En octubre de 1962 teniendo en cuenta los
cohetes y bombas de todos los tipos, Estados Unidos tenía una superioridad de
17 a 1 en armas nucleares con respecto a la URSS. No era posible suponer que la
instalación de cohetes en Cuba estaba encaminada a lograr una paridad de
fuerzas estratégicas entre las dos potencias nucleares.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Caracas, Venezuela
Las tareas de defensa en La Habana. |
El día 26 de septiembre, la Cámara de
Representantes de Estados Unidos había aprobado una resolución conjunta sobre
Cuba por 384 votos a favor y siete en contra, la misma resumía toda la política
de hostilidad que había caracterizado la conducta de ese país respecto de Cuba.
El 29 del mismo mes el Gobierno cubano dio respuesta a través de una
declaración en la que se planteaba que
“jamás utilizaría sus medios legítimos de defensa con fines agresivos que
pusieran en peligro la seguridad de los Estados Unidos”.
Mientras tanto, en las últimas semanas de
septiembre y primeras de octubre se había seguido completando el contingente
militar soviético previsto para la Operación Anadir. Por su parte, Estados
Unidos realizaba ejercicios militares en Vieques, Puerto Rico preparados en
contra de un territorio donde gobernaba un tirano con el nada sutil nombre de
Ortsac, Castro al revés.
El 4 de octubre el Congreso de Estados Unidos
aprobó una Resolución Conjunta sobre Cuba, que se convirtió en la Ley Pública
87-33, la que en los hechos se constituía en una declaración de guerra contra
la Isla. En ella se expresaba la determinación de Estados Unidos de impedir por
cualquier medio que Cuba incrementara su capacidad militar al nivel de “poner
en peligro la seguridad de Estados Unidos”, así como de “cualquier parte del
hemisferio”.
El 14 de octubre en la mañana un avión
espía U-2 fotografió, en una trayectoria
sur-norte, una franja del territorio occidental de la Isla. Las fotos obtenidas
brindarían la primera evidencia segura de la presencia de cohetes de alcance
medio en Cuba.
Cuando el presidente Kennedy recibió las
fotos tomadas por el U-2 formó un grupo asesor de alto nivel, que se conoció
como Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad (ExCom, por sus siglas
en inglés), para analizar la situación y determinar las medidas pertinentes.
Esa tarde, Jruschov transmitió a Estados
Unidos una serie de puntos de vista en un tono sumamente ofensivo en que se
exponía la actitud agresiva de ese país en contra de la Unión Soviética, sin
que ésta haya tomado medidas de represalia. Exponía que ambas potencias tenían
los mismos derechos de actuar en el escenario internacional de acuerdo a sus
intereses y que el acuerdo de la URSS con Cuba se inscribía en los marcos del
derecho internacional y la Carta de la
ONU, por lo que actuar en contra del mismo, debilitaba a la propia organización
internacional.
Las fotos obtenidas por los U-2, mostraba un
rápido avance en los trabajos de preparación de las posiciones de lanzamiento
de los cohetes en Cuba. Ello llevó a un debate en ExCom en torno a si era más
efectivo un ataque aéreo contra la isla o un bloqueo marítimo de la misma. Se
estudiaron los pros y los contras de cada acción. Como es habitual. no sólo se
consideraron elementos de carácter estratégico, también los de coyuntura, entre
los cuales la cercanía de las elecciones parlamentarias era un hecho notable.
La posibilidad de la guerra siempre estuvo en la mesa del presidente y éste
nunca tuvo dudas para su desencadenamiento, como tampoco las tuvo acerca de que
el objetivo final debía ser el derrocamiento del gobierno revolucionario.
Al finalizar la reunión del ExCom se debatió
sobre el contenido que debía tener el mensaje presidencial para informar sobre
el asunto. Se acordó que Kennedy debía dirigirse al país por televisión y radio
el día 22 de octubre, así mismo sobre las medidas de carácter diplomático para
enfrentar la situación creada, lo que incluía la convocatoria de la OEA y la
elaboración de la “justificación” jurídica de las acciones a efectuarse.
El domingo 21 el presidente Kennedy sostuvo una reunión con
un grupo de generales, también estuvieron presentes el Secretario de Defensa y
el Fiscal General. Ahí se estudió la variante del ataque aéreo contra la isla.
Se propuso que después de éste debía haber una invasión.
El día 23 a las 7
de la tarde el presidente se dirigió al país. Entre los aspectos más
resaltantes de su discurso Kennedy señaló
que la vigilancia sobre Cuba había dado evidencias de la existencia de
cohetes “ofensivos” que se preparaban para “montar una fuerza de ataque nuclear contra el
Hemisferio Occidental". Informó que por ello había ordenado “…una estricta
cuarentena de todo equipo militar ofensivo con destino a Cuba”. Finalizaba
llamando al derrocamiento de Fidel Castro
El martes 23 el contingente militar en Cuba se puso en
completa disposición combativa. Lo propio hicieron las Fuerzas Armadas
Soviéticas y las del resto de los países del pacto de Varsovia. El presidente Kennedy ordenó que se
efectuaran los preparativos necesarios para el caso de un posible bloqueo de
Berlín.
La escalada del conflicto llevó a duras
cartas de Kennedy a Jruschov y viceversa. El líder soviético le manifestó al presidente
estadounidense que no daría órdenes para detener los barcos que navegaban hacia
Cuba y que cualquier acción agresiva contra ellos sería respondida de acuerdo a
lo que consideraran necesario para defender sus derechos.
Jruschov le escribió a Fidel dándole a
conocer su decisión respecto a la declaración de Kennedy, insistiendo en
la posición de su gobierno de no ceder
ante la amenaza estadounidense. Algunos años después el Comandante Fidel Castro
manifestó al respecto que “Nunca la
idea del retroceso pasó por nuestra mente (...) no nos parecía posible.
Jruschov que es el que sabe cuántos cohetes y armas nucleares dispone (...) nos
manda esta carta (...) Nosotros, desde luego, dijimos (...) las cosas están
claras, y nos dedicamos a nuestro trabajo".
En ese momento,
Fidel compareció ante el pueblo para impugnar los argumentos esgrimidos por
Kennedy. Manifestó que "Fueron ellos los que decretaron esa política de
agresión, de enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro
país. Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es
nuestra".
El 24 de octubre se volvió a reunir el ExCom,
los barcos rusos seguían navegando en dirección a Cuba sin alterar su marcha;
algunos ya estaban cerca de la barrera de quinientas millas establecida para la
intercepción, así que se debía decidir si los detenían o no. La sentencia final
estaba a pocas horas de ocurrir. El momento era de máxima tensión. Se barajaban
diversas variantes que dieran tiempo y oxígeno a una decisión que podría
conducir al holocausto Pero, nada parecía que pudiera evitarlo. Los navíos
soviéticos seguían avanzando. Robert Kennedy lo relata de la siguiente forma:
“El momento era ahora, no la semana próxima; no mañana, ‘para tener otra
reunión y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para poder enviar otro mensaje a
Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil millas de nosotros, en la
vasta superficie del Océano Atlántico, se tomarían las decisiones finales en
los próximos minutos”,…entonces, misteriosa y sorpresivamente los barcos
soviéticos se detuvieron.
Este hecho creó el espacio para la
negociación. El Secretario General de la ONU
U Thant envió mensajes a
ambos mandatarios expresando su voluntad
de mediar. Jruschov respondió afirmativamente, Kennedy con ambigüedades Este
día el Ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno Kreisky, sugirió que
las bases cubanas fueran retiradas a cambio de la retirada de las bases de los
Júpiter de Turquía.
Comenzó a primar la cordura en las
comunicaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Esa tarde se recibió
una carta de Jruschov para el Presidente. donde manifestó que "Si se dieran aseveraciones del
presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará
en la invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si
ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato (...) Entonces cesaría
también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay amenaza el armamento
es una carga para cualquier pueblo".
A todas estas, la opinión de Fidel y el
gobierno cubano sobre el ”fin” del conflicto jamás fueron consultadas. Lo
cierto es que Jruschov se vio obligado a aceptar las imposiciones
estadounidenses a fin de evitar lo que podría haber sido una conflagración
nuclear, a pesar de ello la amenaza de
invasión a Cuba se mantuvo. Fidel le
transmitió al líder soviético la voluntad de su pueblo de defender su soberanía
e independencia a cualquier precio y lo exhortaba a mantener con firmeza sus
posiciones, habida cuenta que la actitud agresiva de Estados Unidos no había
cesado.
El 27 de octubre la Unión Soviética demandó a
Estados Unidos el retiro de sus cohetes de Turquía a cambio del
desmantelamiento de los suyos de Cuba.
Momentáneamente el conflicto fue a dos bandas porque los turcos también
quedaron atrapados en la enmarañada red que “regulaba” el mundo de la guerra
fría. Tampoco se les había consulado su opinión. Kennedy estuvo a punto de aceptar la
propuesta soviética, pero no lo hizo.
Ante esos hechos, Fidel manifestó con dureza,
su rechazo a la decisión soviética de negociar a espaldas de Cuba. Pero,
finalmente se impuso el punto de vista estadounidense. Sólo la lucha y la
voluntad de resistencia del pueblo cubano impidieron la invasión
estadounidense.
Dicho en palabras de Noam Chomsky: “En 1962 se logró evitar
la guerra por la determinación de Jruschov para aceptar las demandas
hegemónicas de Kennedy. Pero no podemos contar que un criterio similar estará
siempre presente. Es casi un milagro que no se haya producido hasta ahora la
guerra nuclear. Existen más razones que nunca para escuchar la advertencia
formulada hace unos 60 años por Bertrand Russell y Albert Einstein: el dilema
es ´crudo, horrible e ineludible`”.
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