Páginas

sábado, 29 de junio de 2024

Bolivia: río revuelto

 El golpe boliviano, aunque detenido en un primer momento, es expresión de un proceso en marcha, en el que los factores en pugna no han sido ni vencidos ni marginados, por lo que debe ponerse atención al desarrollo de los acontecimientos en el futuro inmediato.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica 

Apenas bajándose del carro blindado en el que el general boliviano Juan José Zúñiga se había apertrechado durante la intentona golpista de tres horas que protagonizó, señaló al presidente Luis Arce de ser su cómplice. 
 
Casi al mismo tiempo, la bancada del MAS (Cochabamba) de la Cámara de Diputados, partido al que pertenece el presidente Arce – bancada que en las actuales circunstancias está del lado de su correligionario y oponente dentro del partido, Evo Morales- decía, en un comunicado dirigido “al pueblo boliviano”, que se acababa de “gestar un autogolpe de estado cobarde comandado por el nefasto Gral. Zúñiga con la traición y complicidad de Luis Arce Catacora (…)”.
 
 Simultáneamente, frente al Palacio Quemado, sede del ejecutivo, grupos de manifestantes apoyaban a Lucho (el presidente Luis Arce) mientras atrás de ellos otros gritaban consignas denunciando un autogolpe.
 
La versión del autogolpe derivaría de la idea según la cual, en la confrontación Evo-Arce, el segundo necesitaría cohesionar a sus simpatizantes, no frente a la derecha, sino frente a los masistas evistas que la última semana han protagonizado cierres de carretera y huelgas que tienen en vilo al país.
 
 Atrás de este encontronazo entre evistas y arcistas está la pugna por la presidencia que debe definirse el año entrante en elecciones generales. Arce y Morales quieren, uno reelegirse, y el otro optar por un nuevo mandato. La disputa ha llevado al desgarramiento del MAS que está enfrentado en una lucha fratricida.
 
De ahí, entonces, que la suspicacias entre ambos bandos haya llegado a límites como los que estamos viendo a raíz de estos acontecimientos. 
 
Álvaro García Linera, quien fuera vicepresidente de Evo Morales, descarta la versión del autogolpe. Considera que las pugnas en el seno del MAS han creado un ambiente propicio para que la derecha, agazapada, pero siempre al acecho mientras no tenga condiciones, ha sacado las uñas y ha organizado esta intentona. Advierte que no es que haya traición en el MAS, sino creación de condiciones propicias, y saca conclusiones generales para el movimiento progresista y de izquierda: solo la unión garantiza que sus oponentes políticos no levanten cabeza, que, aunque parezca derrotada, siempre tiene la posibilidad de reorganizarse y de aprovechar los espacios que se le dejan. 
 
No solo esa es la lección que debe sacar el progresismo y la izquierda de esta situación. En un continente en el que los ejércitos son muy comúnmente utilizados para hacer prevalecer los intereses de la derecha a través de la fuerza, solo se puede tener relativa confianza en el respaldo a proyectos populares cuando la institución armada se reestructura internamente y se compromete con los procesos de cambio. 
 
El golpe boliviano, aunque detenido en un primer momento, es expresión de un proceso en marcha, en el que los factores en pugna no han sido ni vencidos ni marginados, por lo que debe ponerse atención al desarrollo de los acontecimientos en el futuro inmediato. Ojalá que en el seno del MAS adquirieran plena conciencia de la debilidad a la que orillan al campo progresista con sus disputas internas, y sepan ofrecer un frente común que asegure su permanencia en el poder en un país en el que se han realizado en el pasado transformaciones emblemáticas de la tendencia nacional-popular de nuestro continente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario