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sábado, 21 de julio de 2012

Costa Rica: El poder, la crisis y sus ganadores

Mientras la presidenta Chinchilla hizo del déficit fiscal y la necesidad de aprobar un plan de impuestos el estandarte de sus dos primeros años de gobierno, el sector financiero ha venido registrando ganancias que hacen de la crisis internacional un cuento para dormir a los niños.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

El vicepresidente Liberman, mano derecha de la
presidenta Chinchilla, es un ejemplo de la creciente
influencia del sector financiero en el sistema político.
Vivimos tiempos de crisis y los políticos nos lo recuerdan a diario: con sus llamados a la austeridad, al sacrificio de los trabajadores y la guillotina de sus derechos, mientras avanza la imposición de salvajes planes de ajuste económico. Pero la crisis no es igual para todos. En medio del caos, el modelo neoliberal demuestra su destreza para proteger a sus “ganadores”. Uno de esos mecanismos es el de la colonización –si cabe el término- de la política por parte de los grupos económicos, como ocurre en Costa Rica.

Hace solo unas semanas, en entrevista para Con Nuestra América, el diputado del Frente Amplio, José María Villalta, afirmaba que la presidenta Laura Chinchilla –al igual que su antecesor Oscar Arias- gobierna el país “para los banqueros, para los exportadores de zonas francas, que son los que financian las campañas electorales y los ganadores netos del modelo neoliberal”.

Ahora, como confirmando aquel diagnóstico, una publicación del periódico El Financiero informa que “las entidades bancarias cerraron el primer semestre del 2012 con un avance en el crecimiento de sus utilidades, las cuales crecieron más de un 70% incluyendo la inflación en relación al 2011, pero casi un 100% con respecto al 2010” (El Financiero, 18-07-2012).

Es la falsa paradoja neoliberal: mientras la presidenta Chinchilla hizo del déficit fiscal y la necesidad de aprobar un plan de impuestos el estandarte de sus dos primeros años de gobierno, el sector financiero ha venido registrando ganancias que hacen de la crisis internacional un cuento para dormir a los niños, y en lo concreto, un discurso funcional para justificar recortes a los presupuestos del Estado y eventuales despidos de trabajadores del sector público.

Este crecimiento de las utilidades, más los activos de los bancos públicos y privados, representan en conjunto un 68% del producto interno bruto del país en 2012, lo que demuestra la preeminencia que adquiere el sector financiero frente a los otros dos ejes del modelo de desarrollo –neoliberal- costarricense: las plataformas de exportación (zonas francas con exenciones fiscales) y el turismo.

Solo una entidad financiera, Scotiabank, reportó un aumento en sus utilidades del 300%, un dato que llama la atención porque el actual vicepresidente de la República, Luis Liberman,  fue gerente general de ese banco hasta el año 2009, cuando aceptó acompañar en la fórmula presidencial a Laura Chinchilla. Liberman también se desempeñó como miembro del comité de vigilancia de la junta directiva del Grupo Nación, el más poderoso grupo mediático de Costa Rica.

Sería osado afirmar, a falta de mayores pruebas, que la influencia política del vicepresidente sea el principal factor que explica el crecimiento de las utilidades bancarias, o  la ventajosa posición que hoy exhibe el banco que dirigió; pero lo cierto es que el caso Liberman ilustra una de las tendencias más fuertes en la política costarricense, y en buena parte de la región mesoamericana, de las últimas décadas: el maridaje entre el poder político y el poder económico, sus profundas interrelaciones, sus vasos comunicantes, el uso de uno como plataforma para alcanzar el otro, y la conformación de nuevos grupos dominantes (nuevos respecto de los que fueron hegemónicos hasta los años 1980) vinculados al empresariado local, regional y transregional. Quien quiera ver un detalle del entramado de relaciones familiares y de negocios entre banqueros y políticos costarricenses, que está en la génesis del neoliberalismo en el país, solo tiene que consultar la reseña que publicó María Florez-Estrada en el sitio web de Rebelion.

Lo de Costa Rica es solo un ejemplo –o síntoma-, en pequeña escala, de lo que ocurre alrededor del mundo. Es que los grandes ganadores de la crisis capitalista han sido los banqueros: “rescatados” en Estados Unidos (Lehmann Brothers, JP Morgan) y Europa (Bankia) con fondos públicos (decisión que comprometerá a una o dos generación al pago de intereses durante varias décadas); se pasean por los centros financieros, los congresos y foros internacionales,  rentabilizando sus estrechos vínculos con la clase política, los grupos dominantes e incluso, como ha trascendido en los últimos días, manipulando información (Banco Barclays) y encubriendo actividades ilegales del crimen organizado (Banco HSBC). Y desde los gobiernos o fuera de ellos, son los banqueros los que llevan la voz cantante en el actual momento de capitalismo de crisis, recomendando soluciones que en nada ayudarán a superar los graves problemas de la economía mundial.

Como dice el juez Baltazar Garzón, criticando la rendición del sistema judicial español ante el poder financiero, lo que también se observa en otros países, se presenta el absurdo de que “ni un solo proceso penal estuviera abierto respecto a quien ha causado esta crisis. (…) Así nos va” (Público.es, 18-07-2012).

Acumulación de riquezas y poder, y total impunidad para los banqueros: ¿hasta cuándo nos irá así?

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