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sábado, 28 de julio de 2012

Nicaragua, recuerdos imperecederos de un julio de victoria

Valgan estas líneas como remembranza imperecedera de aquellos extraordinarios días de julio en el 33 aniversario de la Revolución Popular Sandinista y en evocación de todos los que cayeron en la lucha por una Nicaragua libre y soberana.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

El alba llegó de manera prematura después de una larga noche de lluvias y borrascas. La tranquilidad y el silencio eran como un manto infinito que cubría la inmensidad de un verdor alimentado por una precipitación perenne día tras día y noche tras noche. Lejos estábamos de saber -en tal momento- que esa mañana sería -como había presagiado el himno del FSLN- la del día en el que “el amanecer dejo de ser una tentación”.

Dos días antes, el dictador había huido llevándose el cadáver repugnante de su padre y los millones que él y su familia habían robado al pueblo nicaragüense durante 45 años. El 17 de julio habíamos tenido una celebración empañada por la noticia de que Estados Unidos y la burguesía pretendían escamotearle al pueblo y al FSLN la libertad y la independencia conquistada con el sacrificio, el sudor y la sangre de sus mejores hijos. Francisco Urcuyo Maliaños se llamó el títere que sólo sostuvo dos días el poder tambaleante que le dejó el dictador.

La orden de la Dirección Nacional del FSLN fue terminante: ofensiva general de todos los frentes guerrilleros para confluir en Managua y desalojar al usurpador. El 18 de julio fue de preparación, se hicieron los planes y se determinaron misiones para cada columna guerrillera y para la artillería. Muy tarde fuimos a descansar. En nuestros corazones reverberaba la sangre que nos motivaba al combate y en nuestras conciencias estaba la idea clara que se avecinaba la batalla decisiva.

Por eso, la aurora se hizo presente más temprano que de costumbre, las patrullas avanzadas iniciaron la marcha hacia el norte. Sus primeras comunicaciones sonaron huecas, no lo podíamos creer, nos mirábamos, las expresiones de asombro poblaban los rostros suspicaces de los combatientes ¡No están!, ¡ Se fueron¡ escupía una y otra vez la metálica voz del jefe de la escuadra de exploración que había cruzado el Río Ostayo, y revisaba las trincheras ocupadas hasta el día anterior por las tropas somocistas. Por ello siguió transitando sin obstáculos su camino hacia Rivas. El estupor de los primeros minutos fue seguido de una explosión de alegría. Años de lucha coronaban el éxito, “Nuestro pueblo es el dueño de su historia, arquitecto de su liberación…” reza el himno del FSLN y así era. Por primera vez en la patria de Rubén Darío, el pueblo se apoderaba de la historia y echaba las bases para su liberación.

Eran años difíciles, no sólo para Nicaragua, las dictaduras se enseñoreaban en América Latina. En Sudamérica sólo en Venezuela y Colombia había presidentes electos por el pueblo. La derrota de la Unidad Popular en Chile y el heroico ejemplo del Presidente Allende y su combate final en La Moneda marcaron el fin de una época en la que parecía que los pueblos comenzaban a despertar de su letargo. Ese 19 de julio vino a dar continuidad y vida, a todos aquellos que luchaban al sur del Rio Bravo, los que sintieron una inyección de optimismo en su talante caído por casi 6 años.

Ese 1979 señalaba hechos importantes en el mundo, el 12 de febrero, el pueblo iraní que había hecho huir al tiránico gobierno del Sha, tomó el poder en el país persa bajo la conducción de su líder espiritual. El 13 de marzo, el Caribe era estremecido en Granada por la irrupción del Movimiento de la Nueva Joya que bajo la dirección de su carismático guía Maurice Bishop, comenzaba un sueño de libertad en los países que pocos años antes se habían liberado del dominio británico en la región. El 11 de abril, el sátrapa de Uganda Idi Amín Dadá era derrocado, huyendo al exilio, dejando tras de sí, un largo historial de violaciones a los derechos humanos en ese país de la región centro oriental de África. Y ahora en América Central, Nicaragua señalaba el camino de la lucha y la victoria para los pueblos de América Latina. Cada una de estas acciones, significó golpes importantes para la hegemonía imperial estadounidense, sus leales aliados, conocidos por la ferocidad y la represión contra sus pueblos eran relegados del poder.

En el Medio Oriente, África, el Caribe y Centroamérica, Estados Unidos veía mermar su supremacía. Parecía que –nuevamente- el himno de la organización fundada por Carlos Fonseca y Tomás Borge nos anunciaba el futuro que llegaba “…mañana algún día surgirá un nuevo sol que habrá de iluminar toda la tierra”. Se cerraba el año exitosamente cuando en septiembre Cuba recibía un extraordinario reconocimiento mundial: los 94 países -en ese momento- miembros del Movimiento de Países No Alineados elegían a la mayor de las Antillas como presidente de la organización y celebraban en La Habana su VI Reunión Cumbre.

Ese era el contexto internacional en el que triunfa la revolución sandinista. Para los latinoamericanos la victoria de Nicaragua y del FSLN nos hizo recordar que cuando un pueblo se organiza y tiene voluntad de vencer, no hay fuerza capaz de impedir su victoria.

Al mediodía de ese 19 de julio recibimos la orden de transitar hacia Managua, preparamos la columna de marcha y a pesar de todo, ordenada y disciplinadamente emprendimos el recorrido de 140 Km. hasta la capital. Multitudinarias concentraciones a lo largo de toda la vía hacían difícil avanzar, el trayecto fue lento y en la noche entramos a Granada, descansamos sólo dos horas porque la celebración y la fiesta era permanente. Clareaba el día 20 de julio, cuando la columna continuó su transitar, pasando por la heroica Masaya, entramos a Managua al mediodía para converger con los otros frentes de guerra que desde el norte, oriente y occidente del país ya habían arribado a la ciudad capital. Ahí estaban todos, mujeres, ancianos y niños, campesinos y trabajadores, profesionales y técnicos y el ejército guerrillero del FSLN fundido con su pueblo como un todo dispuesto a empezar la reconstrucción y la fundación de la patria nueva. Ese mismo día inició la transformación de la guerrilla en ejército regular, el Ejército Popular Sandinista, hoy Ejército de Nicaragua, el valladar más sólido e inquebrantable que jamás haya tenido el pueblo para defender su independencia y su soberanía. El Ejército de Nicaragua concentra las mejores tradiciones de lucha de su país, un alto nivel profesional y técnico y una sólida experiencia en la preparación combativa de sus estados mayores, oficiales y soldados  todo lo cual,  lo ha llevado a tener una elevada capacidad y disposición combativa siendo el hijo más dilecto de esa nueva realidad que irrumpió el 19 de julio de 1979.

El Comandante Chávez siempre enseña que hay que conocer el pasado para vivir el presente y proyectar el futuro. Valgan estas líneas como remembranza imperecedera de aquellos extraordinarios días de julio en el 33 aniversario de la Revolución Popular Sandinista y en evocación de todos los que cayeron en la lucha por una Nicaragua libre y soberana. De manera especial vaya mi homenaje al Comandante Tomás Borge Martínez, fundador del FSLN, recientemente fallecido, pero siempre estará presente cada vez que se inmortalicen los días de gloria y de victoria de la Nicaragua sandinista.

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