Ojalá que, sentados frente al televisor, oyendo lo que pasa en estas plazas sitiadas, seamos capaces de entender por qué sucede todo esto, por qué esas Numancias contemporáneas, son escarmentadas ante nuestros ojos para que nadie ose oponerse a este mundo en el que prevalece la ley del más fuerte.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Numancia es el nombre de una desaparecida población celtíbera situada sobre el Cerro de la Muela, en Castilla y León, España. Ha pasado a la historia por la resistencia de sus habitantes al asedio realizado por las tropas de Roma en el verano del año 133 antes de nuestra era, que prefirieron suicidarse antes que rendirse a sus atacantes por lo que su ejemplo de resistencia llevó a acuñar la expresión “resistencia numantina”.
Los acontecimientos sucedieron así: tras veinte años repeliendo los continuos e insistentes ataques romanos, en el año 134 antes de nuestra era el Senado romano confirió a Publio Cornelio Escipión Emiliano, conocido como el Africano Menor, la labor de destruir Numancia, a la que finalmente puso sitio levantando un cerco de nueve kilómetros apoyado por torres, fosos y empalizadas. Tras trece meses de hambruna y enfermedades, agotados sus víveres, los numantinos decidieron poner fin a su situación en el verano del año 133 antes de nuestra era. Algunos de ellos se entregaron en condición de esclavos, mientras que la gran mayoría decidió optar por el suicidio.
Resistencia numantina es la que han mostrado los cubanos después de sesenta años de bloqueo, no trece meses como los numantinos que han pasado a la historia y son erigidos como ejemplo y elemento central del patriotismo contemporáneo en el catecismo histórico que se enseña en las escuelas españolas.
Sesenta años se dicen rápido y fácil, pero piénsese que muchos de los que lean estas líneas no han llegado a esa edad, lo que significa que habrían pasado toda su vida en condiciones de asedio, con limitaciones de lo básico para la vida diaria, a veces lo necesario para el aseo, otras veces la electricidad o el agua, la gasolina o la comida, o todo junto, en fin cualquier cosa que se pueda imaginar, y que los cubanos de la Habana, de Cienfuegos, de Santiago o de cualquier parte de la isla deben de tratar de conseguir en ciudades que a veces parecen devastadas por un bombardeo.
Hay viajeros y turistas que llegan a Cuba a cerciorarse -dicen- de lo mal que anda el socialismo. A lo mejor el socialismo fracasó en Cuba, quién sabe, porque Estados Unidos ha hecho tanto para derrotarla que cualquier país estaría hecho polvo con o sin socialismo.
Esos visitantes ven a la gente deambular por las calles en las que se hacina la basura, porque no hay camiones para recogerla, o gasolina para que caminen esos camiones; la ven haciendo largas colas para comprar algo que llegó a la despensa y puede ser retirado con la libreta.
Repiten al volver a su país los dolores y las quejas que esos cubanos les contaron, porque son gente y sufren como cualquiera, y los noticieros internacionales con corresponsales in situ reportan las explosiones de desesperación y las protestas, como las de esta semana que termina, en las que la gente sale a la calle.
Se mezclan en los reportes internacionales de estos noticieros los gritos de los cubanos y las explosiones de las bombas en Gaza, en donde un millón y medio de personas cercadas, a las que no se les deja moverse para ningún lado, son sometidas al exterminio por fuego y también por hambre, como los cubanos, solo que aquí en una operación tipo blitzkrieg que nadie puede denunciar a riesgo de que se le catalogue de antisemita.
En Europa ven a los inmigrantes que les llegan huyendo de esos asedios como bárbaros, y ponen empalizadas, cercas con alambre de púas, radares, barcos vigías y apertrechan ejércitos enteros para detenerlos. Pero los verdaderos bárbaros del siglo XXI son los que asedian a estos pueblos pequeños y pobres, que son nuestras Numancias, nuestros ejemplos de resistencia que, como ella, también tienen sus débiles y sus traidores que se entregan como esclavos y que, como también deben haber hecho los romanos -que eran sumamente hábiles en eso de la guerra cultural- son ensalzados como luchadores por la libertad.
En Cuba, como en Numancia, se han cometido errores propios que han contribuido a la situación que se sufre hoy. Sin embargo, la historia que se les enseña hoy a los niños españoles no hace mención de los errores de Viriato, líder de la resistencia numantina, porque lo más importante es la resistencia en situación de asedio, que a veces obnubila el raciocinio, frente al acoso inclemente del imperio de turno.
Ojalá que, sentados frente al televisor, oyendo lo que pasa en estas plazas sitiadas, seamos capaces de entender por qué sucede todo esto, por qué esas Numancias contemporáneas, son escarmentadas ante nuestros ojos para que nadie ose oponerse a este mundo en el que prevalece la ley del más fuerte.
Excelente artículo
ResponderEliminarMuy buena comparación con lo que estamos viviendo todos los cubanos por no rendirnos ante la potencia más criminal del mundo en estos momentos
ResponderEliminarExcelente!! Vivan los pueblos oprimidos!!!
EliminarEstoy agradecido por la originalidad que aportas a cada línea de tu artículo. ¡Haces que cada palabra cuente! Explora nuestro blog especializado en Aviator.
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