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domingo, 27 de junio de 2010

Lo que significa Honduras a un año del golpe

El golpe de Estado en Honduras tuvo implicaciones muy fuertes en Centroamérica, pero la onda expansiva de las consecuencias han sacudido a toda América Latina.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
rafaelcuevasmolina@hotmail.com
(Ilustración de Allan Mcdonald)
El golpe de estado perpetrado en Honduras hace un año constituye un momento de corte para América Latina. Hay por lo tanto, en nuestro criterio, un antes y un después de este infausto acontecimiento.
Véase, por ejemplo, lo que sucedía y lo que sucede en Centroamérica: antes del golpe era evidente que las tendencias que inclinaban la balanza a favor de las posiciones progresistas asociadas a la ALBA y, en general, a los procesos nacionalistas antimperialistas latinoamericanos, estaban avanzando. La punta de lanza de estas posiciones era Nicaragua, pero Honduras y, en menor medida, Guatemala, daban pasos que los acercaban a estas posiciones. La incorporación a Petrocaribe en el marco de la crisis energética que azotaba al mundo en el caso de Guatemala, más la apertura de relaciones diplomáticas con Cuba, el funcionamiento de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala de Naciones Unidas, la CICIG, constituían hechos inéditos, hasta hacía pocos años inauditos, que asustaban a los recalcitrantes y cavernarios grupos dominantes guatemaltecos.
Honduras iba más allá en esa aproximación a la ALBA, y apenas unas semanas antes del golpe había tenido lugar una derrota política y simbólica para los Estados Unidos: en la Asamblea General de la OEA realizada en Tegucigalpa, al derogarse la resolución que en 1962 excluyó a Cuba de ese organismo. Esto fue visto como un triunfo de la diplomacia bolivariana.
En el Salvador, mientras tanto, habría que reseñar los convenios entre Petrocaribe y las alcaldías en donde gobernaba el FMLN; pero, más que eso, se veía venir la victoria del Frente en las elecciones que se aproximaban.
Solo el gobierno costarricense permanecía como bastión de la política norteamericana para la región.
El golpe de estado en Honduras paró en seco esta tendencia. Además de las implicaciones que este tuvo en la misma Honduras, en donde se instauró un régimen autoritario y represivo, tal vez la implicación más clara se puede ver en El Salvador. En efecto, ahí, el gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional ha caminado con pies de plomo para no despertar los resquemores del vecino del Norte. Claro que hay razones objetivas que ligan el destino de este pequeño país con los Estados Unidos; tal vez los dos más significativos lo constituyen el hecho que el 50.8% de sus exportaciones van hacia ese país, y que el 17% de su producto interno bruto se genera por las remesas enviadas por los trabajadores salvadoreños. Pero tan grande dependencia la tiene también Honduras, que había iniciado un camino en otra dirección.
Algo similar pasó en Guatemala, en donde inmediatamente la derecha pasó a gestar una serie de iniciativas orientadas a desestabilizar al gobierno socialdemócrata de Álvaro Colom.
Quiere decir todo lo anterior que la Centroamérica que encontramos el 26 de junio del 2010 es bastante distinta de la que existía el 26 de junio del 2009.
Estamos presentando las implicaciones que ha tenido el golpe en Centroamérica, pero la onda expansiva de las consecuencias han sacudido a toda América Latina.
A estas alturas, se puede apreciar con claridad que éste forma parte de una estrategia más amplia que busca retomar el espacio perdido de los Estados Unidos en la región, y que debe asociarse al establecimiento o utilización de bases militares en Colombia, y las alianzas con ejércitos y cuerpos policiales con la excusa del combate al narcotráfico.
Seguramente los principales objetivos es ponerle un freno a la política bolivariana de Venezuela y tratar de frenar a Brasil, que se erige como una potencia regional que paulatinamente comienza a tener peso global.
Como puede apreciarse, la política de la administración Obama hacia América Latina responde al dictum imperial que tiene un carácter de política de estado que trasciende a los gobiernos que coyunturalmente puedan estar en la Casa Blanca. Es cierto que esta política de estado no se lleva a cabo de forma llana y sin tropiezos. Al interior del establishment norteamericano existen diversas fuerzas con intereses disímiles, no pocas veces contrapuestos. El golpe en Honduras sacó a flote algunas de ellas e hizo vacilar a la posición oficial norteamericana. Pero, al final, se impuso la tendencialmente dominante en la etapa actual del imperialismo norteamericano: la de mano dura, que puede llegar a expresarse en la acción militar.
Larga y bravucona agonía le espera a la era de la dominación norteamericana.

sábado, 26 de junio de 2010

México en el umbral

El desafío de la transformación social en beneficio de las grandes mayorías empobrecidas sigue siendo una tarea histórica para los sectores más progresistas de la sociedad mexicana.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
Desde Guadalajara, México

Los ecos del Bicentenario del inicio de las luchas emancipadoras (1810) y de la Revolución de 1910 están por todas partes: aparecen aquí y allá, unas veces como atracción turística; otras con una clara intencionalidad política del gobierno; y las menos, como una genuina reflexión crítica del pasado y el presente, que invite a repensar el “estado de la nación” en sus particulares condiciones geopolíticas, sociales, económicas y culturales. Son ecos que buscan respuestas, todavía sin hallarlas, en el México del 2010.
Ese México que la aguda mirada de Carlos Monsiváis, recientemente fallecido, nos describió como “un país jaqueado por el narcotráfico, escandalizado por las muertes cotidianas, con un Estado copado por el poder del crimen organizado, una sociedad que desconfía de los políticos y los partidos y una economía en crisis[1].
Para el Dr. Carlos Figueroa Ibarra, sociólogo guatemalteco, se trata de un Estado famélico, por la sangría de las finanzas públicas, el desempleo, la injusticia fiscal y el negocio de las privatizaciones; además, “colombianizado” por la violencia y descomposición social asociadas al narcotráfico y al crimen organizado; y, de modo particular desde las elecciones del 2006, un Estado en crisis de hegemonía, donde las instituciones se debilitan al compás del fracaso del neoliberalismo –como concepción del mundo- y sus promesas de progreso y desarrollo.
Son las contradictorias, y en muchos sentidos dramáticas, imágenes del México contemporáneo: ese que exalta la omnipresencia comercial de Carlos Slim, el multimillonario que engorda su fortuna y se convierte en ícono de las élites latinoamericanas, mientras fuentes oficiales estiman que, para finales de este año, 53 millones de mexicanos vivirán en condición de pobreza.
Precisamente, durante una estadía de varios días en la ciudad de Guadalajara, el libro del Dr. Figueroa Ibarra: ¿En el umbral del posneoliberalismo: izquierda y gobierno en América Latina? (F&G Editores-FLACSO, Guatemala, 2010), fue guía y clave de interpretación sociopolítica del acontecer en México.
En uno de sus ensayos, el Dr. Figueroa Ibarra analiza, entre otros aspectos, el significado y contexto del desmantelamiento del nacionalismo revolucionario -“cuerpo ideológico coherente” del Estado- que se inicia desde la década fatal de 1980; el ascenso neoliberal de los años 1990, plasmado en la alianza con los Estados Unidos: el TLCAN; el surgimiento del movimiento de resistencia civil liderado por Andrés Manuel López Obrador (el "gobierno legítimo") y la crisis institucional desatada tras el fraudulento proceso electoral que otorgó la presidencia a Felipe Calderón; y las complejas relaciones, polémicas y discordantes, entre el lopezobradorismo y las izquierdas mexicanas.
En suma, un texto cuya lectura clarifica las dimensiones del proceso político mexicano de la última década, y las posibilidades y límites que allí se perfilan para la construcción de alternativas posneoliberales.
Desde la perspectiva del autor del libro, este capítulo de la historia mexicana, con sus correspondientes luchas políticas, todavía no tiene victoriosos ni derrotados, a pesar de que la derecha neoliberal presuma de sus triunfos coyunturales: “Hoy la disyuntiva que tiene la fuerza social y política que encarna el ‘gobierno legítimo’, es la de seguir creciendo como fuerza contrahegemónica hasta constituir realmente una dualidad de poderes en México, o bien, perder el capital político que ganó entre 2003 y 2006 y convertir al ‘gobierno legítimo’ en un hecho simbólico[2].
Como afirma el Dr. Figueroa Ibarra, el nacionalismo revolucionario mexicano, que impulsó el desarrollo material del país en la primera década del siglo XX y perfiló importantes rasgos de su identidad cultural, no podrá ser reeditado. Pero, en cambio, el desafío de la transformación social en beneficio de las grandes mayorías empobrecidas sigue siendo una tarea histórica para los sectores más progresistas de la sociedad.
Es el umbral que el amplio arco de fuerzas políticas y sociales de izquierda del país deberán cruzar, juntas, en el futuro más inmediato: las elecciones del 2012.

NOTAS
[1] Monsiváis, Carlos (2009). “México en 2009: la crisis, el narcotráfico, la derecha medieval, el retorno del PRI feudal, la nación globalizada”, en Revista Nueva Sociedad, 220, marzo-abril. Buenos Aires: Fundación Foro Nueva Sociedad. Pp. 42-59.
[2] Figueroa Ibarra, Carlos (2010). ¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina. Guatemala: F&G Editores-FLACSO. Pág. 63.

jueves, 24 de junio de 2010

Samuel Huntington revitalizado

No importa dónde se encuentre la sinrazón, ante las medidas de corte fascista, como la militarización de la frontera, la construcción de muros en la línea fronteriza, la criminalización de los migrantes, debemos disputar desde nuestras trincheras de ideas a los ideólogos que buscan perpetuar la injusticia, con el fin de contribuir a la conformación de ese mundo mejor, sin racismos ni explotación.
Cristóbal León Campos* / Especial para CON NUESTRA AMÉRICA
Desde Yucatán, México
La gobernadora de Arizona, Jan Brewer, está rindiendo un homenaje póstumo al intelectual de la CIA Samuel Huntington con la nueva ley antiinmigrante. Huntington es autor del libro ¿Quiénes somos? (2004), en el cual expone una serie de cambios por los que ha pasado la identidad nacional de los Estados Unidos. Enfoca su análisis en la prominencia y la sustancia de la identidad estadounidense. Fundamentó su explicación con tres argumentos: 1) La variación histórica que sufre la prominencia de la identidad nacional de los estadounidenses. 2) La correlación que existe entre la identificación de los estadounidenses y el peligro que su nación pueda sufrir ante otras naciones. 3) En la afirmación de que la base de la identidad nacional estadounidense no son los rasgos raciales y étnicos sino el Credo americano resultado de su cultura protestante.

En ¿Quiénes somos? muestra su temor por el hecho de que en las últimas décadas del siglo XX tanto la prominencia como la sustancia de la cultura y el Credo americano son amenazados por el “desafío” –según Huntington- que representan los inmigrantes procedentes de América Latina y Asia, especialmente de México. Debido a que esta inmigración -según Huntington- trae consecuencias graves para la unidad nacional de Estados Unidos, pues abre la puerta a la posibilidad de la creación de un país bifurcado, con dos idiomas y dos culturas: la angloprotestante y la hispana. El libro de Huntington está lleno de planteamientos de carácter racista sobre la inmigración mexicana a su país, a la cual ve como una amenaza para la unidad e identidad de la cultura nacional de los Estados Unidos, debido a que muchos inmigrantes mantienen en suelo estadounidense aspectos de la cultura mexicana, sobretodo la lengua y la religión.

La nueva “Ley Arizona” convierte en criminal a cualquier trabajador inmigrante, colocando en una situación de desamparo a cientos de miles de indocumentados mexicanos. Su carácter racista se refleja al permitir a la policía detener a cualquier inmigrante simplemente por su aspecto latino. Esta medida ha desatado a pocos días de aplicarse la ley, una serie de redadas, detenciones y torturas racistas en Arizona y en la frontera con México. Como lo demuestra el caso de Anastacio Hernández Rojas, inmigrante mexicano, golpeado y asesinado por agentes de la Border Patrol en California. El presidente Obama no ha pasado de la promesa de poner fin al problema de los indocumentados. La ley SB1070 ha desatado un oleaje racista y xenofóbico característico de los sectores ultraconservadores, pues ya en 14 estados de la Unión Americana se promueven leyes similares a la de Arizona. En el presente gobierno de Obama suman 350 las leyes elaboradas que tienen relación con la migración, pero hasta hoy, ninguna es a favor de los inmigrantes.
Año con año, se persiguen en varios estados a los inmigrantes, situación que aprovechan los patrones para explotar con trabajos precarios y sin derechos laborales ni sindicales a los inmigrantes. El gobierno a favor de lo patrones, los apoya creando programas como el de “trabajadores agrarios temporales”, este programa permite a los patrones importar trabajadores foráneos cuando requieren mano de obra en su región. Las necesidades de ganancia de los explotadores son las que definen cuando empieza la caza y deportación de los indocumentados y cuando tolerarlos, todo en relación con la necesidad de mano de obra barata. En 1994 fue la aprobación de la Ley 187 en California, que negaba a los migrantes indocumentados el acceso a la salud, educación y otros servicios sociales. En 1996, se decreto la Ley de Reforma de Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante (IIRIRA), con el objetivo de frenar a la migración indocumentada con un inhumano control de las fronteras, utilizando más patrulleros, construyendo más muros y tecnología militar para detectar y detener a los indocumentados.
Por su parte, el espurio Calderón fue al Congreso estadounidense mostrando su cara acostumbrada en México: un discurso demagógico en el que aparenta su “rechazo” a la ley SB1070 pero confirma su subordinación al Imperio. No se atrevió a recordar que en lo que va del gobierno de Obama se han deportado cuando menos un 40% más de mexicanos, según informa el Departamento de Seguridad Interna. Como simple ejemplo: en El Paso, Texas, se arrestaron y deportaron a 181,000 indocumentados en el 2009. Además Obama envió 1,200 soldados a la frontera con México, con mayores atribuciones en sus acciones, con ello se demostró la farsa de la “cooperación bilateral” entre Estados Unidos y México y el futuro de la prometida reforma migratoria norteamericana. La subordinación de Calderón avanza en la entrega de la soberanía del país rumbo a una nueva forma de colonización.
En todo este marco de leyes racistas, de militarización, de xenofobia creciente en la sociedad estadounidense, y de subordinación espuria, Samuel Huntington se revitaliza porque sus ideas son llevadas a la práctica, son convertidas en políticas de Estado que se extienden rápidamente y ponen en peligro miles de vidas de migrantes. El discurso de Huntington en ¿Quiénes somos? busca ocultar las verdaderas intenciones imperiales de los yanquis, mientras “alerta” a la sociedad de su país "del peligro que representan los mexicanos", utilizando de forma conveniente el miedo, como se hizo para justificar las guerras en Irak y Afganistán. Huntington difundió la hegemonía de la burguesía, pretendiendo modificar las condiciones políticas, ideológicas e institucionales existentes en el seno de su país con el fin de obtener la aceptación de los demás grupos sociales.
La clase obrera de Estados Unidos, compuesta por trabajadores de distinto origen étnico, tiene el poder para luchar contra el gobierno imperial y los patrones que pretenden seguir aumentando sus jugosas ganancias con el sudor y el trabajo de los asalariados. El enorme descontento de los migrantes de Arizona y de todo Estados Unidos, podría originar un gran movimiento nacional de los inmigrantes. En el 2006, se movilizaron miles contra la ley HR 4437 que igualmente criminalizaba a los indocumentados. Los 200,000 inmigrantes que se movilizaron en marzo reciente y el 1 de mayo, demuestran que es posible un gran movimiento en los Estados Unidos para frenar la racista ley SB1070 y las que se disponen a aprobar otros congresos locales, así como conquistar derechos plenos para trabajar en territorio estadounidense.
No importa dónde se encuentre la sinrazón, ante las medidas de corte fascista, como la militarización de la frontera, la construcción de muros en la línea fronteriza, la criminalización de los migrantes, debemos disputar desde nuestras trincheras de ideas a los ideólogos que buscan perpetuar la injusticia, con el fin de contribuir a la conformación de ese mundo mejor, sin racismos ni explotación.
*El autor es historiador mexicano egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán. Colabora en periódicos, revistas y páginas web a nivel local, nacional e internacional.

Un año del golpe en Honduras. El recurso del método.

Un año después del golpe de Estado en Honduras, cabe preguntarse si fue un hecho aislado o si inaugura un nuevo período, caracterizado por intervenciones blandas de Washington, a través de respetables instituciones o de agencias internacionales.
Raúl Zibechi / ALAI
La creciente militarización de la política de Estados Unidos hacia la región está lejos de ser un mal paso: es la consecuencia del desgaste de las estrategias que le garantizaron al hegemonía en América Latina, sumadas al declive de su papel de superpotencia y la aparición de serios competidores. En adelante, se repetirán situaciones similares a la de Honduras.
“Obama es una continuación de Bush, igual que Bush fue una continuación de Clinton, y Clinton de Bush padre. La política exterior y la política imperial estadounidense es continua”, asegura Tariq Ali (Diagonal, 20-VI-10). El intelectual paquistaní estima que existe una decadencia económica de la superpotencia, pero en absoluto política ya que cuenta con la mayor fuerza militar del mundo. “Usa su fuerza militar para dominar el mundo y nadie en este momento puede amenazar ese poderío militar. No hay ninguna evidencia que demuestre que están perdiendo su poder”, concluye.
“América Latina ha dejado de ser el patio trasero. Hemos remodelado la casa, así que el patio está muy revaluado”, dijo Marco Aurelio García, Asesor Especial en Política Externa del presidente Luiz Inacio Lula da Silva en un reciente encuentro convocado por la Fundación Friedrich Ebert en Berlín (Deutsche Welle, 18-VI-10). Al contrario que Ali, García enfatiza el cambio por encima de las continuidades: “Doce países de la región con quienes compartimos fronteras y otros con los que tenemos una amistad sin límites creen, al igual que nosotros, que hay un gran cambio en la situación mundial. Nos encontramos ahora ante un mundo multipolar y queremos tener un lugar en él”.
Una parte importante de las izquierdas y el progresismo piensan como el historiador paquistaní. Otros tantos lo hacen como los dirigentes brasileños. Análisis contradictorios, pero anclados en la misma realidad, tan contradictoria que, en un período de cambios y turbulencias profundas, tiende a generar visiones contrapuestas incluso entre quienes comparten objetivos comunes.
Definir prioridades
A la hora de considerar las relaciones entre Estados Unidos y América Latina esas divergencias de análisis son también importantes. Una de las preguntas clave es qué tan importante es el continente latinoamericano en la estrategia de Washington. Muchos análisis sostienen que la superpotencia está tan ocupada por las dos guerras que libra (Irak y Afganistán), con su ofensiva contra Irán y por las crecientes desavenencias entre sus aliados, que no tiene capacidad para ocuparse del “patio trasero”.

Entre los graves problemas globales que enfrenta, tal vez el más acuciante sea Afganistán. Un conflicto que no puede ganar y que amenaza con quebrar el frente interno. Un buen ejemplo es lo sucedido estos días con el general Stanley McChrystal, el máximo responsable militar de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán, quien fue forzado a renunciar por un artículo en la revista Rolling Stone donde vierte fuertes críticas al gobierno de Barack Obama. El artículo “retrata la división entre el estamento militar y los asesores de Obama, en un momento delicado para el Pentágono, que se enfrenta a las críticas por su estrategia para intentar dar un giro a la guerra afgana” (El País, 22-VI-10). Otros análisis, como el del portal estratégico europeo Dedefensa, estiman que un año después de haber sido nombrado McChrystal para darle un giro victorioso al conflicto, “la guerra en Afganistán se desintegra, se disuelve” (Dedefensa.com, 21-VI-10).

Los problemas internos que debe afrontar Obama son igualmente graves. El último informe del Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP), vuelve a insistir en que la crisis sistémica ha ingresado en la fase de “desarticulación geopolítica” que conduce a la “descomposición estratégica, financiera, económica y social” del sistema internacional (Leap 2020, 17-VI-10). El país más afectado es Estados Unidos que fracasó al pretender establecer, hace sólo un año, al G-20 como el núcleo de una nueva gobernanza global en sustitución del alicaído G-7, lo que torna imposible que los principales países puedan afrontar de modo unificado las dificultades presentes. Prueba de ello son las posiciones en liza frente a Irán.

Entre los graves problemas internos, figuran: el derrame de petróleo en el Golfo de México, que no pocos estiman tiene un impacto similar a los atentados del 11 de setiembre, niveles de desocupación que en algunas ciudades bordean el 40 por ciento, déficits que amenazan a las administraciones locales y estados con la cesación de pagos, deuda pública equivalente al 90 por ciento del PIB, recortes de servicios sociales y otras situaciones inimaginables años atrás. “En muchas localidades no hay recolección frecuente de la basura domiciliaria (o se debe pagar más impuestos), perdieron un día de distribución del correo, disminuyó la protección por falta de policías, deben hacer colas interminables frente a las ventanillas de las administraciones como consecuencia del despido de funcionarios, sus hijos tienen menos profesores en las escueles, las que a su vez brindan menos servicios”, señala el informe. Washington y todo el mundo desarrollado están abocados a una era de austeridad.

Frente a este panorama, preguntarse por el papel de América Latina en la estrategia estadounidense no es ocioso. Empezando por México, país que viene perdiendo la guerra contra el narcotráfico, como lo vienen reconociendo sus autoridades. Convivir con un “Estado fallido”, o en riesgo de serlo, no es un panorama nada auspicioso. En la región se pueden establecer dos tendencias convergentes: una creciente militarización y polarización como forma de estirar el declive de Estados Unidos. Por diversas razones, que van más allá del declive económico y de los problemas internos, la tendencia a buscar atajos por la vía autoritaria cobra cada vez mayor fuerza bajo la presidencia de Obama, lo que la acerca a la de su predecesor.

Un año después de Honduras

A principios de junio el presidente Evo Morales aseguró que la agencia para el desarrollo de los Estados Unidos (USAID) está intentando desestabilizar su gobierno. En concreto, la acusó de infiltrarse en los movimientos sociales para provocar conflictos y amenazó con expulsarla del país (Bolpress, 16-VI-10). La periodista Eva Golinger cita un artículo de The Washington Post firmado por Jeremy Scahill, que asegura que la administración de Obama acaba de autorizar la expansión de la guerra secreta contra los enemigos de Washington: las “fuerzas especiales” se despliegan ahora en 75 países, cuando un año atrás estaban en 60, con 13 mil efectivos civiles y militares (Rebelión, 6-VI-10).

Según el mencionado artículo, un alto militar del Pentágono aseguró que Obama está permitiendo muchas acciones y operaciones que no fueron autorizadas durante el gobierno de George W Bush y que ahora hay más facilidades para las operaciones encubiertas. Este tipo de operaciones forma parte de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (NSS por sus siglas en inglés) difundida por Obama el 27 de mayo. Este año la única novedad que incluye es la apelación al buen estado de la economía para mantener la supremacía global. Por lo demás, el texto de 52 páginas repite el compromiso del actual presidente de mantener la superioridad militar como punto neurálgico de su política exterior, lo que suena contradictorio con los intentos por recuperar la economía ya que supone aumentar el ya abultado presupuesto militar (Jim Lobe en IPS, 28-VI-10).

Estados Unidos enfrenta por lo menos cuatro problemas en la región para los cuales no tienen soluciones a corto plazo: el ascenso de Brasil al rango de potencia global, a caballo de la integración regional; la creciente presencia de China que teje acuerdos estratégicos con países clave; el fracaso de la guerra contra las drogas y la falta de alternativas; y la debilidad de su economía que ya no es gancho para tejer alianzas. En suma, los pilares sobre los que había descansado la hegemonía en la región están seriamente afectados.

“Después de la invasión china de África ahora es el turno de América Latina”, afirma O Estado de Sao Paulo (20-VI-10) a la hora de explicar que el país asiático ha prestado 50.000 millones de dólares a países de la región en el último año y medio. China está tejiendo acuerdos estratégicos dando prioridad a Brasil y Argentina que se han convertido en “importantes puntos de apoyo en América Latina” (Diario del Pueblo, 10-VI-10). Los mandos militares del Pentágono observan con gran preocupación la presencia china en el continente, pero no atinan a diseñar propuestas para contenerla.

Un informe del Servicio de Investigación del Congreso de los Estados Unidos sobre la política de Washington hacia las drogas y la región desde la década de 1970, establece que “en América Latina y el Caribe el narcotráfico ya reemplazó a los conflictos políticos y regionales como la mayor fuente de violencia” (Contralínea, 20-VI-10). El fracaso del combate a las drogas tiene cifras impresionantes: entre 2003 y 2008 las muertes violentas en la región atribuidas al narcotráfico escalaron de 19,9 personas cada mil habitantes a 32,6. De ahí que, en opinión de los autores del trabajo publicado el 30 de abril, se pueden detectar “señales de un distanciamiento entre varios países de la región con la postura estadounidense y apelan a una revaluación de sus políticas antidrogas”.

Socios o competidores

El tercer problema es Brasil. Immanuel Wallerstein cree que Estados Unidos interpreta de modo equivocado la política exterior brasileña. En base a un informe del Consejo de Relaciones Exteriores, cercano a la Casa Blanca, sostiene que Washington le propone a Brasil “asociarse” en temas como el etanol para construir una relación más sólida. Para Estados Unidos, “Brasil debería actuar como una potencia regional, es decir, como un poder subimperial” para estabilizar la región, lo que supone incorporarse como “socio menor” de la superpotencia (La Jornada, 1-II-10). En los últimos meses se hizo evidente que Brasil va a jugar un papel independiente en el escenario global y, sobre todo, en el regional, ya que Brasilia no quiere actuar como disciplinador de la región sino como portavoz de un área cada vez más integrada y autónoma respecto al Norte.

El fracaso de su política antidrogas (que le permitió establecer sólidos lazos con las derechas de la región), el atractivo económico de China en desmedro de Washington y el ascenso de Brasil como potencia, dejaron a Estados Unidos sin política. O sea, sin la capacidad de mantener su hegemonía. De ahí que haya un progresivo deslizamiento hacia la dominación, o sea, coerción sin consentimiento. En los hechos, la administración demócrata está “fortaleciendo su fuerza nuclear y reforzándose con una devastadora ‘disuasión convencional’” (Asia Times, 5-V-10), escribe Jack A Smith, ex editor del semanario estadounidense The Guardian al comentar las últimas decisiones en materia de defensa.

Según el analista, ya no le es suficiente al Pentágono con la vieja doctrina de combatir dos guerras simultáneas, sino que está empeñado en hacer frente a “una multiplicidad de amenazas, incluyendo dos agresiones de Estados-nación”. Estima que “el Pentágono tiene previsto participar en numerosas guerras futuras interrumpidas por breves períodos de paz mientras se prepara para la próxima guerra”. El secretario de Defensa, Robert Gates, tiene muy presente el declive de su país, como toda la clase dirigente. Por eso un año atrás escribió en la prestigiosa revista Foreign Affairs (enero-febrero de 2009), que Estados Unidos tiene que invertir en todo aquello “que le garantice la dominación”. En buen romance, superioridad militar aplastante, no sólo nuclear, sino ahora sobre todo convencional.

Un año después del golpe de Estado en Honduras, cabe preguntarse si fue un hecho aislado o si inaugura un nuevo período, caracterizado por intervenciones blandas de Washington, a través de respetables instituciones o de agencias internacionales. Lo sucedido este año debería servir de ayudamemoria: masiva invasión militar en Haití; once nuevas bases militares a disposición en Colombia y Panamá; creciente intervención subvencionando una amplia gama de organizaciones, desde movimientos sociales hasta fundaciones y medios de comunicación. Existe una potente tendencia a la polarización, con tres focos decisivos: la región andina, el Caribe y la Amazonia.

En cada una de ellas existen diversos intereses que pasan siempre por el control de los hidrocarburos, los minerales y la biodiversidad. Pero hay algo más en juego, algo más decisivo aún que las riquezas materiales, que es la llave para conquistarlas: el control, a secas. La estrategia imperial pasa, por sobre todo, por impedir que surjan competidores del tipo que sean, estatales o no estatales. La lección de México debería hacernos reflexionar: en su empeño por no perder el control, las clases dominantes están a punto de destruir el Estado. Mantener el control en todo el mundo, o sea el poder de decisión, cuando se atraviesan graves dificultades y se está perdiendo el carácter de potencia hegemónica, es tarea harto compleja y tal vez imposible en el largo plazo. El recurso al autoritarismo es, en la mentalidad hegemónica en Estados Unidos, la mejor forma de estirar la agonía. Es cierto que la presidencia guerrista de George W. Bush no hizo más que acelerar el declive, pero una característica otoñal de la vida es la incapacidad de aprender, incluso de lo vivido en carne propia.

Esquina bajan: Monsiváis y la izquierda mexicana

Es difícil comprender cabalmente la izquierda mexicana actual sin estudiar el papel que Monsiváis jugó en ella
Luis Hernández Navarro / LA JORNADA
Durante más de 50 años, Carlos Monsiváis fue un actor central de la izquierda mexicana. Sus crónicas, ensayos, reflexiones críticas y proyectos fueron muy relevantes en la construcción de un campo político-cultural afín a ella. Su participación en esta corriente comienza con su juventud.
A los 15 años de edad, las lecturas sobre la Guerra Civil española conmocionaron al futuro escritor. El descubrimiento de las Brigadas Internacionales le hizo pensar que la izquierda tenía sentido y que defender causas valía la pena. Cuando el 19 de junio de 1953 se ejecuta en Estados Unidos a Julius y Ethel Rosenberg, participó, junto a unas 300 personas, en la vigilia que se realizó en México frente al edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Se acercó entonces a la Juventud Comunista.
Un año después, cuando la caravana de los mineros de Nueva Rosita y Cloete llegó al Distrito Federal exigiendo el reconocimiento de sus derechos sindicales, fue a recibirla al Zócalo. Aunque intuía que se trataba de una causa perdida estaba convencido que valía la pena defenderla.
Ya en la preparatoria, también en 1954, se integró al comité de defensa de Guatemala, creado para protestar contra el golpe de Estado orquestado por la CIA contra Jacobo Arbenz. Como la mayoría de los militantes de izquierda de la época, distribuyó volantes y asistió a manifestaciones.
En 1956 era un izquierdista confiado, resentido con la Unión Soviética por la invasión de Hungría, y muy indignado con el gobierno mexicano por su persecución hacia los dirigentes populares.
Dos años después escribió la crónica del Movimiento Estudiantil de 1958 en contra del alza de los camiones. Acompañó al movimiento ferrocarrilero y magisterial de fin de década, y entabló una amistad estrecha con el maestro Othón Salazar. Dos años más tarde fue expulsado del Partido Comunista, pues reivindicaba la tesis de José Revueltas sobre la inexistencia histórica del partido.
Monsiváis resumió brevemente su primera formación sentimental en su texto Autorretrato con gato en la Portales: Niñez libresca, desarrollo de sentimientos de marginalidad (motivo: religión protestante), escuelas públicas con maestros cardenistas y comunistas, ingreso en la Juventud Comunista (incomprensión del marxismo que persiste hasta la fecha), lecturas obligadamente caóticas, incomprensión de toda la realidad ajena a los libros, radicalización sentimental.
El escritor se definió a sí mismo como liberal radical o demócrata liberal. Nunca se reivindicó como marxista. Por el contrario, le temió a su doctrina. Sin embargo, reconoció ser culturalmente –como todos en México– una mezcla de marxismo, agnosticismo, cristianismo, fe individualista y certezas socialistas. Explícitamente declaró no creer en los regímenes de fuerza, ni en el autoritarismo, ni en que una persona decida por todas, ni en la impunidad de la clase gobernante, ni en la pobreza como hecho natural, ni en la aristocracia mexicana (pulquera o presupuestera), ni en el sacrificio de las generaciones en medio del glorioso bien de quienes le imponen a los demás los sacrificios.
Monsiváis reivindicó la utopía. Sostuvo que el totalitarismo es el asesinato de las utopías y, que, ante la distopía del neoliberalismo, mantener la utopía en el mapa de las convicciones es un requisito de salud mental. Optimista pese a todo, aseguró serlo porque "ahora sé que los malvados, los explotadores, los represores, sólo tienen éxito y felicidad mientras viven (antes creía que en el cielo también reprimían las manifestaciones de protesta)".
Compañero de ruta de multitud de movimientos populares, reivindicó a lo largo de su vida el que la emoción política que se deposita en las causas sociales, en la defensa de los derechos humanos, "es una de las grandes emociones que uno puede sentir [...] hay algo de nobleza, de intensidad, de fuerza moral en la lucha contra la injusticia, contra la desigualdad, que siempre me ha apasionado".
Cercano al Partido de la Revolución Democrática (PRD) desde su nacimiento, se decepcionó muy rápidamente de él. Desde su punto de vista, la izquierda partidaria que manipula y exprime el PRD no es izquierda, si por ésta entendemos la lucha por la desigualdad y por los derechos humanos y civiles, ni es partidaria, es simplemente facciosa y patética.
Para él, nunca había descendido tanto la idea de la izquierda como lo ha hecho ahora. La izquierda partidista (diferente a la social y cultural) lleva mucho tiempo separada del debate ideológico. En sus filas se dio por muerto al marxismo y se sustituyó a las ideas, nunca muy abundantes, con la obsesión por las posiciones electorales.
Durante años encontró una izquierda distinta a la tradicional, autogestionaria y dispuesta a renunciar al autoritarismo, en las colonias populares, en los grupos ecologistas, en los pequeños sindicatos, en las cooperativas de barrio, en las comunidades eclesiales de base, en las agrupaciones campesinas, en las secciones magisteriales. Desde su punto de vista, los movimientos populares de izquierda, y la izquierda cultural eran base fundamental para una transformación social.
Desde 1994 Monsiváis acompañó críticamente la irrupción del movimiento zapatista y, más adelante, la resistencia pacífica de Andrés Manuel López Obrador y la defensa del petróleo. Criticó el apoyo de una parte significativa de la izquierda mexicana hacia la Revolución Cubana. Sin embargo, reconoció su papel en la legalización de las sociedades de convivencia y del aborto en el Distrito Federal, en el desnudo de 20 mil personas en el Zócalo capitalino, en la construcción de movimientos sociales en todo el país, en la resistencia en Oaxaca. Para él, la izquierda era la fuerza política que abrió el debate sobre la diversidad sexual y racial.
Hace unos años, Carlos Monsiváis escribió: "El mundo que conocí ya no existe y el que ahora padezco se está desvaneciendo. Mi consigna al respecto es muy sincera: o ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo". A pesar de semejante confesión, es difícil comprender cabalmente la izquierda mexicana actual sin estudiar el papel que Monsiváis jugó en ella. Ahora será más difícil hacerlo sin él.

Pronunciamiento en torno a la solicitud de asilo político de América Del Valle a la República Bolivariana de Venezuela

Documento enviado por el Movimiento Nuestra América - México
(Fotografía: América del Valle)
Los abajo firmantes pertenecientes a la comunidad internacional, nos pronunciamos a favor de que se le brinde asilo político a la luchadora social mexicana América Del Valle Ramírez en la República Bolivariana de Venezuela, quien es perseguida por el Estado Mexicano desde el mes de mayo de 2006, fecha en que el pueblo de San Salvador Atenco fue reprimido por la Policía Federal. Represión que dejó un saldo de dos jóvenes muertos, centenares de presos y una veintena de mujeres abusadas sexualmente. Desde entonces América ha sido perseguida, enfrentado demandas judiciales con cargos iguales a los imputados a Ignacio Del Valle, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, su padre, que fue sentenciado por estos cargos a 112 años de prisión sin haberse comprobado su culpabilidad, ya que la verdadera causa de su encierro fue haber dirigido la resistencia contra la construcción de un aeropuerto que los despojaría de sus tierras.
Es por eso que apoyamos la petición de América para que Venezuela le brinde asilo político, ya que cumple el status de ser perseguida y acosada por el estado mexicano a causa de sus ideas.
ATENTAMENTE:
Don Pablo González Casanova, Obispo Samuel Ruiz García, Obispo Raúl Vera, Padre Miguel Concha Malo, Ana Esther Ceceña, Oscar González, Pablo Romo, Ambrosio Velasco Gómez, Gilberto López y Rivas, Miguel Álvarez Gándara, Dolores González Saravia, Héctor Díaz Polanco, Federico Álvarez, Luis Hernández, Carlos Fazio, Lucio Oliver, José María Calderón, Raquel Sosa, Enrique González Ruiz, Silvia Ribeiro, Armando Bartra, Enrique Rajchenberg, Magdalena Gómez, José Steinsleger, Roberto Manero Brito, Oscar Ugarteche, Hugo Aboites, Francisco López Bárcenas, Catalina Eibenschutz, Rafael Reygadas, Carlos Rodríguez Wallenius, Elvira Concheiro, Alicia Castellanos, Rubén García Clark, Martin Esparza Flores, Humberto Montes de Oca, José Antonio Almazan, Erika Zamora, Carmen Cariño Trujillo, Efrén Cortés, Héctor de la Cueva, Jorge Cázares Torres, Rebeca Peralta Mariñelarena, Luis Daniel Hocsman (Argentina), Bernardo Mançano Fernández y Elder Andrade de Paula (Brasil), Jaime Finn (Escocia), Duncan Smith (Inglaterra), Leonel Rivero, Gonzalo Ituarte, Juan Brom, Jesús Serna Moreno, Margarita Favela, Aldo Rabiela, Cuauhtémoc Amezcua, Jorge Fernández Souza, Juan Bañuelos, Clemencia Correa, Consuelo Sánchez, Guadalupe Valencia, Maya Aguiluz, Carlos Morera, Camilo Pérez Bustillo, Beatriz Stolowicz, Guillermo Briseño, Luis Arismendi, Arturo Ávila, José Gandarilla Salgado, Juan Campos Vega, Nayar López Castellanos, Ricardo Melgar, Claudio Albertani, Fabiola Escárzaga, Francesca Gargallo, Josefina Morales, René Torres Bejarano, Francisco Gallardo, Edgar Sánchez, Maricarmen Montes, Cristina Steffen, Sara Neria Ordaz; Grupo de Investigación Memoria y Futuro de la UAM Xochimilco: Verónica Gil, Adriana Soto, Mariana Robles, Marta Rivas; Grupo de Trabajo Desarrollo Rural de CLACSO: Luciano Concheiro, Alicia Izquierdo, Ricardo Pino, Raúl Villamil Uriarte; Angélica Rosas, Alberto Trejo, Griselda Gunther, Adrian Sotelo, José Ernesto Ramírez, Beatriz Canseco, Marta Guzmán, Silvia Carrizosa, Mayra Eslava Galicia, Guadalupe Espinoza, Germán Ortiz, Oscar Ramírez, Gabriela González, María del Carmen Rodríguez, Julio Muñoz, Andrea Trejo, Sarahi Ángeles, Hugo José Suárez, Miguel Ángel Aguilar, Rubén Sarabia Sánchez (Simitrio), Sergio Espinal, Artemio Ortiz Hurtado, Juan de Dios Hernández, Cayo Vicente, Leopoldo Ayala, Adrian Ramírez López, Carmen Gallegos, Efigenia Garnica, Virginia Zamora, Jesús Guzmán Flores, Armando Martínez Rosales, Gabriela Rangel, Karla Isaeth Díaz Pérez, Rodrigo Castillo, Itza Varela Huerta, Amarela Varela Huerta, Ali Siles Bárcenas, Norma Cecilia Vázquez Monfil, David Navarrete Rosas, Marisol Gómez, Ricardo Martínez Martínez, Rogelio Reyes, Alejandra Hernández Arreola, Laura Flores, Alba Teresa Estrada, Gabriel Bagundo, Héctor Jesús Morales Rodríguez, Azucena Granados Moctezuma, Marilú Peña Guevara, Alfonso Flores Quintero, Ana Xiuhnelli de la Torre, Tlalli Lopez Sosa, Juan Enrique Hernández Alonso, Pilar Saavedra Solá, Víctor Escatel, Adrián Pedrozo Castillo, Ma. Del Carmen Larralde, Benjamín Tirado Hernández, Guadalupe Guadarrama Huerta, Minerva Gómez Plata, Aida Robles, Jesús Lineta, Sergio Grajales, Silvia M. Estrella, Carmen Ávila Tellez.
Diputados: Agustín Guerrero, Víctor Castro Cosío, Adolfo Orive, Alejandro López Villanueva.
Organizaciones: Sindicato Mexicano de Electricistas, Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación: Secciones III de Baja california sur, IX y X del Distrito Federal, XIII de Guanajuato, XVIII de Michoacán, XIV de Guerrero, XIX de Morelos, XXIII y LI de Puebla, XXIV de Querétaro, XXVI de San Luis Potosí, XXXVI del Valle de México, XXXII de Veracruz, XV de Hidalgo, IV de Campeche, XXV de Quintana Roo, Comité Ejecutivo Nacional Democrático del SNTE, SUTIN, STUNAM, SUTIEMS, CUT, FPFV, UPVA 28 DE Octubre de Puebla, Servicio Internacional Cristiano de Solidaridad con América Latina (Sicsal), Comité Monseñor Romero, Comunidades Eclesiales de Base, Derechos Humanos México, Movimiento Popular de Pueblos y Colonias del Sur, Pueblos en lucha por la Tierra, San Andrés Totoltepec, Mujeres para el Diálogo, Secretariado Social Mexicano, Municipio Autónomo de San Juan Copala, Coordinadora Estatal del Magisterio Democrático de Zacatecas Sección LVIII, Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, Promotora de Lucha de los Trabajadores de la Educación en Querétaro, Movimiento de Unidad Socialista, Unión Democrática Magisterial, Unidad Sindical Democrática del IPN, Organización Zapatista Educación para la Liberación de Nuestros Pueblos, Comunidad de San Pedro Atlapulco, Estado de México, Movimiento por Justicia del Barrio Nueva York, Estados Unidos, Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos A.C, CGH-Ho Chi Minh de la UNAM, Corriente en Lucha, Corriente Sindical "Alianza Democrática" STUNAM-UNAM, Colectivo Frente Universitario Contra la Discriminación, Grupo Lésbico Universitario.

Una gran victoria puertorriqueña

En las luchas sociales y políticas de Puerto Rico, debido a su condición colonial, se manifiesta con particular énfasis –explícita o implícitamente– la resistencia frontal contra la dominación de Washington.
Ángel Guerra Cabrera / LA JORNADA
En 1898 Estados Unidos, en su debut imperialista, se apoderó por las armas de Cuba y Puerto Rico con el propósito de controlarlas y usarlas como trampolín de su arremetida expansionista al sur del río Bravo. Al mismo tiempo frustraba la victoria de dos procesos independentistas que estaban indisolublemente ligados. Tanto, que el artículo primero de los estatutos del Partido Revolucionario Cubano (1892) proclamaba que éste se creaba para luchar por la independencia absoluta” de Cuba “y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”; y los próceres borinqueños Eugenio María de Hostos y Ramón Emeterio Betances previeron anticipadamente, al igual que su compañero y fundador de ese partido, el cubano José Martí, la necesidad de unirse frente a la amenaza expansionista estadunidense. Cuba, aunque consiguió en 1902 la independencia formal y la creación del Estado-nación, fue convertida en protectorado yanqui y solamente llegó a ser realmente independiente con el triunfo de la revolución el primero de enero de 1959. Puerto Rico es el único país de América Latina que todavía hoy mantiene la condición de colonia no obstante que su pueblo ha luchado con denuedo por su autodeterminación e independencia y reafirmado y enriquecido en ese proceso su indómita identidad nacional. No es gratuito, por eso, que el Comité de Descolonización de la ONU haya convocado en estos días a una sesión especial para exigir a Estados Unidos que garantice el derecho del pueblo boricua a su autodeterminación.
Sin este antecedente no puede entenderse a cabalidad la trascendencia política y cultural de la radiante victoria obtenida por el estudiantado de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en la huelga de dos meses que acaba de concluir en defensa del derecho de los jóvenes a la educación pública. Los estudiantes, que conquistaron el apoyo de grandes sectores del pueblo castigados por las medidas neoliberales del gobernador anexionista Luis Fortuño, consiguieron casi todo lo que exigía su pliego petitorio y en la primera asamblea nacional celebrada en la historia de la UPR con la asistencia de representantes de los 11 planteles confirmaron los acuerdos a que llegó el Comité Nacional Negociador con la directiva de la casa de estudios. Adicionalmente, la asamblea se pronunció por un voto preventivo en favor de decretar una nueva huelga general en caso de que se intente aumentar las cuotas de matrícula: “El estudiantado se opone a que se aumenten los costos de estudio, sobre todo a la imposición de una cuota en enero de 2011… y dejamos claro que haremos todo lo necesario para detener esa cuota”. La huelga estudiantil de Puerto Rico se distingue por la vibrante y singularmente creativa militancia de sus protagonistas, para la mayoría de los cuales ésta era su primera experiencia de participación política, y por su radicalismo democrático, ejemplo para las nuevas generaciones de América Latina, en especial en estos tiempos en que el sistema dominante intenta –y logra con frecuencia– enajenar a los jóvenes con el consumismo y alejarlos de la actividad política.
En las luchas sociales y políticas de Puerto Rico, debido a su condición colonial, se manifiesta con particular énfasis –explícita o implícitamente– la resistencia frontal contra la dominación de Washington. Ello favorece la vinculación de las reivindicaciones nacionales con las sociales, el impulso de unas por otras, un ingrediente indispensable en las luchas de liberación de los países dependientes. Así, los estudiantes de la UPR –y los docentes que se les han sumado en número creciente– están luchando contra una directiva de la entidad calificadora de universidades de Estados Unidos que urge a reducir drásticamente la contribución a la universidad del presupuesto del llamado Estado Libre Asociado. A la vez, se enfrentan a una camarilla neoliberal entronizada en la administración universitaria que, a tono con las directivas imperiales, ha endeudado alegremente al alto centro docente mientras intenta descargar los costos sobre los estudiantes. El objetivo es privatizar la UPR, liquidando así un centro de educación pública que ha llegado a ser crucial en el fomento del pensamiento crítico, el desarrollo del arte y la investigación científica y, en suma, la preservación de la identidad y la conciencia nacionales de Puerto Rico.
Uno de los voceros estudiantiles dijo una frase lapidaria a propósito de la victoria lograda con la huelga: “Este movimiento no se queda aquí, continúa”.

Che Guevara y la vía venezolana al socialismo

Virtud, valentía y talento se conjugan sólo armónicamente en los revolucionarios de teoría y práctica: una de las enseñanzas de Bolívar corroborada en el ejemplo del Che junto a Fidel, y que adquiere especial relevancia en la vía venezolana al socialismo abierta por Hugo Chávez en la Patria donde nació Bolívar.
Ernesto Wong Maestre / Alterinfos
El libertador de América, Simón Bolívar, comprendió como ningún otro líder de pueblos, anterior a él, que “la felicidad consiste en la práctica de la virtud”, y así lo estampó para la historia en el Discurso de Angostura que hoy cobra nueva y significativa vigencia. El lazo ideológico entre Bolìvar y Che es sugerente. Veamos.
Cuanto se escriba del pensamiento de Che Guevara debe hacerse considerando las condiciones histórico-concretas en que se fue forjando, desde las particularidades de su núcleo familiar y de su grupo escolar en interrelación con ese Ernesto, hasta que escribió su último reporte en su diario de guerra, allá en Bolivia, también en esa compleja madeja de vínculos y relaciones con diversas personalidades.
Fueron sólo 39 años de vida y ¡cuánta riqueza ha dejado a las generaciones actuales y venideras! Se distinguió desde joven y se enfrentó a su asesino, también distinguiéndose. Fue feliz ante la bala que le cercenaría la vida porque así se cumplía su palabra de hombre de virtud, de talento y de valor. “En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea” le confesó a Fidel Castro en la famosa carta de despedida de 1965.
Décadas después, con la revolución victoriosa de Evo Morales en Bolivia se está dando al Che otro gran homenaje, porque así se cumplieron otra vez sus palabras, aquellas que condicionaban su “bienvenida sea” a la muerte, pues no fue en vano. Muchos en el mundo entonaron sus gritos de guerra y de victoria, para vencer y seguir venciendo al imperialismo, incluso allí en la misma Quebrada del Yuro en Ñancahuazú donde cayó herido.
Evoquemos entonces al Libertador Simón Bolívar, raíz de los revolucionarios latinoamericanos: “Que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad, está sancionado por la pluralidad de los sabios –dijo Bolívar-; como también lo está que no todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos los rangos; pues todos deben practicar la virtud y no todos la practican; todos deben ser valerosos, y todos no lo son; todos deben poseer talentos, y todos no lo poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los individuos de la sociedad más liberalmente establecida”. [1]
Che obtuvo todos los “rangos” posibles porque practicó a fondo la virtud, fue valeroso hasta el último minuto de su vida y poseyó talento por creces que le valió ser el primer hombre de la Sierra Maestra al que Fidel entregó el grado de Comandante; y todo ello resumido en esa más alta cualidad del ser humano: ser revolucionario. Hoy es una luz mundial para iluminarse en esta penumbra de la crisis global capitalista.
Recordemos que al concluir la 2da guerra mundial, en 1945, Che con 17 años, ya estaba en la edad en que la base de los valores, sobre los cuales se van fundando las inclinaciones políticas, está casi definida. Esas tres cualidades ético-morales que Simón Bolívar nos legó en el discurso de Angostura, para entender los pensamientos y conductas revolucionarios, ya están presentes en el Che desde su formación como adolescente y quedan demostradas con el primer viaje en bicicleta por Suramérica recién graduado de medicina para conocer la realidad social, humana y cultural de los andinos, y se consolidan con su unidad al grupo de cubanos liderados por Fidel en la Revolución Cubana.
Virtud, valentía y talento se conjugan sólo armónicamente en los revolucionarios de teoría y práctica: una de las enseñanzas de Bolívar corroborada en el ejemplo del Che junto a Fidel, y que adquiere especial relevancia en la vía venezolana al socialismo abierta por Hugo Chávez en la Patria donde nació Bolívar.
De esto se trata la comprensión de la dialéctica de la revolución social en que los aspectos objetivos y subjetivos mezclados con el azar marcan el ritmo, los saltos y la armonía de los procesos sociales, es decir, del movimiento revolucionario.
¡Cuanta virtud, valentía y talento! pueden apreciarse en esa carta escrita al amigo comunicador Carlos Quijano, editor de la revista uruguaya Marcha, luego de casi siete años del fragor combativo como alto dirigente de la revolución social en Cuba, que ha pasado a la posteridad con el título “El hombre y el socialismo en Cuba” [2], y que constituye una pieza fundamental para comprender en toda su extensión lo que hoy se conoce como la “guerra de 4ta generación” y su vertiente mediática.
Durante su extensa carta Che expone sus principales tesis acerca de la construcción del socialismo en las condiciones histórico-concretas de Cuba. Desmonta las matrices de opinión lanzadas por el imperio y sus órganos contra la Revolución Cubana y el socialismo. Para lograr ello, Che conoció a profundidad al ser humano cubano porque convivió intensamente con ellos, en la guerra y en la paz y hasta hizo familia dejando dos hijas y dos hijos muy pequeños. Y además, estudio lo más destacado del pensamiento político cubano, desde Luz, Varela y Martí, hasta Mella, Guiteras y Fidel, a la luz del marxismo-leninismo estudiado junto a Fidel, sus compañeros de la dirección revolucionaria y los trabajadores en círculos de estudios.
“Hay sentimientos que no se pueden contener en el pecho de un amante de la patria; ellos rebosan agitados por su propia violencia, y a pesar del mismo que los abriga, una fuerza imperiosa los comunica”, dijo Bolívar en Angostura.
Hoy no se puede estudiar a profundidad la Revolución Cubana y el tránsito del capitalismo al socialismo en la Isla si no se estudia la obra del Che. Tampoco se podría comprender el pensamiento político de Fidel, en sus dimensiones estratégicas y gerenciales, si no se estudia la obra del Che en sus diagnósticos y en sus propuestas, comunicadas por esa “fuerza imperiosa” a la que alude Bolívar.
Parte de esas propuestas las sintetiza al concluir la obra “El hombre y el socialismo en Cuba” que también es una síntesis del pensamiento de Simón Bolívar, precisamente expresado en su discurso de Angostura al que recientemente Chávez ha citado como pleno de riqueza teórico-práctica.
“La esclavitud -dijo Bolívar en Angostura- es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia”.
“Permítame intentar unas conclusiones –expresó Che Guevara al terminar su carta a Quijano:
Nosotros, socialistas, somos más libres porque somos más plenos; somos más plenos por ser más libres”, fue la primera conclusión del Che y constituye la base de la conducta revolucionaria sin la cual resultaría imposible transitar hacia el socialismo. Con esa interdependencia de cualidades entre libertad y virtud se construye el ser socialista que es más libre porque es más virtuoso, en palabras del Libertador, y como en el socialismo se es más libre porque no se está explotado por el capitalista, se es más virtuoso, más pleno.
La segunda conclusión del Che parte de la primera, que debe ser completada con la acción como decía Marx: no se trata solamente de interpretar al mundo, sino de transformarlo. Y el Che dice: “El esqueleto de nuestra libertad completa está formado, falta la sustancia proteica y el ropaje; los crearemos”.
Pero para el Che, la creación de la libertad concreta –como nos dice Chávez- no es una tarea exenta de peligros. “Nuestra libertad –dice Che- y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio”, su tercera conclusión. Por ello es por lo que Bolívar hablaba en Angostura de los tres valores necesarios, entre los cuales el valor para enfrentar los peligros y realizar los sacrificios constituye una de las condiciones sine qua non junto a la virtud y el talento.
En el paradigma guevarista, el talento como condición sine qua nom del ser revolucionario debe ser reconocido como tal. Por ello dice Che en su quinta conclusión: “Nuestro sacrificio es consciente; cuota para pagar la libertad que construimos”. No se trata de realizar sacrificios de forma anárquica y espontánea por simple instinto de conservación la libertad alcanzada, eso es necesario pero no es suficiente porque si por circunstancias ajenas a quienes construyen el socialismo, esa verdadera libertad que se está construyendo requiere más sacrificio, eso requerirá talento para hacerlo con eficiencia y eficacia.
Y por ello que Che Guevara alerta a los revolucionarios y expone su sexta conclusión: “El camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el hombre del siglo XXI: nosotros mismos”. Cuando se lee esta sexta conclusión de Che debería recordarse también ese artículo escrito por Albert Einstein en 1949 ¿Por qué el socialismo” pues para Che a diferencia de Einstein, el socialismo no era del todo desconocido, y menos para él o para Fidel quienes siempre fueron conscientes de las limitaciones propias, ajenas o de todo el colectivo, y por ello condujeron con eficacia una guerra de sólo dos años de duración pues entre 1957 y 1958 constituyeron un ejército rebelde y con él derrotaron al ejército más apertrechado por el imperialismo yanqui en América Latina para entrar triunfantes el 1ro de enero de 1959 a La Habana.
Por tal razón, y con extraordinaria lógica dialéctica el Che sostiene su séptima conclusión acerca del cómo: “Nos forjaremos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo con una nueva técnica”. Y parte de esa técnica no fueron sólo las computadoras ensambladas en Cuba desde 1963-64, sino también los procedimientos, instrumentos e instituciones que por fases van modelando el hombre y mujer nuevos en su devenir diario, revolucionario bolivariano.
Es precisamente en esa forja de la acción cotidiana que la personalidad articula en toda su profundidad las tres cualidades básicas del ser revolucionario, apuntadas por Bolívar desde 1919 en Angostura. “La personalidad juega el papel de movilización y dirección -dice Che- en cuanto que encarna las más altas virtudes y aspiraciones del pueblo y no se separa de la ruta”. Su octava tesis. Esto es válido no sólo para los principales cabezas del movimiento revolucionario en acción, sino también para los cuadros de base en plena formación como dirigentes revolucionarios. Virtudes y aspiraciones del pueblo, dos elementos indispensables en el paradigma metodológico guevarista para ejercer el liderazgo a todos los niveles y poder construir el socialismo venciendo al caduco capitalismo.
Por todo ello, dice Che en su novena tesis, “quien abre el camino es el grupo de vanguardia, los mejores entre los buenos, el Partido”. No hay movimiento, ni físico, ni mecánico, ni social, que no esté iniciado y encabezado por un elemento o grupo de elementos, de todo el conjunto de elementos que se mueve. Ese grupo que “abre el camino” es necesario identificarlo en todo proceso para que construirlo si fuera necesario, y se va transformando y ampliando en la medida en que se va abriendo el camino, y se van transitando las fases de construcción del nuevo poder.
Como el proceso transita un “camino largo” resultan necesarios los relevos, que deben ir formándose desde la adolescencia y juventud, como formó Che Guevara las bases de sus valores, quien en su 10ma tesis cierra su sistema teórico más abstracto o su constructo teórico como gusta decirse ahora en el siglo XXI. “La arcilla fundamental de nuestra obra –estimó Che- es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera”.
Es en esa preparación de la juventud como relevo, que otra máxima de Bolívar planteada en Angostura nos debe guiar en el trabajo diario revolucionario con adolescentes y jóvenes en la vía venezolana al socialismo: “La naturaleza, a la verdad, nos dota al nacer del incentivo de la libertad (…) ella reposa tranquila aunque ligada con las trabas que le imponen”.
Por ello es que en esa preparación necesaria de la juventud que nace con la libertad dada por la naturaleza debemos evitarles las trabas que impuso el capitalismo, y las enseñanzas del Che, así como de Bolívar, Martí, Fidel, Chávez y todos los líderes que poseen con creces virtudes, valores y talento, son tan significativas en la construcción de la nueva sociedad que con ellas transitaremos exitosa y más rápidamente la vía venezolana al socialismo.
Parafraseando a Che al finalizar su carta, en el Aniversario 82 de su Natalicio, digo: si este artículo aclara algo, ha cumplido el objetivo con que lo hice.
Termino como mismo concluiría Che, con esa felicidad y optimismo que le caracterizó, si estuviera físicamente aquí con nosotros practicando la virtud:
¡Patria Socialista o Muerte, Venceremos!
Notas
[
1] Discurso de Simón Bolívar en Angostura, febrero-marzo 1819.
[
2] Carta dirigida a Carlos Quijano, director del Semanario Marcha, marzo de 1965, Montevideo, Uruguay.

Santos, la continuidad

¿Qué esconden las palabras de Santos cuando dice que quiere tender lazos con los países vecinos, entre ellos especialmente Venezuela y Ecuador, sin mencionarlos?
Salvador González Briceños / ALAI
Los colombianos no lo ignoran. Los venezolanos tampoco. Pero la trampa está puesta por parte de los Estados Unidos (EU). Colombia, como Venezuela está en la mira de la geopolítica y geoeconomía del imperio del norte. El objetivo es doble: apoderarse de los ricos yacimientos petroleros del subsuelo que existen en territorio venezolano, y de paso controlar los cultivos de la droga que están ahora en manos de la guerrilla de las Farc —como lo hizo EU al invadir Afganistán.
Ah, pero para suavizar la presencia de la derecha en el poder en Colombia, y que los propios colombianos puedan aceptarla y además votar por ella, ésta tiene que entregar resultados. Por eso el avance de Álvaro Uribe en el marco de la llamada “seguridad democrática”, al derrotar al menos parcialmente a la narcoguerrilla y al narcotráfico. Para lo cual ha tenido todo el apoyo de los EU. Y por eso la continuidad de la misma estrategia de Uribe con la sucesión electoral de Juan Manuel Santos, el candidato del oficialista Partido de la U (Unidad Nacional).
Como en asuntos de política global EU protege sólo sus intereses, por ello le apuesta a estrategias de largo plazo. Cuando así conviene. Porque igual promueve la solución exprés, como sucede con las intervenciones militares. Sobre todo si lo exigen las condiciones impuestas por la misma derecha dominante, o lo exigen las circunstancias.
Por eso los venezolanos repudian, con el derecho y la razón que les asiste, el tema de las bases militares de EU en suelo colombiano. Por ejemplo, con motivo de la presentación del Plan Colombia en abril de 2000, el senador conservador de EU, P. Coverdell, dijo que: “Para controlar a Venezuela (y por tanto, a América Latina) es necesario intervenir militarmente a Colombia”. Y Venezuela está a un tiro de piedra desde Colombia. ¿Por qué?
Como denuncian los propios venezolanos: “Nuestras reservas no convencionales de la Faja del Orinoco son equiparables en volumen a las reservas probadas mundiales de crudos convencionales en Arabia Saudita (270 millones de barriles)”. Y son las reservas a futuro. Por eso Venezuela es el “tercer objetivo mundial del capital petrolero internacional” (“El golpe de Estado fue petrolero”, Pablo Hernández, Elie Habalián, Víctor Poleo) que comandan los EU. Por eso la presencia militar en Colombia, y por eso los beneplácitos del imperio con el gobierno de Uribe.
Eso explica cómo es que, con todo y hubo segunda vuelta electoral (la primera del 30 de mayo), el sucesor de Uribe resultó ganador de los comicios colombianos el domingo 20 pasado de junio. Los datos finales del conteo son significativos, no obstante lo que verdaderamente importa ver es que la gestión de Uribe ha sido avalada por la propia población que, a sabiendas, votó por su candidato. Ese respaldo es importantísimo para EU, porque legitima tanto la gestión actual como al gobierno sucesor. Con un gobierno legítimo en el poder en Colombia, para EU la geopolítica puede seguir su marcha sin tropiezos.
Por eso, ¿qué esconden las palabras de Santos cuando dice que quiere tender lazos con los países vecinos, entre ellos especialmente Venezuela y Ecuador, sin mencionarlos? Cuidado con la intencionalidad, porque atrás de la piel de oveja puede brincar el lobo. Y esta es la mejor explicación —pueden aludirse otras, pero al darle vuelas al asunto esta es lo que queda más clara— sobre la continuidad de la línea de Uribe en el poder con Santos como presidente. En otras palabras, EU sigue silencioso en su ataque en contra de la región.
El petróleo, como el objetivo primordial. Y de paso golpear a la guerrilla para hacerse del negocio, porque Colombia sigue siendo el principal productor de cocaína del mundo. ¿O eso no es tentador para EU? Al mismo tiempo que cambian las prioridades para Santos, según lo recoge la prensa colombiana porque ya no es la inseguridad (que le tocó atender a Uribe), sino la economía.
Ahora el objetivo estará puesto en el combate a la pobreza, la precariedad laboral y el desarrollo de la infraestructura. Pero es de esperarse una mayor atención —soterrada o abiertamente; parece ser lo último— al tema de las Farc; o una ofensiva mayor a la presentada hasta ahora. Santos lo defendió así: “Seremos más duros”. “Qué oigan los terroristas y el mundo. A las Farc se les agotó el tiempo. Colombia está saliendo de una pesadilla de secuestros y violencia. Mientras (las Farc) insistan en métodos terroristas no hay la mínima posibilidad de diálogo y las seguiremos enfrentando con toda la dureza y con toda la firmeza”, aseguró. Y no porque no se combata a la guerrilla colombiana con fines propios, sino porque se hace bajo las presiones de los EU.
¿Y con Venezuela? Es de esperarse cualquier cosa. Al menos en tanto EU tenga sus bases en Colombia. Pero la intentona por derrocar a Hugo Chávez seguirá firme. Por eso es que ambas líneas de acción, las que son de interés para EU, pueden arreciar en su aplicación. Agitar las aguas. Por eso, tanto colombianos como venezolanos deben estar alertas. Porque Santos puede ser bienintencionado, pero su principal aliado no lo es.
Recuérdese que las “perturbaciones” declaraciones de Hugo Chávez durante la campaña electoral fueron mal vistas. No obstante, “sus interferencias e imprudencias acostumbradas” terminaron como aliadas de Santos. Pero el ganador seguramente no lo vio así, sino como síntoma de rechazo.
Queda esperar a ver qué sucede.
Mientras tanto, pese al Mundial y al aguacero que vivió Colombia el día de la elección, Santos se erigió como el ganador con un muy elevado porcentaje de la votación. Tendrá un alto margen de maniobra. Ha llamado a “un gobierno de unidad nacional” con propuestas de todos los partidos, salvo el de Izquierda Polo Democrático. “No más confrontaciones inútiles. Llegó la hora de la unidad”. Pero no se olvide que EU quiere aliados incondicionales. Santos tampoco debe olvidar que consigue más aliándose con la región que estar al servicio de los intereses extranjeros (ni más ni menos, lo que pasa con México). Pero bueno, tampoco se olvida que representa a un gobierno de derecha.

Integración y socialismo, una propuesta hemisférica

Hoy, viendo las dificultades de edificar una experiencia socialista en solitario, se levanta la idea de unidad continental. Pero no la unidad de los capitales, no una pura unión comercial -que dura tanto como dura el negocio- sino la de la Patria Grande , popular y en beneficio del ciudadano común. Es en ese sentido que la utopía sigue siendo posible, necesariamente posible.
Marcelo Colussi y Guillermo Guzmán / Question Digital
Los pueblos latinoamericanos y caribeños conjuntamente con determinados gobiernos de nuestra área común, estamos actualmente muy atentos a nuestro destino independiente y al futuro mediato e inmediato. Nuestras conciencias se han estremecido con los sucesos sangrientos de las dictaduras militares del Cono Sur en estas pasadas décadas. Las masacres genocidas acaecidas en Centroamérica, la injerencia del gobierno de los Estados Unidos en todos nuestros asuntos, el saqueo, la secesión y el latrocinio de Panamá, las bases militares por todo el continente, el llamado Comando Sur -amenazador hoy más que nunca- con sus garras criminales apuntando hacia todas las fuentes de recursos naturales: el petróleo, el gas, el cobre, el níquel, el oro, la madera, la Amazonia , el agua, el espacio aéreo ecuatorial, la biodiversidad, el hierro, el aluminio, el humus, todo eso es lo que determina asumir la defensa de nuestros pueblos frente al imperialismo del Norte que pretende estrangularnos y someternos a niveles de virtual esclavitud, en coordinación con las oligarquías vernáculas que siguen haciendo sus negocios en este nuevo escenario globalizado.
La conciencia popular es una instancia de primerísimo orden en lo que respecta a nuestra defensa. Si en el futuro inmediato la conciencia latinoamericana no rige las pautas que marquen nuestro propio desarrollo, estaremos perdidos. Hemos estado bombardeados de valores falsos que nos extravían, particularmente a la niñez y la juventud, pues fomentan el individualismo y las salidas cortoplacistas. Debemos deshacernos de esa compleja y pesada carga si queremos hacer valer la integración latinoamericana.
Desde fuera siempre resulta temerario diagnosticar cualquier fenómeno, cualquier cosa, cualquier enfermedad, y particularmente esto es cierto cuando se trata de algo tan complejo y delicado como es la educación.
El estado ideal hacia el cual debe orientarse el proceso educativo de los pueblos de América Latina tiene que ser, en consecuencia, inventado por nosotros mismos; tenemos que buscarlo, y si felizmente lo encontramos, entonces ha de surgir la necesidad de defenderlo de las acechanzas y amenazas que el imperialismo vuelque contra ello.
Puede parecer utópico, pero al decir de Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, "inventamos o erramos". Eso es tan vigente hoy como dos siglos atrás cuando fue pronunciado. Sólo de nosotros, de cómo podamos ir procesando los nuevos escenarios y los nuevos tiempos con proyectos propios, depende cómo demos respuestas que realmente nos sirvan, nos saquen del estado de postración en que estamos, nos den nuevas energías.
Latinoamérica esta signada por injustas relaciones de poder económico y político. La estructura de ese poder económico predominante es fundamentalmente cuantitativa, utilitaria, rentista y material; por otra parte, la del poder político es de subordinación, de orden, de amedrentar militarmente a los pueblos esclavizados, lo que les permite la capacidad de imponer obediencia. El orden social en América Latina no es más que una relación de poder y de subordinación monopolizado por la oligarquía estadounidense, que es quien ejerce el monopolio del poder. Podemos llegar a decir que el continente no es pobre; ¡es injusto!, lo cual es muy distinto. LEER MÁS...

Extractivismo desarrollista y defensa ambiental

La oposición al grueso del capital –nacional y extranjero– de los gobiernos llamados progresistas que encaran esta política no lleva, sin embargo, automáticamente ni a la eliminación de la explotación de la naturaleza ni a la de los asalariados.
Guillermo Almeyra / LA JORNADA

Para hacer frente a la crisis mundial y poder defenderse de las trasnacionales, la economía de los países dependientes no puede prescindir del reforzamiento del papel del Estado. No sólo está en el orden del día defender los bienes públicos y recuperar el control sobre las palancas fundamentales para el desarrollo: el aparato estatal también debe remplazar a los capitales privados, a veces mediante empresas mixtas con éstos, en actividades de importancia estratégica para el desarrollo o de gran importancia social y en la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías compatibles con la defensa del ambiente.
En esa medida, durante todo un periodo, se necesita más y no menos intervención económica del Estado en la economía, como productor y como fijador de precios de sostén para los bienes de los pequeños productores rurales y como regulador de los precios al consumo de los de primera necesidad, para mantener el poder adquisitivo de la población, así como la salud pública y el nivel de vida en las ciudades, donde se ubica la mayoría de los habitantes. Como en Bolivia, como en Venezuela, como en Ecuador o Argentina, es inevitable, pues, pasar por una fase de industrialismo, en parte incluso de producción nacional costosa de productos que hoy se importan y, en algunos países donde el grueso de la intervención del capital nacional está en manos del Estado, no se puede evitar que la transición pase por una fase de capitalismo de Estado (o sea de un Estado aún capitalista pero sin o contra los capitalistas, trasnacionales o nacionales).

La oposición al grueso del capital –nacional y extranjero– de los gobiernos llamados progresistas que encaran esta política no lleva, sin embargo, automáticamente ni a la eliminación de la explotación de la naturaleza ni a la de los asalariados. Cuando mucho, y en el mejor de los casos, se comienza a abrir camino a una transición a un sistema más democrático y justo y a una relación sensata, no extractiva y depredadora, de los recursos. En el peor, el desarrollismo puede llevar en cambio a un aumento de la minería a cielo abierto, sobre todo de las minas de oro, dados los precios de la onza de ese metal, como sucede en casi toda América Latina, o a una extracción brutal de combustibles no renovables, sin consideración ambiental alguna, como se está viendo con el aumento de la producción de carbón, que es más barato y abundante que el gas o el petróleo.

Eso lleva a rupturas en el bloque popular y a realineamientos en el mismo. Por ejemplo, la protesta indígena en Ecuador por la ley de aguas o por la defensa de los bosques crea una oposición ambientalista y democrática al gobierno que, en ciertas condiciones, podría incluso ser utilizada por el imperialismo y la derecha ecuatoriana en contra de aquél.

Se plantea además quién y hasta dónde controla los recursos: ¿la población local, en el caso de las autonomías indígenas, como lo hacen los inuit en Canadá, o el Estado central, que debe utilizarlos para su política redistributiva y de desarrollo? Surge igualmente el bloque ideológicamente conservador sindicatos-gobierno desarrollista, con sus planes de empleo basados en la producción minera, que se opone mediante la violencia, como en Mendoza, Argentina, a la defensa ambientalista –o sea al otro bloque, el que forman agricultores, pequeños comerciantes, pobladores urbanos, estudiantes e intelectuales– que lucha por preservar el territorio que las minas devastarían, y sobre todo del agua, que esa explotación envenena y torna escasa.

En la fase en la que el capital trasnacional va por los bienes comunes y recurre a un despojo puro y simple del agua y del territorio, peor que el que preparó la primera Revolución Industrial, los piratas internacionales se apoyan sobre la necesidad de los gobiernos progresistas de obtener divisas fuertes y de diversificar la economía y también sobre la gran demanda por trabajo, en cualquier condición y a cualquier costo social o ambiental. Es decir, se apoyan en la visión capitalista de los primeros y en la aceptación por grandes grupos de trabajadores y por sus direcciones sindicales, de los valores capitalistas.

Surge así una contradicción entre el ambientalismo democrático y de masas, por un lado, y el gobierno y los sindicatos (de trabajadores hoteleros, de la construcción, del transporte, del comercio) –como en Entre Ríos, Argentina, en el caso de la protesta de años en Gualeguaychú contra la papelera Botnia sobre el río Uruguay y en Uruguay–, contradicción que impide defender y reorganizar el territorio y que incluso da margen para una posible utilización derechista de una protesta y acción democrática genuina.

Si los gobiernos no sometidos al capital financiero internacional no desarrollan, al mismo tiempo, una política industrialista y una investigación real sobre cuáles podrían ser las bases de una economía alternativa, con productos, tecnologías y consumos no despilfarradores ni depredadores de los recursos, no podrán atenuar esa contradicción. El obrero no sólo busca trabajo y es asalariado: también es consumidor, vecino, ser pensante. Si pudiese trabajar en algo no contaminante ni dañino, lo haría. Si debe fabricar armas, químicos, automóviles de lujo o comida chatarra es porque debe comer. Para que no pierda oportunidades de trabajo y no dañe el ambiente hay que ofrecerle otro tipo de actividades productivas: no plantas termoeléctricas, sino electricidad generada por las mareas patagónicas o por los vientos o el sol, no fábricas de autos individuales sino de ferrocarriles o transportes colectivos. La investigación científica debe ser orientada hacia el desarrollo de productos que ahorren materias primas minerales y energía, que no sean desechables en pocos años, que nazcan de industrias no contaminantes. Sobre todo, es indispensable preparar ya el cambio de modelo energético, basado por entero en los combustibles no renovables.

sábado, 19 de junio de 2010

Fútbol

El Campeonato Mundial es en un espacio socio-cultural al que hay que prestarle atención para tomarle el pulso a la vida contemporánea; un lugar de enfrentamiento simbólico, una metáfora del campo de batalla en donde se encuentran escuadras rivales que defienden el honor, no solo del equipo respectivo, sino de las naciones a las que representan.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
rafaelcuevasmolina@hotmail.com

¿Qué mejor ocasión para escribir sobre fútbol que en medio del Campeonato Mundial que se realiza en Sudáfrica en estos días?

Ya casi es un lugar común decir que el fútbol es hoy mucho más que un deporte. En él se expresan de forma clara y concentrada algunas de las tendencias que caracterizan a nuestra época, convirtiéndolo en un espacio socio-cultural al que hay que prestarle atención para tomarle el pulso a la vida contemporánea.

El Campeonato Mundial es un lugar de enfrentamiento simbólico, una metáfora del campo de batalla en donde se encuentran escuadras rivales que defienden el honor, no solo del equipo respectivo, sino de las naciones a las que representan. Pueblos enteros se sienten victoriosos o derrotados, alegres o tristes, humillados o reivindicados después de un partido ganado o perdido. No es extraño, por lo tanto que Argentina se haya sentido reivindicada cuando “la mano de dios” le permitió derrotar a la Inglaterra que, apenas unos años antes, la había humillado en las Malvinas. O que los inmigrantes latinoamericanos llenen los estadios de los Estados Unidos cuando alguna de sus selecciones juega en el país del Norte, apostando por una derrota de la selección local que les reivindique de las humillaciones que sufren como trabajadores poco calificados o como indocumentados.

Hay una especie de “traslación” de las virtudes mostradas en la cancha por la escuadra nacional, hacia los connacionales que la apoyan y se identifican con ella. En pocas actividades de la vida contemporánea es tan válida la sensación de sentirse representado por algo o alguien.

El fútbol es, además, un soberbio espectáculo. El contraste de los colores de los uniformes con el verde esmeralda de la cancha, las graderías llenas de público entusiasta, a veces estrafalario, que canta y hace coreografías.

Acorde con los tiempos que corren, su gran atractivo ha provocado que sea presa del mercado. Según la consultora Deloitte & Touche, es ya la decimoséptima economía del mundo, con un volumen de negocios estimado en 500,000 millones de dólares anuales y 24 millones de jugadores pertenecientes a 1,5 millones de equipos afiliados directa o indirectamente a la FIFA. Haciendo un análisis macroeconómico, dice el informe, solo 25 países tienen un PIB mayor que la industria del fútbol en su conjunto.

Sería ocioso seguir aportando datos al respecto, porque la mayoría son conocidos por todos, principalmente las estratosféricas sumas que cobran algunos jugadores que se encuentran en la elite mundial. Cristiano Ronaldo, por ejemplo, actual jugador portugués del equipo español Real Madrid, fue comprado por ese club en la bicoca de 120 millones de dólares.

El fútbol ha sido tocado por el Rey Midas, el capitalismo contemporáneo que se expande hasta por las más remotas esquinas del orbe transformando todo en mercancía. No hay nada, material o inmaterial, sagrado o profano, que escape a su voracidad, ¿por qué habría de hacerlo el fútbol, siendo como es tan vistoso, tan emocionante, tan alegre?

América Latina se ha incorporado a este mercado global deportivo de acuerdo a las condiciones que le son propias en la dinámica económica contemporánea: como proveedora de materia prima; en este caso, se trata, en primer lugar, de jugadores, aunque eventualmente también de entrenadores. La materia prima “jugador de fútbol latinoamericano” tiene aceptación en las plazas de los países del Primer Mundo, en primer lugar en Europa pero, también, en los Estados Unidos. Hasta allá van nuestras exportaciones de este producto “no tradicional” a competir con lo que llega desde otras partes del mundo. Y como buena sociedad de consumo, una vez que nuestro producto exportado haya sido usado hasta la última gota, será descartado y arrojado al cajón de la basura.

A pesar de todo lo anterior, y como un remanente del siglo de los nacionalismos que fue el siglo XX, el fútbol sigue moviendo nuestras fibras más íntimas.

No importa cuál, pero ojalá que un equipo latinoamericano gane el Mundial.

Fe de erratas neoliberal

Tomará años sanar y restaurar las heridas abiertas durante décadas de agresión neoliberal sistemática sobre los pueblos: todo eso que la tecnocracia se da el lujo de rectificar en un informe, pero que para nosotros, hombres y mujeres de nuestra América, constituye la historia profunda de años de resistencias, derrotas y aprendizajes.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
A finales del mes de mayo, un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) titulado: La hora de la igualdad. Brechas por cerrar, caminos por abrir, llegó a una conclusión de Perogrullo: el Estado, defenestrado por el neoliberalismo metropolitano y periférico desde la década de 1980, debe retomar un papel protagónico y reconstruir su fortaleza para la revitalización de la democracia en América Latina.
El Estado –sostiene la CEPAL- es así el principal actor en la conciliación de políticas de estabilidad y crecimiento económico, de desarrollo productivo con convergencia, armonización territorial, promoción de empleo de calidad y mayor igualdad” (Pág. 267). Allí donde antes decía Estado mínimo, ahora debemos leer: Estado fuerte.
Como revelando la debilidad de las certezas en tiempos de crisis, este tipo de rectificaciones de los organismos internacionales son cada vez más frecuentes. En los últimos años, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional también se han visto obligados a hacerlo, en la misma medida en que las rebeliones populares, las transformaciones del mapa político latinoamericano y el terremoto del sistema capitalista, ha puesto en entredicho sus propios dogmas de fe y a sus oráculos neoliberales.
Según lo reconoció la CEPAL, tras décadas de aplicación del recetario neoliberal, América Latina ostenta hoy el vergonzoso título que la acredita como la región más desigual del mundo: “el ingreso promedio por persona en el estrato más acaudalado supera 17 veces al que percibe 40 por ciento de personas en los hogares más pobres” (LA JORNADA, 30-05-2010, pág. 24).
¿Cuántas comunidades desaparecieron, cuántas familias se desintegraron, cuántos personas debieron engrosar los índices del desempleo y la pobreza, para que los organismos internacionales comprendieran que la liberalización económica y la restricción de la inversión social, que enviaron a la guillotina décadas de organización y luchas populares, conquistas sociales y a la Política misma –así, con mayúscula-, también destruían el tejido social y humano de nuestras sociedades?
Llevados a situaciones límite, casi arrinconados en encrucijadas de vida o muerte, fueron los pueblos latinoamericanos, junto a los gobiernos más progresistas y sensibles a este cambio de época, quienes asumieron el protagonismo de los cambios y las transformaciones en la última década: una compleja y conflictiva búsqueda de alternativas posneoliberales, a nivel político, cultural y económico, en la que se ponen en práctica respuestas relativamente diferentes a las ensayadas hasta ahora.
Ahí están los nuevos proyectos de integración regional, como el ALBA, UNASUR, el Tratado de Comercio de los Pueblos, el Banco del Sur, Petrocaribe, TeleSur, y numerosas iniciativas de participación política que, en mayor o menor medida, se nutren de las propuestas nacidas del debate de los Foros Sociales, las experiencias democratizadoras de los movimientos sociales y la riquísima tradición del pensamiento latinoamericano.
Tomará años sanar y restaurar las heridas abiertas durante décadas de agresión neoliberal sistemática sobre los pueblos: todo eso que la tecnocracia se da el lujo de rectificar en un informe, pero que para nosotros, hombres y mujeres de nuestra América, constituye la historia profunda de años de resistencias, derrotas y aprendizajes. Por eso no podemos entregar los triunfos y conquistas sociales de los últimos lustros a aquellos que, sin ningún reparo ni escrúpulo, pretenden “refundar el capitalismo” –ignorando las contradicciones que éste incuba- y darle una segunda oportunidad a ese modelo perverso.