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sábado, 20 de julio de 2024

Las elecciones en los Estados Unidos

 Las elecciones en los Estados Unidos son un verdadero espectáculo. En ese país, lo que no es show queda relegado a un segundo plano porque no llama la atención y, por ende, decaen sus posibilidades de monetización. 

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica 

En el país del capitalismo por excelencia, no hay nada que escape al business, incluidas las elecciones presidenciales. Quién va adelante en la carrera por la Casa Blanca se mide por la cantidad de millones que entran a las arcas de los contendientes, y para ello no solo hay que hacer propuestas de corte programático, sino saber venderse. Hacer show es parte importante de esa venta.
 
La semana que termina, el show de las elecciones norteamericanos ha estado lleno de emociones. El candidato que se presenta a la reelección trastabilla y sale medio noqueado por su contendiente del ring del debate presidencial. Vacilante, omiso e inseguro, confirmó los pronósticos más pesimistas, y se evidenció como no apto para el segundo tiempo que quiere jugar al frente de los Estados Unidos.
 
Su contendiente, Donald Trump, salió airoso, con la cola de pavorreal desplegada al tope, más prepotente que nunca, algo que ya era difícil de imaginar. Y para terminar de situarlo en la palestra que lo eleva a un rango que lo aproxima a la santidad, le hacen un atentado del que se salvó por un pelo (nunca más literalmente dicho).
 
Nosotros, sentaditos en primera fila sin pincharla ni cortarla, vemos cómo se desarrolla el show. No tenemos vela en este entierro, pero las consecuencias de lo que aquí resulte sí nos atañen. Paisitos vinculados a la primera potencia mundial de mil maneras, lo que suceda en una u otra dirección tendrá incidencia en nuestras vidas.
 
Según pinta el día, lo más probable es que el próximo presidente de ese país será nuevamente Donald Trump, ese señor que considera que de nuestros lares proviene una lacra a la que ha dedicado los peores epítetos y de la que, por cierto, provienen muchos recursos vía remesas que sostienen más de una economía latinoamericana. 
 
El que el senador Ted Cruz hubiera estado en la “lista corta” de los candidatos para ser su vicepresidente, dice mucho de lo que Trump piensa de América Latina, aunque ya tenemos la muestra con lo que hizo en su primera administración. Su elección es esperada con verdadera ansiedad por la derecha latinoamericana. En Guatemala, la acosada administración del presidente Bernardo Arévalo ha podido mantenerse en el escaso tiempo que lleva en el gobierno, en buena medida porque hay una administración demócrata en los Estados Unidos que lo respalda. Sus contrincantes, agrupados en el llamado Pacto de Corruptos, sobrevuelan en círculos aguardando que quede Trump para lanzarse a la ofensiva final que desplace del poder a quien se ha propuesto desterrar la corrupción.
 
Igual situación de apremio viven otros países. Cuba, por ejemplo, ya vivió una etapa de recrudecimiento del bloqueo al que la tienen sometida durante su primera administración, y los resultados se han venido viendo en estos años, cuando la desesperación por las condiciones de “economía de guerra” (como la ha llamado su presidente Díaz Canel) que vive el país ha llevado a que se realicen protestas populares en las calles.
 
Lo mismo pasa con Venezuela, que ha visto cómo su principal producto de exportación, el sustento de su economía, el petróleo, no puede acceder a los mercados por restricciones que se impusieran desde los Estados Unidos y el nivel de vida de su población se deteriora. En esas circunstancias, no es de extrañar que la gente quiera migrar, pero el discurso hipócrita, que dice clamar lo la libertad, es el que por detrás aprieta las tuercas que aprietan el torniquete que asfixia. 
 
Aunque en estos dos últimos países poco han visto variar la política norteamericana hacia ellos, independientemente de si la administración es demócrata o republicana, es de esperarse que una nueva administración trumpista se proponga apretar aún más las clavijas de estos países asediados.
 
Así que el show de las elecciones norteamericanas debe ser visto con atención desde nuestro palco de segunda o tercera clase en el gran teatro del mundo. De lo que de ahí resulte dependerán muchas cosas que puedan suceder en nuestros “países mexicanos”, como alguna vez nos catalogó (precisamente en el marco de la primera administración de Trump) una presentadora de noticias de la televisión estadounidense. 

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