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sábado, 4 de septiembre de 2021

Los Pinos: de la presidencia despótica a espacio popular

 Los Pinos se ha convertido en un hermoso paseo  lleno de lindos jardines y frondosos árboles abierto al pueblo. Las lujosas residencias se han convertido espacios para exposiciones y oficinas de gestión cultural.

Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América

Desde Puebla, México


Durante 84 años  la residencia presidencial Mexicana denominada Los Pinos fue el símbolo de poder y  opulencia de los presidentes de México. Resulta paradójico porque el Presidente Lázaro Cárdenas del Río (1934-1940) ubicó en  1934  en ese lugar la residencia del Presidente de la República porque  le parecía muy ostentoso el Castillo de Chapultepec  para residir. Por eso decidió aprovechar el chalet que estaba ubicado en el Rancho La Hormiga para vivir. No le pareció apropiado  el nombre original y por ello lo cambió a Los Pinos, en honor al nombre de la huerta en la que se había enamorado de su esposa, la inolvidable  Doña Amalia Solórzano de Cárdenas. 

 

Resulta paradójico el destino de Los Pinos en los 84 años siguientes dado el propósito de austeridad que animó al general revolucionario al fincar su residencia allí. Los Pinos se convirtió en un  lujoso espacio, restringido a los más poderosos. Devino símbolo del despótico poder presidencial mexicano y lugar de las decisiones más aberrantes del priato y del panismo. Los Pinos se volvió despacho presidencial y cada uno de los sucesivos presidentes fue agregando  residencias y lujos adicionales a ese lugar. Miguel Alemán Valdés (1946-1952) hizo para sí un palacete que hoy lleva su nombre. Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) construyó el ahora Salón Adolfo López Mateos para celebrar en grande los quince años de su hija. Vicente Fox (2000-2006) se construyó una lujosa casa llamada eufemísticamente La Cabaña.

 

Andrés Manuel López Obrador, en el espíritu de Cárdenas  en 1934, decidió que no viviría en Los Pinos y lo transformó en  un Complejo Cultural. Él  decidió vivir en un modesto departamento en el histórico Palacio Nacional y ocupa el hermosísimo e histórico despacho presidencial allí ubicado.  Los Pinos se ha convertido en un hermoso paseo  lleno de lindos jardines y frondosos árboles abierto al pueblo. Las lujosas residencias se han convertido espacios para exposiciones y oficinas de gestión cultural.

 

El domingo 29 de agosto de 2021 tuve la oportunidad de estar por primera vez en mi vida en ese lugar. Conocí  hermosos bosques, jardines, fuentes, prados  y estatuas. Caminé por el Paseo de los Presidentes y la Calzada de la Democracia. El motivo por el cual estuve allí como Secretario Nacional de Derechos Humanos de Morena,  es simbólico. En el mismo lugar donde se decidió exterminar a la familia Cabañas y en el antiguo salón de la fiesta de quince años, se entregaron los Premios Carlos Montemayor a aguerrido/as luchadores  por los derechos humanos y la democracia. Fueron premiados el historiador Enrique Semo y los periodistas Mónica Turati, Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela. Pero lo más emocionante fue que fueron honradas las familias de los insurgentes asesinado/as o desparecido/as  del Partido de los Pobres y  la Liga Comunista 23 de Septiembre. El Comité Organizador de los Premios Carlos Montemayor (un polifacético intelectual que escribió acerca de los guerrilleros mexicanos) honró entre otras familias a la de Lucio Cabañas, severamente golpeada porque alrededor de 30 de sus integrantes han sido asesinados o desaparecidos. México está cambiando, y lo acontecido el pasado domingo en Los Pinos lo demuestra.

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