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martes, 3 de junio de 2008

Cuando los santos vienen marchando

En la zona más caliente de Perú, donde operan la guerrilla y los carteles narco, Alan García autorizó la llegada de un destacamento de soldados norteamericanos equipados con la última tecnología. Dicen que van a reparar escuelas.

Por Carlos Noriega (Página/12)
Desde Lima

31 de mayo de 2008. - Más de un centenar de militares norteamericanos inician hoy (sábado) el operativo Nuevos Horizontes en la zona más caliente del Perú, donde predominan el narcotráfico y el grupo guerrillero Sendero Luminoso. El gobierno peruano asegura que Nuevos Horizontes es una operación de ayuda humanitaria y que los militares de Estados Unidos se dedicarán a perforar pozos de agua, reparar escuelas y brindar atención médica a la población.
Sin embargo, han desembarcado con fusiles de largo alcance M 16 y ametralladoras de combate MAC en medio de una región en la que los enfrentamientos de las fuerzas de seguridad peruanas con la guerrilla y el narcotráfico son cosa cotidiana, lo que ha disparado las suspicacias sobre lo que estaría detrás de esta presencia militar norteamericana. La oposición habla de una “intervención militar extranjera” en el conflicto interno y ha pedido la presencia del ministro de Defensa, Antero Flores Aráoz, ante el Congreso para que explique esta situación.
El ministro, que es uno de los cuadros de la derecha reclutados por el gobierno de Alan García, ya ha dicho que no entiende por qué hay oposición al ingreso de militares norteamericanos al país. El Frente de Defensa de Ayacucho ha anunciado que prepara protestas para exigir el retiro de los norteamericanos. La llegada de tropas estadounidenses ocurre en medio de las denuncias de un posible traslado de la base militar norteamericana de Manta al Perú y poco después de la visita al país del jefe del Comando Sur, almirante James Stavridis.
Según la autorización dada por el gobierno, son 111 los soldados de Estados Unidos que desde hoy y hasta mediados de septiembre operarán en el valle de los ríos Apurímac y Ene, zona conocida como el VRAE, una región montañosa de Ayacucho, al sudeste de Lima. Ayacucho fue la cuna del grupo maoísta Sendero Luminoso y el epicentro de la guerra interna en las décadas del ’80 y ’90, que dejó 70 mil muertos, la mayor parte en esa región.
Actualmente, en las montañas del VRAE se concentran las columnas de Sendero Luminoso que todavía quedan activas, que tendrían alrededor de 300 hombres armados. En esa zona, la principal actividad es el cultivo de hojas de coca –hay más de 15 mil hectáreas de esta hoja– y los narcos marcan la pauta en el lugar. Los senderistas, aislados en su último reducto, buscan fortalecerse y recuperar espacio, al tiempo que hacen las veces de seguridad para los operadores del narcotráfico. Las fuerzas armadas peruanas han comenzado a incrementar sus operativos en la zona.
Es a ese violento escenario, que el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, almirante José Aste, ha calificado como “la amenaza más grave para el país”, al que han llegado los soldados norteamericanos.
“La realización de obras de ayuda cívica declaradas por el gobierno como el objetivo de Nuevos Horizontes no tiene relación con el alto poder de fuego con el que han entrado al país las tropas norteamericanas. Todo lleva a pensar que se está utilizando el tema de la ayuda humanitaria como excusa para ocultar un operativo de entrenamiento militar e ir preparando una posible participación directa de los militares norteamericanos en esta zona”, le aseguró a PáginaI12, José Robles, experto en temas militares del Instituto de Defensa Legal.
Por su parte, el congresista del opositor Partido Nacionalista, Daniel Abugattás, declaró a este diario que “con esta operación lo que se busca es crear las condiciones para una intervención militar abierta de Estados Unidos, lo que llevaría a la colombianización del VRAE. Esta es una zona muy violenta y si muere algún militar norteamericano entonces Estados Unidos tendría la excusa para aumentar su presencia militar en nuestro país”.
La presencia militar norteamericana en el Perú no se limita a Ayacucho. Aunque al principio lo negó, ante las evidencias el ministro Flores Aráoz debió admitir que había militares norteamericanos en Iquitos, la principal ciudad de la Amazonia peruana. En este caso también justificó esa presencia diciendo que estaban haciendo acciones de ayuda humanitaria. Esto, sumado al hecho de que a fin de año debe comenzar a funcionar en Iquitos un Centro de Coordinación Antinarcóticos operado por militares peruanos y norteamericanos, ha reactivado la controversia por la posible instalación de una base militar norteamericana en el Perú.
“Hay poca transparencia en el ingreso de tropas norteamericanas al país. Lo que viene ocurriendo nos lleva a pensar que estaría en proceso la implementación de una base militar norteamericana, aunque en este momento no sabemos de qué tipo. Este Centro Antinarcóticos de Iquitos tiene una gran flexibilidad y permitirá que desde ahí se realicen operaciones militares con presencia norteamericana”, advierte Robles. El gobierno de García, un estrecho aliado de Washington, prefiere no escuchar advertencias y sigue adelante en su apoyo a la presencia militar norteamericana en el Perú.

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