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sábado, 20 de noviembre de 2021

Los niños de la pobreza

 Dado que ya escribimos sobre los adultos mayores (AM) es justo que ahora lo hagamos sobre los niños. Las restricciones impuestas por la pandemia del Covid-19 a la población en general han sido especialmente cruel sobre niñas y niños que necesitan más del “otro” para socializar en el terreno del juego, del lenguaje, de los afectos. 

Manuel Barrera Romero / Para Con Nuestra América

Desde Chile


Los expertos han detectado niños de 3 años que no hablan, niñas de siete que no saben leer, que el confinamiento de clases online ha sido perjudicial en cuanto al lenguaje para los menores. En Inglaterra se informa que la organización “Education Endowment Foundation” comprobó que directivos y docentes afirmaron que  los menores necesitaban refuerzo en lenguaje en una proporción mayor que los niños de los años anteriores a la pandemia.

 

En cuanto a nuestro país hemos conocido el estudio de la Universidad Diego Portales titulado por La Tercera “Las carencias de la niñez en Chile : 263 mil menores de edad viven en situación de extrema pobreza”, relatado por el periodista Sebastián Ruiz de Gamboa (Véase Santiago: La Tercera; sábado 11 de septiembre de 2021; páginas 44 y 45).

 

Con referencia a este estudio la vocera de la UNICEF, Paula Pacheco afirma: “Es la primera vez en 31 años que estas cifras aumentan en Chile”.

 

Es obvio que la situación de extrema pobreza implica la existencia de tremendos problemas para el desarrollo físico, mental, social y afectivo de los niños. Estos tienen necesidades específicas en los temas de nutrición, salud, educación y afecto, necesarios para su desarrollo psicomotriz, cognitivo y físico. La carencia en estos aspectos dejan consecuencias negativas para toda la vida. La investigadora de la Universidad Diego Portales economista Luna Bratti analizó información de la Encuesta Casen 2020  encontrando que existen en el país 439.307 menores de 18 años que viven en situación de pobreza y otros 263.738 que están en pobreza extrema.

 

Estas realidades han sido desconocidas por muchos años por la opinión pública y también, aparentemente, por las autoridades. En efecto, como lo expresa textualmente la investigadora economista Luna Bratti:

 

“En los informes, en general, no se habla lo suficiente de pobreza o no se enfocan en los niños. Creo que la gente desconoce los niveles de pobreza infantil que tenemos hoy en día.” 

 

Cuando uno visita las plazas del barrio alto, es decir, de los sectores de la ciudad donde vive gente adinerada y de clase media alta, se encuentra con chicos pequeños que tienen un lugar para disfrutar y distintos aparatos  para jugar y entretenerse (balancines, trampolines, barras adecuadas y sus propias bicicletas pequeñas). Son lugares donde hay árboles, flores, pasto bien cuidados y todo limpio. 

 

La investigación de la Universidad Diego Portales indica que mientras él 6,6% de la población total del país vive en pobreza y el 4,3% en extrema pobreza los porcentajes para los menores de 18 años suben al 9,8% y 5,9% respectivamente. El investigador del Observatorio Niñez y Adolescencia, Nicolás Contreras afirma:

 

“Pese a que la pobreza venía disminuyendo, siempre eran los grupos de niños, niñas y adolescentes quienes padecían en mayor medida la pobreza, muy principalmente el grupo de la primera infancia, de cero a tres años, y esta tendencia se mantuvo”, lo que corrobora la vocera de Unicef y especialista en Políticas Sociales, Paula Pacheco.

 

Como es de prever la situación de pobreza en las zonas rurales es peor que en las ciudades. También sucede que las familias campesinas suelen tener más hijos. Y en algunas sectores rurales las escuelas quedan lejos de los hogares campesinos. En cuanto a los adolescentes proseguir con su educación de primaria a secundaria es difícil y al nivel universitario imposible si no se desplaza el estudiante a una ciudad. Ciudad que la mayor de las veces está más lejos que la cuidad provinciana más cercana. Y todo cuesta dinero del cual no se dispone.

 

Desde el punto de vista de las necesidades de alimentación nutritiva para los menores los padres tienen escasas posibilidades, incluso si saben de ello. Por otro lado la alimentación habitual suele provocar gordura desde edades tempranas por el mayor apetito que surge a medida que los niños, caminan mas, juegan y crecen. Y así se va cumpliendo “el círculo vicioso de la pobreza”.

 

La vocera de la Unicef Paula Pacheco nos dice que el desafío de nuestro país es “disponer de una política de protección social  que aborde la pobreza en forma integral y conforme a la etapa del desarrollo en que niñas, niños y adolescentes se encuentren….la evidencia científica es contundente respecto de las implicancias positivas que tiene en el desarrollo infantil y adolescente llegar a tiempo y con prestaciones de excelencia”. 

 

En los meses de noviembre y diciembre de este año de 2021 se presenta una coyuntura inédita para encarar el tema de la pobreza y en especial el de la pobreza de los menores. Coinciden dos acontecimientos extraordinarios: el esfuerzo por tener una nueva Constitución para el Estado y la sociedad chilenas y la elección de un nuevo parlamento y un Presidente de la República para los próximos 4 años o los que la Constitución apruebe. 

 

De modo que habrá para “los niños de la pobreza” una oportunidad excepcional si el país decide eliminar esta lacra social. Incorporar a estos niños a una sociedad vigorosa que realice los cambios imprescindibles para el desarrollo económico, social, educacional. Pasar de una sociedad individualista, egoísta, que describe Ulrich Beck en su libro “La sociedad del riesgo” a la “buena sociedad” si es que la revolución del conocimiento engendra una nueva sociedad.   

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