“Prensa canalla” llama el presidente de Costa Rica a algunos medios de comunicación que él considera que están en su contra. Mantiene una guerra constante contra ella y la acusa de mentir y orquestar campañas que buscan desacreditarlo.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
El presidente costarricense, Rodrigo Chaves (2022-2024) ha asumido un estilo de gobernar polarizante, hasta ahora ajeno al modo de hacer política en Costa Rica, que siempre se caracterizó por intentar la conciliación, al punto que el académico francés Olivier Dabéne consideró que uno de los rasgos centrales de la cultura política del país era el palanganeo.
Muchas de las participaciones públicas de Chaves semejan performances en los que lanza bulos contra esa prensa, los mandos medios del gobierno, las universidades y los empleados públicos. En ese sentido, pareciera que en Centroamérica se populariza lo que podríamos llamar el estilo Bukele, en el que el primer mandatario de la nación identifica como enemigo interno que debe ser derrotado a todo aquel que se ubique en un lugar de la sociedad previamente satanizado, o que vea con ojo crítico lo que hace.
El caso del señor Chaves en Costa Rica no es, sin embargo, el único ni el más grave en Centroamérica. En estos días, el periódico El Faro, de El Salvador, que se presenta como el primer periódico exclusivamente digital de América Latina, que se ha caracterizado por sus importantes investigaciones en torno a temas y problemas candentes de El Salvador y de Centroamérica, ha anunciado que la persecución que ha desatado contra él el gobierno de Nayib Bukele le obliga a trasladar su sede administrativa fuera del país. En un comunicado difundido esta semana, dice: “Durante la administración Bukele, El Faro y sus empleados hemos sido objeto de campañas de deslegitimación y difamación originadas en Casa Presidencial; hemos enfrentado seguimientos físicos y amenazas; espionaje con Pegasus; acoso a anunciantes y difamaciones de funcionarios y diputados del partido oficial. Pero, sobre todo, hemos enfrentado múltiples auditorías del Ministerio de Hacienda, con acusaciones fabricadas a las que seguimos respondiendo y apelando en todas las instancias administrativas y judiciales correspondientes, a pesar de saber que en El Salvador ya no hay división de poderes; el presidente incluso utilizó una cadena nacional de radio y televisión para falsamente acusarnos de lavado de dinero”.
Volviendo los ojos hacia el norte, el panorama no es más halagüeño en Guatemala, en donde el director del diario elPeriódico, José Rubén Zamora, guarda prisión desde el 29 de julio del año pasado acusado de lavado de dinero. El periodista y su equipo de investigación en elPeriódico han divulgado más de 400 publicaciones de actos de corrupción durante las últimas dos décadas y sus páginas fueron trascendentales para la caída del gobierno de Otto Pérez Molina (2012-2015) por un escándalo de sobornos en aduanas.
La fiscalía ha ampliado las acusaciones que hace a Zamora involucrando a periodistas de elPeriódico a quienes acusa de "conspiración para la obstrucción de justicia”, y puso en la mira a otros periodistas y columnistas incómodos para el gobierno de Alejandro Giammattei.
Y no es menos dramática la situación en Nicaragua, único país de América latina en donde no existe un diario impreso, y varios periodistas han salido al exilio, tal como sucede también en Guatemala y El Salvador.
Según las encuestas, los mandatarios de el Salvador y Costa Rica gozan de amplia popularidad entre la población. Durante muchos años se han venido acumulando problemas que ellos prometen que resolverán. La forma como lo ha hecho Bukele con el candente y central problema de la violencia en su país es la mano dura contra las pandillas, política que aprueba más del 90% de la población.
En Costa Rica, el discurso de Chaves pivotea sobre los resentimientos de una población que ha visto crecer la desigualdad como ninguna otra en América Latina, y ve con simpatías que el presidente eche pestes sobre las instituciones públicas que identifica como fuente de todos los males.
Si por las vísperas de saca el día, no hay muy buenos pronósticos para la cintura de América. Son las tendencias autoritarias las que parecen asentarse en medio de una situación económica y social cada vez más deteriorada.
Acertado y muy preocupante análisis. Conviene agregar que en estos modelos autoritarios y populistas la manipulación religiosa juega un papel central. Asimismo, se debe subrayar la semejanza de estos gobiernos con el de Trump en varios sentidos, incluida su relación con la prensa.
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