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sábado, 2 de marzo de 2024

Bukele y Milei en la Conferencia de Acción Política Conservadora de EEUU

 Entre este tipo de gobiernos populistas de derecha y la guerra del lawfare, el conservadurismo latinoamericano ataca la agenda progresista que se muestra timorata y tiene dificultades para que sus propulsores se mantengan unidos, tal como manda el manual del sentido común de la política. 

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) es una conferencia política anual con activistas conservadores y representantes electos de los Estados Unidos. En la CPAC se reúnen hasta diez mil participantes, entre los cuales están las personalidades más importantes de las diferentes corrientes del movimiento conservador estadounidense: políticos con cargos en ejercicio, militantes de base, dirigentes de organizaciones y personalidades de los medios de comunicación.
 
Este año, la CPAC tuvo como invitados especiales a dos presidentes latinoamericanos en ejercicio, Nayib Bukele de El Salvador y Javier Milei de Argentina, además de algunas otras figuras emblemáticas del pensamiento político conservador de otras partes del mundo, como Santiago Abascal del partido de extrema derecha VOX, de España, y la ex primera ministra británica Liz Truss quien, por cierto, solo estuvo dos meses en el cargo en 2022.
 
Es especialmente sintomática la presencia de Nayib Bukele porque, por primera vez, el presidente se alinea abiertamente dentro del campo de la ideología política conservadora, algo que posiblemente ya se siente con la tranquilidad de hacer una vez que triunfara en las recientes elecciones en su país en las que fue reelegido. Esta redefinición de Bukele en el espectro de la derecha, sabiendo que proviene de las filas de un partido de izquierda, el emblemático FMLN, pone sobre el tapete la discusión sobre si se trata de un caso de oportunismo político o de rojipardismo.
 
En el primer caso, sería una apuesta oportunista en la medida que, según sus cálculos, el protagonista de esta conferencia fue nada más y nada menos que Donald Trump, con quien querría quedar en buenos términos ante la gran posibilidad que tiene de ser el próximo presidente de los Estados Unidos, y dadas las inconformidades de la actual administración estadounidense con sus políticas violatorias de los derechos humanos. 
 
Y también podría ser un caso de rojipardismo que, como se sabe, recubre adscripciones de extrema derecha, incluso fascistas, con una retórica de izquierda. Se trataría de la convergencia de sectores de extrema derecha y extrema izquierda que se unirían o, como mínimo, se aliarían en contra del globalismo, lo que llaman la “ideología de género”, las conquistas en torno a la diversidad sexual, el ambientalismo, el Estado social y sus beneficios, etc.
 
Javier Milei, por su parte, protagonizó un eufórico encuentro con Donald Trump, dejando claro que se trata de dos exponentes de una misma corriente que cada vez tiene más seguidores no solo en nuestro continente, como quedó muy claro con la reciente enorme manifestación de respaldo a Jair Bolsonaro en Sao Paulo, Brasil.
 
Como muestra de la sintonía entre los gobiernos de Bukele y Milei, la ministra de seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, visitó El Salvador para ponerse al tanto in situ de la política represiva contra las pandillas del gobierno salvadoreño que le ha ganado tanta popularidad pero, también -y casi al unísono- ambos gobiernos dieron a conocer histriónicamente sus políticas anti “ideología de género”, apuntando tanto a la administración pública, al prohibir explícitamente el lenguaje inclusivo, como al sistema educativo, que deberá revisar los “sesgos” en ese sentido. 
 
Son gestos populistas que buscan atemperar los miedos y las fobias de sociedades estresadas por las condiciones económicas y sociales que han producido cuarenta años de aplicación de las políticas neoliberales. Para ello, recetan más de lo mismo, pero cada vez en dosis más fuertes y recubierto con un espíritu mesiánico, acercando la posibilidad de retornar -con sus propias características y con rasgos nuevos- a gobiernos del tipo de los dictatoriales que caracterizaron a nuestra América en la segunda mitad del siglo XX.
 
Entre este tipo de gobiernos populistas de derecha y la guerra del lawfare, el conservadurismo latinoamericano ataca la agenda progresista que se muestra timorata y tiene dificultades para que sus propulsores se mantengan unidos, tal como manda el manual del sentido común de la política. 

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