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sábado, 14 de octubre de 2023

Argentina: De negro a oscuro

La derecha y la extrema derecha desbocada, disputan espacio en los medios en manifestaciones de destrucción y aniquilamiento. Terminar con kirchneristas, choriplaneros, piqueteros, instituciones públicas y el Banco Central, como institución emblemática, son las frases de campaña de Patricia Bullrich y Javier Milei…

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Está visto que la humanidad hace lo posible para estar peor, al menos esa fracción dominante y despiadada que tiene en sus manos el destino del mundo. Desde el inicio del conflicto de Hamás contra el territorio israelí, todas las miradas se han concentrado en esa pequeña franja del mundo en disputa desde hace más de setenta años, más precisamente desde la división bipolar impuesta por la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
 
El gobierno argentino y los dirigentes de diversas organizaciones de la sociedad civil se han solidarizado con las víctimas y la Cancillería dispuso del envío de un avión para evacuar los argentinos que esperan ser evacuados en Tel Aviv. Más de mil compatriotas aguardan regresar al país.
 
Mientras ello ocurre, en las pampas chatas del fin del mundo, la incontinencia mileica insiste a diestra y siniestra con atentados verbales, atentados que generan corridas cambiarias y denuncias del Banco Central por desestabilizantes. La gilada de abajo que lo apoya, se divierte con el efecto cascada; los de arriba, quienes lo financian y esperan que salga al balcón de la Rosada con sus cuatro perros, apuestan a una nueva improvisación que reporte beneficios, mientras reina el desconcierto general. Experiencia macabra como los bombardeos que suceden al otro lado del mundo. Pero los límites de la maldad humana, multiplicada por los efectos de la pandemia y manipulación mediática, desean llevar estos experimentos de sufrimiento colectivo a niveles superiores soportables. Una vuelta de más de tuerca siempre es posible.
 
Argentina fue y es la tierra prometida de millones de inmigrantes del viejo mundo, punto de llegada de judíos que fueron estableciéndose a comienzos del siglo pasado en la zona de Once dedicados a negocios textiles, en su gran mayoría. Buenos Aires congrega a la mayor comunidad judía en América Latina, alrededor de 180 mil. 
 
En los noventa –fruto de las políticas menemistas– fueron blanco de atentados que costaron la vida de cientos de inocentes, delitos que siguen hasta el momento sin esclarecer. Situación que ha obligado al gobierno nacional a tomar medidas preventivas en esta nueva emergencia. Nadie puede hacerse el distraído ni negar la gravedad de los hechos, aunque la imaginación desbocada se lance por su cuenta a diseñar futuros demenciales.
 
Un octubre negro y agorero derrumba los ánimos más optimistas. No hay esperanza que pueda alimentarse en ese ambiente fétido.
 
Sin embargo, como en otros momentos históricos sin aparente salida para las grandes mayorías, las expresiones aberrantes están a la vista de todos, ahora más que nunca envueltas en exhortaciones de odio y exterminio, tras a un llamamiento al orden como en épocas de la última dictadura, donde la muerte y la tortura tras los festejos del Mundial ’78 se pretendían esconder con los carteles: “los argentinos somos derechos y humanos”, con el beneplácito de empresarios cómplices y sectores de la iglesia.
 
Cabe preguntar qué bombardeo silencioso y persistente derrumbó las barreras culturales que protegían el sentido común estas últimas décadas. De qué modo siniestro se confabularon los virus del Covid 19 y la propaganda malsana y ruin de los medios vasallos y la tecnología en su peor influencia para concebir monstruos de tan baja calaña que treparon escaños con las posibilidades y atributos que sólo puede conceder el voto secreto. Responder este insólito acertijo convocaría un encuentro multidisciplinario en ciencias médicas, psicoanalíticas, sociales como de comunicación, por no involucrar chamanes, brujas, tiradores de cartas. Lo concreto es que las bestias andan sueltas y con grandes posibilidades de gobernar los destinos del país, sin ninguna garantía ni responsabilidad, amparados por las mismas garantías constitucionales que pretenden arrasar. No sería raro, en un país contradictorio que bate records de contradicciones cada día, si tenemos un Papa Francisco, jesuita y argentino, si hemos tenido a Diego Maradona y ahora un Lionel Messi, ¿por qué no podríamos a tener un mandatario demente y excéntrico como el león de invierno?
 
Volvamos al ruedo de entrecasa, a las preocupaciones cotidianas de la gente de a pie. No se hicieron las cosas bien; hay que decirlo, sueldos y jubilaciones fueron vencidos por una inflación galopante. Inflación generada por los grandes formadores de precios concentrados. También hay que decirlo.
 
La derecha y la extrema derecha desbocada, disputan espacio en los medios en manifestaciones de destrucción y aniquilamiento. Terminar con kirchneristas, choriplaneros, piqueteros, instituciones públicas y el Banco Central, como institución emblemática, son las frases de campaña de Patricia Bullrich y Javier Milei que, pagados por los fondos nacionales concedidos a los partidos políticos que participarán en las próximas elecciones, son repetidos ad infinitum por los medios de comunicación nacionales.
 
Urgidos en centralizar los cariños y respaldo del presidente de la Fundación FIFA, cuyos acólitos financian y proveen candidatos y asesores a sus filas con el fin de asegurar los intereses de un mercado centralizado, guiado por los hermanitos del norte; ellos – como díscolos e imprevisibles – no dejan de atacarse. Mientras más se despedazan, confiados en el regocijo que le produce la sangre al vampiro mayor, doblegan apuestas de sus respectivos asesores. Con la cotización el dólar entre ceja y ceja, saltaban de alegría estos días cuando pasó la barrera de los mil pesos. Chochos que el dólar fuera a mil, fueron objeto de viralización en las redes nacionales. País masoquista –como insistimos siempre– disfrutamos con el mal propio. “Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”, como don Atahualpa Yupanqui nos sentenciaba desde la copla.   
 
Pero volvamos a las locuras de cada día del candidato libertario, soberbio como siempre y ajeno a los disturbios que padece el mundo, salió a derrochar declaraciones contra la moneda nacional – a la que comparó con excremento –, generando una corrida bancaria que obligó al presidente de la Nación, Alberto Fernández a denunciarlo penalmente, junto a su candidato a jefe de la CABA, Ramiro Marra por el delito de intimidación pública; sumando por otro lado al titular del Banco Central. 
 
La corrida no la provocaron los pequeños y medianos inversores ni los desesperados ahorristas que intentan no perder poder adquisitivo, ahí tienen cabida los grandes exportadores e importadores, bancos, fondos de inversión, agencias financieras que dominan el mercado de dólares.
 
El desbocado libertario juega para sus patrones foráneos. Nada nuevo, versión remozada de gorilas que viraron a felinos, usando las mismas tretas: explotar a los argentinos para enriquecer a los grandes capitales externos y sus lacayos nativos.
 
Exasperante criatura barroca y provocadora, comienza a preocupar por su inestabilidad emocional; sus explosivas emociones, según el ministro y candidato Sergio Massa, convocará a las universidades para evaluar psicológica y psiquiátricamente a los candidatos que lleguen al balotaje, “ya tuvimos un presidente alcohólico que llevó al país a una guerra”, previene alarmado, aludiendo al dictador Leopoldo Fortunato Galtieri y la guerra de Malvinas. Entonces, el militar disfrutaba ser reporteado con el vaso de whisky en la mano, en los primeros días del arribo de los soldados argentinos a las islas, lanzando bravuconadas contra los ingleses, cuando era impensado que lanzaran sus tropas por el Atlántico sur. El final es conocido como para repetirlo. 
 
Pero… la marea triunfalista de la horda mileica se entusiasma con cada bomba incendiaria que lanza el candidato de La Libertad Avanza – partido que contradice con su nombre los postulados de la Revolución Francesa – porque sus beneficiarios no serán los ciudadanos, sino los grandes empresarios que dominan el mercado. Ellos no quieren la destrucción del Estado porque su sola mención es absurda, lo usaron, usan y usarán a su favor como lo han hecho siempre. De allí que aplaudan los arranques exaltados de Milei.
 
El estado es una construcción colectiva que concentra todas las luchas ciudadanas que han podido consagrarse jurídicamente a través de los siglos. Millones de seres anónimos dejaron su vida en el camino, no rescatados por el relato de la historia. Su razón y existencia no puede ser puesta en duda por alguien que se promociona como economista. Ninguna universidad avalaría sus postulados. Ninguna persona con dos dedos de frente y en su sano juicio, tampoco. 

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