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sábado, 11 de febrero de 2023

La aparente calma del verano austral

 Frente a la desolación que deja ver la devastación del año transcurrido y la necesidad de adaptación que exigen los vertiginosos cambios que se viven, nos queda la esperanza del fortalecimiento de la CELAC y de la relación bilateral con nuestro vecino Brasil.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


Luego de un enero agitado por la elección del presidente Inácio Lula da Silva en el hermano país vecino, el intento de golpe de estado por los bolsonaristas con la destrucción de Brasilia, la VII Cumbre de la Celac, el cálido febrero comenzó en las pampas chatas con la sentencia de ocho ragbiers por el asesinado de Fernando Báez Sosa en el juzgado de Dolores; suceso ocurrido en 2019 y que por la pandemia recién pudo llevarse a cabo en los últimos meses y mantuvo en vilo a la sociedad, mientras los medios masivos no descansaron dando difusión al macabro asesinato.

 

Condena importante y ejemplificadora que no devuelve la vida de un joven ejemplar que fue a celebrar el fin de su secundaria en un boliche donde una patota de nenes bien, actualmente de 21 y 22 años, puso fin a su vida con golpes de puntapiés. Algo repugnante tomado como causa por el mediático Abogado, Fernando Burlando, profesional admirado por el joven asesinado que quería estudiar abogacía como él y que ahora, los 15 condenados, deberán pagar cerca de 11 millones de pesos de honorarios.

 

Dolores es un juzgado emblemático, allí fue estuvo la causa del fotógrafo José Luis Cabezas eliminado por Yabrán en 1998, un hecho lamentable que marcó a la prensa argentina, en las postrimerías de la decadente época menemista; hecho que por su trascendencia fue recordado en estas páginas.

 

En estas páginas también, en el agorero balance de 2021 realizado en la ominosa calma veraniega, observábamos el crecimiento de la inflación – flagelo que nos persigue desde siempre y que la oposición patea como si sus políticas no fueran responsable – era de 3,8 y un acumulado de 50,9% en los doce meses del año pasado.[1]

 

Los guarismo actuales son superiores, el nivel de precios al consumidor en diciembre 2022 fue de 5,1% y un acumulado de 94,8% en los últimos doce meses. Situación que no sólo responde a políticas internas, sino por las consecuencias del conflicto ruso-ucraniano.

 

Pero entonces, en enero del año pasado, no sabíamos que todo podía empeorar; que siempre la realidad puede dar vuelcos inesperados o esperados y tirarnos nuevamente al subsuelo como lo había hecho con la pandemia y sus reiteradas olas; el 24 de febrero se inició la guerra entre Rusia y Ucrania y con ella, Occidente instaló en el centro del escenario un conflicto de múltiples agravantes en el marco geopolítico mundial, generando inflación en el precio de los alimentos y los combustibles a nivel planetario. Esto obligó – como se ha mencionado en diversos artículos por distintos compañeros – a los países de la Comunidad Europea a modificar estrategias y operaciones de abastecimiento energético urgentes. 

 

Nuevamente el mundo se derrumbó; todos hemos sido arrastrados a las aberrantes condiciones impuestas por los dueños del negocio de la guerra. Marionetas de un sistema que se destruye día a día, inconscientes del fugaz destello de este antropoceno que no respeta la vida en ninguna de las formas concebidas, mucho menos la propia.

 

De hecho la oligarquía nativa y sus representantes políticos siguen idénticos movimientos, celebran la explotación de recursos sin ningún respeto, aunque los efectos del calentamiento global se manifieste de manera cada vez más violenta sobre las poblaciones más desprotegidas, celebrados por el coro anodino de la prensa a su servicio, no dejan de poner obstáculos a las organizaciones que intentan fortalecer la debilitada democracia de estos tiempos. Envilecidos por la ambición, tratan de conducir sus proyectos individuales frente a las elecciones presidenciales a llevarse a cabo este año y para ello, no tienen mejor idea que denostarse para ver quién lleva a mayor extremo el proyecto ultra derechista. Como si la velocidad de destrucción estructural de la sociedad fuera la meta más preciada, núcleo liminar propuesto en su libro y que acompaña a las presentaciones del ex presidente, éste, desde la comodidad de sus vacaciones, aún no decide su candidatura. El resto de los dirigentes presidenciables opositores, mientras tanto, intentan seducir de diversa manera al electorado, unos a través de su gestión administrativa o legislativa. En ese reducido grupo, sólo la emblemática dirigente de la Coalición Cívica, siempre dispuesta a arrojar el balde de agua fría, Lilita Carrió, insiste en el renunciamiento de candidatura en pos de mantener la unidad de la alianza PRO. Y, si en algo siempre se ha destacado esta señora, es en sus cambios de opinión de un extremo a otro, cosa que no sorprende a la manoseada opinión pública.

 

El ministro Sergio Massa, el piloto de tormentas de este último tramo del gobierno del Frente de Todos, tiene en sus manos la desbocada lucha de los precios de los alimentos, mayor castigo que tiene que soportar la mayoría de la población trabajadora o dependiente de planes sociales. En este sentido, la pugna inflacionaria y las paritarias que deben resguardar el poder adquisitivo de los salarios, deben dar batalla sin mostrar grandes fisuras dentro del castigado campo nacional y popular. Cabe a la responsabilidad de cada dirigente estar a la altura de las circunstancias para poder dar continuidad a la gestión para el siguiente período de gobierno.

 

Frente a la desolación que deja ver la devastación del año transcurrido y la necesidad de adaptación que exigen los vertiginosos cambios que se viven, nos queda la esperanza del fortalecimiento de la CELAC y de la relación bilateral con nuestro vecino Brasil, gigante latinoamericano, mayor socio en bienes industriales, hacia donde ya partieron misiones comerciales a los efectos de continuar con los proyectos para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner para la extracción del petróleo de Vaca muerta. 

 

Urge fortalecer el sector industrial, como también elaborar estrategias en torno al manejo del litio en la triple frontera que mantenemos con Chile y Bolivia, hacia donde están dirigidos los ojos de las grandes potencias consumidoras.

 

Sabemos de las pretensiones norteamericanas expresadas por Laura Richardson, jefa del Comando Sur de su país sobre éste y otros recursos vitales, como también de las potencias emergentes. Siempre estamos con el agua al cuello, pero por momentos, puede haber un pequeño respiro que hace que jamás bajemos los brazos.

 

Recuerdo hace unos diez años, cuando fui amigo y colaborador de dos cónsules generales de Brasil en Mendoza, pudimos realizar cosas maravillosas antes impensadas. Primero, a través del cónsul adjunto Carlos Reis, instalar y desarrollar la carrera de lengua portuguesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo de la que ya han salido varias camadas de profesores, algunos que también han seguido estudios en el vecino país; posteriormente, con el doctor Sergio Couri, cónsul general también, quien me propuso realizar el primer Encuentro de Escritores brasilienses y mendocinos realizado en noviembre de 2013, dentro de las políticas de integración cultural propuestas en aquellos momentos. Allí se crearon lazos fraternales entre dos regiones que compartían idénticas inquietudes espirituales, propias del aislamiento dentro de la dilatada geografía nacional.

 

Es de esperar entonces, que ahora, con un marco mucho más importante propuesto por el presidente Lula da Silva a nuestro mandatario Alberto Fernández, en materia de integración cultural, educativa y de investigación, nuestras universidades y centros de investigaciones, pero sobre todo, los profesores y estudiantes de ambos países, puedan desarrollar proyectos conjuntos para el bien de ambas comunidades y la región.



[1] R. Utrero, La ominosa calma del verano, enero de 2022.

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