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sábado, 10 de noviembre de 2012

A 50 años de la crisis de Octubre (parte III y final)

En octubre de 1962 teniendo en cuenta los cohetes y bombas de todos los tipos, Estados Unidos tenía una superioridad de 17 a 1 en armas nucleares con respecto a la URSS. No era posible suponer que la instalación de cohetes en Cuba estaba encaminada a lograr una paridad de fuerzas estratégicas entre las dos potencias nucleares.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

Las tareas de defensa en La Habana.
El día 26 de septiembre, la Cámara de Representantes de Estados Unidos había aprobado una resolución conjunta sobre Cuba por 384 votos a favor y siete en contra, la misma resumía toda la política de hostilidad que había caracterizado la conducta de ese país respecto de Cuba. El 29 del mismo mes el Gobierno cubano dio respuesta a través de una declaración  en la que se planteaba que “jamás utilizaría sus medios legítimos de defensa con fines agresivos que pusieran en peligro la seguridad de los Estados Unidos”.

Mientras tanto, en las últimas semanas de septiembre y primeras de octubre se había seguido completando el contingente militar soviético previsto para la Operación Anadir. Por su parte, Estados Unidos realizaba ejercicios militares en Vieques, Puerto Rico preparados en contra de un territorio donde gobernaba un tirano con el nada sutil nombre de Ortsac, Castro al revés.

El 4 de octubre el Congreso de Estados Unidos aprobó una Resolución Conjunta sobre Cuba, que se convirtió en la Ley Pública 87-33, la que en los hechos se constituía en una declaración de guerra contra la Isla. En ella se expresaba la determinación de Estados Unidos de impedir por cualquier medio que Cuba incrementara su capacidad militar al nivel de “poner en peligro la seguridad de Estados Unidos”, así como de “cualquier parte del hemisferio”.

El 14 de octubre en la mañana un avión espía  U-2 fotografió, en una trayectoria sur-norte, una franja del territorio occidental de la Isla. Las fotos obtenidas brindarían la primera evidencia segura de la presencia de cohetes de alcance medio en Cuba.

Cuando el presidente Kennedy recibió las fotos tomadas por el U-2 formó un grupo asesor de alto nivel, que se conoció como Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad (ExCom, por sus siglas en inglés), para analizar la situación y determinar las medidas pertinentes.

Esa tarde, Jruschov transmitió a Estados Unidos una serie de puntos de vista en un tono sumamente ofensivo en que se exponía la actitud agresiva de ese país en contra de la Unión Soviética, sin que ésta haya tomado medidas de represalia. Exponía que ambas potencias tenían los mismos derechos de actuar en el escenario internacional de acuerdo a sus intereses y que el acuerdo de la URSS con Cuba se inscribía en los marcos del derecho internacional  y la Carta de la ONU, por lo que actuar en contra del mismo, debilitaba a la propia organización internacional.

Las fotos obtenidas por los U-2, mostraba un rápido avance en los trabajos de preparación de las posiciones de lanzamiento de los cohetes en Cuba. Ello llevó a un debate en ExCom en torno a si era más efectivo un ataque aéreo contra la isla o un bloqueo marítimo de la misma. Se estudiaron los pros y los contras de cada acción. Como es habitual. no sólo se consideraron elementos de carácter estratégico, también los de coyuntura, entre los cuales la cercanía de las elecciones parlamentarias era un hecho notable. La posibilidad de la guerra siempre estuvo en la mesa del presidente y éste nunca tuvo dudas para su desencadenamiento, como tampoco las tuvo acerca de que el objetivo final debía ser el derrocamiento del gobierno revolucionario.

Al finalizar la reunión del ExCom se debatió sobre el contenido que debía tener el mensaje presidencial para informar sobre el asunto. Se acordó que Kennedy debía dirigirse al país por televisión y radio el día 22 de octubre, así mismo sobre las medidas de carácter diplomático para enfrentar la situación creada, lo que incluía la convocatoria de la OEA y la elaboración de la “justificación” jurídica de las acciones a efectuarse.

El domingo 21 el presidente Kennedy sostuvo una reunión con un grupo de generales, también estuvieron presentes el Secretario de Defensa y el Fiscal General. Ahí se estudió la variante del ataque aéreo contra la isla. Se propuso que después de éste debía haber una invasión.

El día 23 a las 7 de la tarde el presidente se dirigió al país. Entre los aspectos más resaltantes de su discurso Kennedy señaló  que la vigilancia sobre Cuba había dado evidencias de la existencia de cohetes “ofensivos” que se preparaban para “montar una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental". Informó que por ello había ordenado “…una estricta cuarentena de todo equipo militar ofensivo con destino a Cuba”. Finalizaba llamando al derrocamiento de Fidel Castro
El martes 23  el contingente militar en Cuba se puso en completa disposición combativa. Lo propio hicieron las Fuerzas Armadas Soviéticas y las del resto de los países del pacto de Varsovia. El presidente Kennedy ordenó que se efectuaran los preparativos necesarios para el caso de un posible bloqueo de Berlín.

La escalada del conflicto llevó a duras cartas de Kennedy a Jruschov y viceversa. El líder soviético le manifestó al presidente estadounidense que no daría órdenes para detener los barcos que navegaban hacia Cuba y que cualquier acción agresiva contra ellos sería respondida de acuerdo a lo que consideraran necesario para defender sus derechos.

Jruschov le escribió a Fidel dándole a conocer su decisión respecto a la declaración de Kennedy, insistiendo en la  posición de su gobierno de no ceder ante la amenaza estadounidense. Algunos años después el Comandante Fidel Castro manifestó al respecto que “Nunca la idea del retroceso pasó por nuestra mente (...) no nos parecía posible. Jruschov que es el que sabe cuántos cohetes y armas nucleares dispone (...) nos manda esta carta (...) Nosotros, desde luego, dijimos (...) las cosas están claras, y nos dedicamos a nuestro trabajo".

En ese momento, Fidel compareció ante el pueblo para impugnar los argumentos esgrimidos por Kennedy. Manifestó que "Fueron ellos los que decretaron esa política de agresión, de enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro país. Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es nuestra".

El 24 de octubre se volvió a reunir el ExCom, los barcos rusos seguían navegando en dirección a Cuba sin alterar su marcha; algunos ya estaban cerca de la barrera de quinientas millas establecida para la intercepción, así que se debía decidir si los detenían o no. La sentencia final estaba a pocas horas de ocurrir. El momento era de máxima tensión. Se barajaban diversas variantes que dieran tiempo y oxígeno a una decisión que podría conducir al holocausto Pero, nada parecía que pudiera evitarlo. Los navíos soviéticos seguían avanzando. Robert Kennedy lo relata de la siguiente forma: “El momento era ahora, no la semana próxima; no mañana, ‘para tener otra reunión y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para poder enviar otro mensaje a Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil millas de nosotros, en la vasta superficie del Océano Atlántico, se tomarían las decisiones finales en los próximos minutos”,…entonces, misteriosa y sorpresivamente los barcos soviéticos se detuvieron.

Este hecho creó el espacio para la negociación. El Secretario General de la ONU  U Thant  envió mensajes a ambos  mandatarios expresando su voluntad de mediar. Jruschov respondió afirmativamente, Kennedy con ambigüedades Este día el Ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno Kreisky, sugirió que las bases cubanas fueran retiradas a cambio de la retirada de las bases de los Júpiter de Turquía.

Comenzó a primar la cordura en las comunicaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Esa tarde se recibió una carta de Jruschov para el Presidente. donde manifestó que "Si se dieran aseveraciones del presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará en la invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato (...) Entonces cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo".

A todas estas, la opinión de Fidel y el gobierno cubano sobre el ”fin” del conflicto jamás fueron consultadas. Lo cierto es que Jruschov se vio obligado a aceptar las imposiciones estadounidenses a fin de evitar lo que podría haber sido una conflagración nuclear,  a pesar de ello la amenaza de invasión a Cuba  se mantuvo. Fidel le transmitió al líder soviético la voluntad de su pueblo de defender su soberanía e independencia a cualquier precio y lo exhortaba a mantener con firmeza sus posiciones, habida cuenta que la actitud agresiva de Estados Unidos no había cesado.

El 27 de octubre la Unión Soviética demandó a Estados Unidos el retiro de sus cohetes de Turquía a cambio del desmantelamiento de los suyos de Cuba.  Momentáneamente el conflicto fue a dos bandas porque los turcos también quedaron atrapados en la enmarañada red que “regulaba” el mundo de la guerra fría. Tampoco se les había consulado su opinión.  Kennedy estuvo a punto de aceptar la propuesta soviética, pero no lo hizo.

Ante esos hechos, Fidel manifestó con dureza, su rechazo a la decisión soviética de negociar a espaldas de Cuba. Pero, finalmente se impuso el punto de vista estadounidense. Sólo la lucha y la voluntad de resistencia del pueblo cubano impidieron la invasión estadounidense.

Dicho en palabras de Noam Chomsky:En 1962 se logró evitar la guerra por la determinación de Jruschov para aceptar las demandas hegemónicas de Kennedy. Pero no podemos contar que un criterio similar estará siempre presente. Es casi un milagro que no se haya producido hasta ahora la guerra nuclear. Existen más razones que nunca para escuchar la advertencia formulada hace unos 60 años por Bertrand Russell y Albert Einstein: el dilema es ´crudo, horrible e ineludible`”. 

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