En dos años de gobierno de Javier Milei se destruyó más la economía que en la década comprendida entre 1991 y 2001, incluyendo la crisis disolutoria de diciembre de ese año.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Este 10 de diciembre se han cumplido dos años de la asunción de Javier Milei como presidente de la República Argentina. Dos años en que transformó al país en tierra arrasada; con su emblemática motosierra, destruyó todo lo que pudo al Estado y dejó desamparados a decenas de millones de argentinos. Ha sido el peor gobierno después de la dictadura militar, superando a todos los de la democracia recuperada.
Sólo un engendro pandémico, un personaje peculiar como Frankenstein creado por Mary Shelley, pudo hacerlo. No exageramos. Junto con su hermana Karina, partieron para Noruega, para participar en la entrega del Nobel de la paz a la venezolana Corina Machado en Oslo, en otro viaje de los tantos realizados con el dinero de los argentinos.
En dos años se destruyó más la economía que en la década comprendida entre 1991 y 2001, incluyendo la crisis disolutoria de diciembre de ese año. A las pruebas me remito.
Alfredo Serrano Mancilla y Mariana Dondo, en un artículo titulado: El Bienio Arrasado en Argentina, publicado en Página 12 del 4 de diciembre de 2025, exponen la situación a través de los siguientes indicadores económico sociales: La deuda externa aumentó (21.079 millones de dólares). La inversión extranjera directa cayó (-51%). La inversión productiva cayó (-15%). El consumo de cemento en el mercado interno se redujo (-21%). La producción automotriz bajó (-17,5%). Se destruyeron más empresas (-18.144). Se destruyeron puestos de trabajos registrados (-548.103). Aumentaron los desocupados+ocupados demandantes (16,5%). Las ventas de alimentos en supermercados descendieron (-6,3%). El consumo per cápita de carne vacuna se redujo (-3,9 kg anuales). Se el consumo per cápita de leche (-7,6 litros anuales). Los ingresos perdidos por un asalariado fueron muy importantes (-10,3 salarios). Los ingresos perdidos por un jubilado también fueron importantes (-7,7 jubilaciones). La población por debajo del ingreso medio es mayoritaria (74%). La brecha de ingresos entre los más ricos (decil 10) y los más pobres (decil 1) es muy grande (18 veces mayor). Cada vez hay más familias que toman deuda en el último trimestre (59%). La morosidad de los prestamos familiares crecieron (170%). El porcentaje del salario (en promedio) destinado al pago de tarifas es muy alto (10,7%). El precio de la nafta súper aumentó (403%). El precio del boleto de colectivo también aumentó mucho (1.021%). La inflación acumulada fue muy grande (241%).
Con ese cuadro de situación ¿quién puede celebrar los dos años de gobierno libertario? Sólo alguien tan desquiciado como el economista que se autoproponía para el premio Nobel de economía por realizar el mayor ajuste de la historia de la humanidad. Un personaje tan cruel y siniestro como aquel engendro macabro que salió a la luz como: Frankenstein; o, el Moderno Prometeo, cuyo éxito fue inmediato, siendo que su autora tenía veinte años. En 1823, Mary Shelley era una viuda que ya se había ahogado en Italia, su cuerpo apareció cerca de Viareggio; una tormenta hundió su bote. Desde entonces la historia de Frankenstein, del científico y su criatura no dejaron de asombrar en obras de teatro. Apenas comenzado el cine, fue tema de un cortometraje en 1910 y de un film perdido en 1915: Life without soul (Vida sin alma). Pero sin lugar a dudas la consagración llegó en 1931, con la figura del legendario Boris Karloff. Famoso por su cuerpo de ropero y su cabeza chata con tornillos.
La fallecida escritora española Almudena Grandes publicó: La madre de Frankenstein como parte de su ciclo Episodios de una Guerra Interminable, publicada en 2020, que narra la historia real de Aurora Rodríguez Carballeira, quien asesinó a su hija prodigio, Hildegart, en la España de los años 50, usando el manicomio de Ciempozuelos como escenario para explorar la represión franquista y la condición de la mujer, a través de los ojos de un psiquiatra exiliado y una enfermera del lugar, siendo un homenaje a las víctimas del silencio y la moral de la época. El nombre siempre fue sinónimo de perversa crueldad.
La plataforma Netflix acaba de estrenar la versión del cineasta mexicano Guillermo del Toro, más fiel al original; como el texto de Mary Shelley, se aboca a las implicancias metafísicas del drama antes que a los sobresaltos propios del género. Frankenstein es una historia de duplicidades ya desde su forma. Una parte del relato está en boca de VictorFrankenstein, el científico, mientras que la otra es narrada por la criatura.
A los argentinos hechos jirones, al menos los que quedamos vivos, tenemos presente a la criatura, ya sea bailando, haciendo muecas o discursos anodinos que nadie escucha. Queda la duda quién fue en su caso Victor Frankenstein, aunque algo sabemos por sus oportunos biógrafos no autorizados, quienes han narrado una infancia tortuosa, cuyas consecuencias sufrimos la mayor parte de los 47 millones de argentinos. Algo que en algún momento habrá que revisar, si es que eso puede ser posible.
He vuelto a El Calafate después de dos años, localidad emblemática que tiene al maravilloso y único, glaciar Perito Moreno, en el sur argentino. Lugar que ha sido la perla de los Kirchner y desde la asunción del gobierno libertario que cumple dos años, blanco de todas las agresiones y sin ningún subsidio. A pesar del turismo internacional que inunda las calles de vuelta de las excursiones, los negocios locales se ven vacíos. Todo la población siente el castigo oficial nacional. Un dato curioso, En El Calafate la comunidad de vecinos no ha permitido el ingreso de Uber, siguen las cooperativas de taxis y transportes de excursiones de siempre. A fuer de ser sinceros, nada para celebrar en estos dos años.
Pero sigamos con los datos que expresan los logros de nuestro Frankenstein. Son innumerables los muertos por accidentes en las rutas y calles argentinas ocasionados por los baches y destrucciones de los pavimentos, producto de cero inversión propia del déficit cero. Una verdadera trampa, cuyas víctimas han sido contabilizadas por las administraciones provinciales en algunos casos. Siguen los jubilados apaleados todos los miércoles, cuyas imágenes se han vuelto parte de la postal externa del Congreso de la Nación. Allí también cayó frente a un proyectil de gases lacrimógenos lanzado horizontalmente, el foto periodista, Pablo Grillo, cuya recuperación pende de un hilo. El niño autista Ian Moche, de doce años de edad, fue víctima del ataque presidencial, así como la cantante Lali Espósito y denunciados muchos periodistas a los que les allanaron sus domicilios por presuntos ataques a la figura presidencial.
Mientras todo esto sucedía, el presidente Javier Milei daba sus discursos en Davos y ponía en jaque a la dirigencia internacional por no defender la libertad de mercado y al capitalismo. Además, tenía de pareja a la actriz Fátima Flores, quien ahora denuncia que fue contratada para cumplir ese rol por 25 mil dólares mensuales. Enamorado perdidamente del gobierno de Carlos Menem, sobre todo en su primera gestión, tuvo de amante a Amalia “Yuyito” González, quien lo fue también del mandatario riojano. Con el tiempo se deshizo de ella y ahora sólo busca el refugio en su hermana “el Jefe” y Secretaria General de la Presidencia que lo sigue a sol y a sombra donde quiera que vaya, incluso en estos momentos a Oslo donde no logró ni una foto con Corina Machado.
En estos dos años también se produjeron las estafas de las cripto monedas, el Libra gate salió a la luz y sigue su derrotero en la justicia. A punto de las elecciones de medio término, tuvo que renunciar José Luis Espert por sus vinculaciones con narcotraficantes. Luego vino los negociados en la Agencia Nacional de Discapacidad con las farmacéuticas y las coimas pagadas a Karina, el famoso 3%, que originó que la popular canción cubana Guantanamera, se transformara en Karina coimera. Nadie salió a dar explicaciones por todos estos delitos, como si el conocimiento generalizado les diera visos de legalidad o normalidad gubernamental, tanto como los insultos y los destratos permanentes. Algo así como la falta de agenda presidencial o los cuatro perros clonados en la Residencia de Olivos.
Luego del fracaso noruego y con decenas de miles de millas más de vuelo acumuladas, el presidente y su hermana regresaron a Buenos Aires este jueves; lo primero que hizo fue firmar el proyecto de Reforma Laboral imponiendo entre otras cosas, la jornada de 12 horas diarias, dejando de lado la de 8 horas que tiene más de un siglo de existencia. Todo a favor del capital. Nada para el trabajo. Noticia que ha puesto en guardia a las centrales sindicales que amenazan salir a la calle el 18 de diciembre. Indicio de un diciembre negro como las intenciones libertarias y de sus cómplices...
Sin embargo, hay una complicidad asombrosa en el espectro político, mientras millones de voces se alzan diariamente en todo el territorio nacional, quienes ocupan bancas municipales, provinciales y nacionales, están enredados en comisiones y discusiones que solo llenan un trámite sin sentido, mientras el sentido común, el menos común de los sentidos, algo archiconocido, indica lo contrario, es decir, reclama una acción inmediata sobre acontecimientos aberrantes, como han sido los alimentos que se apoliyaron en el ministerio de Capital Humano, mientras los miles de comedores no tenían qué ofrecer a sus asistidos. Sandra Petovello, su titular, es cruel y perversa como todo el gabinete de gobierno.
Aunque duela, hay que volver sobre el camino recorrido que llevó a estos dos años horrendos. Una neblina negra inundó los aires y millones de ojos no advirtieron lo que se venía. Con el espíritu atolondrado por la pandemia y las angustias acumuladas por el encierro, muchos humanos se hundieron en la desesperación y glorificaron todas sus fantasías sin importar su contenido. Entonces endiosaron a seres que les mostraban como en un espejo, su propio infierno; bastó la Iglesia Digital para sentirse acompañados por millones de fieles que miraban al unísono las pantallas digitales y el monstruo salió a gritar todo lo que haría y lo hizo. Solo unos pocos pícaros sabían a quién ponían en el gobierno, un Frankenstein, nuestro Frankenstein, dispuesto a destruir todo a su paso, sin que se le mueva un pelo. Al contrario, festeja a los saltos cada maldad que realiza, mientras un coro de focas le aplaude. Nuestro Frankenstein sigue siendo como el personaje encarnado por Boris Karloff, torpe y malo, que emite sonidos guturales, como cuando canta en el escenario.
En este sentido... es todo lo opuesto al cálido y melancólico personaje propuesto por Guillermo del Toro en su film, puesto que su invención parece no morir o al menos, propone un regreso. Solo desaparece. “Y si se quiebra el corazón. Pero aún así, quebrado, sigue viviendo.”

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