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sábado, 21 de octubre de 2023

Argentina: La provocación de la amnesia

 Horas aciagas nos separan hasta el domingo, están en juego demasiadas cosas en este cuadragésimo aniversario de la recuperada democracia, el período más largo que hemos vivido en este régimen. 

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

El pensamiento binario imperante hace estragos. Mientras más se lo denuncia, más se extiende. Se propaga como una pandemia mental para la no hay vacuna. En ese estado demencial, entre la memoria y el olvido, el domingo 22 de octubre los argentinos decidiremos quiénes gobernarán desde el 10 de diciembre en adelante. En las urnas estarán depositadas las esperanzas colectivas sobre qué sociedad queremos de allí en adelante, qué modelo de Estado, ante dos candidatos que amenazan con disminuir su presencia y que el mercado invada cada intersticio de la vida privada y pública de los ciudadanos.
 
De esa provocación cotidiana de la amnesia impuesta por los medios, la votación de las PASO puso en evidencia una distribución de preferencias en tres tercios, dos de los cuales han terminado disputándose la cima destructiva de las instituciones de la democracia. Su éxito impuso la versión distópica de la motosierra, cuyos adherentes parecen caminar felices hacia el abismo. 
 
Javier Milei no tiene ninguna propuesta, sus amenazas – porque convengamos que sus manifestaciones van por ese lado – son todas casi irrealizables como predicen los diversos analistas internos y externos, tomando como caso la dolarización y las corridas del billete verde que produjeron sus últimas declaraciones y el cierre del Banco Central. Los grandes temas que preocupan a futuro como salud, educación, previsión social o, como su negativa de aceptar el cambio climático, evidencian su incapacidad. 
 
Patricia Bullrich tampoco tiene propuestas, hace agua por todos lados. Su última gira por el interior de la mano de sus gobernadores aliados, expone idénticas falencias. No deja de amenazar con la extinción del kirchnerismo, como si ello fuese la panacea a todos los problemas postergados que acucian a esa inmensa mayoría que no llega a fin de mes. 
 
En un acto encabezado este martes en el Parque O’Higgins de la Ciudad de Mendoza expresó: “a partir del 10 de diciembre van a dejar de afanar”, refiriéndose a su posible triunfo y al gobierno actual. 
 
Ambos candidatos subestiman a sus seguidores hablándoles en un lenguaje burdo, sin ninguna pauta de respeto, siendo que ellos precisamente, representan a la tradicional clase dominante. Clase dominante que, desde los albores de la organización nacional son los únicos beneficiarios económicos y, desde luego políticos, en un modelo de organización saqueadora impuesta desde la Colonia que, una vez declarada la independencia de España, se prendieron a la corona inglesa y ahora, se postran ante EEUU. 
 
Sus exhortaciones al cambio no son nuevas, en Milei se remontan al viejo modelo agroexportador vigente entre 1860 y 1930; en Bullrich puede que alcance hasta los albores de la Segunda Guerra porque defiende al Banco Central, entidad creada a instancias del Foreing Office y del Pacto Roca – Runciman entre el gobierno argentino y el gobierno británico. 
 
Ambos atacan los derechos sociales de los trabajadores, aunque con maquillaje distinto: Milei profana el apotegma fundante “de cada necesidad surge un derecho” y Bullrich directamente quiere arrasar con el peronismo, movimiento que hizo posible una Argentina, políticamente soberana, económicamente independiente y socialmente justa.
 
Ambos gestionan la amnesia colectiva, mientras menos explican menor es su compromiso con el electorado.
 
Milei en sus últimos tramos de campaña menciona que quiere parecerse al primer Menem, el del Consenso de Washington y las relaciones carnales con EEUU y privatizar los trenes como cuando eran ingleses, algo que como ex ferroviario y estudioso del tema, me parece realmente un disparate mayúsculo que manifiesta una vez más su ignorancia. Menem aprovechó el voto popular para profundizar lo comenzado por la dictadura genocida y, los ferrocarriles ingleses hicieron a su antojo: colocaron ramales donde les convenía, todos con ligados a los puertos de Rosario, Buenos Aires y luego, Bahía Blanca donde cargaban los productos en barco con destino a Inglaterra. Llevaban nuestras materias primas que luego industrializaban en sus fábricas y nos vendían sus productos a un precio varias veces multiplicado. Como muestra, los ponchos tejidos en telares mecánicos, color rojo punzó que usaban los gauchos mazorqueros del gobernador de Buenos Aires, don Juan Manuel de Rosas entre 1832 y 1852. 
 
Él no lo ignora, lo sabe de sobra, quiere volver al modelo de colonia próspera, donde nadie intente protestar porque hace uso de la motosierra para decapitarlo. Si no, lo decapitan a él quienes lo fabricaron y pusieron en el podio ganador. Eso… lo sabe, porque en ello le va la vida. 
 
Las consignas cortas penetran el cerebro, anestesian, impiden pensar y esto se manifiesta en los cierres obligados de campaña. Milei lo hace en el Movistar Arena de Villa Crespo acompañado por Alberto Benegas Linch y Massa en el Luna Park, allí habla primero el candidato a jefe de la CABA, Santoro y Massa. Bullrich lo hizo un día después en Lomas de Zamora, allí estuvo también el ex presidente Mauricio Macri dando su apoyo, como también Rodríguez Larreta y Grindeti el candidato a gobernador de Buenos Aires. Los cambiemitas parecen haberse olvidado de la condición de mufa, yeta que produce el ingeniero endeudador, pero… la necesidad de aplacar al candidato de La Libertad Avanza fue más fuerte y agotaron todos los recursos para volver a atraer al sector de votantes que les sustrajo el libertario.
 
Al ritmo de la música de Rocky y al grito “se siente, se siente, Milei, presidente” suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano, dijo Linch, mientras los seguidores gritaban “libertad, libertad, libertad”, haciendo mención a sus artículos publicados en Infobae. Soberbio, despectivo desde la cúspide intelectual más liberal, su discurso de un exacerbado darwinismo social era escuchado con asombro y devoción sobre todo cuando nombró al mesías Milei como el único candidato que hablaba con la verdad. Las respuestas a estas declaraciones aberrantes no tardaron de llegar desde distintos lugares, puesto que es imposible atacar al sistema democrático como lo hizo, pasando por sobre todas las instituciones republicanas que se han desarrollado a lo largo de nuestra historia como país independiente y estado moderno.
 
Cuando aparece Milei caminando, acompañado por sus guardaespaldas, lo hace luego de las imágenes proyectadas en una inmensa pantalla donde se derrumban edificios, explotan bombas atómicas al mejor estilo de Hiroshima y Nagasaki, culminando con una imagen flamígera que se transforma en león. Escenografía acorde con el Apocalipsis que promueve. El espanto de su cierre de campaña ha sido señalado por diversos países preocupados por la posibilidad de que este demente asuma la presidencia. 
 
Sabiéndose devoto de Carlos Menem, anunció privatizar todas las empresas estatales comenzando por los ferrocarriles, exponiendo que los ferrocarriles funcionaban bien cuando eran ingleses, situación que salió rebatir el presidente de Trenes Argentinos, haciendo mención al desastre dejado por la privatización de las concesiones y la recuperación de la red nacional desde hace varios años. Como ex ferroviario y experto en historia ferroviaria, debo reconocer la descomunal ignorancia que tiene este advenedizo cipayo, dado que los ingleses no invirtieron en décadas en sus empresas, las que fueron nacionalizadas por las brillantes gestiones del ministro Carlos Miranda en 1948, en el primer gobierno del General Perón. Desde entonces, hasta el golpe de 1955, fue la época de gloria de los ferrocarriles, como también de las mejores condiciones de vida del pueblo argentino en el siglo pasado. 
 
El pánico generado por este espécimen que presenta a su hermana como El jefe y a sus perros como consejeros y arenga a la turba con sus promesas destructivas, ha impuesto un pánico desmedido este viernes previo a las elecciones, lo he podido advertir en los doctorandos que cursan el último taller de investigación para la presentación de sus investigaciones a defender, como en los profesores de la universidad y la gente de a pie que va a los supermercados y se conduce en transporte público para concurrir a sus trabajos. Todos murmuran por lo bajo sus temores. 
 
Sin embargo, el lenguaje de las redes pone de manifiesto otros relatos, multiplicando las adhesiones al cambio drástico propuesto por el libertario. Haciéndose eco de esa demencia colectiva que parece haberse extendido como otra pandemia.
 
Sergio Massa como ministro en un momento económico excesivamente frágil y desesperado no ha mostrado los resultados esperados y ello justifica este desbande hacia la derecha. Su convocatoria a un gobierno compartido con representantes de las fuerzas políticas más votadas, convoca a un gran acuerdo nacional como hubo en otras épocas, acuerdo capaz de garantizar el establecimiento de políticas de estado que promuevan el desarrollo económico y social independiente que genere una distribución del ingreso más inclusiva y equitativa. La concentración de fuerzas posibilitaría una mejor negociación de la deuda con el FMI, situación que explica la tragedia por la que atraviesa más de la mitad de la población y nos ha llevado a este callejón sin salida.
 
Horas aciagas nos separan hasta el domingo, están en juego demasiadas cosas en este cuadragésimo aniversario de la recuperada democracia, el período más largo que hemos vivido en este régimen. 
 
No podemos caminar hacia el abismo porque el fondo sería muchísimo más profundo del que caímos en el 2001 o con Macri. El futuro de millones de argentinos está en riesgo, esperemos que en el momento de votar, se detengan un instante a pensar.

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