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sábado, 18 de marzo de 2023

Soplan vientos nuevos desde China

 Mientras desde Washington y Bruselas soplan vientos de tormenta y tempestad, Beijing hace esfuerzos para, sin bajar la guardia, al mismo tiempo que rechaza las acometidas imperiales, trabajar para disminuir tensiones y hacer un aporte real y significativo a la paz y el desarrollo del planeta.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

El pasado 7 de marzo, durante una conferencia de prensa celebrada en el marco de la primera sesión de la XIV Asamblea Popular Nacional (APN) en Beijing el recientemente designado Canciller de China Qin Gang afirmó que: "Si Estados Unidos no pisa el freno y sigue acelerando por el camino equivocado, no habrá barrera que pueda evitar el descarrilamiento y seguramente habrá conflicto y confrontación". Agregó que la política de la potencia norteamericana en relación a China se había desviado completamente de la “vía racional y sensata”.
 
Este lenguaje, alejado de la tradición diplomática china sustentada en la mesura y el autocontrol, es expresión de cambios que se manifiestan no solo en la retórica y el discurso, sobre todo en la práctica y la propuesta. En algún momento, Deng Xiaoping expuso que la diplomacia china se debía caracterizar por “esconder la fuerza y aguardar el momento”. Es evidente que eso ha quedado en el pasado. Los meses transcurridos de este año 2023, han sido testigo no sólo de una transformación de la retórica, también ha sido ostensible una intensa actividad diplomática por parte de China que pareciera querer ocupar el lugar que verdaderamente le corresponde en el sistema internacional como actor destacado y protagonista del proceso de trasformación que a todas luces, está iniciando.
 
Qin Gang, que el próximo 19 de marzo cumple 57 años, es parte de una nueva generación, tenía 10 años cuando fallecieron Mao Zedong y Chou Enlai y 12 cuando dio inicio la política de Reforma y Apertura en 1978. Es completamente ajeno a esa época. A los 26 años ingresó en el servicio exterior y tenía 46 cuando Xi Jinping fue electo como Secretario General del Partido Comunista de China por primera vez en 2012. En ese momento, ocupaba el cargo de director general adjunto del Departamento de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores. En sólo 12 años ascendió a la más alta responsabilidad de la cancillería de su país. 
 
Esta nueva generación que se caracteriza por sostener una intensa actividad en las redes sociales no deja pasar afrenta alguna a su país respondiendo con dureza en cada caso, al mismo tiempo que da a conocer sus propuestas y proyectos en todos los rincones de la Tierra. Con un lenguaje en el que no se escatima el sarcasmo, la ironía y la burla la novel diplomacia china ha sido bautizada como “Guerreros Lobos” por los medios transnacionales de comunicación de Occidente. El nombre da cuenta de los miembros de las Fuerzas Especiales de China que enfrentan exitosamente a mercenarios estadounidenses en una serie de televisión que con ese nombre paralizó el país durante dos temporadas en 2015 y 2017.
 
Con respecto a las relaciones de China con Rusia, un aspecto cardinal de la política exterior de su país en el momento actual, Qin Gang, manifestó que con ambos “trabajando juntos, el mundo tendrá la fuerza motriz para la multipolaridad y la democracia en las relaciones internacionales y el equilibrio estratégico global estará mejor garantizado", haciendo de esa manera una exposición precisa y de carácter estratégico de los vínculos entre los dos países. No se puede pasar por alto que en esta definición, en un solo párrafo, el nuevo canciller chino ha exteriorizado tres categorías que definen el campo de acción a futuro de la diplomacia china: multipolaridad, democracia y equilibrio estratégico global. 
 
Para quien pudiera tener dudas respecto de la nueva orientación de la diplomacia china, fue el propio presidente Xi Jinping quien el día anterior, 6 de marzo, en su discurso durante la primera sesión del XIV Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino se encargó de trazar el curso que adoptará el país para los próximos años después de diagnosticar que: "Las condiciones exteriores para el desarrollo de China han cambiado drásticamente, con un aumento significativo de factores inciertos e impredecibles, sobre todo porque los países occidentales, encabezados por Estados Unidos han sometido a nuestro país a una contención, asedio y represión totales, lo que supone retos graves y sin precedentes para nuestro desarrollo".
 
Xi estableció que ante la situación creada, China debía modernizar su ejército y convertirlo en una "Gran Muralla de Acero". Además, insistió en que el país debe alcanzar la autosuficiencia tecnológica.  Todo esto enmarcado en una gran reestructuración gubernamental que tendrá una profunda influencia en la economía y la sociedad del país. Para ello, también se avanzará en una intensa reforma del sistema financiero. 
 
De la misma manera, Xi anunció que el plan de transformación estructural para afrontar los nuevos tiempos incluye la reforma de varios órganos del Partido Comunista y del gobierno. Esta reforma,  que busca fortalecer la dirección del partido, involucrará a sus instituciones locales y centrales, la Asamblea Popular Nacional, el Consejo de Estado y el gabinete, así como a la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, el máximo órgano asesor de la nación.
 
Como expresión de esta tendencia, en el marco de la política exterior, en febrero, China dio a conocer una “Iniciativa de Seguridad Global” con el objetivo de eliminar las causas profundas de los conflictos internacionales, mejorar la gobernanza de seguridad planetaria, estimular esfuerzos internacionales conjuntos que garanticen mayor estabilidad y den certeza y, promover una paz y un desarrollo duraderos en todo el mundo.
 
La propuesta se sustenta en seis principios: mantener el compromiso con la visión de una seguridad común, global, cooperativa y sostenible; respetar la soberanía y la integridad territorial de todos los países; respetar los objetivos y principios de la carta de la ONU; tomar en serio las preocupaciones de seguridad legítimas de todos los países; resolver las disputas entre las naciones de manera pacífica a través del diálogo y, finalmente, preservar la seguridad en los ámbitos tradicionales y no tradicionales.
 
No solo cambios en el discurso y la retórica se han comenzado a producir en China este año. El nombramiento del nuevo Canciller el 30 de diciembre pasado y el lanzamiento de la propuesta de “Iniciativa de Seguridad Global” en febrero, han sido acompañadas por una clara intencionalidad de empezar a jugar un papel mucho más relevante en el escenario internacional. 
 
En este ámbito, en días recientes, se ha anunciado que, con la mediación de China, el reino de Arabia Saudí y la república islámica de Irán han decidido establecer relaciones diplomáticas, incidiendo con ello en una modificación radical del escenario político regional e incluso del global, asestándole un duro golpe al esquema de dominación de Estados Unidos en esa región que tiene como eje el sostenimiento del Estado sionista como plataforma de lanzamiento de la política imperial en el área para lo cual Washington se proponía crear fuertes alianzas del sionismo con algunos países árabes y musulmanes, todo lo cual ha recibido un duro golpe gestado a partir de la silenciosa y paciente diplomacia china.
 
Este hecho reducirá de forma significativa la posibilidad de un conflicto armado entre estos rivales regionales, ya sea en enfrentamientos directos o indirectos, lo cual podría incidir en la creación de condiciones que propicien un acuerdo político que detenga y le ponga fin a la prolongada guerra en Yemen, tal como se comenzado a conjeturar en algunas capitales de Asia Occidental.
 
En otro ámbito, pero también como expresión del gran esfuerzo diplomático de China a favor de la paz mundial, hace unas semanas se dio a conocer una propuesta de 12 puntos elaborada por Beijing para finalizar el conflicto en Ucrania a través de la negociación y el diálogo. Por ello, el presidente Xi realizará una visita a Moscú donde se reunirá con su colega ruso Vladimir Putin después de lo cual, sostendrá una conversación telemática con su par ucraniano Volodímir Zelenski.
 
De esta forma, mientras desde Washington y Bruselas soplan vientos de tormenta y tempestad, Beijing hace esfuerzos para, sin bajar la guardia, al mismo tiempo que rechaza las acometidas imperiales, trabajar para disminuir tensiones y hacer un aporte real y significativo a la paz y el desarrollo del planeta.

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