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sábado, 6 de julio de 2024

El blanco del ataque de Milei no es Lula, sino la integración regional

 El vínculo entre el mandatario argentino Javier Milei y el presidente brasileño Luis Ignacio Lula da Silva está roto. Nunca pautaron un encuentro, ni siquiera conversaron por teléfono, y las primeras definiciones del presidente brasileño sobre el libertario argentino expusieron una crisis diplomática latente y un pedido de disculpas por haber dicho “muchas tonterías”.

Aram Aharonian / www.estrategia.la

Ante la inminencia de la Cumbre del Mercosur, que se llevará a cabo el próximo 8 de julio en Asunción, Milei finalmente decidió no dar la cara, no asistir al encuentro. Uno de los motivos de su ausencia, según argumentó, fue el cruce que tuvo con Lula, a quien llamó corrupto y comunista..»¿Qué le dije? ¿Corrupto? ¿Acaso no fue preso por corrupto? ¿Y qué le dije? ¿Comunista? ¿Acaso no es comunista? ¿Desde cuándo hay que pedir perdón por decir la verdad? ¿O estamos tan enfermos de corrección política que a la izquierda no se le puede decir nada, aún cuando sea verdad?», había dicho Milei en una entrevista en La Nación+.
 
Si bien la acritud de las relaciones presidenciales tienen siempre una causa de origen, traen acarreadas sus consecuencias, entre ellas un nuevo golpe a las posibilidades de reencauzar la integración regional en la próxima reunión del Mercado Común del Sur (Mercosur). Los analistas argentinos coinciden que Milei se empeña en dañar la relación con Brasil, quizá siguiendo directivas de Estados Unidos.
 
La respuesta de Milei se asemeja a las que ha dado en anteriores ocasiones ante los pedidos de disculpas de otros gobiernos y gobernantes atacados por él, como el del español Pedro Sánchez, el mexicano Andrés López Obrador o el del colombiano Gustavo Petro.
 
Apenas días después de la visita de William Burns, jefe de la central estadounidense de inteligencia CIA, el ultraderechista Milei se embarcó en un grotesco ataque a los mandatarios progresistas de la región, en un evidente intento de atentar contra los procesos de integración regional. Las relaciones diplomáticas del gobierno argentino han dado un vuelco rotundo desde la llegada de Milei a la presidencia, especialmente en lo que hace al vínculo con los líderes de países como Brasil, Venezuela, México y Colombia.
 
Los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador, y de Colombia, Gustavo Petro, respondieron a los ataques de su par argentino, quien se ganó el mote de “desintegrador”.
 
Andrés Manuel López Obrador, recordó que Milei «se atrevió a acusar a su paisano Francisco de ser ‘comunista’ y ‘representante del Maligno en la tierra’, cuando se trata del Papa más cristiano y defensor de los pobres que yo haya conocido o tenido noticia».
 
Milei no se cansa de mencionar a Moisés (a pesar de que no era un liberal, sino un dictador que distribuyó a dedo tierra ajena, jamás en régimen de propiedad privada), pero no cita a Jesús porque es demasiado comunista para su gusto, dice el uruguayo-estadounidense Jorge Majfud en “La dictadura de nuestras orgullosas democracias”.
 
Desintegrar, la consigna
 
Lula le hizo una singular recomendación a Milei: ningún presidente “creará cizaña entre Brasil y Argentina” porque “el pueblo brasileño y el pueblo argentino son más importantes que los presidentes”. Por eso, agregó, “si el presidente de Argentina quiere gobernar Argentina, está bien. Pero que no intente gobernar el mundo”. La respuesta de la presidencia argentina fue negar un contrapunto entre ambos mandatarios e insistir con que Milei no tiene “nada de qué arrepentirse”.
 
Milei rechazó disculparse con su par brasileño y redobló la apuesta: «Le dije corrupto y comunista, ¿acaso no lo es?». Dijo que Lula «tiene el mismo mecanismo de Petro y Sánchez» y lo acusó de «meterse activamente en la campaña electoral nuestra». «Lo que yo dije de Lula es cierto», insistió. 
 
Milei desarma una construcción que ayudó a industrializar el país, convirtió a Sudamérica en zona de paz y colaboró en el reclamo argentino por la Cuestión Malvinas. Más allá de su decisión política de vivir en recesión, esta destrucción de la cooperación e integración regional es otra herramienta de Milei para pelearse con sus vecinos, pero sobre todo con Brasil.
 
A mediados de abril los cancilleres Diana Mondino y Mauro Viera se reunieron en Brasilia. Hablaron de todos los temas de la agenda de relaciones bilaterales y acodaron darle un impulso al Mercosur, con la relación entre los Presidentes, en la mira. Allí se acordó relanzar las relaciones bilaterales en el comercio, apostar a una mayor integración fronteriza, ampliar los acuerdos del Mercosur con otros bloques y paísesQuedó pendiente el debate por la ampliación del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y con el EFTA (Noruega, Liechtenstein, Islandia y Suiza) y superar las diferencias ideológicas entre los presidentes.
 
Los cancilleres abordaron cuestiones relacionadas a la «infraestructura fronteriza, cooperación energética y de defensa, Hidrovía Paraguay-Paraná e integración». Allí se mencionó la posibilidad de avanzar con las obras de infraestructura desde Vaca Muerta hasta la frontera con Brasil para exportar gas en el futuro. Y se destacó la idea de reforzar la seguridad en las fronteras. 
 
En un comunicado de la Cancillería de Brasil se detalló que Mondino y Vieira discutieron de «las relaciones argentino-brasileñas marcadas por la intensidad de los flujos de inversión y comercio; emisión y recepción de gran número de turistas y estudiantes; y la cooperación en sectores estratégicos como la defensa, la seguridad, la energía convencional y nuclear, y la ciencia, la tecnología y la innovación».
 
El progresista presidente de Brasil y el anarcocapitalista mandatario argentino todavía no han mantenido una conversación aunque este último gobierna hace ya casi siete meses.El inicio de “la extrema frialdad” remonta a la época de la campaña electoral argentina, cuando Milei hizo una reseña ofensiva de Lula: lo calificó de “corrupto y comunista” y amenazó con romper relaciones, un gesto por demás antidiplomático.
 
Y usó como factor de justificación de sus opiniones la “prolongada prisión” entre abril de 2018 y noviembre de 2019 sufrida por el jefe de Estado.  “No he hablado con el presidente de Argentina porque creo que [antes] tiene que disculparse con Brasil y conmigo, ha dicho muchas tonterías, solo quiero que se disculpe”, explicó Lula durante una entrevista. 
 
“La Argentina es un país muy importante para Brasil, y Brasil lo es para Argentina. No es un presidente de la República el que va a crear cizaña entre las dos naciones: el pueblo argentino y el pueblo brasileño son más importantes que sus presidentes”, añadió. No se conoce la opinión de Milei al respecto.
 
Si bien ambos asistieron a la reunión del G-7 en Italia, allí apenas intercambiaron un saludo protocolar. Ahora, las expectativas están puestas en los próximos días 7 y 8 de julio cuando tendrán su primera reunión formal, salvo sorpresa, en la cumbre que los países del bloque Mercosur celebrarán en Asunción del Paraguay.
 
Lula respondió que no conversó con el presidente argentino sobre ese tema porque aún esperaba el pedido de retracción por los insultos recibidos hace no mucho en una entrevista con Jaime Bayly en noviembre de 2023, donde adelantó que, como presidente, no entablaría relaciones comerciales con Brasil.
 
Pero Milei no tiene en sus planes disculparse, tal y como le pide Lula. “Está dentro de sus deseos y se lo respetamos, pero el presidente no ha cometido nada de lo que tenga que arrepentirse, al menos por ahora”, dijo Mauel Adorni, portavoz del libertario presidente argentino. 
 
Milei decidió aislar a la Argentina del resto del mundo y despreciar a los países limítrofes, empezando por Brasil. Es original: no hay otro caso en el planeta, señala Martín Granovski. Milei disfrutó como un niño yendo al Facha-Fest de Vox, pero se peleó con el primer ministro de España, segundo país por origen de inversiones en la Argentina después de los Estados Unidos. 
 
Se plantó ideológicamente con una declamada alineación respecto de los Estados Unidos e Israel y coqueteó con la OTAN para meter a las Fuerzas Armadas en Ucrania. Como si todo esto fuera poco, Milei también desairó a China, uno de los dos principales socios comerciales. Dijo que no negociaría de Estado a Estado con Xi Jinping, decisión que no podrá.
 
Y mientras los cancilleres del gobierno anterior habían negociado el ingreso argentino a los Brics, que debía concretarse el 1° de enero, el libertario avisó a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica que no integraría el grupo. Su partitura parece ser la de aislar a la Argentina de un sistema de alianzas que, antes de la incorporación de otras naciones, en su conformación original ya representaba el 42 por ciento de la población mundial y explicaba el 16 por ciento de las exportaciones y el 15 por ciento de las importaciones planetarias.
 
Aun cuando no le guste a Milei, Lula es un político experimentado y muy profesional. Y no solo le importan los matices, en los hechos y en el discurso, sino que busca expresarse con precisión. La verdad es que Lula nunca fue comunista, y si lo hubiera sido tampoco esa palabra suele ser usada por los presidentes como un insulto a 35 años de la caída del Muro de Berlín. 
 
Y la verdad es que la Justicia brasileña desarmó la causa inventada por presunta corrupción contra Lula y lo liberó, cosa que le permitió ser candidato y ganar las elecciones de 2022 contra un amigo de Milei llamado Jair Bolsonaro.
 
Milei está desargentinizando la política exterior, le está quitando la identidad mercosurista, sudamericana, pacifista y de rescate del derecho internacional de los derechos humanos, despreciando el prestigio ganado con la política de Estado de memoria, verdad y justicia. 
 
Pone en peligro la obtención de divisas al disociarse de Brasil, principal destino de las exportaciones de productos manufacturados, y China. Desatiende mercados potenciales como Colombia, América central y África, donde la Argentina puede llegar con tecnología agropecuaria y camionetas. Y parece estar buscando archivar todo atisbo de realismo, una palabra que en política internacional se asocia a la defensa de intereses concretos más allá de las simpatías ideológicas que despierten otros gobiernos o presidentes, añade Granovksi
Las acciones del presidente argentino lo colocaron, eso sí, como un referente de la ultraderecha mundial. Sin poder alguno, porque no proviene de los Estados Unidos como Donald Trump o de Brasil como Bolsonaro sino de un país empobrecido, pero rutilante como un rockstar de las alt-right.
 
Además de apoyar el genocidio a cielo abierto del gobierno fundamentalista de Benjamín Netanyahu contra Palestina ocupada, en Gaza y Cisjordania, Milei acaba de involucrarse más con la Oraganización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y con su par de Ucrania, Volodymir Zelensky, al que prometió ayuda militar, envío de armas y equipos, así como ayuda humanitaria, sin especificar más.
 
La durísima expresión de Lula sobre Milei fue hecha al ser consultado sobre la acogida que el gobierno argentino la dio a los terroristas bolsonaristas condenados por el asalto a la Cámara de Diputados y al Palacio del Planalto el 8 de enero de 2023 en una asonada golpista.
La semana pasada la ministra argentina de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, entregó a la cancillería brasileña un listado con 60 prófugos brasileños que huyeron a Argentina, en respuesta a una consulta anterior sobre el paradero de143 bolsonaristas buscados por la policía brasileña por saltarse las medidas cautelares. Lula señaló que el tema se gestiona “de la manera más diplomática posible” y que, “si los tipos no quieren venir [a Brasil], que queden presos allí, en Argentina”. 
 
Milei continuó enrareciendo más las relaciones al reafirmar todo lo que había dicho sobre Gustavo Petro y Pedro Sánchez, que en su momento provocó que Colombia retirara a su embajador, aunque luego por mediación de Mondino se volvió a una tensa normalidad. En tanto, el gobierno de España retiró a su representante diplomática de Argentina y Milei continúa empantanando las relaciones.
 
Lula pide la extradición de los culpados por atentar contra la democracia; pero no es un tema simple, ya que la legislación argentina y del Mercosur es “restrictiva” cuando se trata de casos políticos.
 
El alejamiento de ambos mandatarios no es nuevo: en diciembre último, Milei cursó a último momento la invitación al jefe del Ejecutivo brasileño para el día de su asunción. Días antes había convidado al ultraderechista Jair Bolsonaro, que no estaba en el poder hacía un año. 
 
Esto causa extrañeza, porque a menos que se tratara de alguien que no lee diarios, no se informa por la TV ni por la radio, o no tiene asesores que lo mantengan al tanto, como político Milei tenía que conocer el feroz conflicto entre Lula y su antecesor, señala Perfil. Es más, debía haber contado con informaciones sobre el intento de golpe de Estado que sufrió Lula el 8 de enero de 2023, con invasiones a los edificios del poder en Brasilia, la Capital Federal, por parte de las huestes bolsonaristas, añade.
 
Por estos días se cumplieron 201 años de relaciones diplomáticas entre Brasil y Argentina. El enrarecido clima actual está en las antípodas al de un año atrás, cuando el entonces presidente argentino  Alberto Fernández (peronista), viajó para reunirse con Lula por quinta vez.
 
Las relaciones diplomáticas de Milei parecen complicarse estos últimos días. Primero fueron las críticas del mandatario libertario en contra del director para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Valdés a quien acusó de estar vinculado con el Foro de São Paulo y de haber hecho «la vista gorda» frente al aumento de los pasivos acumulados en el Banco Central durante la administración de Alberto Fernández.
 
Lula es consciente de que la relación con Argentina es vital, pero quiere mantener cierta distancia con un dirigente que le insulta y que comparte la alianza global de ultraderecha con Donald Trump, Jair Bolsonaro y el partido español Vox. 
 
*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

 

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