De nueva cuenta, la derecha latinoamericana en alianza con las políticas intervencionistas de Washington tiene puesta su mira en Nicaragua. Los afanes intervencionistas contra la patria del gran prócer nicaragüense, Augusto C. Sandino, se hace de nueva cuenta presentes con una gran coordinación internacional.
Adalberto Santana / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
En el siglo XX se distinguen diversas intervenciones de Washington, una de las primeras fue la ocupación de Nicaragua por los marines estadounidenses en 1907 para presionar y deponer en 1909 al presidente liberal José Santos Zelaya. Tres años después en 1912 con una nueva intervención estadounidense, el general Benjamín Zeledón los va a combatir heroicamente. Sin embargo, murió víctima de las traiciones de los conservadores. Años después Sandino levantó en armas al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, el 4 de octubre de 1929 estando en Mérida, Yucatán, escribió: “En esa ciudad de Masaya, llamada por Rubén Dario ciudad de la Flores, se encuentra la fortaleza de La Barranca, donde estaban atrincheradas las fuerzas del General Benjamín Zeledón contra los invasores norteamericanos y los vende-patria nicaragüenses, encabezados por los esbirros Emiliano Chamorro y Adolfo Díaz”.
También Sandino se convirtió en el mayor símbolo de la resistencia mundial contra el imperialismo estadounidense cuando libró la guerra anti-intervencionista desde 1927 hasta 1933 cuando derrotó a las tropas estadounidenses. Sin embargo, las traiciones de nueva cuenta se hicieron presentes, Anastasio Somoza García en alianza con el embajador estadounidense perpretaron el asesinato del General de Hombre Libres y de los hombres de su estado mayor el 21 de febrero de 1934. Enquistada en el poder la dinastía de los Somoza, finalmente fue derrotada el 19 de julio de 1979 al triunfar la insurrección popular sandinista. Vendrá los años díficiles de la guerra contrarevolucionaria financiada y armada por la Casa Blanca cuando el pueblo nicaragüense padeció los mayores estragos de la guerra imperialista y el colapso del campo socialista en Europa Oriental, que finalmente llevaron a la elección de la conservadora Violeta Barrios de Chamorro (1990-1997). El modelo neoliberal que tomó auge a nivel mundial, cobró factura sobre los pueblos de Centroamérica, periodo en el que gobernaron Arnoldo Alemán (1997-2002) y Enrique Bolaños Geyer (2002-2007) en Nicaragua.
Tras una nueva acumulación de fuerzas el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) llegó al poder con el triunfo de la candidatura del comandante Daniel Ortega Saavedra el 10 de enero de 2007, hasta nuestros días en sucesivas victorias electorales. Es un momento de auge de las fuerzas progresistas latinoamericanas en su primera ola del siglo XXI, gobernaron Hugo Chávez en Venezuela, Luis Inacio “Lula” da Silva en Brasil, Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Tabaré Vázquez en Uruguay, Leonel Fernández en República Dominicana, Manuel Zelaya en Honduras y por supuesto Fidel Castro en Cuba.
Acontecieron en América Latina y el mundo nuevos cambios, la derecha latinoamericana con la llegada al poder de Donald Trump (2018-2020), tomó nuevos bríos. La política intervencionista de Trump fue más beligerante hacia la región. Se intensificó el bloqueo hacia Cuba, Venezuela y la misma Nicaragua. Pueblos y gobiernos que los acusó la Casa Blanca como países que fomentan el “terrorismo”. Política que hasta nuestros días no la ha modificado la administración de Joe Baiden. Por el contrario, la compaña antisandinista se acrecentó cuando Ned Price, portavoz del Departamento de Estado el 9 de febrero de 2021 afirmó: "Estados Unidos está profundamente preocupado por la creciente represión del Gobierno del presidente Daniel Ortega en Nicaragua". Para finales del mes de junio se intensificó la campaña cuando la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de EU, Victoria Nuland afirmó en gira por Panamá (29/junio/2021): “Cuando los países se salen del camino democrático, como ha sido el caso de Venezuela y Nicaragua, las personas sufren y la región se desestabiliza. Hay muchas razones por las cuales debemos proteger y avanzar nuestras democracias”. En el coro antisandinista es evidente que Washington y la derecha latinoamericana e incluso europea, quieren evitar un nuevo periodo de gobierno del presidente Daniel Ortega. No desean que se repitan los triunfos del bloque progresista latinoamericano como los que se han desarrollado en 2021, recientemente en las elecciones locales de México (6 de junio), en las elecciones presidenciales de Bolivia en 2020 que ganó el Movimento al Socialismo y en Perú tambien el 6 de junio de 2021, con el resultado favorable para el candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo y los triunfos electorales de las fuerzas progresistas que pueden generarse en Chile y en la misma Nicaragua en noviembre de 2021.
De ahí que de nueva cuenta el intervencionismo estadounidense a través del financiamiento de ese gobierno que hace por medio de la USAID y de la NED para la oposición antisandinista y la campaña mediática contra el presidente Ortega, trata de revertir la acumulación de fuerzas logradas por el sandinismo. Un claro fundamento es el análisis de Carlos Fonseca (hijo), responsable de la Relaciones Internacionales del FSLN, lo esclarece en un análisis recientemente publicado, “Nicaragua sandinista, más digna y victoriosa que nunca”(https://rebelion.org/nicaragua-sandinista-mas-digna-y-victoriosa-que-nunca/), al apuntar: “Pero la derecha golpista en Nicaragua es pucha además porque no tiene vida propia, es una derecha con vida artificial, proporcionada por el amo imperialista. Y no es culpa del sandinismo que la derecha pucha esté dirigida por traidores a la patria confesos, que en cualquier otro país que se respete a sí mismo también estarían presos, lavadores de dinero e incluso narcotraficantes, como algunos otros que fueron detenidos años atrás, no por esos crímenes que también cometieron y de los que algunos incluso hasta se vanagloriaban públicamente en mensajes transmitidos por videos ampliamente divulgados, y por lo cual ya antes habían sido indultados, sino en esos otros casos por delitos comunes muy propios de su precaria condición moral, aunque ahora se quieran presentar como presos políticos” .
Objetivamente conviene comprender que esas campañas mediáticas contra el pueblo nicaragüense por la prensa de la derecha internacional y la propia oligarquía local, lo que pretende es evitar a toda costa es un nuevo triunfo del sandinismo y por lo tanto de la izquierda latinoamericana y con ello revertir la situación que vive el pueblo de Sandino. De ahí que Carlos Fonseca apunte: “Tampoco es noticia Nicaragua por ser el país con el mayor nivel de acceso al ejercicio directo de la propiedad sobre los medios de producción para la clase trabajadora en el hemisferio occidental (más del 50% del PIB y cerca del 80% de las unidades económicas); ni por ser uno de los países del mundo que más ha reducido el analfabetismo en ese mismo período de tiempo (del 35% al 3%); o por ser uno de los países con el mayor aumento en la inversión percápita en salud (de U$32 a U$70) y con la mayor reducción en la mortalidad infantil (de 29 a 11.4 por cada mil nacidos vivos). Nicaragua no es noticia por ser el país del mundo que más redujo la brecha de género (de la posición 90 a la 12), el país con la mayor presencia de mujeres en su gabinete (58.82%), el cuarto con la mayor presencia de mujeres en el poder legislativo (48.4%) y el que de forma más radical aplica el criterio de equidad de género en su política social. Tampoco es noticia este país por ser de los que más han aumentado la cobertura eléctrica (de 53% a 99%) y el que más ha aumentado sus fuentes de energía renovables (del 2% al 90%); ni por ser el país más seguro de Centroamérica y uno de los más seguros de América Latina (con un índice de 3.5 homicidios al año por cada 100,000 habitantes, siendo Costa Rica el más cercano con 11.2); y tampoco es noticia Nicaragua por tener uno de los gobiernos del mundo con el mayor apoyo popular sostenido durante una mayor cantidad de tiempo (con índices alrededor del 60% en los últimos once años, de manera casi ininterrumpida)”.
Excelente artículo, Adalberto. Siempre adelante. Abrazos
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