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sábado, 30 de junio de 2012

Honduras, entre la represión y la lucha

A tres años del golpe militar en Honduras, el nombramiento de Xiomara Castro, compañera de Zelaya, como candidata a las presidenciales de 2013 abre esperanzas en el país.

Inés Giménez Delgado / Diagonal (España)

Xiomara Castro, candidata del partido LIBRE, junto
a su esposo el expresidente Manuel Zelaya 

(fotografía tomada de www.observadorglobal.com)
Tegucigalpa. 25 de junio de 2009. El referéndum del día 28 sobre una cuarta urna causaba expectación, encono y renuncias. Era el primer paso para decidir si se convocaba a la Asamblea Nacional Constituyente para modificar la constitución de 1982. Esta consulta se sumaba a las reformas agrarias, salariales y culturales que había acometido el gobierno liberal de Zelaya.

A las seis de la mañana, un comando militar cercó el domicilio del presidente y lo llevó, secuestrado, fuera del país. Poco después, la Corte Suprema de Justicia avaló el golpe de Estado. La noticia se propagó rápidamente y de manera contradictoria en los informativos y en los vecindarios. El pueblo salió a la calle en masa. En las semanas siguientes se sucedieron las manifestaciones, los toques de queda y la represión, que comenzó siendo ruidosa para transformarse en esa tarántula que ataca selectivamente.

Semanas después del golpe militar encabezado Roberto Micheletti, en la capital de Honduras todo parecía tranquilo a primera vista, pero las paredes continuaban hablando. “Abajo el régimen UNP”, “Corte suprema de Justicia golpista”, “Ferrari golpista”, “Vuelve Mel (Zelaya)” decían sus pintadas.

La empresa privada, las fuerzas armadas, la jerarquía católica, las iglesias evangélicas y los grandes oligopolios informativos estaban sin embargo con el general golpista y parecían confiar en que las reticencias diplomáticas de Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos y Europa se calmarían, como en efecto pasó.

Mientras crecía la represalia política y cientos de miembros de la oposición tuvieron que exiliarse, se celebraron las primeras elecciones después del golpe. En enero de 2010, el Gobierno entrante de Porfirio Lobo Sosa, que dejó intacta la institucionalidad judicial y ministerial golpista, creo una “Comisión de Verdad y Reconciliación”. Esta CVR fue rechazada por las principales organizaciones de defensa de derechos humanos del país.

Impunidad, corrupción y violencia

Desde entonces, la impunidad, la corrupción y la violencia han hecho mella en Honduras. Según la ONU, hoy en día hay 856 asesinatos por cada 100.000 habitantes en el país y la ciudad de San Pedro Sula es la triste ganadora del ranking de la criminalidad mundial. Los ataques a la prensa son la cara más visible de este fenómeno, que se ha cobrado ya más de 25 periodistas muertos. Sin embargo, la represión no discrimina e incluso es mayor en otros sectores: los asesinatos a líderes campesinos ascienden a más de 400, según cifras de Comité de Familiares Detenidos Desaparecidos de Honduras (Cofadeh).

En medio de esta oscura vorágine de violencia, que la cúpula gubernamental achaca “al narcotráfico”, el sistema judicial y el ejército son puestos al servicio de terratenientes y transnacionales. En el norte o en la zona Atlántica, pequeños campesinos son desplazados por la guardia privada de los oligarcas Miguel Facussé (Palestina) , René Morales o Reynaldo Canales (Nicaragua).

Mientras tanto aumentan los monocultivos de palma africana para agrocombustibles, los permisos de minería a cielo abierto y los proyectos hidroeléctricos, para los cuales ya hay 45 ríos concesionados. Estas prácticas, que debilitan la soberanía alimentaria y quiebran los ecosistemas son, en palabras de la ecologista Iris Zabala “algo que el país quiere vender como generación de energía limpia”.

Esta imposición de proyectos financieros y extractivos transnacionales vio recientemente una de sus caras más sangrientas, en Ahuas, en la región afrocaribeña de Mosquitia, donde se encuentra una de las reservas petroleras más grandes de Estados Unidos. Allí, el pasado 11 de mayo, cuatro personas fueron asesinadas y siete resultaron heridas por el fuego de unas ametralladoras disparadas desde helicópteros que sobrevolaban el río Patuca.

Según afirman varias organizaciones de derechos humanos, el comando agresor formaba parte de un operativo conjunto de la DrugsEnforcenmentAdministration (DEA), integrado por el batallón Cobra, uno de los cuerpos paramilitares entrenado por la escuela de las Américas y que desde los años 80 da evidencias de permanecer activo en la república centroamericana.

La resistencia

Frente a esta situación, hablar, soñar se vuelve un riesgo. “El 11 de junio del 2012, mi madre fue víctima de un rapto… - denunciaba recientemente Pavel Núñez, del grupo Café Guancasco y militante de la Organización Política Los Necios, quien acusa reiteradas amenazas de muerte a su familia. Este no es un hecho aislado en su vida. Pavel recuerda que un compañero suyo de la OPLN fue asesinado hace poco más de un mes y que en 2010, un concierto de su grupo fue reprimido salvajemente por centenares de policías antimotines y militares. “De ahí resultó un ciudadano muerto, decenas de niños intoxicados y todo el equipo de audio e instrumentos destruidos, sin contar la cantidad de personas y músicos heridos y una Radio alternativa asaltada”- rememora, señalando que fue el gobierno de Porfirio Lobo quien dio las órdenes de reprimir.

A la discriminación económica y la falta de libertad de expresión, se suma el componente xenófobo de las fuerzas fácticas del país. Según subraya Benjamin Hernández, miembro del Partido Libre y coordinador del departamento 19 en el exilio, “el statuo quo hondureño está a merced de su oligarquía, de origen étnico árabe y que “a pesar de haber nacido en Honduras ve con desprecio a la población”. “Además- señala Hernández, está oligarquía nunca se moverá afectando los intereses de Estados Unidos”.

En este contexto, el Acuerdo de Cartagena y las elecciones de 2013 abren un hilo de esperanza para más de dos millones de hondureños, que suscribieron hace un año la constitución del partido del Frente Amplio, formación política que pasaría a denominarse Partido Libre “La lucha por la presidencia será difícil”- señala Hernández, que apunta que los grandes medios de comunicación (Radio HRE, Radio América, Televicentro…) se encuentran con la candidata de la oligarquía y que ya se ha iniciado una campaña de desprestigio y de miedo vinculando al Partido Libre “con la amenaza castrista o chavista”.

En este contexto, Hernández señala que “la falta de experiencia política para manejarse dentro de la dinámica de la oligarquía y la costumbre de un pueblo a las campañas electorales y mediáticas masivas” son una de las principales debilidades del movimiento. “Sin embargo-dice- esto nos llevó a constituirnos como colectivos en comunidades, barrios, colonias y departamentos”. Este partido, formado por cinco corrientes políticas de oposición, decidió postular a Xiomara Castro, esposa de Manuel Zelaya, como candidata presidencial, algo que hará el próximo 1 de julio.

El Partido Libre siembra así un nuevo clima de expectativas, por retomar la cuarta urna allá donde quedó truncada; aunque también de riesgos. Sin embargo, dice Pavel Nuñez, a pesar de la brutal represión “cantar sigue siendo una herramienta para relatar lo que en Honduras sucede, aunque nos censuren las radios, nos cierren las puertas los patrocinadores y nos amenacen con callarnos constantemente; a nosotros y a los nuestros…”.

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