A pesar de todo lo denostados y
vilipendiados que han sido, los indígenas son, hoy por hoy, de los pocos que
tienen una concepción de mundo y de organización social que puede presentarse
como alternativa a la civilización occidental en crisis.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Los pueblos indígenas: protagonistas del proceso de cambio en Bolivia y nuestra América. |
Los colonialistas vieron al “otro
indígena” siempre, en todas partes del mundo, como alguien a quien podía
cuestionársele su humanidad: o no eran seres humanos o lo eran de segunda
categoría.
Aunque el colonialismo ha dejado de ser
dominante en el mundo contemporáneo, la mentalidad colonial prevalece. En
América Latina, después de la independencia, las élites criollas vieron al
indígena como un problema: el problema indígena.
¿Cuál era el problema para estas élites
dominantes? Cómo hacer para que el indio dejara de serlo y se transformara en
otra cosa, más parecida a lo que ellos, los criollos, creían ser: similares a
los europeos, física y culturalmente.
Para ello se plantearon varias
estrategias. Una fue integrarlos a la cultura criolla dominante. Las políticas
integracionistas hicieron carrera en América Latina bajo múltiples fachadas y
la educación jugó un papel central en ellas. Bajo lemas altruistas como
gobernar es educar, los sistemas educativos se convirtieron en verdaderas
maquinas culturales que buscaron eliminar sus identidades “bárbaras” para
modernizarlos y civilizarlos.
En última instancia, lo que se buscaba
era tener una fuerza de trabajo con habilidades para impulsar el capitalismo y
sus formas de vida.
Donde no se pudo “educar” se les marginó
o eliminó. Campañas estudiadas hoy en día en las escuelas y colegios como
gestas heroicas constructoras de nuestras naciones no fueron otra cosa que
campañas destinadas a eliminar a las poblaciones indígenas.
La construcción de los Estados-nación
latinoamericanos implicó la creación de “teorías” que justificaban esa
marginación o eliminación de los indígenas. En Guatemala, por ejemplo, se
inventaron la teoría de la degeneración del indio. Consistía en lo siguiente:
los indígenas del presente, a quienes los sectores dominantes catalogaban de
ignorantes, borrachos, sucios e indolentes, ¿cómo pudieron construir una
civilización como la maya, que despertaba tanta admiración y que ellos mismos
querían poner como fundamento de la nación? La respuesta fue “porque se habían
degenerado”; es decir, en algún momento de su historia, posiblemente antes de
la llegada de los colonizadores españoles, se habían transformado en otra cosa, quién sabe por qué, pero así
había sido.
En el presente, esa mentalidad colonial
no ha desaparecido. Ser indio es un estigma del que hay que tratar de lavarse.
Una de las estrategias para alejarse de él es “mejorando la raza” mediante el
mestizaje, o abandonando los rasgos culturales que los identifican, que es otra
forma de “mejorarse”, solo que culturalmente. Han sido estrategias usadas para
tratar de escapar de la discriminación y, muchas veces, de la violencia a la
que son sometidos.
Pero esa situación está cambiando.
Aunque la resistencia ha sido una constante a través de la historia, es posible
que hoy sea más consciente, más visible y más reconocida. Tiene ante sí una
ardua tarea, porque si algo es difícil de cambiar en las sociedades humanas es
la forma de pensar, sobre todo cuando, como en este caso, sirve para justificar
la dominación de unos sobre otros y, por ende, privilegios y prebendas.
Ya lo vimos en Bolivia, cuando los cambas santacruceños estallaron en ira y
no vacilaron en intimidar y humillar con afán de hacer prevalecer su supuesta
predominancia racial. Ya lo vimos en Guatemala, en donde en los años 80
aplicaron la política de tierra arrasada que despareció de la faz de la Tierra
cientos de aldeas y asesinó a miles de indígenas.
A pesar de todo lo denostados y
vilipendiados que han sido, los indígenas son, hoy por hoy, de los pocos que
tienen una concepción de mundo y de organización social que puede presentarse
como alternativa a la civilización occidental en crisis.
Tal vez el calendario maya tenía razón y
estemos en el inicio de una nueva era.
gracias no me sirvio de nada
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