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sábado, 13 de enero de 2024

¡Yemen! Un pueblo indomable

 Tras la invasión israelí a Gaza, Yemen, junto al movimiento libanés Hezbollah y otras fuerzas revolucionarias árabes y musulmanas han asumido un papel activo en solidaridad con Palestina. Una vez más, Yemen ha sorprendido a todos al tomar decisiones que no solo tienen impacto local, también regional y global.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

I.

En 2015, Yemen, un país desconocido para muchos en Occidente, inició una guerra en defensa de su soberanía que estaba siendo amenazada por una alianza intervencionista liderada por Arabia Saudí.  El pueblo yemení tuvo que pagar con la vida de casi 400 mil de sus hijos para mantener su independencia. Muchas personas se han preguntado cómo ha sido posible que un país considerado el más pobre de Asia occidental haya sido capaz de resistir y vencer a una coalición formada por algunos de los países más ricos del planeta.
 
Aunque el conflicto se ha prolongado por casi una década, parece haber llegado a una situación que podría llevar a un posible cese del mismo. Si bien se mantiene una situación tensa y acciones bélicas de diferente índole, ha habido una reducción de las acciones militares en los últimos meses.  Ya no es una guerra total, pero tampoco ha llegado la paz. Bajo mediación de China, Arabia Saudí e Irán se reconciliaron, allanando el camino para la superación de varios conflictos en el Asia Occidental y el norte de África. Aparentemente, el de Yemen es uno de ellos.
 
Ahora, tras la invasión israelí a Gaza, Yemen, junto al movimiento libanés Hezbollah y otras fuerzas revolucionarias árabes y musulmanas han asumido un papel activo en solidaridad con Palestina. Una vez más, Yemen ha sorprendido a todos al tomar decisiones que no solo tienen impacto local, también regional y global. De nuevo, el mundo se ha preguntado cómo ha sido posible que ello ocurriera. En dos entregas, voy a dar a conocer algunos elementos que le permitan a los lectores conocer a Yemen, saber de la histórica lucha y el heroísmo de su pueblo a fin de ayudar a entender el alcance y la dimensión de la decisión yemení de apoyar con todos los recursos a su alcance la justa lucha del pueblo palestino. 
 
 La república de Yemen está ubicada en un lugar estratégico del planeta, en una región de confluencia de rutas comerciales que conectan Asia, la zona oriental de África y el Mediterráneo. Su territorio, situado en las costas del mar Arábigo y a las puertas del mar Rojo, domina el estrecho de Bab el Mandeb, colocándolo en un lugar privilegiado del globo terráqueo  sobre todo a partir del siglo XX cuando, por una parte se descubrieron en la región grandes yacimientos de energía (petróleo y gas) y por la otra, al considerar el enorme crecimiento económico y desarrollo de Asia Oriental que transformaron a Yemen en paso obligado de la mayor parte del comercio mundial.
 
Las antiguas ciudades del territorio se unificaron en la antigüedad en el bíblico reino de Saba. Ya desde ese momento comenzó la lucha de los habitantes de la actual superficie yemení por su liberación e independencia, al tener que enfrentar al imperio romano en el siglo I de nuestra era. La poderosa Roma fue derrotada en su intento de dominación.
 
A diferencia del resto de la península arábiga, el actual Yemen poseía una vegetación prodigiosa que le proporcionaba grandes riquezas a su población por las grandes posibilidades de consumo y comercio que ofrecía. Así, se le atribuye al matemático griego Ptolomeo la denominación de Yemen como la “Arabia feliz”.
 
En el transcurso de la historia, los yemeníes tuvieron que luchar con himyaritas que desde su religión judía persiguieron a la mayoritaria población cristiana hasta la intervención de los etíopes en el siglo VI. El islamismo llego a la región durante el siglo VII comenzando a configurar una cultura que se sustentaba en la imbricación de variados saberes que hicieron grandes aportes a la humanidad.
 
No obstante, durante muchos siglos, Yemen se mantuvo al margen del desarrollo cultural y económico que estableció el islam. Fue en el siglo XV cuando el territorio del actual Yemen comenzó a cobrar valor estratégico. En su afán de expansión comercial, los europeos iniciaron la dominación de territorios a lo largo y ancho del planeta. Los primeros europeos en llegar a la región fueron los portugueses que dominaron al país a fin de controlar la vía marítima que les permitía el comercio de especies desde Asia a Europa a través del mar Rojo. 

 En el siglo XVI se inició la conquista otomana con la ocupación de algunos lugares en la costa del mar Rojo, mientras el interior del país y la costa sur permanecieron independientes, gobernados por un imán. Poco después los ingleses hicieron su aparición en la zona, al instalar un puesto de la Compañía de las Indias en el puerto de Moka en el mar Rojo.  
 
En el siglo XIX los británicos expandieron su presencia al ocupar todo el extremo sudoccidental instalándose en 1839 en Adén, el mejor puerto de la región al mismo tiempo que en 1872 los turcos consiguieron consolidar el dominio en el interior del país, para lo cual instalaron de facto una monarquía hereditaria en el nombre de un imán local. Esta división hizo de hecho, que Yemen se partiera en dos países.
 
Hacia 1870, con la inauguración del Canal de Suez y la consolidación del dominio turco sobre el norte de Yemen, Adén adquirió nueva importancia para la estrategia global británica: era la llave del mar Rojo y, por lo tanto, del nuevo canal.
 
A principios del siglo XX, Turquía y el Reino Unido marcaron una frontera entre sus territorios, que pasaron a llamarse Yemen del Norte y Yemen del Sur, respectivamente.  En 1934 Inglaterra se aseguró el control de todo el sur del país, hasta la frontera con Omán. 
 
Durante la Primera Guerra Mundial, el Imán se alió con el Imperio Otomano y se mantuvo fiel a él hasta el fin de la guerra, cuando la derrota de los turcos, le permitió a Yemen recuperar su independencia en noviembre de 1918. No obstante, Gran Bretaña, tras reconocer la independencia de Yemen, en 1928, convirtió a Adén en un protectorado y en 1937, en colonia Una vez más los yemeníes tuvieron que recurrir a la lucha armada por la independencia. En 1940 surgió el movimiento nacionalista “Yemen Libre” para luchar contra el control del país por los imanes que se habían aliado con Gran Bretaña. 
 
La lucha tomó caminos separados en el norte y en el sur. En 1962 en el norte se creó la República Árabe de Yemen mientras, mientras que en el sur, el Frente de Liberación Nacional, creado en 1963, tomó Adén en 1967 y proclamó la independencia, iniciando una revolución socialista.
 
Yemen del Sur pasó a llamarse República Democrática Popular del Yemen, clausuró todas las bases británicas en 1969, tomó control de la banca, el comercio exterior y la industria naval, al mismo tiempo que emprendió una reforma agraria. En política exterior, mantuvo una estrecha alianza con la Unión Soviética. Así mismo , promovió una abierta lucha anti sionista y de apoyo al pueblo palestino.
 
En octubre de 1978, en un congreso que contó con considerable apoyo de la población, el Frente de Liberación Nacional fundó el Partido Socialista de Yemen. En diciembre se realizó la primera elección popular desde la independencia, para designar a los 111 integrantes del Consejo Revolucionario del Pueblo.
 
Desde los primeros años de su existencia,  la República Democrática Popular de Yemen, el país tuvo que enfrentar la permanente hostilidad de Arabia Saudí que aspiraba a controlar partes del territorio, precisamente aquellas en las cuales se habían descubierto yacimientos de petróleo. Las tensiones se agravaron ante la creciente presencia militar estadounidense en Arabia Saudita.
 
Mientras tanto, en el norte, el Frente Nacional Democrático (FND), que agrupaba a todas las fuerzas progresistas del país desarrollaba la lucha armada contra Alí Abdullah Saleh, que había llegado al gobierno en 1978. Cuando el FND estaba a punto de tomar el poder, Arabia Saudí intrigó para que el conflicto se desviara hacia una guerra contra la República Popular Democrática de Yemen. La mediación de algunos países árabes propiciaron un alto al fuego y un acuerdo por el cual se reanudaron las negociaciones para la reunificación, suspendidas desde 1972.
 
Finalmente, el 22 de mayo de 1990, ambas repúblicas se unieron formando la República del Yemen que estableció que la capital política fuera Sana'a (ex capital de la República Árabe de Yemen) y se designó capital económica a Adén (ex capital de la República Democrática Popular del Yemen). En sesión conjunta de las Asambleas Legislativas de ambos Estados realizada en Adén, se eligió un Consejo Presidencial dirigido por el general Alí Abdullah Saleh. La unificación de Yemen no fue bien vista por Arabia Saudí por lo que inició una política de apoyo a la secesión. En mayo de 1994, los secesionistas proclamaron una república de Yemen en el sur del país, pero fueron derrotados por fuerzas leales al gobierno.

Entre junio y agosto de 2004 hizo su irrupción un movimiento que expresaba las creencias de una rama específica del islam de orientación chií:  los zaiditas, cuyo líder era el clérigo Hussein al-Houthi. En honor a él, tras su muerte en combate en septiembre de ese año, el movimiento asumió la denominación de hutí, huthi o Ansarolá (partidarios de Dios). Aunque esta corriente es expresión de una minoría en Yemen, su historia no es reciente, se remonta a mediados del siglo VIII. El zaidismo se identifica por una mayor preparación de sus miembros y está asociado a la lucha por la justicia y a la defensa de la ética musulmana. Esta ideología, sumada a la posición de marginalidad a la que se vieron sometidos después de perder el poder en 1962, vendría a conformar el sustrato en el que se desarrollaría el pensamiento hutí a futuro. 
 
La lucha de los hutíes contra el gobierno prooccidental y pro saudí de Alí Abdullah Saleh fue larga y sangrienta. Debieron acudir a las armas en cinco ocasiones entre 2006 y 2008 en defensa de su territorio en el norte del país hasta que comenzaron a ensanchar su base de apoyo y el espacio geográfico bajo su control. En 2009, Saleh intentando detener a los hutíes, recurrió al apoyo de Arabia Saudí. 
 
Para los hutíes, el hecho de que un país como Arabia Saudí de corriente wahabí, extremadamente conservadora,  estuviera presente y se inmiscuyera en los asuntos del país fue visto como una amenaza a la soberanía de la nación en general y a la suya como minoría en particular. A partir de ese momento, su lucha, que tenía un carácter estrictamente interno, se transformó en enfrentamiento contra la intervención extranjera.
 
Aunque en un primer instante los combatientes hutíes sufrieron duras derrotas, incluyendo  (como se dijo antes ) la caída de su máximo líder, se fueron fortaleciendo en el tiempo y a partir de 2011, bajo el nuevo liderazgo del hermano menor de al-Houthi, Abdul Malik, comenzaron a propinar importantes reveses al enemigo. La retórica antiimperialista y antisionista se fortificó al identificar a Arabia Saudí como socio ejecutor de los planes de Estados Unidos e Israel en la zona.
 
La mal llamada “primavera árabe” tuvo especial influencia en el crecimiento del apoyo al pensamiento hutí en su lucha contra el gobierno represivo de Saleh. En Yemen el movimiento telúrico que agitó a parte importante del mundo árabe, tuvo una respuesta mucho más organizada que en los países vecinos. Ante la fuerza de las protestas, Saleh huyó del país y se refugió en Arabia Saudí siendo reemplazado por su vicepresidente, Abdo Rabu Mansur Hadi, que intentó poner orden en el país al llegar a un acuerdo con facciones opositoras a Saleh “para cambiar todo sin cambiar nada”, dejando por fuera al movimiento hutí.
 
A finales de 2014, los hutíes decidieron iniciar la ofensiva sobre la capital. En este contexto, Saleh - sorpresivamente en un intento por recuperar el poder- estableció una alianza con los hutíes para enfrentar a Hadi. Los hutíes, que no habían apoyado los acuerdos de paz suscritos por Hadi, se aliaron con el que fuera su mayor enemigo para tomar la capital. La Guardia Republicana, fuerza leal a Saleh, favoreció la entrada de los hutíes a Sana'a. Hadi huyó a Riad, la capital saudí, desde donde “dirige” los territorios aún no controlados por Ansarolá, actuando en realidad como un títere de la monarquía wahabí. 
 
Ya en el poder, los hutíes formaron un Comité Revolucionario para dirigir el país.  Así mismo, se vieron obligados a combatir simultáneamente con las fuerzas terroristas de Al Qaeda y con Arabia Saudí que los protege. 
 
Saleh consideró que los hutíes no habían cumplido los acuerdos que según él,  significaban que debía asumir el poder nuevamente y con apoyo saudí,  se volvió contra ellos. Al consumarse la traición, los hutíes atacaron la casa de Saleh, ajusticiándolo en la acción.
 
Desde Riad, Hadi pidió la intervención saudí en Yemen. Ante tal solicitud, la monarquía saudí organizó una coalición de países suníes para lanzar en 2015 la operación “Tormenta Decisiva”, estructurada a partir de ataques aéreos sobre los principales enclaves controlados por los hutíes que se saldaría con miles de muertos.
 
Esa acción que fue prevista como una ofensiva definitiva para hacerse con el control del país, a fin de lanzar una segunda operación denominada “Restaurar la Esperanza” centrada más en el acercamiento diplomático. En realidad, la actividad bélica no cesó en ningún momento, al contrario, las acciones terrestres, aéreas y marítimas de la alianza se vieron reforzada por un bloqueo naval que impidió la entrada de ayuda internacional, sumiendo al país en la peor crisis humanitaria de la historia hasta que se desataron las actuales acciones sionistas en Gaza ambas con apoyo explícito de Estados Unidos. 
 
Los hutíes haciendo uso de un amplio margen de maniobra sustentado en un mayor y mejor conocimiento del terreno y esgrimiendo tácticas de guerra de guerrillas inspirados -según ellos- en la lucha de liberación de Vietnam y “los movimientos de resistencia en América Latina”, demostraron gran capacidad para golpear a un ejército invasor sin disposición ni moral de combate y carentes de disciplina y motivación para la batalla. Así mismo, la amplia procedencia de los soldados de la coalición que ha incluido la participación de un muy numeroso contingente de mercenarios contratados por empresas privadas, han mermado la capacidad combativa de la alianza vanguardizada por Arabia Saudí.
 
Riad recibió contundentes golpes incluso en su propio territorio, cuando las operaciones combativas de Ansarolá se trasladaron a la profundidad de la geografía saudí a través de un avanzado sistema de ataque a partir de drones y misiles de largo alcance que alcanzaron cuarteles de las fuerzas armadas, refinerías de petróleo y obras de infraestructura crítica a distancias muy lejanas de la frontera común.
 
II. 
 
Los medios transnacionales de la comunicación han sembrado la idea de que los hutíes actúan bajo la influencia del Gobierno de Irán. Aunque ni Irán ni los hutíes han negado su pertenencia a un eje de resistencia al imperialismo, el colonialismo y el sionismo que también incorpora a fuerzas políticas del Líbano, Siria, Bahréin y de la propia Palestina, simplificar la ecuación a una relación de “subordinación” no deja de ser superficial y banal, habida cuenta del propio historial de lucha del pueblo yemení. 
 
 
En Asia Occidental, la creciente agresividad de Israel y la presencia intervencionista de Estados Unidos han ido polarizando la situación política. El reciente acuerdo de Irán para dirimir diferencias con Arabia Saudí, así como otros convenimientos que han acercado a Egipto y Turquía, Catar y Arabia Saudí entre otros -después de años de distanciamiento- sumado a la propia paralización de la guerra en Yemen, apuntan al debilitamiento del polo imperialista-sionista y el fortalecimiento de la resistencia. 
 
En este contexto, por historia y por ubicación geográfica, el papel de Yemen y del movimiento hutí es determinante. Vale decir que Ansarolá nunca ha ocultado su relación con Irán. Los une su común pertenencia a la rama chií del islam. Tanto el fundador del movimiento Ansarolá como su hermano, que lo dirige hoy,  pasaron parte de su vida en Qom (Irán), formándose política e ideológicamente, al mismo tiempo que estudiaban la corriente chií, sustentada en la idea de que la sucesión legítima de Mahoma corresponde  a los descendientes de su yerno Alí por oposición a los suníes que piensan que los sucesores de Mahoma debían ser los compañeros del profeta. Suní viene de “Ahl al-Sunna", que se traduce como "la gente de la tradición" y chií proviene de “Chiat Ali”, que significa "el partido de Ali”. 
 
Pero esto no significa que los yemeníes sean simples “accesorios” de Irán. Más allá del apoyo financiero, militar, comunicacional y político que ha recibido de Teherán, el movimiento Ansarolá ha demostrado autonomía y decisión propia en el diseño y ejecución de sus acciones tanto en la guerra contra Arabia Saudí y sus aliados desde 2015 como ahora, en el apoyo a la causa de Palestina.
 
Se debe saber que además de su auxilio a Palestina, Yemen tiene un conflicto directo con Israel por el soporte que la entidad sionista le dio a los Emiratos Árabes Unidos (EAU) durante la guerra iniciada en 2015 que le permitió  la ocupación de las  estratégicas islas yemeníes de Socotra, que se encuentran en el mar Arábigo a unos 350 kilómetros al sur de las costas del país, a fin de establecer una serie de bases de espionaje con el propósito de reunir información de inteligencia en toda la región, en particular del estrecho de Bab el-Mandeb.
 
Algo importante a señalar respecto a la base de EAU e Israel en Socotra es que también beneficia a Estados Unidos ya que a través de ésta podría controlar al puerto de Gwadar en Pakistán que forma parte del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC) en el que Beijing desarrolló un puerto para que las mercancías descargadas allí pudieran ser enviadas por tierra a China, en particular a su región occidental. 
 
Pero, en relación a los hechos actuales, hay que saber que las acciones de Yemen en apoyo a Palestina comenzaron casi inmediatamente después del 7 de octubre. El 19 de ese mes, un buque de la armada estadounidense derribó misiles y drones disparados por los hutíes contra Israel de acuerdo con información del Pentágono publicada entonces. 
 
Unos días después, el 27 de octubre, seis personas resultaron heridas cuando dos drones cayeron sobre Taba, un poblado egipcio fronterizo con Israel, después de la intercepción de los mismos por parte de la fuerza aérea israelí. El 31 de octubre, los hutíes reivindicaron un ataque con drones contra la entidad sionista. Su ejército informó que había interceptado un misil lanzado desde el sur.
 
El portavoz militar hutí general Yahya Sari afirmó en una declaración televisada que el grupo había lanzado un "gran número" de misiles balísticos y aviones no tripulados hacia Israel y que habría más ataques en el futuro "para ayudar a los palestinos a lograr la victoria”. En respuesta el asesor israelí de Seguridad Nacional, Tzachi Hanegbi dijo que los ataques de los hutíes eran intolerables, pero no quiso dar más detalles cuando se le preguntó cómo respondería Israel.
 
A mediados de noviembre, Ansarolá comunicó que sus fuerzas armadas atacarían a todos los barcos que navegaran con bandera israelí o que fueran operados o propiedad de empresas israelíes. Unos días después, el general Sari, indicó que "las fuerzas armadas yemeníes siguen impidiendo que los barcos de todas las nacionalidades que se dirigen a puertos israelíes naveguen por el mar Arábigo y el mar Rojo hasta que transporten los alimentos y medicinas que necesitan los palestinos en la Franja de Gaza”.
 
Ante esta decisión y tras los primeros ataques a barcos que se dirigían a Israel,  cuatro grandes empresas navieras (la línea de contenedores más grande del mundo, Mediterranean Shipping Co. [MSC], con sede en Suiza, la danesa Maersk, la francesa CMA CGM y la alemana Hapag-Lloyd) suspendieron el paso de sus buques por el mar Rojo. Estas empresas transportan aproximadamente el 53% de los contenedores marítimos del mundo, y alrededor el 12% del comercio mundial en términos de volumen. Hay que decir que el 30% del tráfico mundial de contenedores pasa por Bab al-Mandeb.
 
En respuesta, el 19 de diciembre, Estados Unidos se propuso crear una alianza naval a fin de iniciar una operación que denominaron “Guardián de la Prosperidad” supuestamente dedicada a “garantizar la libertad de navegación en el Mar Rojo”. En los hechos, ello significó declarar la guerra a Yemen y militarizar ese mar. Pero el país árabe se ha mantenido incólume en su posición. Sus fuerzas armadas han afirmado que “cualquier ataque contra bienes yemeníes o contra las bases de lanzamiento de misiles de Yemen teñiría todo el Mar Rojo de sangre”, asegurando que poseen “armas para hundir vuestros portaaviones y destructores”.
 
El escalamiento de las acciones a partir de entonces ha sido evidente. El 20 de diciembre en un discurso, el líder de Ansarolá, Sayyed Abdul Malik Al-Houthi afirmó que la responsabilidad del mundo islámico ante el conflicto en Palestina era grande, especialmente de la región árabe por ser “el corazón de ese mundo”. En este sentido, deploró la posición islámica-árabe en las cumbres que se realizaron para debatir el tema, especialmente la que se celebró en Arabia Saudí. Al Houthi caracterizó como débil ese punto de vista. Apuntó que debería haber un compromiso de los pueblos árabes y musulmanes de apoyar a Palestina, al mismo tiempo que deploró el enfoque de algunos países sobre lo que llamó la “conspiración contra Palestina”. El líder yemení dijo que su nación no esperaba de Estados Unidos y los países europeos una posición o papel positivo hacia Palestina. Por tales razones, consideró que la perspectiva del eje de la resistencia debería ir encaminada a elevar el nivel de apoyo militar a Palestina.
 
En ese marco, Al Houthi advirtió que Ansarolá iba a “arremeter contra los buques de guerra estadounidenses si sus fuerzas eran atacadas por Washington tras el lanzamiento de la operación “Guardián de la Prosperidad”. Según Al Houthi, Estados Unidos no intenta proteger la navegación mundial sino que busca militarizar el espacio marítimo.
 
No obstante, Estados Unidos no logró un consenso para llevar adelante las misiones de la alianza naval creada. Se generaron desacuerdos con los países árabes que fueron convocados para formar parte de la coalición lo cual ha dificultado una respuesta coherente a los ataques de los hutíes contra los buques que transitan por el mar Rojo. Dos países clave de la región implicados en la larga guerra contra Yemen —Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí— mantienen posturas opuestas hacia los hutíes, lo que ha significado un importante obstáculo para el plan estadounidense de poner fin a los ataques marítimos. Una posibilidad manejada por Washington es dar una respuesta militar a los hutíes pero algunos aliados árabes se han negado a ello. Estos prefieren insistir en la vía diplomática y reforzar la protección marítima a los barcos.
 
Analistas especializados consultados al respecto coinciden en señalar que los objetivos de la operación son vagos si se considera que a los jefes navales no se le han impartido misiones precisas. Así mismo, los buques de la coalición, aunque equipados con armamento avanzado, solo pueden limitarse a repeler los ataques con misiles, escoltando los buques mercantes con buques de guerra, lo cual resulta cuestionable toda vez que el arsenal de misiles de Yemen es inagotable a la luz de las acciones emprendidas en los últimos 8 años, además que, “ni la dirección de las compañías de transporte mundiales, ni los capitanes de los buques mercantes, ni las aseguradoras estarán dispuestos a jugar a esta lotería", según dijo Iliá Kramnik, experto ruso en fuerzas navales. 
 
Así mismo, Michael Horton, cofundador de Red Sea Analytics International, una firma de asesoría independiente dedicada a ofrecer análisis imparciales sobre las dinámicas de seguridad en el mar Rojo, señaló que los hutíes “solo han desplegado una parte de sus armas, sin utilizar misiles de mayor alcance, drones más avanzados y minas marinas difíciles de detectar”. 
 
En esta situación, el vicealmirante estadounidense Kevin Donegan señaló que “Estados Unidos también ha estado aceptando como normales los persistentes ataques […] de los hutíes”. Según el New York Times, esto ha llevado a que el presidente Biden se vea obligado a afrontar una difícil elección relacionada con los futuros planes de disuasión de los hutíes. Para ello debe considerar que Arabia Saudí no busca una escalada del conflicto que podría hundir una tregua con los rebeldes negociada con mucho esfuerzo. Por su parte, Tim Lenderking, enviado especial de Estados Unidos para Yemen afirmó a mediados de diciembre que  “Todo el mundo está buscando una fórmula para reducir las tensiones”. 
 
En la otra parte del conflicto, el pasado 24 de diciembre, el comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, mayor general Hossein Salami anunció que se podría avanzar hacia un bloqueo naval total de Israel si se llegara a cerrar el Mar Mediterráneo, el Estrecho de Gibraltar y otras vías navegables. A la fecha, Yemen ya logró bloquear casi en su integridad el puerto israelí de Eilat, situado en el Mar Rojo, que está funcionando solo al 15% de su capacidad. Vale decir que las fuerzas milísticas de Ansarolá lograron golpear un barco israelí en lo profundo del Mar Arábigo, cerca de la India a mucha distancia del territorio yemení. Por su parte, Irán cuenta con drones y misiles hipersónicos de largo alcance que, en caso de una guerra total contra el sionismo podrían apuntar fácilmente a barcos comerciales que se desplacen por el Mediterráneo hacia los puertos israelíes.  
 
Así mismo, en la preparación de un combate de otras dimensiones contra Israel, el ejército de Yemen anunció que cuenta con 20 000 soldados reservistas entrenados y dispuestos a luchar junto a las Fuerzas armadas del país en contra de la entidad sionista y la coalición que lidera Estados Unidos.
 
El 28 de diciembre, Yemen advirtió a Estados Unidos y sus socios sobre la militarización del mar Rojo y afirmó que intensificará sus ataques contra los enemigos si continúa el bloqueo a Gaza. En este contexto, un día antes, los principales comandantes de las Fuerzas Armadas de Yemen se reunieron para discutir los últimos acontecimientos regionales y revisar la disposición combativa de las tropas. Al final del encuentro manifestaron estar listas para cumplir las órdenes del líder de Ansarolá. 
 
El 4 de enero, después que un contingente naval yemení se enfrentara cara a cara con las fuerzas militares estadounidenses en el mar Rojo, con la pérdida de tres pequeñas embarcaciones y 10 combatientes, el comandante de las Fuerzas de Defensa Costera de Yemen, general de división Muhammad Al-Qadiri advirtió que su país no se reservaba el derecho a responder, sino que respondería determinando el objetivo en cada caso en las islas, en el mar Rojo y en “las bases donde están estacionados los sionistas y los estadounidenses".
 
Si finalmente Estados Unidos y su alianza decidieran desafiar directamente a los hutíes en el mar Rojo, se enfrentarán a una vasta guerra naval desde el golfo de Adén, el mar Arábigo y el océano Índico. Si eso ocurriera, se desataría una espiral indetenible de confrontaciones de dimensiones incalculables.
 
En cualquier caso, Yemen ya logró emplear su posición estratégica como fuerza en los equilibrios globales e imponerse como parte importante en la ecuación de confrontación en curso y expresar una de las formas más valientes de apoyo al pueblo palestino que enfrenta la maquinaria de guerra israelí apoyada por Estados Unidos y Gran Bretaña, constituyéndose en una importante carta de presión contra el sionismo y su mentor norteamericano. 
 
Controlar el canal de Suez, es controlar el 90% del comercio mundial afectando directamente a Israel al golpear su economía. En este sentido los hutíes lograron hacer lo que Israel y Estados Unidos han tratado de evitar a toda costa hasta ahora: “convertir el genocidio en Gaza en una crisis global”.
 
El periodista libanés Khalil Harb citando al Banco Mundial,  en un artículo en la revista online The Cradle, afirmó que Israel importa y exporta “casi el 99% de los bienes por río y mar” y más de ⅓ de su PIB depende del comercio de bienes”.
 
Por su parte, el periodista brasileño especializado en política internacional Eduardo Vasco señaló que además de la incidencia directa que está causando el movimiento hutí en Asia Occidental,  sus acciones están “paralizando la economía mundial, es decir, el funcionamiento mismo del régimen capitalista, que está en la raíz del problema de la guerra de agresión en el Medio Oriente”. En este marco, Vasco opina que Estados Unidos e Israel están limitados para realizar un ataque directo a Yemen porque podría haber represalias contra los aliados de Estados Unidos en la región “principalmente contra sus yacimientos petrolíferos, lo que agravaría brutalmente la crisis económica con una de petróleo (que ya ha comenzado). Por esta razón, mientras los Emiratos Árabes Unidos quieren acciones enérgicas contra los hutíes, los saudíes se muestran cautelosos”. 
 
A última hora y casi al cerrar este artículo llega la información de que Yemen había atacado un barco estadounidense que trasladaba suministros a Israel, dando respuesta de esa manera a los recientes ataques estadounidenses contra las fuerzas navales yemeníes. 
 
Así mismo, respondiendo a las declaraciones del secretario de Estado de Estados Unidos Anthony Blinken, el viceministro de relaciones exteriores de Yemen, Hussein Al-Ezzi ratificó “la seguridad de la navegación a todos los destinos, excepto los puertos de la Palestina ocupada”,  negando categóricamente las informaciones falsas diseminadas por Washington, Londres y Berlín con respecto a la seguridad de la navegación.
 
Las líneas precedentes dan cuenta de la capacidad y decisión del pueblo yemení de asumir un protagonismo cierto en la guerra de Israel contra Palestina. En los hechos, hacen patente que, aun siendo un país pequeño y marginado global y regionalmente del desarrollo económico, mantiene una voluntad de lucha que expresa el sentimiento milenario de existir como nación independiente, colocando en entredicho a las principales potencias mundiales al poner trabas e impedimentos a la ejecución imperial de su política en la región a través del pleno apoyo a Israel.
 
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