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sábado, 3 de julio de 2010

Centroamérica: fotografía del presente, ecos del pasado

Golpes de Estado, conservadurismo ideológico, soberanías entregadas ante el poder militar, gobiernos al servicio de los negocios privados y no de las necesidades de sus pueblos. Las élites centroamericanas, provincianas y con su innata vocación de patio trasero, nos llevan al mismo lugar donde estábamos hace más de 150 años.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

(Fotografía: los presidentes centroamericanos, incluido Porfirio Lobo, en la cumbre del SICA en Panamá. Daniel Ortega, de Nicaragua, no participó por su rechazo al gobierno post-golpista de Honduras).

A un año de la ejecución del golpe de Estado en Honduras, las señales que envía el curso de la política centroamericana no pueden sino calificarse de ominosas. Una fotografía de los sucesos de las últimas semanas basta para retratar, con precisión, las tendencias que se imponen desde adentro y desde afuera de nuestros países, y los posibles rumbos de acontecimientos que, sin duda, repercutirán en toda América Latina.

El lunes 28 de junio, en una entrevista para la cadena TeleSur, el expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, no dudó en señalar la responsabilidad del gobierno estadounidense y de sus agencias militares (el Pentágono y el Comando Sur) en la violenta interrupción de su mandato, en la represión desatada desde entonces (que ya cobró la vida de más de 100 miembros del Frente Nacional de Resistencia: maestros, campesinos, obreros y jóvenes) y en la imposibilidad de lograr un acuerdo que lleve paz a la sociedad hondureña.

Detrás de las decisiones que están tomando, tanto Lobo como las que tomó Micheletti, está Estados Unidos dándole la agenda, dándole la pauta”, sostuvo Zelaya a la televisora latinoamericana. Y agregó: “La injerencia es el peor de los caminos para el conflicto que vive Honduras. Si Estados Unidos saca sus manos de Honduras, los hondureños podemos entendernos, si el Gobierno actual trata de ser independiente y no estar sometido simplemente a una agenda de mentiras y de engaños permanente, usando la fuerza y los militares para mantener la presión sobre nuestro país, en nuestra sociedad”.[1]

Se trata, ni más ni menos, que del retorno del intervencionismo norteamericano histórico, y que algunos creían superado con la llegada al poder del presidente Obama. Precisamente, el diario alemán Junge Welt consignó declaraciones de Zelaya en las que censuró al presidente estadounidense, de quien dijo: “al igual que en el pasado, cayó en el terrible error de apoyar el terrorismo de Estado, con el regreso de los golpes militares, prácticas ya conocidas de la extrema derecha, empeñada en sembrar la barbarie[2].

En una escueta declaración, el embajador estadounidense en Tegucigalpa, Hugo Llorens, de oscuro pasado diplomático, rechazó las acusaciones de Zelaya y, con cinismo, aseguró que ''Estados Unidos toma la posición que siempre ha tomado en Honduras en apoyo a la democracia, la Constitución y la legalidad''[3]. Extraña legalidad es esa que respalda la impunidad de los golpistas, se burla de la organización popular y tolera las violaciones de los derechos humanos y los asesinatos selectivos de opositores, dirigentes sindicales y comunicadores.

El cinismo de Llorens, cultivado en Washington cuando se desempeñó como asesor para América Latina del expresidente George W. Bush, solo es comparable con el de la fauna de la derecha centroamericana: ese puñado de elites políticas y empresariales profundamente conservadoras, antidemocráticas y proimperialistas, que han festejado, bien juntitas, el primer aniversario del golpe en Honduras y la consolidación del asalto a la precaria democracia del área.

En El Salvador, el día 22 de junio, un grupo de empresarios y la cúpula de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), el partido fundado por el genocida Roberto D’Aubuisson, recibió con agasajos de “visitante distinguido” al golpista y dictador hondureño Roberto Micheletti.

En lo que constituyó una flagrante amenaza contra el gobierno del presidente Mauricio Funes y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, una dirigente de vieja guardia de ARENA, Gloria Salguero Gross, advirtió en tono cavernario que “El Salvador tiene que seguir esos pasos [los de Micheletti], porque aquí tampoco queremos comunismo, ni socialismo del siglo veintiuno, ni ese tipo de ideologías que sólo vienen a perjudicar a los pueblos[4].

No fue este un incidente aislado. En la Cumbre de Presidentes del Sistema de la Integración Centroamericana, efectuada en Panamá (29 y 30 de junio), el gobierno del derechista Ricardo Martinelli invitó al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi –de calidades conocidas-, para reforzar los vínculos políticos y económicos de Italia con Centroamérica. Il cavaliere, para corresponder al gesto, ofreció su ayuda en lo que mejor sabe: declarar la guerra, pero esta vez al narcotráfico y al crimen organizado, como manda la geopolítica centroamericana de estos tiempos[5].

En esta misma cita regional, la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla -socialdemócrata de rosario en mano-, realizó un intenso cabildeo por la reincorporación del gobierno hondureño de Porfirio Lobo en las instituciones de la integración[6]. La iniciativa fracasó dada la ausencia del mandatario nicaragüense Daniel Ortega: único de los centroamericanos que no reconoce al gobierno post-golpista.

La posición de Chinchilla, heredera del expresidente Oscar Arias (“mediador” designado por el Departamento de Estado en Honduras), no hace sino revelar la continuidad y profundización del alineamiento de Costa Rica con los ejes de la política exterior norteamericana. Un hecho que fue ratificado el pasado 1 de julio, cuando la Asamblea Legislativa costarricense, dominada por el partido oficialista (Liberación Nacional) y sus aliados, tomó una decisión inédita y autorizó el ingreso –durante los próximos seis meses- de 46 buques de guerra de la armada estadounidense (portaaviones, fragatas, destructores, barcos hospital), con capacidad para transportar 7000 marines y 200 helicópteros y naves de guerra. El personal militar, según las condiciones que solicitó el gobierno del presidente Obama, “podrá disfrutar de libertad de movimiento y el derecho de realizar las actividades que considere necesarias en el desempeño de su misión[7].

Ingenuo, distraído o cínico –o un poco de todo- un diputado del oficialismo dijo a la prensa local que los militares “darán apoyo humanitario, construirán escuelas y lucharán contra el narcotráfico[8]. Pero es evidente que semejante despliegue no pretende, únicamente, detener pequeñas embarcaciones de narcotraficantes o delincuentes, sino que se trata de movimientos de ocupación estratégica en la preparación de una operación mayor o una guerra (¿contra Venezuela, Nicaragua, Cuba? ¿O para controlar el Caribe ante el inminente conflicto en Irán?).

Dice el economista e investigador hondureño Alcides Hernández, que hacia mediados del siglo XIX, cuando agonizaba la Federación Centroamericana y ya estaba avanzado el cambio del centro hegemónico mundial del imperio británico al estadounidense, los liberales centroamericanos se dejaron seducir por una falsa imagen de los norteamericanos: “Su esperanza era que éstos, aliados de los revolucionarios liberales franceses, los salvarían de la impetuosa invasión inglesa. En la práctica, lo que para los estadounidenses significaba expansión consciente para fortalecer su proceso de acumulación de fortunas, para los centroamericanos, desde su visión provincial, implicaba solidaridad, ayuda para su desarrollo[9].

Y así ha sido desde entonces: una interminable historia de golpes de Estado, conservadurismo ideológico, soberanías entregadas ante el poder militar, gobiernos al servicio de los negocios privados y no de las necesidades de sus pueblos.

Las élites centroamericanas, provincianas y con su innata vocación de patio trasero, nos llevan al mismo lugar donde estábamos hace más de 150 años.

NOTAS
[1]Estados Unidos no permite reconciliación en Honduras” (entrevista a Manuel Zelaya). TeleSur, 28 de junio de 2010. Disponible en: http://www.telesurtv.net/noticias/entrev-reportajes/index.php?ckl=526 [2] "Debemos vencer el golpe de Estado, la impunidad y el terror" (entrevista de Manola Romano a Manuel Zelaya). Reproducida de Junge Welt por Rebelion, el 28 de junio de 2010. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=108710
[3]EE.UU considera absurdas acusaciones sobre intervención en golpe de Estado contra Zelaya”. TeleSur. 29 de junio de 2010. Disponible en: http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/74414-NN/eeuu-considera-absurdas-acusaciones-sobre-intervencion-en-golpe-de-estado-contra-zelaya/
[4]La derecha salvadoreña y hondureña celebraron el Golpe en Honduras” (editorial). Diario CoLatino, San Salvador. 30 de junio de 2010. Disponible en: http://www.diariocolatino.com/es/20100630/editorial/81646/
[5]Berlusconi ofrece apoyo a Centroamérica en lucha contra el narco”. El Informador, Guadalajara, México. 30 de junio de 2010. Disponible en: http://www.informador.com.mx/internacional/2010/214371/6/berlusconi-ofrece-apoyo-a-centroamerica-en-lucha-contra-el-narco.htm
[6]Chinchilla va a Panamá para apoyar a Honduras”. La Nación, San José, Costa Rica. 28 de junio de 2010. Disponible en: http://www.nacion.com/2010-06-29/ElPais/NotasSecundarias/ElPais2427620.aspx
[7]EE. UU. aumenta flota militar en aguas ticas para combatir narco”. La Nación, San José, Costa Rica. 1 de julio de 2010. Disponible en: http://www.nacion.com/2010-07-02/ElPais/NotasSecundarias/ElPais2431541.aspx
[8] Ídem.
[9] Hernández, Alcides (1994). La integración de Centroamérica. Desde la Federación hasta nuestros días. San José, CR: Editorial DEI. Pág. 69.

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