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sábado, 17 de marzo de 2012

Panamá: Sin metas no hay paraíso

Texto leído en la presentación del libro LA BRECHA POR LLENAR Y OTROS ENSAYOS, de Nils Castro: “En estos ensayos Nils Castro hace diagnósticos globales, continentales, regionales y locales con una meta: mejorar el mundo en que vivimos En ese sentido examina el papel de las nuevas izquierdas y nuevas derechas, opciones revolucionarias sostenibles y contra-revolucionarias, modelos de socialismo viable en contraposición a opciones fascistas.

Pedro Rivera / Para Con Nuestra América

(Agradecemos el envío de este texto al Dr. Guillermo Castro Herrera. En la fotografía, el autor del libro: Nils Castro)

Hace algunos años me encontré con un ministro de Estado del partido al que pertenezco, viejo amigo mío. No sé por qué razón le pregunté: “oye, ¿ustedes en el gabinete piensan Panamá?”. La pregunta, no sé por qué, me salió del alma. Me di cuenta de que al amigo no le fue fácil entender el alcance de mi pregunta. Me miró como quien mira a un loco y contestó enfáticamente: “nosotros somos gente pragmática”.

Debo confesarles que ese día me sentí muy estúpido. En primer lugar porque, en aras de simplificar una recurrente inquietud personal, no me expresé correctamente. El asunto era saber si existía en las altas esferas del gobierno de aquel entonces una coordinación de mentes creativas, formadas e informadas, balanceadas, analíticas, estudiosas, con suficiente cultura política [no politiquera] involucradas en lo que algunos políticos versados definen como “pensamiento estratégico”, cuyo propósito sería enfrentar, en el contexto histórico, cambiante, conflictivo, los desafíos requeridos por el Estado y los diversos grupos sociales, en relación con el resto del mundo.

El piropo más apreciado de los gobernantes panameños es que les llame “pragmáticos”. Decirles que “están en la concreta” eleva la autoestima de estos políticos mucho más que si les dijera inteligentes. Esa es la razón por la cual difícilmente tomen en serio a la gente que, al pensar, piense un poco más allá del debate inmediatista.

Yo creo que todo buen pensamiento estratégico, no importa el escenario en el cual se aplique, combina capacidad de abstracción y facultades pragmáticas.

El pensamiento estratégico se sustenta en un ejercicio mental, permeado por la lógica, la cognición, la dialéctica, la intuición, el talento, la creatividad, la imaginación y el sentido común, herramientas con las cuáles se examina el qué éramos ayer, el qué somos hoy, el qué queremos ser mañana y lo qué haremos para conseguirlo.

Ahora bien, ¿cómo se construye un pensamiento estratégico de largo aliento? No nos confundamos. No se trata de los recurrentes programas de gobierno elaborados cada 5 años con fines electorales. En este terreno sobran las experticias. De lo que se trata, grosso modo, es de construir un pacto social que contemple sostenibilidad, es decir, desarrollo humano, conciencia colectiva social, participación ciudadana, institucionalidad, inclusión, sentido de pertenencia, y distribución justa de bienes en un ámbito mundial-sistémico.

Y algo muy importante: ética.

A todos estos temas se refiere Nils Castro en La brecha por llenar. La intención de Nils es muy clara y muy sencilla: “construir y reconstruir ideas y propuestas que le abran paso a mejores tiempos” como concluye en el último párrafo del texto de contraportada.

En estos ensayos Nils Castro hace diagnósticos globales, continentales, regionales y locales con una meta: mejorar el mundo en que vivimos En ese sentido examina el papel de las nuevas izquierdas y nuevas derechas, opciones revolucionarias sostenibles y contra-revolucionarias, modelos de socialismo viable en contraposición a opciones fascistas.

Las reflexiones de Nils tienen carácter científico. Se apoyan en el conocimiento de las leyes de la naturaleza y la sociedad. Pero también en el estudio. Tiene como referentes los clásicos, lecturas recientes, contactos y relación con líderes mundiales de América, África, Asia y Europa, y experiencia protagónica,. Esta acumulación de experiencias y conocimientos permite a Nils manejar con destreza los complejos factores que intervienen los escenarios de antes, de ahora y del porvenir como lo son: la cultura, las ideologías, la relación entre Centros y periferias, las armazones financieras depredadoras, la cambiante correlación de fuerzas, los ordenamientos internacionales, los pactos sociales y la acelerada indignación planetaria.

Hoy podríamos decir que sin pensamiento estratégico no hay cambio social. Decirlo de esta manera, sin hablar de revolución, hoy no asusta a nadie, pero tiene el mismo significado. Lo que quiere decir con esto, y en eso coincido con Nils, es que no es prudente caminar sin saber hacia dónde se va.

¿Cómo saber hacia dónde encaminar los pasos? La respuesta es implícita y explícita en estos ensayos: pensando. Pensar. No hay otro modo. La pragmática por sí sola, la que generalmente se alimenta de percepciones, opiniones, puntos de vista, apariencias, gustos, sueños, deseos, encuestas, costumbre, subjetividad, maniqueísmos, propaganda, improvisaciones, intereses creados, apetitos, sobre todo de maniobras para llenarse los bolsillos de dinero, de enriquecimiento personal al costo que sea, son factores que arrastran a las sociedades humanas a callejones sin salida.

Salvo los que tienen muy claros sus objetivos híper-pragmáticos de acumular riqueza, de convertir a Panamá en un mercado, de “vender a Panamá” como dicen sus eslóganes publicitarios, la mayoría de los panameños, incluyendo los políticos, casi nunca se preguntan la clase de país que quieren. Éste tal vez sea uno de los problemas capitales de la gran mayoría de los panameños. Por no saber qué país queremos tenemos el país que tenemos.

Pensar sin pensar es una calamidad. Actuar sin pensar es el camino más expedito a la catástrofe. Pero pensar únicamente con fines de lucro es el retorno a la barbarie.

Pensar en función del bienestar de la humanidad es que hace Nils Castro en estas abigarradas líneas. Pensar el mundo. Pensar nuestra América. Pensar el país. Pero pensar en profundidad, pensar más allá del día a día, prever el rumbo de los acontecimientos antes de que ocurran, a partir de lo que ya ocurrió.

Aprovechar las experiencias acumuladas para aprender cómo se puede construir un pensamiento estratégico, científico y a la vez pragmático, que no se convierta en palabras que se lleva el viento, en llamarada de capullo o luces de bengala.

Nils sabe desde que era muchacho que sin teoría revolucionaria no hay revolución. Sin considerar la estrecha relación que hay entre la teoría y la praxis no habrá avances sociales significativos.

Un gobierno sin pensamiento estratégico, en función del desarrollo, es como un chorro de metano espetado por el orificio de la postrera espalda. Es decir, una trompetilla, pero en serio… y con olor.

Reitero, pensar en profundidad es lo que hace Nils en los tres ensayos y un anexo recogidos en esta obra. Su punto de partida es el mundo de hoy, visto en perspectiva, pero sin descalificar los procesos que le sirvieron y sirven de antecedentes, examinando cuidadosamente las iniciativas revolucionarias, los avances, los referentes generacionales, valorándolos en su justa medida, sin reproche ni apología. Evaluando sus logros y equivocaciones.

Nils sabe que la tendencia a descalificar los sucesos en forma postrera es muy fácil cuando se pasan por alto los contextos. Nils sabe que la historia es la historia y los contexto le son inmanentes. No es posible separar la historia de sus contextos. Las cosas se dan de una manera y no de otra porque intervienen una infinita cantidad de factores muy complejos, muchos de ellos incontrolables.

No tendría ningún sentido razonar de otra manera porque la historia no se escribe según se la imagina, ni según se la sueña, ni de acuerdo con nuestras esperanzas y deseos más íntimos sino según sucede, en virtud de causas explícitas, lógicas pero también impredecibles, más de las veces hijas de la casualidad que de las causas. La historia no tiene guion ni avanza en camino recto.

La generación a la que pertenecemos Nils y yo pensó que la revolución social, allá por los años 60 del siglo pasado, estaba a la vuelta de la esquina. Las vanguardias revolucionarias no sólo de este continente sino de Asia, África y Medio Oriente tuvieron opciones de avanzar muy rápidamente, por diversas vías, incluyendo vías pacíficas y las armadas.

Esos avances se dieron a pesar de la enajenación ideológica de las muchedumbres, apegadas a los modelos democráticos euro-occidentales, viviendo sus vidas de acuerdo con sistemas de consumo, endeudamiento y dependencia construidos por las hegemonías económicas, depredadoras y belicistas.

El mundo bipolar de aquellos tiempos potenció a los países de la periferia para encontrar espacios de emancipación relativa. Los movimientos de liberación nacional, socialistas, nacionalistas, reformistas o “desarrollistas” se abrieron paso con éxito limitado. En este libro encontrarán esa información extensa y razonada.

Las contradicciones entre las dos superpotencias de signos contrarios, Estados Unidos y la Unión Soviética, fueron aprovechadas en la coyuntura por los países del llamado Tercer Mundo para crear estados con un restringido grado de independencia. Ambos sistemas, siendo uno de libre empresa, basado en el mercado y el consumo; siendo el otro de economía estatal planificada, basado teóricamente en el reparto equitativo de la riqueza, o de la pobreza, optaban por atraer a sus respectivas órbitas a los países periféricos.

En un ambiente de “guerra fría” la propuesta de “convivencia pacífica” entre dos sistemas políticos contrarios, proclamada por viejo Nikita Jrushchov, alentó a los países del Tercer Mundo a crear El Movimiento de Países No Alineados. Este tema también es examinado por Nils.

Uno de los temas puntuales que aborda Castro en sus ensayos tiene que ver con lo que ocurre en el planeta, hoy. Pero particularmente en nuestra América.

Brasil, Venezuela, Argentina, Bolivia, Perú, Uruguay, Nicaragua, Guatemala, Paraguay, El Salvador, países a los que nadie podría imaginar que después del derrumbe del “socialismo real” encabecen, en este momento, procesos enfrentados al neoliberalismo, con modelos menos comprometidos con la usura internacional, creando organismos regionales, recuperando sus recursos y repartiéndolos mejor, construyendo pactos sociales y nuevos consensos, evitando en muchos casos las etiquetas excluyentes. De eso trata este libro.

El llamado “socialismo real” se fue por un hueco. Es muy probable que el “capitalismo real” siga el mismo camino. El modelo social antropofágico neoliberal tampoco es sostenible. Tarde o temprano se devorará a sí mismo. Eso está ocurriendo ya. De eso también trata este libro.

Nils no es profeta. Se cuida mucho de vaticinar lo que ocurrirá mañana. Nadie lo sabe ni podría saberlo con exactitud. El vaticinio no es ciencia. Es magia. Por eso Nils no va más allá de las sugerencias.

Lo prudente es que en los nuevos escenarios, en los cuales se desenvolverá una izquierda de amplio espectro, cambie el discurso, emplee nuevas tácticas, pero conservando su objetivo estratégico: construir una sociedad más justa y de más oportunidades.

Se tiene la percepción, aunque todavía no se pueda comprobar por aquello de la incertidumbre, que la política de ruptura con el neoliberalismo permitirá a los países del continente latinoamericano sortear la crisis estructural engendrada en Estados Unidos, Europa y sus satélites. Uno nunca sabe. Pero de lo que si se puede estar seguro es que las consecuencias de la crisis actual son sistémicas e irreversibles. Aunque logren capear sus efectos inmediatos, el mundo no será nunca como era antes y la conciencia de los pueblos tampoco será la misma. Es la oportunidad de organizar, como señala Nils, una contracultura, una contra-hegemonía, de amplia plataforma social y política, con el fin de hacer realidad ese “otro mundo posible”.

La necesidad de pensar el país de esta manera la expuso el general Torrijos cuando aconsejaba “mirar con luces largas”. Para mirar con luces largas, insisto, hay que pensar. A los que sólo tienen capacidad de ver con luces cortas, de actuar según las reglas del establishment, la historia siempre se les vendrá encima.

Para terminar debo decirles que una de las cosas que Nils sabe perfectamente, y lo expone en forma muy clara en estos ensayos, es que “sin metas no hay paraíso”.

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