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sábado, 12 de marzo de 2022

Derrota, no implosión

 He manifestado en varias ocasiones mi desacuerdo con  intelectuales de izquierda que utilizan el término “implosión” para caracterizar la desintegración de la Unión Soviética.

Juan Félix Montero Aguilar*  / Para Con Nuestra América


Desde su nacimiento las grandes potencias del capitalismo de la época se empeñaron en destruirla en su misma cuna, haciendo 14 de ellas una invasión para apoyar a los guardias blancos en su guerra mediante la cual pretendían  restaurar la monarquía o en su defecto instaurar el capitalismo naciente que impulsaba Kerenski, derrotadas ambas por la revolución bolchevique encabezada por Lenin.  Esto que  se ha denominado  “guerra civil”, costó a Rusia tres millones de muertos y gran destrucción y atraso en su economía.

 

Apenas estaban Rusia y la URSS restableciéndose y dando los primeros pasos para construir la nueva sociedad, se dio la invasión de las huestes hitlerianas, apoyadas por el capitalismo financiero, epopeya en la que sacrificaron la vida  25 millones de ciudadanos soviéticos y trajo como consecuencia la casi destrucción del país. Restablecerse y recuperar lo conquistado como gran potencia significó ingentes esfuerzos.

 

El máximo anhelo y objetivo del capitalismo “occidental” fue la destrucción de la URSS, y para ello puso en práctica todos sus recursos, desde sanciones, bloqueos, guerras,  y hasta obligarlos a la competencia económica y  la carrera armamentista nuclear, que nada tiene que ver con los propósitos del socialismo.

 

La penetración ideológica por diversos medios, el debilitamiento económico  sumado a  la acción interna y externa de los  enemigos, lograron destruir el primer Estado de obreros y campesinos.

 

Intelectuales de la derecha usan profusamente ese concepto de implosión, para de manera oportunista demostrar que la destrucción de la URSS es ajena a los agentes externos, un fenómeno producto de un modelo fracasado, ineficiente,  víctima de sus contradicciones internas.

 

Nada de implosión, pensar de esta manera es infligir un doble daño a lo que Putin ha denominado como la peor tragedia del Siglo XX.

 

Ese concepto de implosión se suma a las tres grandes mentiras de finales del Siglo XX: el fin de las ideologías, el fin de la guerra fría y que China había hecho abandono del socialismo.

 

Nada de “implosión”, hay que poner las cosas en su lugar y denominarlas  por su nombre: la caída de la URSS es la más grande derrota infringida contra la clase obrera y el proletariado mundial, de la cual no está siendo ni será fácil sobreponerse. Debemos hacernos cargo con resignación o con valentía de la realidad histórica.

 

http://amistadhispanosovietica.blogspot.com/2011/12/quien-estuvo-detras-de-la-destruccion.html

 

*Profesor costarricense pensionado.

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