Páginas

sábado, 28 de enero de 2023

México, el amasiato de la derecha con el narcotráfico

 Los gobiernos del PRI y del PAN rompieron las fronteras entre el Estado y el crimen organizado. Supieron hacer de la impunidad con respecto a este último una de las fuentes fundamentales de enriquecimiento de un sector importante de la clase política mexicana.

Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Ha comenzado en Nueva York el juicio para determinar la culpabilidad o inocencia de Genaro García Luna, sórdido y tenebroso personaje que fue figura fundamental en la seguridad pública durante los dos sexenios de gobierno del Partido de Acción Nacional (PAN), el de Vicente Fox (2000-2006) y el de Felipe Calderón (2006-2012). En sus conferencias mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha esbozado lo que él considera las tres posibilidades de lo que habría acontecido en las imputadas relaciones de García Luna con el narcotráfico. García Luna fue director de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) (2000-2006) y titular de la Secretaría de Seguridad Pública (2006-2012). 
 
Según AMLO, teóricamente no hay que descartar lo que considera la primera posibilidad, el que García Luna fuera inocente y por lo tanto su superior, el entonces presidente Felipe Calderón, estaría exento de cualquier suspicacia o responsabilidad. La segunda posibilidad es que García Luna fuera culpable de todos los crímenes de lesa humanidad y enormes actos de corrupción que se le imputan y que Calderón no hubiese sabido nada y por lo tanto su responsabilidad sería por omisión.
 
 La tercera posibilidad es que, siendo culpable García Luna, Calderón hubiese tenido pleno conocimiento de lo que estaba haciendo su subordinado y con ello tuviera con García Luna, relaciones de complicidad. Si esto fuera así y siendo García Luna su subordinado, el principal responsable de las atrocidades cometidas por el poderoso jefe de la seguridad pública sería el propio Calderón.
 
Que Genaro García Luna sea inocente es algo que la corte neoyorkina debe determinar, pero resultaría totalmente inverosímil que lo fuera. Por diversas fuentes sabemos de su carrera ascendente como jefe policiaco y agente del crimen organizado desde el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000). Desde el magnífico libro de periodismo de investigación publicado en 2014 por Anabel Hernández Los señores del narco (2014), seguidos por El traidor (2019), Emma y las otras señoras del narco (2021), además del de Jorge Volpi Una novela criminal (2018), el nombre de Genaro García Luna es mencionado como un alto agente de inteligencia involucrado con el narcotráfico, particularmente con el Cartel del Pacífico conocido también como Cartel de Sinaloa. Esto habría sucedido al menos entre 2000 y 2012.
Este último fin de semana leí el libro de Francisco Cruz García Luna, el señor de la muerte (2020), lectura pertinente ahora que se inicia el juicio referido acerca del cual se tienen muchas expectativas por las revelaciones que podrían hacerse en el curso del mismo. Todavía hace unos días seguían las apuestas con respecto a si García Luna se declararía testigo protegido y diría todo lo que sabe o si por el contrario decide guardar silencio con todas sus consecuencias.
 
Casi podría decir que nadie considera a García Luna inocente con respecto a sus vinculaciones con el narcotráfico y su papel de infiltrado de este en el seno de los más altos niveles del Estado. También puede agregarse que muy pocos piensan que Calderón no fue su jefe y cómplice en esa relación sórdida con el narcotráfico. El libro de Francisco Cruz agrega muchos datos para sustentar esa percepción.
 
Y la confirma la propia historia reciente de México en la cual  sobra  información acerca del entrelazamiento del crimen organizado, los aparatos de seguridad del Estado y el Estado mismo: el sexenio José López Portillo (1976-1982) con Arturo Durazo como el hombre fuerte de la seguridad pública involucrado con el narcotráfico y la corrupción; igualmente el de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) con otro hombre fuerte, Guillermo González Calderoni como el operador del Estado en la complicidad con el narcotráfico; el  de Ernesto Zedillo (1994-2000) con el involucramiento del Ejército en la constitución del Cartel de los Zetas. La fuga de Joaquín Guzmán Loera en 2001, alimentó la idea de que el Cartel de Sinaloa era “el cartel del sexenio” durante el gobierno de Vicente Fox.
 
No es de extrañar que Vicente Fox más aún Felipe Calderón, hayan encontrado en Genaro García Luna su hombre fuerte para favorecer a uno de los carteles golpeando al resto de los mismos para dar la apariencia de un combate frontal al narcotráfico. García Luna y su equipo alimentaron la imagen de “súper policías” al dar golpes demoledores al Cartel de Tijuana, del Golfo, de Juárez, de los Beltrán Leyva mientras solamente daban golpes marginales al de Sinaloa. Anabel Hernández nos informa cómo en determinado momento Genaro García Luna puso del lado del Cartel de Sinaloa a las fuerzas del Estado. Solamente así pudieron hacer frente al avasallador ataque al que lo estaba sometiendo el Cartel de los Zetas.
 
Los gobiernos del PRI y del PAN rompieron las fronteras entre el Estado y el crimen organizado. Supieron hacer de la impunidad con respecto a este último una de las fuentes fundamentales de enriquecimiento de un sector importante de la clase política mexicana. Al mismo tiempo bañaron en sangre al país en nombre de la guerra contra el narcotráfico. Y la Drug Enforcement Agency (DEA), estuvo al tanto de todo ello y administró ese conocimiento. He aquí, la historia y contexto del juicio que nos mantendrá atentos en las próximas semanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario