Páginas

sábado, 5 de marzo de 2022

Argentina, de crisis en crisis

 El desafío a superar es derrotar el fatalismo, que el país no tiene salida, como lo promueve diariamente y a toda hora la prensa hegemónica – esto va por mi cuenta y permanente observación en décadas.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina


Los dueños del mundo están empeñados en mantener en vilo a la población. No bien se está saliendo de la pandemia, la invasión de Ucrania obliga a solidarizarnos con las inocentes víctimas civiles, más allá de las razones invocadas por los responsables. A miles de kilómetros del conflicto, el presidente Alberto Fernández dio su penúltimo discurso en la apertura de sesiones del Congreso de la Nación, haciendo mención a estos graves problemas.

 

Por si las moscas, conviene recordar que la pandemia en el país se llevó hasta el momento, a más de 126.500 personas de un total de casi 9 millones de infectados dentro de los 46 millones de habitantes que tiene el país. Cifras que no exponen el sufrimiento y las múltiples secuelas dejadas por el virus, como tampoco las consecuencias mentales que dejó el aislamiento y el prolongado encierro, “las almas rotas de la pandemia”, como bien tituló la editorial del Le monde diplomatique de octubre de 2021[1]. Allí se hacía referencia que la “sociedad reventó para adentro”, a una Argentina astillada, por el aumento de suicidios de adolescentes, el aumento de la violencia familiar, peleas entre vecinos, aumento de consumo de drogas y de alcohol, al rompimiento de convivencias en lazos de años,  a una “reconfiguración del amor” dentro de parejas que nunca habían estado obligadas a convivir por tanto tiempo entre cuatro paredes, deserción y abandono escolar, desaliento, angustia, desesperanza entre tantos daños insospechados. Ante la tragedia social, la respuesta inmediata fue sanitaria y económica, porque jamás habíamos vivido un fenómeno global de tales características. Ningún gobierno tuvo experiencia para afrontar tal catástrofe.

 

De allí las primeras palabras del discurso presidencial: “Querido pueblo argentino: nos han tocado tiempos difíciles signados por crisis sanitarias, económicas y bélicas”.[2]

 

Haciendo mención seguidamente a las inequidades que ha mostrado la pandemia, la elevada concentración en pocas manos del capitalismo financiero, mientras pobreza y marginalidad se distribuye entre millones de seres humanos que claman por dignidad y justicia.

 

A reglón seguido, abordó la paz mundial alterada por la invasión militar de la Federación Rusa sobre Ucrania, a una Europa conmovida por el fantasma de una nueva guerra, a la violencia bélica que otra vez arrasa vidas humanas. Dicho esto frente a una oposición dividida, que había colocado banderas ucranianas sobre sus bancadas, muchos de ellos – los del PRO – fuera del recinto, mientras los representantes de la UCR permanecían en sus asientos. Por no mencionar que la presidenta del PRO, Patricia Bullrich convocaba a todos los dirigentes del mundo a viajar a Kiev, embanderándose por sobre las gestiones de los organismos diplomáticos convocados en la ONU, donde los representantes de 193 países se reunieron para intentar interceder ante el conflicto. Extremos a los que apela la derecha como a desentenderse de su responsabilidad sobre lo realizado cuando fue gobierno. Sobre todo, el nefasto préstamo del FMI, cuyo acuerdo fue cerrado por el gobierno este jueves 3 de marzo, mientras ingresa al Congreso el proyecto de ley sobre las facilidades extendidas que involucra el nuevo trato con el organismo financiero, el que admitió las negligencias incurridas.

 

La negociación garantiza el crecimiento económico proyectado, sin reforma laboral ni previsional, como también tratar el nivel inflacionario como un problema que involucra múltiples causas. En ese escenario, los salarios deberán crecer por sobre  el índice de inflación para garantizar el incremento del consumo. Variable que debe acompañar al crecimiento económico en general, como viene observándose desde 2021.

 

Cabe también agregar que, por la negación opositora, aún no se aprobó el presupuesto para 2022, por primera vez como ocurrió en 40 años y a Cristina en 2010, según palabras del propio presidente.

 

Siguiendo con la exposición:

 

Este es un momento histórico para asumir que la realidad tiene dos caras. Toda la intensidad de la crisis, del malestar y de las pérdidas; y también todos los logros sanitarios y económicos, que van desde la vacunación hasta la recuperación del trabajo y la producción. 

Sería un grave error quedarse con los logros y no ver el sufrimiento. Porque la combinación de ambas crisis produjo desgracias personales y colectivas, que van desde cuestiones económicas hasta la pérdida de seres queridos. Pero también sería un error ver solo lo negativo y obviar los datos que indican una recuperación creciente y constante. Esos logros son muy reales.

Sé que hay personas interesadas en instalar la idea de que cualquier problema que tienen los argentinos es producto de la ineficiencia del Estado. Quieren hacernos creer que si alguien consigue trabajo o un aumento en su salario es solo fruto de su logro individual; que el Estado no sirve ni impulsa el desarrollo personal y social, y por lo tanto buscan debilitarlo. Con un Estado débil ganan siempre los más poderosos y pierden las mayorías populares.”[3]

 

El desafío a superar es derrotar el fatalismo, que el país no tiene salida, como lo promueve diariamente y a toda hora la prensa hegemónica – esto va por mi cuenta y permanente observación en décadas. Les produce alegría ver que los jóvenes profesionales deben partir al extranjero para desarrollar sus carreras.

 

Sin embargo, parte de la responsabilidad de los logros apuntados por el primer magistrado son precisamente gracias a la formación de nuestros científicos y los organismos reunidos por la Universidad pública argentina, como también los múltiples proyectos que esperan desarrollarse de aquí en adelante. Miles de esforzados profesionales que “no cayeron en la educación pública”, como dijo el ex presidente Macri, respaldándose él y el mejor equipo de gobierno de los últimos cincuenta años fruto de la educación privada.

 

Pero quizás, el punto más álgido del mensaje fue el dedicado a la crisis judicial. Momento tenso, puesto de manifiesto frente a los cuatro miembros presentes del máximo tribunal de Justicia de la Nación, los que se vieron obligados a presenciar personalmente la sesión inaugural. Impávidos e impertérritos escucharon de boca del presidente: “lo que está sucediendo en el Poder Judicial en Argentina es grave: ha perdido la confianza pública” y afronta una “crisis de funcionamiento”, ya que no es “completamente independiente de todos los poderes, fácticos y políticos”. Hay complicidad judicial con el poder económico. En este sentido, el presidente se quejó por la vigencia de medidas cautelares que impidieron regular los precios de los servicios de telefonía celular, internet y televisión, que en enero se destacaron como uno de los rubros de mayor alza en la inflación.

 

Allí les reclamó a los supremos de la Corte que definan la cuestión de fondo que “añejan en algún armario”, para salir del estado actual en que las medidas cautelares están vigentes e impiden aplicar el decreto que regulaba los precios finales. Esto se debe a un acto de complicidad judicial con el poder económico. Por eso “necesitamos una Reforma integral del sistema de administración de justicia federal”.[4]

 

Cabe también recordar que, el primer día de febrero pasado, la Suprema Corte de Justicia tuvo una importante manifestación frente a su sede reclamando lo mismo que en esta oportunidad manifestaba el primer magistrado. 

 

Jamás se ha visto algo similar ni en plena dictadura. No es necesario recordar que dos de sus cuatro miembros actuales, fueron colocados por un DNU de Macri apenas asumida su presidencia, como tampoco Alberto Fernández mencionó la cobertura de la vacante dejada por la renuncia de Elena Highton de Nolasco.

 

Esto sí que es crisis de crisis. ¿Qué puede esperar la ciudadanía si el mayor tribunal de justicia de la nación se comporta así?   



[1] José Natanson, Las almas rotas de la pandemia, Le monde diplomatique, octubre de 2021. P.2/3.

[2] Discurso presidencial del 1° de marzo de 2022 en el Congreso de la Nación.

[3] Discurso presidencial del 1° de marzo de 2022 en el Congreso de la Nación.

[4] Ibídem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario