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sábado, 5 de agosto de 2023

De la película Barbie (2023) a la marea rosa

 Lo remarcable del fenómeno Barbie es la reafirmación de lo que ya sabemos, la cultura de masas tiene más poder de convocatoria que los activismos sociales, las iglesias, los partidos políticos y las instituciones educativas.

Nuria Rodríguez Vargas / Especial para Con Nuestra América

La muñeca Barbie ha tenido una historia no tan rosa, más bien, pintada de ambigüedades, críticas y polémicas. Fue creada por Ruth Handler después de observar que las niñas pequeñas preferían jugar con muñecas de papel de figura adulta que con reproducciones realistas de bebés
. A causa de su cuerpo con curvas de mujer fue rechazada en sus orígenes por grupos conservadores, según ellos por promover la sexualidad temprana y atentar contra valores cristianos. Luego, por grupos feministas quienes afirmaban que, representa un modelo de belleza inalcanzable, fomenta la cosificación de las mujeres y reproduce roles de género sexistas. Sin embargo, esto no impidió que las niñas de todas las décadas cayeran bajo su encanto.
 
La película Barbie (2023) parte tocando el tema de la primera infancia. En Barbilandia todo es acerca de las Barbies, y Ken es un accesorio. En general a las niñas pequeñas no les atrae tanto este muñeco en comparación con las Barbies. A esa edad, quieren tener varias muñecas para imaginar historias relacionadas con corderos, rosas y planetas habitados por árboles gigantes, que los adultos nunca entienden. En el mundo de ficción, Barbie quiere estar con otras Barbies, cantar, brincar y divertirse. Aunque tiene cuerpo de mujer, lindos vestidos y zapatos de tacón alto, no entiende los coqueteos de Ken, ni el beso que le quiere dar y mucho menos que se quede a dormir en su casa. 
 
Estas escenas se han interpretado como símbolo de degradación de los hombres, egoísmo femenino, rechazo a la maternidad… Pero, más bien, parece ser una alegoría de la inocencia de la infancia.
 
Con el viaje de Barbie Estereotípica al mundo real, la película toca varios temas. Los conflictos existenciales en la adolescencia, encarnados por Sasha, una joven quien tiene un discurso contra Barbie por representar altos estándares de los cuerpos femeninos. Otro tema, los roles de género que la cultura machista ha impuesto a los hombres y a las mujeres. La exigencia de la belleza en el caso de las mujeres y la presión del éxito y de ser proveedor para el hombre.
 
De tal manera que, Barbie descubre que las mujeres reales tienen grandes inseguridades y sufrimientos a causa de los altos estándares de belleza. Sin embargo, cuando Barbilandia está en manos de los Ken, las Barbies toman del mundo de las humanas la idea de usar los atributos físicos, la seducción y la adulación para manipular y dominar a los Ken. Así, lo hacen, al estilo de las bíblicas Dalila y Judith. Por otra parte, Ken se da cuenta de que, en el mundo humano, dominado por los hombres, no basta con serlo para tener poder y ser exitoso. Observa que es muy difícil ser hombre. También, se enteró que, el patriarcado “no se trata solo de caballos”, y es que, en ocasiones, detrás de discursos que se pregonan inclusivos y abiertos, en la vida real, siguen existiendo muchas acciones machistas. Hacia el final, la guerra desatada entre las Barbies y los Ken se resuelve mediante el trato igualitario.
 
La directora Greta Gerwig echó mano a la sátira. Así, los chistes, las exageraciones, la repetición de conceptos y los dobleces cumplen una función estética primordial en la construcción del contenido. Tiene un tono ambiguo y en esa nebulosa es que han surgido interpretaciones que encasillan la película de una manera u otra. Aunque, en realidad, se resiste al panfleto y a las definiciones acabadas, pues parodia todo y a todos. Caricaturiza la narrativa del empoderamiento femenino “girl-power feminism”. Parodia a los grupos masculinistas y a los feminismos pop, sectores que están en constante guerra en la irrealidad de plástico de las redes sociales y también en algunos espacios de la vida real.
 
Fuera de la caja de Barbie. El Marketing digital constantemente le prende la mecha a la controversia, atiza los debates con los que capitaliza. Sobra decir que, en Estados Unidos Barbie ha sido un éxito gigante de taquilla. Allí, una parte crucial de la “seducción” del producto, incluye también la figura de los protagonistas de las películas, pues con sus vidas reales también se capitaliza. Las celebridades principales de la película son referentes, modelos a seguir que representan valores preciados de la sociedad norteamericana.
 
El guion hecho en equipo por Greta Gerwig y su esposo Noah Baumbach articuló una sátira de interpretaciones disímiles. Y los estudios que la financian apostaron por consumidores con datos demográficos, valores y psicografía no solo diferentes, sino opuestos. Barbie, la película capitalizó el apoyo de mujeres que durante décadas repudiaron a Barbie la muñeca por considerarla un artefacto sexista. En la película, Gloria, adulta humana, quien es una mujer normal y trabajadora le hace ver a su hija Sasha que, el problema no es la muñeca, sino las cuestiones estructurales que atraviesan a la cultura machista. Es que, un juguete no oprime ni libera a nadie. Y definitivamente, la película Barbie no es un manifiesto feminista.
 
Lo remarcable del fenómeno Barbie es la reafirmación de lo que ya sabemos, la cultura de masas tiene más poder de convocatoria que los activismos sociales, las iglesias, los partidos políticos y las instituciones educativas. Pues, capitaliza y hermana a la gente con ideas opuestas. La directora, proveniente del cine independiente, caracterizada por guiones ingeniosos, no maniqueos, tuvo su oportunidad en la gran ventana, en cuanto artista la aprovechó. La interpretación que el amplio público haga es abierta e incontrolable.
 
La industria se ocupa de todo: “Es un filme para toda la familia” declaró Mattel, aunque tenga que auto parodiarse.Y, a pesar de los ataques de siempre de los grupos conservadores religiosos, cuyos análisis apocalípticos, no causan un mayor daño en la influencia de la poderosa industria y en la adquisición de los múltiples productos asociados. Por otra parte, hay un gran público consumidor cristiano que es un target clave para la cultura de masas, tomando en cuenta que más de 75% de la población de Estados Unidos se identifica como cristiano de algún tipo.
 
En el mundo imaginario de las niñas, Barbie es la favorita, pero parece que, en el de las adultas es Ken. Fuera de la pantalla Gosling ha vuelto loco al público femenino. En este sentido, los guionistas trabajaron de forma brillante el tema de las relaciones amorosas entre las mujeres y los hombres, atravesadas por la angustia, la frustración, el dolor y el miedo que provoca en ambos géneros, la imposición de los roles de la cultura machista. Con frecuencia, abordados, desde uno u otro lado, desde la victimización y el ataque y no desde la comprensión del Otro. Tal vez, los hombres deberían dejar de apuntar solo hacia las Barbies (como Ken, quien entendió que no necesitaba tener a la Barbie Estereotípica al lado para tener valor) y las mujeres, quizás deberían dejar de apuntar solo al “Ken-Alfa”. 

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