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sábado, 30 de julio de 2022

Panamá: economía, sociedad y la coyuntura crítica vigente

 Es preciso recalcar que la salida de la crisis vigente presupone priorizar atención a las demandas sociales de la población, que son las que explican las causales y consecuencias del estallido social presente.

José Antonio Gómez Pérez / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá

Prólogo
 
Estilos de Políticas de Gobierno puede explicarse sucintamente como: el quehacer que asumen los entes gubernamentales para atender sus desafíos corrientes y críticos, en relación a las circunstancias históricas, las condiciones dominantes y los actores sociales interactuantes. Este concepto, principalmente incluye componentes, tales como: filosofía, objetivos de desarrollo y sus contenidos; métodos de abordaje de análisis y propuestas; voluntad política para atención y actuación en las problemáticas; participación del Estado y empleo de los fundamentos públicos, jurídicos, económicos y sociales; y, la actitud gubernamental sociopolítica frente a todos los actores sociales, principalmente en la búsqueda de soluciones. 

 

Inicio examinando la tesis, de que en Panamá el gobierno desde los palacios está ya periclitándose. Puede definirse “estilo de gobierno político de palacios”, como aquel sistema conformado por los tres principales poderes clásicos del estado, a saber: ejecutivo, legislativo y judicial; también hay que añadir el poder de la contraloría general de la república. 

 

En paralelo a la declinación del gobierno de los palacios, fue surgiendo un embrión que puede llamarse "estilo de gobierno en las calles". Se representa con la presencia de la voluntad social organizada en una especie de cuasi cabildos abiertos. Entiéndase que se trata de la vía de diálogos nacionales de participación democrática, para objetivos comunes precisos con alcances nacionales, muy particularmente, para resolver problemas prioritarios de las situaciones críticas. 

 

Según diccionarios de lengua castellana, “Periclitado: es algo que después de haber llegado a su apogeo, inicia su decadencia; y, Periclitar: es estar o correr algún peligro, decaer o declinar”

 

Panamá 2020-22: condiciones crisis del capitalismo y la coyuntura vigente.

 

Observemos que un lapso corto de tiempo: años 2020-22, las estructuras y dinámicas del sistema de capitalismo existente en Panamá empeoraron las condiciones y balances nacionales, sobre todo en los contextos de población, economía y sociedad. Esas agravaciones son consecuencias de factores combinados, principalmente ordenados en tres contextos: a) la pandemia del covid-19 y sus incidencias desastrosas; b) efectos económicos mundiales del conflicto bélico en Ucrania; y c) factores de índole estructural y cíclica del patrón de crecimiento y desarrollo doméstico.  En esos tres entornos, las aplicaciones de políticas de corte neoliberal han dado resultados desventajosos para el país. Políticas muy presentes en los debates acalorados sobre sus incidencias nacionales y globales. 

 

Respecto al primer contexto relativo a las consecuencias de la pandemia, debe reconocerse que el gobierno nacional presentó un estilo y abordaje de la situación de crisis dirigiéndose hacia direcciones válidas. Desde el inicio de la pandemia, el quehacer gubernamental anticrisis se caracterizó por: mayor voluntad política para atención y actuación; enfoques y contenidos apropiados y valiosos; y prontitud para organizar y ejecutar lineamientos integradores en salud y varios campos socioeconómicos. Ciertamente, en ello hay fallas importantes, como: carecer de plan estratégico a nivel nacional y de regiones; medidas concebidas y aplicadas con coberturas insuficientes; ausencia de controles del presupuesto y gasto público nacional, con principios eficientes, eficaces y responsables; y, administración de programas, con transparencia y eficacia. En fin, hubo un estilo de política gubernamental positivista y proactiva. 

 

Respecto al segundo contexto, la guerra Ucrania y sus consecuencias mundiales, el estilo gubernamental oficial para enfrentar la crisis fue muy distinto, ineficaz y desfavorable a la sociedad, población y economía nacional; sobre todo, para afrontar los efectos adversos y enormes en componentes inflacionarios, socioeconómicos, financieros y otros. Así, es como el gobierno de los palacios desplegó un estilo con características: negativistas, restrictivas de los recursos y posibilidades,  reduccionistas de las realidades sociales, y reproductor de desesperanza nacional. 

 

Como respuesta a tal problemático estilo, la población expresó variados estallidos sociales, para presionar por un estilo de gobierno en las calles, entiéndase que se trata de la vía de diálogos nacionales de participación democrática, para objetivos comunes precisos con alcances nacionales 

 

Desde inicio de este año 2022, hubo señalamientos y consideraciones de alerta, con énfasis mayor en el mes de marzo después del estallido de la confrontación bélica y el descontrol de la inflación mundial. Precisamente, en este mes de julio de 2022 fueron rebasadas condiciones socioeconómicas críticas, dentro del contexto descrito de crisis sistémica, que produjeron variadas olas de levantamiento popular, protestas e indignación social. 

 

Las reclamaciones más notorias fueron fundamentadas y asociadas a pocas problemáticas, concretas, tales como: a) precios de energéticos: gasolina, diésel, gas licuado GLP, y tarifa de electricidad; b) control de inflación y regulación de precios, en productos de la canasta básica alimentaria, la canasta general, y abastecimiento y regular precisos en los medicamentos; c) establecimiento de nuevos aumentos salariales y subsidios, para urgencias críticas y para palear la crisis coyuntural desbordada; y d) la aplicación de medidas de control del gasto público, el presupuesto y la corrupción. 

 

Inicialmente, estas temáticas fueron esbozadas como peticiones, y sin una agenda o plan para la contingencia crítica. Posteriormente, fueron aumentando y evolucionando al nivel de fortalecerse como reclamaciones, protestas y paros laborales. El recuento y análisis sobre actuación de los actores sociales principales, gobierno y movimientos sociales populares, es tema para analizar aparte, más ampliamente. 

 

Por el momento, quedan claros dos resultados muy visibles. Por un lado, demandas populares genuinas, justificadas con propuestas y viabilidades, hecho que motiva felicitaciones a los movimientos y organizaciones participantes. Por otro lado, una pésima gestión política gubernamental de la crisis, sobre todo la desatención y rechazo a las reclamaciones y protestas; factor que también es otro detonante en el curso de la crisis.

 

Gobiernos nacionales y estilos de gestión de situaciones críticas.

 

Parece aún temprano evaluar estos acontecimientos históricos,  para establecer y ordenar las lecciones que se derivan. Es válido adelantar algunas reflexiones preliminares sobre las lecciones importantes. Es útil empezar con el tema: gobiernos y sus estilos de gestión de situaciones críticas. ¿Cuáles lecciones se pueden detectar y analizar en la gestión realizada respecto a esta crisis coyuntural?

 

En lo sustancial, el gobierno de palacios partió de abordajes inapropiados. Este es un evento que ocurre con frecuencia, como una reacción política defensiva. Lo lamentable es no haber evaluado correctamente la expresión y dimensiones de la crisis en la población; además, no contar con un plan de mitigación de la crisis, correctamente planteado y justificado.  

 

La visión oficial reduccionista y segmentada de esta crisis coyuntural excluyó la dimensión social real. También dejaron de lado las lógicas económica y sociopolítica, a las cuales los cientistas y políticos sensatos siempre recurren. Así, el discurso narrativo oficial quedó blindado con el acero de muchos imposibles. 

 

Entre las expresiones explicativas ampliamente difundidas por los medios, sobresalen tres: a) “Esta es una crisis totalmente de origen externo, no se puede contrarrestar”; b) “No hay recursos financieros disponibles, tampoco recursos presupuestarios”; y,  c) “Si alguien tiene soluciones, por favor díganlas, y las evaluaremos”. Estas son exposiciones falsas y tesis infundadas.

 

La realidad en curso está demostrando y poniendo las evidencias de que si hay alternativas para contrarrestar los efectos adversos. En primer lugar, la presente no es una crisis económico-social totalmente proveniente del exterior. También tiene grandes raíces muy domésticas y profundas; primordialmente, características de corrupción nacional, con altos niveles en los sectores claves que son el público y el privado. 

 

En segundo lugar, hay variadas opciones y viables para contrarrestar las manifestaciones críticas de la coyuntura actual, en los contextos económicos, inflacionarios y financieros. Hay más de dos decenas de propuestas que permiten establecer las sumas financieras y presupuestarias requeridas.

En fin de cuenta, este gobierno de palacios quedó sin soluciones eficaces y con índices bajos de credibilidad y respaldo popular, como producto de: su desconexión con realidades sociales objetivas; y su insistente actuar bajo enfoques y políticas desprovistas de evaluaciones objetivas de las causas, consecuencias y peligros de una crisis en curso aún muy incierto.  

 

Ante un escenario y actitud oficial pesimista, obviamente la gente hastiada reaccionó. Empezó la explosión social que aún vivimos. Tras ésta, se observa "un gobierno político de palacios" que está periclitando, rebasado por el peso de problemáticas de la coyuntura crítica nacional. El gobierno de palacios quedó débil y solo en sus históricas estructuras, prácticamente con el apoyo de grupos empresariales cercanos y beneficiados con la riqueza pública, a quienes si representan y siempre escuchan.

 

A partir de la indignación y protestas se han estado generando los acontecimientos en forma espontánea e inéditos en variados estilos organizativos. El estilo de gobierno de palacios fue rebasado, surgiendo un embrión que puede llamarse "estilo de gobierno en las calles". Así, presenciamos una especie de cuasi cabildos abiertos, con la presencia de la voluntad social organizada en una especie de cuasi cabildos abiertos, o diálogos nacionales, para resolver problemas prioritarios de las situaciones críticas. 

 

Se trata de estructuras organizativas y diálogos de proyecciones comunes, con presión popular robusta y medidas no siempre controladas adecuadamente, las cuales tienen capacidad de condicionar al gobierno a quitar puertas cerradas para realizar diálogos directo y abierto, que generalmente niega con diversas excusas. 

 

Bajo el “estilo de gobierno en la calle” empezó una siembra de consignas propositivas sensatas y viables. El “gobierno de palacios” quería soluciones, y encontraron quienes les dieran tareas que hacer. Gente con descontento, voluntad y esperanza escribieron propuestas en pancartas y las corearon; y entregaron propuestas escritas, unas mejor concebidas que otras. 

 

Rumbo a la salida de la crisis vigente.

 

Ciertamente, Panamá es un país de paz y abundantes diálogos, la mayoría, con resultados muy limitados y algunos infructíferos. Finalmente, el gobierno accedió a un diálogo nacional sobre la crisis coyuntural vigente. 

 

El escenario del diálogo actual no es ideal, pero ya representa un avance importante. Se están conformando propuestas viables y hasta legislando soluciones, ahora todo con enfoque de perspectivas positivistas para superar la crisis desbordada. 

 

Se ha convocado la intermediación de la iglesia católica, como facilitadora. Además, importantes otras entidades privadas y públicas, que no participaron en la etapa inicial del movimiento de indignación y protesta, han empezado a plantear peticiones para ser incorporados en los diálogos nacionales; asunto este, que está en consideración y debate. 

 

Por otros ángulos, no se perfilan fuerzas organizadas exigiendo el despido inmediato de los corruptos e ineficientes en los cuatro aludidos palacios de gobierno. Aún falta mucha organización y agenda para combatir en forma efectiva el sistema de corrupción, impunidad y falta de transparencia. 

 

Este artículo resume un contenido sobre “gobiernos y estilos de gestión”. Ello conlleva a otro tema, que es referente al “desarrollo nacional y la gestión del estado”. Se trata de un trasfondo temático complejo e integral, que requiere: “definir el proceso y cambio constitucional que requiere Panamá para su desarrollo estratégico a largo plazo”.

 

Sin duda, ese es un gran desafío nacional que debe apuntar a la “refundación del estado nacional”; y que al parecer implicaría realizar otro pertinente y responsable diálogo nacional para definirlo, contextualizarlo y legitimarlo.

 

A guisa de corolario final, es preciso recalcar que la salida de la crisis vigente presupone priorizar atención a las demandas sociales de la población, que son las que explican las causales y consecuencias del estallido social presente. Para ello, es indispensable la acción concordante de los actores sociales fundamentales para estabilizar la situación económica, social y política, y, sobre, todo asegurar la paz. En esa dirección todos debemos procurar comprender esta concordancia de propósitos comunes nacionales, principalmente con la participación proactiva de: gobierno, empresa privada y la ciudadanía. 

 

Tras el estallido social, es innegable que la población ha legitimado los objetivos principales de la protesta generalizada. Además, ha puesto mucha esperanza en el alcance de resultados positivos, que contribuyan a resolver los problemas inmediatos y pongan fin a las protestas en toda la geografía del país. 

 

Es muy importante la agenda del presente diálogo nacional unificado, que ya está en curso; para el mismo es vital su calendario, tiempo y contenido temático. La agenda requerida debe concentrarse en los temas prioritarios, especialmente con soluciones de urgencia nacional inmediatas y a corto plazo. Los temas estructurales, de alcances a mediano y largo plazo, podrán contar con otros diálogos y agendas nacionales.  

 

* Economista. Catedrático de la Universidad de Panamá

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