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sábado, 23 de diciembre de 2023

"¡Viva la libertad, carajo!"

 En la era post pandemia Covid-19, América Latina es tanto una región en disputa e involucrada en el cambio de un mundo unipolar a otro multipolar y multicentral, como la región en la que se constituyen bloques de poder encabezados por élites empresariales, que se han propuesto dominar y evitar que lleguen al gobierno alternativas progresistas.

Juan J. Paz-y-Miño Cepeda / www.historiaypresente.com

Los gobiernos empresariales han retomado las consignas neoliberales de las décadas finales del siglo XX, están claros en atacar las herencias del pasado progresista a las que consideran causantes de las dificultades económicas, sociales e institucionales del presente; responden a la conformación de bloques de poder derechistas; y, en el ejercicio del poder, han privilegiado los intereses de su clase, sin importar las nefastas condiciones que el neoliberalismo latinoamericano ha generado en todas partes y sobre lo cual existen abundantes estudios e informes y, sobre todo, la experiencia vivida por los pueblos.
 
En este marco general, el triunfo presidencial de Javier Milei en Argentina debe despertar la atención de los estudiosos en toda América Latina. Se trata del primer presidente libertario y anarco-capitalista en el mundo, cuya trayectoria profesional y sus ideas durante la campaña electoral, demostraron los propósitos de superar al neoliberalismo tradicional para avanzar a un nuevo nivel: la desaparición del Estado, que comienza con su achicamiento radical; la privatización de todo lo público; la completa liberación de mercados y, ante todo, el externo; el desmontaje del sistema de impuestos; el cuestionamiento a cualquier redistribución de la riqueza, afán de justicia y atención estatal a la población; la sobrevaloración de la empresa privada como única proveedora de bienes y servicios; la flexibilización laboral más profunda para favorecer a los inversionistas; la alineación con el mundo occidental y el americanismo; y la refundación de la democracia de los capitalistas. Como lo gritaba el mismo Milei en su conocida consigna: “¡Viva la libertad, carajo!”
A raíz de ese éxito electoral, se han entusiasmado los seguidores de Milei o, dentro de poco, se volverán visibles en cada país latinoamericano, donde su respectivo bloque de poder aspirará a reeditar las utopías libertarias del empresariado en el poder. Es sintomático que un editorial del periódico brasileño O Globo defienda las primeras medidas del Gobierno-Milei (https://t.ly/Rdany), quien abiertamente señaló: “No hay lugar a la discusión entre shock y gradualismo. Naturalmente, eso impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”.
En el campo “libertario” contamos, por el momento, con la ruinosa experiencia de los ecuatorianos. Guillermo Lasso provenía y preside “Ecuador Libre” (www.ecuadorlibre.org), un tanque de pensamiento libertario vinculado con Atlas Network y RELIAL, del que se incorporaron varios ministros y cercanos colaboradores, destacándose Pablo Arosemena, mediocre Ministro de Economía. El desastre al que condujeron al país, demostrable en cifras económicas, derrumbe de las condiciones de vida y trabajo en sectores populares y medios, desinstitucionalización estatal y, además, penetración de mafias y expansión de los grupos de delincuencia organizada, un fenómeno nunca antes experimentado en la historia nacional, fue de tal magnitud que hasta el bloque de poder empresarial y derechista (unificado durante el gobierno de Lenín Moreno) se fraccionó, al punto que en la Asamblea se planteó el juicio político al presidente quien, para evitarlo, acudió a la “muerte cruzada”, viéndose obligado a terminar su mandato a los dos años y medio, sin cumplir los cuatro previstos.
Pero Ecuador no es lo mismo que Argentina, un enorme país y siempre un referente en los estudios latinoamericanistas tanto como en el concierto internacional. Lasso y los pintorescos “libertarios” ecuatorianos no tienen importancia frente a la que va a tener Milei, a tal punto que en todos los noticieros y programas de las grandes cadenas de comunicación mundiales se ha seguido su triunfo, se opina sobre su “controversial” figura, se lo identifica como “ultra-derechista”. Se realizan análisis que permitan comprender los alcances de su proyecto político, destinado a lograr, por fin, el soñado paraíso de la empresa privada latinoamericana, tan alejada de los conceptos sociales que motivaron los Estados de Bienestar europeos, incapaz de imaginar un programa como el New Deal de Franklin D. Roosevelt y anclada a las visiones oligárquicas tradicionales, que impiden salir del subdesarrollo a la región.
 
La motosierra-shock de Milei ha sido fulminante en sus inicios y las anunció Luis Caputo, su Ministro de Economía (https://t.ly/lIkQY). Para no atrasarse en América Latina, el FMI saludó, de inmediato, “las valientes primeras medidas” (DW: https://t.ly/Eel5p // https://t.ly/_B0aX). Pero los ideales ultraempresariales y anarco-capitalistas igualmente empiezan a chocar con las realidades. Milei tuvo que desdecirse de no negociar con China por ser “un país comunista” para pedirle su apoyo financiero (https://t.ly/GksCP). Tampoco cerrará el Banco Central y la dolarización queda congelada. Realidad versus utopía.  
 
Las ideas libertarias, como permanentemente destacó Milei, provienen de una serie de pensadores económicos (https://t.ly/ICKcU). A la cabeza están dos: Eugen von Bohm-Bawerk (1851-1914), un rabioso antimarxista del siglo XIX que cuestionó la teoría del valor-trabajo, mereciendo la contundente respuesta del austríaco marxista Rudolf Hilferding (1877-1941); y el otro, Friedrich von Hayek (1889-1992), igualmente un convencido antimarxista, que cuestionaba por “socialistas” las teorías de John M. Keynes (1983-1946), quien tuvo que desmontar a Hayek. Los últimos en la moda son Murray Rothbard (1926-1995), fundador de lo que bautizó como “anarco-capitalismo” y Milton Friedman (1912-2006), neoliberal contemporáneo, otro antimarxista, antisocialista y antikeynesiano, asesor de Ronald Reagan y Margaret Thatcher y, para desgracia de América Latina, el inspirador de los “Chicago Boys”, que guiaron el neoliberalismo chileno de la dictadura de Augusto Pinochet. Pero todos esos teóricos desconocían la historia económica y las realidades de América Latina.
 
Los neoliberales y los libertarios están convencidos que la “libertad” se refiere exclusivamente a la economía capitalista y a la competencia empresarial. Sus ideas laborales implican fundar la esclavitud del siglo XXI. Sus especulaciones sobre el retiro del Estado son retóricas posibles en América Latina, pero no en Europa ni en los EE.UU., a pesar de las políticas neoliberales que impulsaron Reagan y Thatcher. Tanto los países europeos como los EE.UU cuentan con Estados poderosos, con enormes capacidades económicas. En Europa todavía se conservan bases de los Estados de Bienestar, como la seguridad social pública y universal. El neoliberalismo latinoamericano, en cambio, ha demostrado su fracaso histórico y el libertarianismo anarco-capitalista se convierte en una “teoría” de la periferia capitalista, propia del subdesarrollo. Solo puede profundizar la lucha de clases y, cuando se vuelva necesario, utilizará la represión abierta contra quienes se opongan. La advertencia está lanzada (véase este documento: https://shorturl.at/cqwCF // https://shorturl.at/dnxAH). Y el peligro para imponer la “libertad” del capital, considerada “única” y “verdadera”, ahora es real. No hay una sola propuesta para el desarrollo económico con bienestar social y felicidad humana.

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