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sábado, 13 de enero de 2024

Argentina: Javier Milei, la mayor estafa jamás imaginada

 Javier Milei representa la mayor estafa jamás imaginada en 223 años de vida independiente. Este es sin duda, el experimento más perverso y macabro perpetuado contra el país por las grandes transnacionales foráneas y locales, el agónico imperio decadente, sus aliados de la OTAN e Israel, del que, el recientemente converso, Javier Milei, se siente el nuevo mesías.

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina

Contra toda racionalidad – dado que el expreso negacionismo profesado por JM y sus huestes, niegan los conocimientos y los efectos del calentamiento global – ha arrasado con todo lo conocido, poniéndolo a disposición de los dueños del mercado, el poder real, que siempre estuvo al acecho de los recursos nacionales.
 
Desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires CABA, sede del establishment desde los albores de la patria, el nuevo gobierno restauró a la oligarquía pampeana, cuyas mil familias engordaron sus bolsillos con el modelo agroexportador. Capital y puerto, la vieja discusión de los derechos aduaneros en tiempos del Restaurador de las Leyes, don Juan Manuel de Rosas, el plenipotenciario gobernador de la provincia de Buenos Aires que fue derrotado por otro estanciero, el general Justo José de Urquiza. Nada nuevo bajo el sol austral.
 
Sin embargo, el mascarón de proa del proyecto, JM, tiene poca vida; sus mentores, Mauricio Macri y sus socios, saben que el chivo expiatorio tiene poca vida. La cuestión es no inmolarlo ni promover una guerra civil, como las europeas que devendría en enfrentamientos en el seno de las familias, sin posibilidades de conciliación.
 
A todo ello ha apelado JM, provocando escisiones en el fuero íntimo de las personas, reabriendo heridas seculares y promoviendo odios internos que sólo caben promover más violencia y resentimiento.
 
De una personalidad contradictoria, JM, provocador desde la intimidad de su conducta y sus filiaciones perrunas, recién esta semana ha podido instalarse en la Quinta de Olivos, luego de las curaciones espirituales y demás ritos esotéricos llevados a cabo por el Jefe, su hermana Karina.
 
En medio de ese clima estrambótico y demencial y, de espalda de todas las instituciones democráticas, el gran dictador, pretende imponerse para beneficio de “la casta” que representa en detrimento de la gran mayoría de la población argentina. Instalado en el sillón de Rivadavia, ignora como el resto de los porteños el país federal que, sumido en el olvido de las autoridades nacionales, profundizará en extremo su pobreza, igualándose a los países vecinos, quienes, a pesar del momento que atraviesa Argentina, siempre la elegirán para vivir, por la calidad de su educación, de salud y posibilidades de mejorar sus vidas y la de sus descendientes.
 
Sin embargo, se les hace cuesta arriba lidiar con las instituciones de la República que, desde 1853, ponen freno a los excesos autoritarios; cargados con el odio ancestral que alimenta todas sus acciones, vuelven a resucitar los demonios que poblaron este país que, en su momento, fue el paraíso para los migrantes del viejo mundo. De allí que, junto con los EEUU, Argentina haya sido el puerto de llegada de millones de inmigrantes del viejo mundo, al punto de exceder varias veces la población nativa y la necesidad de las autoridades de “argentinizar” a los gringos que, pregonando otras lenguas, inundaban de nostalgia los conventillos de la gran aldea. En esa nostalgia gris que rondaba los puertos, el tango, música argentina por excelencia, nos habló de sufrimientos y dolores, de modo que, “Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento”, como cantaba el Polaco Goyeneche en Naranjo en flor. Claro, se argentinizaba también con la Ley de Residencia y, celebrando el Centenario de la Revolución de Mayo, la Ley de Orden social. Navegando siempre en los extremos, entre el amor y el odio, entre la vida y la muerte, fue moldeándose la población del país naciente, cuajada en contradicciones y odios de clase, primero españoles contra nativos, luego propietarios contra gauchos mal entretenidos, luego estancieros contra nativos e indios irredentos, más tarde las familias bien contra los grasas peronistas, que irrumpieron el 17 de octubre de 1945 y se mojaron las patas en la fuente de la Plaza de Mayo. Amor y odio, la ecuación más perdurable desde los días de la Colonia. Colonia siempre alentada por las altas clases porteñas que se prendían al imperialismo de turno. No por si acaso, EEUU, se adelantan a reconocer la independencia de España de las Provincias Unidas del Río de la Plata allá por 1822, un año antes de consagrar la Doctrina Monroe, que nos habilita como patio trasero del imperio naciente, ahora agónico y con anhelos de perpetuarse entre guerra y guerra.
 
En el mega proyecto de necesidad y urgencia que no tiene ni necesidad y urgencia, como el decreto que obliga a los jueces que usen toga, dentro de las grandes ridiculeces que intentan legislar, parece haber tirado miles de proyectos de leyes como para distraer y dejar que prosperen las leyes elaboradas por los estudios jurídicos de las grandes transnacionales empeñadas en quedarse con recursos y empresas públicas nacionales. Dentro de ese mamotreto legislativo intentan erosionar todas las instituciones civiles privadas y públicas, cuestión de profundizar el individualismo exacerbado que viene desarrollándose desde los setenta del siglo pasado y minar todas las posibilidades de sociabilización de las personas, como para que se queden encerradas en sus casas, creando sus propios dioses y fantasmas.
De más está decir que, los legisladores ni la justicia, deben caer en la trampa de discutir punto por punto lo decretado. Primero porque llevaría décadas de sesiones y, segundo, porque todo esto significa el mayor disparate jurídico de los últimos tiempos.
 
Como siempre estamos volviendo a los mismos lugares, no es arriesgado recaer en el 2001, dado que los mismos personajes que causaron aquella crisis disociativa, sean los mismos muertos vivos que ahora aparecen como mentores del actual gobierno de extrema derecha. Y si en aquella oportunidad, el ex presidente, Eduardo Duhalde terminó sentenciando una ocurrencia del politólogo brasileño Helio Jaguaribe, “que los argentinos estábamos condenados al éxito”, también estaba advirtiendo que, inversamente, “estábamos condenados al fracaso”, porque en ese imaginario contradictorio que nos acompaña desde siempre, la sociedad argentina se debate entre el éxito y el fracaso, la ilusión y la desilusión, sobre todo de la política y de quienes la ejercen y, si en aquella oportunidad, el grito unánime fue ¡Que se vayan todos!, en el fondo es sabido que, lo único que puede mejorar a la política, es un mayor ejercicio de la misma, habida cuenta que, como toda invención humana, es imperfecta. Porque en ese descontento generalizado y con el ánimo por el suelo, los grandes ganadores de aquella catástrofe, disfrutaban que la pobreza hubiera llegado al 62%, el nivel más elevado del país desde que se tiene registros. Ahora, con un 50% al término de 2023, los verdaderos ganadores del mercado, le hacen decir al vocero presidencial, Manuel Adorni, su preocupación por la pobreza – confesión en la que no se le mueve un pelo, porque jamás ha estado ni estará en la piel de un pobre – y, sin embargo, es el argumento preciso para culpar a la oposición que, si no vota los contenidos de la ley ómnibus, tendrá la culpa de lo que suceda. 
 
Excusas y más excusas despiadadas que, viendo las encuestas callejeras donde la gente se debate en busca de precios más baratos de alimentos, lejos está de advertir promover una protesta colectiva que coagule la opinión pública y salga masivamente a las calles a manifestar su descontento. 
 
No es nuevo, al contrario, es reiterativo, como es reiterativa la desconfianza y la sospecha que los ciudadanos comienzan a sentir, aunque no lo manifiesten y menos adviertan sus efectos: guerras de pobres contra pobres, nosotros y los otros, sobre todo porque, aunque no sabemos a ciencia cierta qué conforma ese nosotros en ciernes, sí sabemos qué son los “otros”, los extranjeros, las personas en situación de calle, los mendigos, los negros, los gays, los travestis, los discapacitados, todo ese colectivo discriminado desde siempre por los libertarios encabezados por JM y su gobierno. 
 
Los miles de cuentapropistas urbanos, autoengañados como emprendedores, cuyo progreso individual se arraiga en la adaptación al cambio y al manejo de la incertidumbre, critican todo aquel colectivo que requiere auxilio del Estado, ignorando que el paso del tiempo los colocará en idéntica situación de los actuales jubilados y pensionados. Por el momento, anestesiados por las redes virtuales triunfalistas, siguen entusiasmados en ese inexistente “eterno presente”.
 
Se ha cumplido un mes desde que asumió JM y ha arrasado con todo lo existente, como Atila, por donde pasa no vuelve a crecer la hierba. No exagero, el litoral atlántico colmado de playas que eligen los veraneantes, sigue siendo objeto de tormentas y huracanes como el ocurrido en Pinamar, en Mar del Plata o, anteriormente en Bahía Blanca donde murieron trece personas y tuvieron múltiples pérdidas materiales y el presidente libertario y su ministro de Defensa se presentaron disfrazados de soldados camuflados y les dijo que confiaba en que saldrían adelante, porque el gobierno no les iba a ayudar en nada. Dicho esto, salió con su runfla mafiosa dejando a las víctimas con la boca abierta de espanto. 
 
Porque JM y sus secuaces espantan. Son inconmovibles, no sienten nada por nadie que no sea sus propios intereses y de quienes los pusieron en el gobierno. Los medios cómplices entonces, aprovechan las inclemencias climáticas para llenar sus espacios y tender un manto de olvido en todo lo que ocurre alrededor con la desesperación de la gente. Si en un mes agotó el período de gracia que generalmente tienen los cambios de gobierno, cabe esperar que cuando las actividades comiencen de lleno en el mes marzo, habrá una atmósfera colmada de conflictos y protestas, por aumentos de combustibles y servicios, porque los padres no podrán enviar sus hijos a la escuela y deberán elegir entre comer o ir a la escuela. Los maestros por su parte, volverán a transformar las escuelas en comederos y la educación seguirá yéndose al tacho como en otras ocasiones, cosa que luego, las autoridades pondrán el grito en el cielo por la caída de los índices educativos. Otro círculo vicioso ya vivido varias veces de decadencia en decadencia, cuando las mismas fuerzas oligárquicas tomaron el poder en el pasado, boicoteando los cimientos de la Nación. Cimientos que, como los asimilaban antes a las simientes, lo que se robaba de día se reproducía generosamente por las noches, conformando un ciclo demencial que mataba de envidia a los países vecinos y transformaba en desfachatados a los arrogantes argentinos de todos los tiempos. Vicios hechos virtudes y virtudes hechas vicios, una enseñanza que está en el imaginario colectivo, innato en la viveza criolla del Viejo Vizcacha del poema nacional, Martín Fierro. Reflexiones obligadas que debemos hacernos los argentinos cada vez que tropezamos con la misma piedra, piedra que amenaza pulverizarse por la persistencia colectiva a cometer los mismos consabidos errores. 
 
El periodismo desorientado no sabe cómo abordar el cada día de informaciones que se despliegan como una catarata de terror y, que en su tarea cotidiana, intentan explicarse y explicar cómo serán las próximas horas violentas sobre la sociedad argentina en general, dado que hasta los propios beneficiarios, saben que de acatar a pie juntillas el texto del famoso DNU, miles de pequeños empresarios que conforman a sus proveedores asociados en cooperativas u otras asociaciones de productores, dejarán sus emprendimientos y pasarán a ser pobres desempleados en los conurbanos argentinos. Echando la culpa a la pesada herencia del gobierno anterior, el incólume vocero presidencial, Manuel Adorni, sigue cargando las tintas mientras despliega su cuota de maldad en cada aparición que hace en la sala de prensa de la Casa Rosada. Vocero del engendro maldito instalado en el gobierno nacional, cada instante de su gestión alimenta más odio entre sus propios seguidores y los opositores que siguen cada noche manifestándose en las principales ciudades del país, pero mucho más en la Capital Federal, como el “Cacerolazo cultural” que abarca a todas las actividades culturales que intenta arrasar el perverso mega DNU, siendo perjudicado el cine nacional, los teatros establecidos y barriales, como también la infinidad de actividades artísticas que se desarrollan a lo ancho y largo del profundo país federal, ignorado y negado desde siempre por las élites porteñas. Mucho más en los pueblitos alejados del noroeste o en las laderas andinas, poblados por originarios que a lo único que pueden asirse es a sus modos ancestrales de vivir, porque es lo que los ha ido salvando de los efectos predadores de los sucesivos invasores, comenzando por los españoles arribados con Cristóbal Colón.
 
En su primer mes de gobierno, JM, cerró con la inflación más alta en 33 años, todo un récord, recórd que va superando día a día, porque al día de la fecha, tiene al país en estado de deliberación continua, desde legisladores de todos los niveles, como gobernadores e intendentes de todo el país y dirigentes sindicales, sociales, pequeños y medianos productores, centrales de comerciantes de todas las regiones, mientras sus ministros desfilan por el Congreso justificando sus atroces políticas, que deshacen todo vestigio de regulación e intervención estatal, dando lugar a la intervención de la inversión privada, la que debe elegir cómo, dónde y cuándo invertir, teniendo todo a su disposición de manera alevosa.
 
A 34 días de asumido el gobierno de JM, sigue rondando la idea que es la mayor estafa imaginada en 223 años de vida independiente del país, con un costo social imposible de mensurar y, mucho menos atisbar la remota posibilidad de salida del túnel que el mismo JM, recuerda en cada una de sus satánicas apariciones.
 
Por de pronto, como sugiere el pensador argentino radicado en Madrid, Jorge Alemán y, bien que lo sabe por habitar un país todavía dividido por los efectos de la interminable guerra civil española, hay que luchar por reinstitucionalizar la nación. No instigar divisiones que lleven a enfrentamientos masivos en las calles, donde los muertos y heridos sólo los pondrá, como siempre, el pueblo argentino. Intentar la pacificación dentro de un diálogo que parece imposible, debe ser posible para que no nos ocurra lo sucedido en otros países del mundo, librados a su suerte y a los designios del imperio en retirada, nos dejen en el peor de los infiernos. Porque si de algo estamos seguros, es que siempre se puede estar peor.
 
Por último, quisiera hacer un homenaje a la gran periodista María Seoane, directora de Caras y Caretas y columnista del diario Página 12, fallecida el 27 de diciembre de 2023, a los 75 años. Autora de libros indispensables para entender la historia contemporánea argentina como: La noche de los lápicesEl saqueo de la ArgentinaEl burgués malditoEl dictador. La biografía no autorizada de Jorge Rafael Videla y Todo o nada, entre tantos ensayos indispensables. Pero sobre todo agradecerle otro texto brillante: Entre nosotros, publicado en 2005 sobre la crisis de 2001 y que me llegó casualmente en estos días de convalecencia de una grave enfermedad contraída, casualmente, por esta vuelta precipitada del neoliberalismo más feroz de todos los tiempos.

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