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sábado, 1 de diciembre de 2012

Ser de izquierda

Más que una posición, ser de izquierda es una práctica diaria y cotidiana, es actuar conforme a lo que se sostiene en la palabra y practicar lo que se piensa y se dice. De lo que realmente se trata no es de posicionarse, sino de transformar al mundo.

Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo

Finalmente se ha abierto en nuestro país un debate sobre qué es ser de izquierda en el tiempo actual. Esto es útil para definir nuestros horizontes nacionales y universales. Y resulta necesario en esta hora de definiciones, en la que no basta proclamarse izquierdista, sino tomar posición frente a los grandes cambios impulsados por la Revolución Ciudadana.

Buscando aportar al mismo, hemos resumido para ustedes un ensayo que publicaran en 2011 dos pensadores mexicanos (la doctora Rosaura Ruiz, directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM, que fuera candidata a rectora de esa universidad, y el profesor Bruno Velázquez) sintetizando el pensamiento del notable filósofo marxista Adolfo Sánchez Vázquez.


“Ser de izquierda es estar por un modelo de desarrollo que responda a los intereses y necesidades de las mayorías, y, por ende, ir en contra de un sistema que favorezca al egoísmo de una minoría y a los intereses ajenos (de gobiernos extranjeros o de transnacionales).

Es oponerse a las relaciones desiguales y de dependencia entre las naciones y repudiar las prácticas hegemónicas y neocolonialistas de las potencias.

Es estar por un desarrollo sustentable que no amenace la vida humana y planetaria, y por tanto, defender las reivindicaciones ecológicas.

Es combatir toda forma de discriminación, asumir y luchar por los derechos de todas las personas sin importar su género, raza, etnia, condición, creencias, orientación sexual o nacionalidad.

Es hacer una política que no confunda ni separe los fines y los medios, que no se guíe por resultados inmediatos ni pierda de vista los valores y principios que le dan sentido, en busca de dádivas y prebendas individuales o grupales.

En suma, es hacer una política que sea congruente con sus ideales, que sea incorruptible y se sostenga sobre un profundo contenido moral.

Ser de izquierda requiere escepticismo frente al dogmatismo y una constante crítica y autocrítica. Significa ser crítico de los males sociales producidos por el sistema imperante, pero también de las deficiencias y debilidades propias.

Implica tener o sumarse a un proyecto a largo plazo de nación y sociedad, que tenga como fin el que desaparezcan las injusticias sociales. Conlleva conocer la realidad y tener claras las posibilidades, las condiciones necesarias y los medios adecuados para transformarla.

Ser de izquierda es tener una voluntad inquebrantable para realizar el proyecto de una sociedad más justa, solidaria, equitativa y libre.

No se puede ser de izquierda en teoría o de forma nominal. No se es de izquierda por pertenecer a un partido o grupo específico, o por el solo hecho de conocer la realidad de los marginados.

Más que una posición, ser de izquierda es una práctica diaria y cotidiana, es actuar conforme a lo que se sostiene en la palabra y practicar lo que se piensa y se dice. De lo que realmente se trata no es de posicionarse, sino de transformar al mundo.

Ojalá que los políticos que se dicen de izquierda se preocuparan más por llevar a la práctica su izquierdismo, y menos por su popularidad o su imagen mediática”.

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