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sábado, 4 de junio de 2022

Argentina: La suprema doctrina de los supremos

 El Poder Judicial es el único de los tres poderes que elude el control de los otros dos. Hecho que hemos venido observando desde siempre en la región, profundizado en los últimos tres lustros, fomentando los llamados golpes blandos.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina


El dos de junio pasado, el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Carlos Rosenkrantz, disertó en la Universidad de Chile, en el marco de una conferencia titulada: “Justicia, Derecho y Populismo en América Latina”. Allí aseguró, “no hay suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades” a menos que se restrinja a “qué se entiende por necesidad y que se entienda por derecho”
[1], poniendo en duda el principio peronista “en cada necesidad hay un derecho”.

 

No bien fue conocida su presentación, recibió un aluvión de críticas de diversos dirigentes del Frente de Todos, muchas improvisadas en la emergencia y otras bien fundamentadas con sólidos argumentos.

 

La conferencia la dio en la cuna del Derecho chileno, en la Universidad de San Felipe, creada por real cédula del Rey Felipe V, un 28 de junio de 1738. En principio se centraba en estudios de Derecho Romano y Derecho canónico, otorgando los grados de Bachiller, Licenciado y Doctor. En abril de 1778, se creó la Academia de Leyes y Práctica Forense, en la debían ingresar los bachilleres con el objeto de adquirir la experiencia necesaria para optar al título de abogado que otorgaba la Real Audiencia.

 

Al declararse la independencia en 1810, se pensó en dotar al país de un importante establecimiento que reemplazara la enseñanza colonial. Después de superar muchas dificultades, el 27 de julio de 1813 se abrió el Instituto Nacional, el que tenía a cargo la enseñanza del Derecho, reservándose sólo a la Universidad de San Felipe el otorgamiento de los grados académicos.

 

Durante la reconquista el instituto fue cerrado. Pero en 1819 se reabrió para proseguir con su labor de enseñanza del Derecho. 

 

Con la llegada a Chile de Joaquín de Mora y de Andrés Bello se reordenó la enseñanza del Derecho. Esta influencia se proyectó en la reforma de los Estudios Jurídicos del Instituto Nacional en 1832.

 

En 1839 se dictó el dictó el decreto que declaraba extinguida la Universidad de San Felipe y en su lugar se estableció una casa de estudios generales a la que se dio el nombre de Universidad de Chile, la que se instala oficialmente el 17 de septiembre de 1843.[2]

 

El orden colonial bajo el antiguo régimen, transcurre entre 1738 y 1810, 72 años; más del doble de los 32 años que transcurren desde la independencia. Pero los cambios sociales y las instituciones que componen la sociedad y la articulación de sus intereses políticos, económicos, comerciales siguen otros cauces y adaptaciones que no tienen vinculación con los tiempos cronológicos. La mente humana y por consiguiente, la vida de relación, familiar y comunal, sigue aferrada a patrones de conducta y costumbres que tardan mucho en modificarse. 

 

La influencia de la Iglesia y el tránsito de súbditos a ciudadanos es muchísimo más lento y complejo. Eso que llamamos con soltura, la sociedad civil, es una construcción tardía de nuestra vida independiente como países. La estratificación en castas y la administración de Justicia en manos del soberano es un proceso complejo y colmado de dificultades de carácter espiritual que se irán articulando para conformar el Estado laico.

 

El acervo jurídico acumulado durante más de dos siglos y medio ha conformado un estamento corporativo que se maneja con sus propias reglas a espaldas de la sociedad y la democracia. 

 

El Poder Judicial es el único de los tres poderes que elude el control de los otros dos. Hecho que hemos venido observando desde siempre en la región, profundizado en los últimos tres lustros, fomentando los llamados golpes blandos.

 

El supremo Carlos Rosenkrantz sabía del impacto que iba a producir su conferencia en ese ámbito, ameno a sus ideas liberales, coincidente con dos oficialismos (argentino y chileno) caracterizados como “populismos”. Termino que exponen despectivamente, antitético a su declamado republicanismo. De modo que al atacar a un apotegma tan caro a la historia del peronismo, estaba definiendo principios operativos la doctrina que sostiene y advertía o prevenía su futuro accionar en torno a la consideración de las necesidades amparadas por derechos largamente establecidos. 

 

De allí que el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Martín Soria le salió al cruce, justo en un momento en que el presidente y los gobernadores impulsan ampliar a 25 el número de jueces de la Corte, actualmente en manos de cuatro, dos impuestos por DNU de Macri, Horacio Rosatti y el propio Rosenkrant. “No entienden las necesidades del pueblo y no creen en ampliar derechos a favor de la sociedad… Jueces privilegiados, que hablan, piensan y aplican el derecho desde sus propios privilegios. Esta es la Corte que algunos defienden” expuso a través de Twitter.  

 

Como Rosatti, Rosenkrantz votó la ley del 2x1 beneficiando a condenados en juicios de lesa humanidad.

 

En un momento delicado donde los poderosos imponen sus condiciones a costa del hambre de millones, estos personajes libertarios como el diputado Javier Milei que pretende la apertura de un mercado de órganos humanos, para beneficiar a quién tiene dinero; lejos estos personajes quieren escuchar la mayoritaria voz de la pobreza de millones arrasados por el huracán neoliberal; están a años luz de la contención amorosa de Eva Perón, autora de la famosa frase, de cada necesidad surge un derecho o de la actual propuesta política que expresa el presidente Alberto Fernández, primero los de abajo.

 

La prédica como siempre se manifiesta desde distintos lugares y estamentos que dan letra a los medios de comunicación que machacan día a día en la subjetividad de la población con miras a retomar nuevamente el control de la administración en el próximo período, razón de más de volver a escuchar la marcha peronista – como viene repitiendo en sus últimas disertaciones el presidente Fernández – ¡Todos unidos triunfaremos!



[1] Discurso de Carlos Rosenkrantz en la Universidad de Chile.

[2] Sitio web de la Universidad de Chile, historia de la institución.

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