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sábado, 18 de marzo de 2023

Argentina: 50 años del triunfo de Héctor J. Cámpora, el Tío

 Este pasado 11 de marzo se cumplieron 50 años del triunfo del peronismo, luego de 18 años de exilio de Juan Domingo Perón, líder indiscutido del movimiento nacional justicialista que, en la ocasión y cumpliendo con los obstáculos impuestos por el general Alejandro Agustín Lanusse, a través del Gran Acuerdo Nacional, se había constituido en el Frente Justicialista de Liberación FreJuLi, compitiendo con la Unión Cívica Radical.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

La fórmula Cámpora – Solano Lima, un viejo conservador popular, se impuso por más de seis millones de votos, un 49%, mientas que el candidato radical, el viejo caudillo, Ricardo Balbín, obtuvo dos millones seiscientos mil, un 21% de los sufragios. 
 
Ante tan aplastante derrota, el Comité Central de la UCR, entendió que era innecesaria una segunda vuelta, dando la espalda a la triquiñuela de los militares que querían que el partido ganador superara el 50%.
 
La alegría era desbordante, el pueblo volvía a las calles a corear las viejas consignas, luego de casi dos décadas de proscripción y haber inundado los muros de las calles con la consigna Perón vuelve.
 
Desde las oficinas del Partido Justicialista en Buenos Aires, el Dr. Cámpora se intentaba comunicar con el general Perón, pero atendía Isabel, su señora. Allí estaban periodistas argentinos y extranjeros y la acompañaban los compañeros de la Confederación General del Trabajo CGT, Ignacio Rucci, Coria de las 62 Organizaciones y Lorenzo Miguel, el Loro de la poderos Unión Obrera Metalúrgica UOM y todo el Consejo Superior; además de mucha gente que se había arrimado para comprobar una vez más, la solidaridad del pueblo argentino para con el General, siendo un hecho que ya tenía el matrimonio Perón, residencia en la Argentina, según le comentaba el candidato electo, a un conductor que no quería escucharle, poniendo a su esposa interlocutora y luego a José López Rega, el siniestro brujo, secretario privado de Perón, quien tendría una nefasta participación en los meses venideros, una vez instalado a la diestra del General.
 
Las restricciones impuestas por los militares no permitieron la candidatura directa del General Perón y hubo que recurrir a la estrategia, Cámpora al gobierno, Perón al poder.
 
La asunción del nuevo gobierno fue el 25 de mayo, Día del primer gobierno patrio y la revista Humor, que había resistido con sus caricaturas, sacaba al Tío Cámpora con el título: “El sol del veinticinco viene asomando”, aludiendo al nuevo gobierno popular. La primavera camporista había comenzado y sólo duraría 49 días, puesto que una vez regresado Perón a la Argentina, obligó a Cámpora a renunciar, nombrando al senador Raúl Lastiri, yerno de López Rega, presidente, mientras se realizaban nuevas elecciones, ahora con la fórmula Juan D. Perón y María Estela Martínez de Perón. Finalmente, el viejo líder había logrado al fórmula Perón-Perón que no había logrado en 1952, cuando Evita tuvo que renunciar por insistencia de los militares que rodeaban entonces al General.
 
La nueva fórmula asumió el 12 de octubre, fecha tradicional de asunción de los mandatarios argentinos. Pero antes… ocurrieron otros hechos que derrumbaron al camporismo.
 
El primer acto de gobierno de Cámpora y su joven ministro del interior, Esteban Righi, fue liberar a los presos políticos de las cárceles de Devoto y Olmos, en La Plata, desde donde no sólo salieron militantes sino algunos delincuentes reconocidos como Fracoise Chiappe y otros más. De allí la reacción que sobrevendría con la creación de la Alianza Argentina Anticomunista, la terrible Triple A.
 
Ese año, cursábamos en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo y comenzaron a aparecer personajes ligados a la Unión Obrera Metalúrgica mendocina, puesto que Lorenzo Miguel, de la vieja resistencia peronista, estuvo de acuerdo con limpiar de zurdos las aulas. Aquellos morochos, con oscuro cometido, fungían de ordenanzas o bedeles en los claustros, haciendo de guardia pretoriana al rector y decanos derechosos, que ya habían borrado a profesores y alumnos de izquierda. Esto ocurría desde 1973 y mucho más una vez muerto Perón el primero de julio de 1974, al que sucedió su esposa, dominada por López Rega.
 
Hábilmente el viejo conductor había seducido a las juventudes socialistas para poder regresar y volver al poder. Rodolfo Galimberti, delegado de la Juventud peronista, con 25 años ya había viajado en 1972 a Madrid, como Juan Manuel Abal Medina, dirigente de Montoneros, eran parte del operativo retorno.
 
Lejos había quedado el país del que tuvo que huir el presidente depuesto por el golpe de 1955; aquel país bombardeado en el corazón de la Plaza de Mayo, gobernado por los militares de la “fusiladora”, autodenominados, revolución libertadora. El general Pedro Eugenio Aramburu y el contraalmirante Isaac Francisco Rojas, el “hormiga negra”, intentaron borrar de la faz de la tierra al peronismo y para ello dictaron el decreto 4161 de marzo de 1956, en donde proscribían toda alusión al movimiento nacional justicialista, como todo dirigente u obra vinculada a él. 
 
Se inició entonces un período de feroz persecución, muerte y prisión para los principales dirigentes políticos y sindicales relacionados con el peronismo, dando lugar a la resistencia peronista, resistencia clandestina que en lo sindical reunió a los principales gremios a través de las 62 organizaciones peronistas.
 
Los militares sublevados en 1955, dejaron sin efecto la Reforma de la Constitución de 1949 y restablecieron la Constitución liberal de 1853/60, convocando a una Convención Constituyente en 1957 que concentró los derechos sociales de la derogada Reforma en el Artículo 14 Bis. 
 
Allí comenzó un período de frágiles democracias dada la proscripción del peronismo, razón por la que gana en las elecciones de 1958, el radical intransigente, Arturo Frondizi, con el caudal de los votos peronistas ordenado por Perón en el exilio. Frondizi inició un período denominado de desarrollo, pero al firmar los contratos petroleros con las compañías yanquis, Perón le dio la espalda y las FFAA también, cuando Frondizi se entrevistó secretamente con Ernesto Che Guevara en Montevideo, colocando en su lugar al presidente provisional del Senado, José María Guido.
 
Un nuevo llamado a elecciones y nuevamente con el peronismo proscripto, dio por ganador al médico cordobés Humberto Illía, “la tortuga” según el semanario de mayor difusión de la época: Primera plana. Presidente al que se le deben las convenciones colectivas de trabajo. Sin embargo, su cancillería impidió el regreso de Perón en 1964. El avión que lo traía desde España hizo escala en el aeropuerto carioca de El Galeao y fue obligado a retornar a Madrid, sin tocar Perón suelo brasileño. El pueblo peronista se sintió traicionado una vez más.
 
Los militares, liderados entonces por el general Juan Carlos Onganía, aprovecharon para derrocar al viejo presidente en 1966, intentando ganarse a los trabajadores con un “peronismo sin Perón”, al que adhirió el líder sindical Augusto Timoteo Vandor, “El lobo”; grandes sectores de la Iglesia cantaban “de colores”, dando su apoyo a “la morsa”, mote con era reconocido el general de labio leporino, asumido presidente de facto y nuevo mesías de las FFAA.
 
Pero el mundo ya no era el mismo y las sociedades estaban en plena rebelión: los norteamericanos en contra de ir a Vietnam, los franceses hartos de De Gaulle, se rebelarían en el “mayo francés” y los latinoamericanos intentando seguir el ejemplo revolucionario cubano tras los pasos del Che, que decidió armar las guerrillas campesinas a través del “foquismo”, es decir, armar focos guerrilleros. 
 
Sin embargo, fracasó en el intentó y fue fusilado en Higuerillas, por un ranger boliviano, el 9 de octubre de 1967. 
 
La situación económica en Argentina era pésima para los trabajadores y Córdoba, con sus grandes fábricas y la conducción de Agustín Tosco, reventó con en mayo de 1969, con el Cordobazo, al que siguieron otros puntos del país.
 
Al desgaste de Onganía le sucedió Roberto Marcelo Levingston, quien estaba en EEUU, pero sin mayor autoridad en las FFAA, lideradas entonces por Alejandro Agustín Lanusse.
 
La organización Montonera, secuestra, juzga y ejecuta al general Pedro Eugenio Aramburu en 1969, en la denominada operación Timote, por el pueblo bonaerense en donde se lo mantuvo secuestrado tres días. Hecho que marca la creación de la organización, bendecida por Perón. Antes había surgido el Ejército Revolucionario del Pueblo ERP de orientación marxista, las Fuerzas Armadas Peronistas FAP y las Fuerzas Armadas Revolucionarias FAR, las que tuvieron actuación en los primeros años de la década del setenta del siglo pasado, hasta que desembocaron en la reacción de la derecha peronista, con la Triple A y más adelante, con el golpe sangriento de marzo de 1976.
 
Medio siglo de aquel triunfo peronista, triunfo en que las juventudes se ilusionaban con la patria socialista, enarbolando banderas con Eva Perón, la abanderada de los pobres, fue el gran sueño amasado por obreros y estudiantes que aguardaron al líder indiscutido del movimiento por casi dos décadas. Grande fue la sorpresa, cuando el viejo general regresó desde una España franquista, dispuesto a erradicar al comunismo. 
 
Ni yanquis ni marxistas era la vieja Tercera posición reverdecida que había identificado al movimiento nacional justicialista desde su nacimiento, allá por octubre de 1945.
 

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