Páginas

sábado, 28 de septiembre de 2024

Será difícil creer en el futuro prometido mientras los países desarrollados se opongan a reformar la arquitectura financiera internacional

 Intervención del ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, en la Cumbre del Futuro. Nueva York, 22 de septiembre de 2024.

Bruno Rodríguez Parrilla / Cubadebate

Señor presidente:
 
El 12 de octubre de 1979, en este mismo podio, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, alertó que, si no resolvíamos pacífica y sabiamente las injusticias y desigualdades del momento, el futuro sería apocalíptico. 
 
Sufrimos todavía los estragos del colonialismo y el neocolonialismo. 
 
Las bondades prometidas de la globalización neoliberal fueron una quimera. Se han acentuado las desigualdades y la exclusión, tanto en el mundo real como en el ciberespacio.
 
Nuestros debates futuristas transcurren mientras continúa el genocidio en Palestina, sin que haya una respuesta efectiva de la comunidad internacional, cuando incluso las instituciones y trabajadores de las Naciones Unidas son diana del fuego de Israel.
 
Es alarmante el auge del fascismo, la xenofobia y la discriminación que alimentan el odio.
 
Los pueblos necesitan menos injerencia y más solidaridad; menos intercambio desigual y más equidad; menos politización y dobles raseros y más diálogo, cooperación y respeto a su derecho a elegir su sistema político, económico y social, como condición esencial para asegurar la convivencia pacífica.  De lo contrario, el Pacto del Futuro será un documento más, cuyas nobles aspiraciones difícilmente se cumplan.
 
Para Cuba, el principal obstáculo para el bienestar y el desarrollo es el criminal bloqueo de los Estados Unidos y su infame inclusión en la arbitraria y unilateral lista de Estados que supuestamente patrocinan el terrorismo.
 
El planeta sufre los efectos devastadores del cambio climático, sin que las sociedades opulentas pongan coto al consumismo desenfrenado que lo genera y sin que exista la voluntad política suficiente para canalizar los fondos que requieren los Objetivos de Desarrollo Sostenible ni el alivio real de la deuda. Para millones de personas, sobre todo en el sur, la posibilidad de un futuro digno es y seguirá siendo una utopía.
 
Será difícil creer en ese futuro prometido, mientras los países desarrollados se opongan a la reforma profunda de la arquitectura financiera internacional, cuyas discusiones deben centrarse en la ONU.
 
Si este histórico y justo reclamo ha quedado tan diluido en el Pacto del Futuro, ¿debemos creer entonces en las promesas de un mayor acceso a los recursos indispensables para nuestro desarrollo? ¿Cómo confiar en la promesa de la paz, la no injerencia y el multilateralismo mientras crece la coerción, el egoísmo, la dominación y el hegemonismo, se viola la Carta de la ONU y el Derecho Internacional?
 
El futuro al que aspiramos se ha trazado décadas atrás, con resoluciones trascendentales que esta propia Asamblea adoptó, todas vergonzosamente olvidadas. Lo que debe primar, de una vez, es la voluntad política para abordar los fallos estructurales y morales del sistema internacional que nos impiden alcanzarlo. Para millones de seres humanos, mañana será demasiado tarde.
 
Muchas gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario