. Frente al uso del enojo de una parte de la población, las calles se han vuelto trinchera de defensa de la revolución.
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