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sábado, 11 de diciembre de 2021

Las deslocalizaciones, el nuevo fantasma que recorre Europa

 Como en el siglo XIX, un fantasma recorre Europa. No se trata, ahora, de la revolución social sino de una de las expresiones de la nueva revolución capitalista, la del capitalismo global. 

Manuel Barrera Romero / Para Con Nuestra América

Desde Santiago de Chile


En efecto, el creciente fenómeno de las deslocalizaciones se cierne amenazante sobre miles de trabajadores europeos  y latinoamericanos y sobre los afanes gubernamentales por bajar las elevadas tasas de desempleo con que funcionan gran número de estas economías.

Aunque el fenómeno de las deslocalizaciones no es nuevo ha llamado la atención poderosamente desde el año 2004 por la extensión que ha alcanzado y por el impacto que ha provocado tanto en los sindicatos como en amplios sectores políticos y en los medios de comunicación. Además, curiosamente, este fenómeno se ha engarzado con el de la jornada laboral de 35 horas, con el cual aparentemente tiene poca relación. 

 

Sin embargo, como veremos más adelante, la variación de la jornada se está utilizando para detener la marea de las deslocalizaciones, lo que de hecho plantea una importante reforma de la política laboral. Durante años esta práctica empresarial afectó a los trabajadores de las manufacturas, en tanto que en la actualidad se ha extendido al sector servicios, incluyendo a los trabajadores de mayor calificación. En el sector de las tecnologías de la información, por ejemplo, se globalizó primero la producción de tecnología y, ahora, está ocurriendo lo mismo con los servicios ligados a esa tecnología. Actualmente (2021) China es el protagonista que por el valor de los bienes que fabrica produce deslocalizaciones.

 

¿Qué se entiende por deslocalización? Para comprender este término basta con imaginar una actividad ubicada espacialmente, es decir, localizada en un punto del espacio geográfico. Deslocalización sería el cambio de la localización de dicha actividad. En un sentido más estricto el organismo ministerial francés para los cambios económicos (MIME) entiende por deslocalización el desplazamiento hacia el exterior de una actividad económica existente en Francia, cuya producción es a continuación importada a Francia. (“Les délocalisations d´entreprises”; Vie-publique.fr - Actualité; 12 de enero de 2004). En la prensa diaria se usa esta expresión con su significado más lato. Comienza a utilizarse desde los años sesenta para referirse específicamente al traslado de actividades productivas desde los países industrializados hacia países en desarrollo, vía inversión extranjera directa. Este proceso tuvo una lenta expresión en las décadas de los setenta y ochenta debido al escaso crecimiento de las economías del mundo en desarrollo, unido a la inestabilidad política e institucional de ese mundo. Sin embargo, a partir de los años noventa las deslocalizaciones han resurgido con fuerza en virtud del avance del proceso de globalización de la economía mundial, con lo que ha implicado en la reducción de los costos del transporte y los aduaneros, las facilidades en las comunicaciones gracias al desarrollo tecnológico (las TIC´s), los flujos de capital y la institucionalización de los mercados en grandes áreas del tercer mundo (incluyendo a las ex economías centralizadas). La deslocalización puede ocurrir en empresas de propiedad de extranjeros afincadas en un país o en empresas de nacionales de ese país, aunque es más frecuente en el caso de las primeras.

 

Para el resurgimiento de este proceso ha sido de gran importancia el elevado crecimiento económico de países como la China con su enorme mercado real y potencial, Singapur, Tailandia, Malasia y otros asiáticos, a los que en los últimos años se ha unido con fuerza la India. Todos ellos tienen costos laborales muy inferiores a los occidentales. La China posee una fuerza de trabajo abundante y disciplinada. En la India también los salarios son bajos, comparados con los de los Estados Unidos y de Europa Occidental y tiene, además, numerosos y bien preparados profesionales, los que generalmente dominan el idioma inglés. Por su parte, países ex comunistas del este y del centro de Europa, que tienen costos laborales bastante inferiores a los de Europa Occidental y que poseen, además, una mano de obra bien calificada y disciplinada se han constituido también en países de destino en este proceso. Su calidad de puente entre los mercados occidentales y orientales ejerce un atractivo adicional. Son la República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, las Repúblicas Bálticas.

 

De modo que dos serían las motivaciones principales para trasladar las actividades económicas desde los países “centrales” a estos en desarrollo: estar presente en un mercado en expansión y ahorrar en los salarios y otras retribuciones a una mano de obra calificada y disciplinada. Aumenta la atracción de un país su buena infraestructura material, especialmente los medios de transporte.

 

En este artículo nos proponemos mostrar la inquietud que ha surgido en Europa, tanto en los medios sindicales como políticos frente a la práctica de las deslocalizaciones desde el año 2004, en especial. Dado que se trata de un fenómeno que está en proceso de desenvolvimiento no utilizamos como fuentes investigaciones con datos cuantitativos confiables o estudios formales que entreguen hipótesis sobre el tema y procuren probarlas científicamente. No existen, por otra parte, estadísticas públicas precisas sobre las deslocalizaciones. Nuestras fuentes son informaciones de prensa que se refieren a los acontecimientos que impactan a la opinión pública en el devenir cotidiano. Estas fuentes tienen los méritos y los defectos propios del relato del acontecer actual, relato que se escribe diariamente. Específicamente, hemos examinado dos diarios de reconocida calidad periodística: el francés Le Monde, sus ediciones de los martes a sábado, y el español El País, especialmente sus ediciones de los días sábado y domingo. Cómo es obvio la prensa no utiliza una definición muy acotada sobre el tema, de modo que puede mencionar con este término a un evento que en sentido estricto sea una inversión directa en el extranjero o una externalización. El artículo está limitado a tres países: Alemania, España y Francia y no pretende decir nada definitivo sobre el fenómeno sino sólo llamar la atención sobre una de las prácticas que acompaña a la globalización de la economía y pone en jaque al empleo de muchos trabajadores.

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