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sábado, 21 de agosto de 2021

Un mundo necesario

 Si deseamos un ambiente distinto será necesario crear una sociedad diferente, y que la lucha por esa creación bien puede convertirse en el aspecto principal de la crisis en un futuro cercano.

Guillermo Castro H./ Especial para Con Nuestra América

Desde Alto Boquete, Panamá


“la intervención humana en la Naturaleza acelera, cambia o detiene la obra de ésta, y […] toda la Historia es solamente la narración del trabajo de ajuste, y los combates, entre la Naturaleza extrahumana y la Naturaleza humana.”

José Martí[1]


Año turbulento, va siendo este 2021. A la prolongación de la pandemia por mutaciones del virus se ha sumado la ilustrativa debacle de Afganistán, que confirma que hay quienes no tienen amigos, sino tan solo intereses. Y en medio de todo ello, ha llegado el 6º Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, de las Naciones Unidas.[2]

 

El Informe contiene cuatro afirmaciones que han causado revuelo. La primera advierte que la “influencia humana ha calentado la atmósfera, el océano y la tierra.” La segunda, “que ya han tenido lugar amplios y rápidos cambios en la atmósfera, el océano, la criosfera y la biosfera.” Y a esto se agrega que la escala de los cambios recientes abarca al sistema climático en su conjunto y eque “el estado actual de muchos aspectos de ese sistema carecen de precedentes a lo largo de muchos siglos y mucho millares de años.”

 

Muchos de los cambios que ya presenta el clima en el planeta, añade el Informe, se incrementarán “en relación directa al creciente calentamiento global.” Esto incluye aumentos en la frecuencia y la intensidad de calores extremos, lluvias y sequías extremas, e intensos ciclones tropicales, así como “reducciones en el hielo del Ártico, la cobertura de nieve y el permafrost.”

 

En esta perspectiva, la temperatura de la superficie global seguirá aumentando al menos hasta mediados de siglo, y el incremento superará los 1.5 a 2º C, “a menos que ocurran profundas reducciones en las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero en las prósimas décadas.”  Aun así, sin embargo, muchos cambios generados por las pasadas y futuras emisiones de tales gases ya son “irreversibles por siglos y milenios”, en particular los ocurridos en el océano, las capas de hielo y el aumento del nivel de los mares del planeta. 

 

Con todo, esta no es la contradicción principal que afecta hoy el desarrollo de nuestra especie, sino el aspecto principal de la misma en este momento de nuestra historia. Esto no es poca cosa, porque ese aspecto principal es el que rige el curso de la contradicción fundamental, hasta que ésta, al transformarse, da lugar a un nuevo aspecto rector. De momento, en lo que hace al cambio climático, la contradicción principal radica en la organización de las relaciones entre la especie humana y su entorno natural del siglo XVI acá, esto es, a lo largo del desarrollo del primer mercado mundial en nuestra historia, creado por el capitalismo. 

 

Hoy, el cambio climático amenaza tanto a la biosfera como a la noosfera – la de la naturaleza transformada por nuestro conocimiento y nuestra tecnología. Sin embargo, hemos llegado a esta amenaza pasando por la emisión de gases de efecto invernadero; la contaminación masiva de aguas, aires, tierras y ciudades; a la simplificación y el colapso de ecosistemas para transformar bosques en pastizales, campos de cultivos comerciales, minas a cielo abierto y ciudades que hoy albergan a más de la mitad de los humanos, y por la pérdida acelerada de la biodiversidad.

           

A lo largo de estos cinco siglos – y en particular desde mediados del XX -, tanto la humanidad como su entorno natural han podido comprobar una y otra vez que “la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre.”[3]La producción así organizada, en efecto, ha estado y está al servicio de un crecimiento económico sostenido, para una acumulación infinita de capital, y ha tenido un éxito descomunal. 

 

La mecanización de la producción – seguida de su masificación, su automatización y su integración cada vez más estrecha con la circulación del capital (globalización, le dicen) – ha llevado a producir volúmenes de materias primas, bienes y desechos cuyo volumen, tan solo en el siglo pasado, rebasó el de los cien mil años anteriores. El objeto real de esas magnitudes se expresa en el hecho de que semejante volumen de riqueza coexista con las enormes masas de población que encaran una vida de hambre, insalubridad, pobreza y desesperanza en todas las regiones del planeta.

 

Este desarrollo desigual y combinado incluye también a los ecosistemas de los que depende nuestra existencia. De ellos ha sido extraído tal volumen de recursos, y les ha sido transferido tal volumen de desechos, que han ido perdiendo con creciente rapidez su capacidad para ofrecernos servicios indispensables para garantizar nuestro desarrollo como especie.

 

Aquí, en lo más esencial, se trata de que la contradicción principal no radica en uno u otro aspecto específico de la dimensión mabiental de la crisis que encaramos, sino en la forma histórica de organización social de nuestras relaciones con la naturaleza a lo largo del proceso de desarrollo del mercado mundial. Con ello, podemos entender que si deseamos un ambiente distinto será necesario crear una sociedad diferente, y que la lucha por esa creación bien puede convertirse en el aspecto principal de la crisis en un futuro cercano.

 

Para el teólogo Leonardo Boff, que se ha ocupado de este tema con singular dedicación desde hace muchos años, nos encontramos en una circunstancia en la cual “un orden viejo ha entrado en caos irreversible pero que dentro de él se está gestando (no sin sufrimiento) un nuevo orden, podemos decir, una forma nueva de habitar la Tierra en sinergia con la naturaleza, con fraternidad y amor social. Esto no ocurre en un abrir y cerrar de ojos, pues el caos posee una larga historia y una lenta agonía.” [4]

 

Y añade: “no vamos en dirección a nuestra propia sepultura sino en dirección a un nuevo tipo de mundo. El sueño de los Foros Sociales Mundiales se realizará no sólo como un nuevo mundo posible, sino como un nuevo mundo necesario.

           

No cabe mejor conclusión. De nuevo sopla el viento de Aníbal Ponce.

 

Alto Boquete, Panamá, 18 de agosto de 2021



[1] “Serie de artículos para La América”. “Artículos varios”. Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. XXIII: 44.

[2] Intergovernmental Panel for Climate Change: Climate Change 2021. The Physical Science Basis Summary for Policymakers. https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/ Traducción: gch

[3] Marx, Carlos (1867): El Capital. Crítica de la Economía Política. Sección Cuarta. XIII: Maquinaria y gran industria, 10: La gran industria y la agricultura. Fondo de Cultura Económica, México, 2010:422.

[4] “Marcos teóricos para entender la crisis actual”, 2021-08-15. https://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=1035

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