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sábado, 2 de marzo de 2013

Guatemala: Los paseos del capitán Lima

El capitán Byron Lima, condenado por el asesinato de Monseñor Juan Gerardi, ha tenido una prisión dorada tolerada: desde viajes de placer al centro vacacional San Marino en las cercanías de Puerto Quetzal, hasta la posibilidad de convertirse en un exitoso empresario que hace uso de la fuerza de trabajo cautiva en el reclusorio donde purga su condena. Un caso más de corrupción e impunidad en Guatemala.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Gran impacto ha sido  la noticia en Guatemala  que el 16 de febrero de 2013, el capitán Byron Lima Oliva fue capturado  cuando se conducía en compañía de ocho personas  en dos vehículos,  en las cercanías del centro de detención  conocido como Pavoncito  en Fraijanes. Evidencia la corrupción e impunidad en el Sistema Penitenciario de Guatemala y del ahora destituido Director, Luis Alberto González. Lima fue condenado junto a su padre, el coronel Byron Disrael Lima Estrada, y el sacerdote Mario Orantes, a largas penas en prisión por el asesinato de Monseñor Juan Gerardi en 1998.  El coronel Lima Estrada estuvo recluido desde el 2008 en el Centro Médico Militar después de haber sufrido un infarto  y en julio de 2012  por dictamen del Juez Primero de Ejecución Penal Javier Soto Mora, recibió libertad anticipada. El 4 de enero de 2013, el sacerdote Orantes  se benefició también de libertad anticipada por buena conducta.

Al leer las diversas informaciones  sobre la estancia en la cárcel del referido capitán, la conclusión es que ha tenido una prisión dorada. Era secreto a voces que el capitán Lima constantemente salía de viajes de placer al centro vacacional San Marino en las cercanías de Puerto Quetzal, que también salía de la cárcel unas tres veces por semana. Además, el capitán Lima se las ha ingeniado para aun desde la prisión convertirse en  un ejemplar adalid  del neoliberalismo al convertirse en un exitoso empresario que hace uso de la fuerza de trabajo cautiva en el reclusorio donde purga su condena. En efecto, Lima Oliva es Gerente General de la Cooperativa Integral de Comercialización Penitenciaria “Torre Fuerte R.L.”, una maquila que funciona en Pavoncito.

A mediados del año 2012, el Ministerio Público  investigaba 11 cargos  contra Lima Oliva. La mayoría de los cargos eran por amenazas pero también había acusaciones de delitos como agresión, posesión para el consumo, falsedad material y asociación ilícita. Al igual que los capos del narcotráfico que se encuentran presos en diversas partes de América latina, Lima Oliva es un reo poderoso y temido. El antiguo capitán tiene el poder  para imponer a los reos que no le obedecen castigos físicos y penalizaciones como restricciones del uso del baño y las regaderas. También es rumor que cobra para brindar protección a presos apoyados por el narcotráfico y que hay descontentos por ello (El Peladero del 24 de febrero de 2013). No han sido pocos los reos que eventualmente han dado testimonio del poder de Lima Oliva adentro del presidio. El capitán Lima tiene,  según se  afirma, a alrededor de 50 reos integrando su seguridad personal la cual está constituida por tres anillos de protección. No es de extrañar entonces que la mayoría de las acusaciones se han desvanecido porque no han sido ratificadas. Estar en la cárcel nunca será algo fácil. Pero el capitán Lima al parecer se las ha ingeniado para hacer lo menos penosa posible su estancia en cautiverio. El 17 de mayo de 2011, aniversario de la Cooperativa “Torre Fuerte”, se celebró al interior del penal una fiesta en Pavoncito en la cual estuvieron presentes cuatro bailarinas para darle amenidad al momento.

En este contexto es  un pésimo acontecimiento  para el capitán Lima que se le haya capturado en las afueras del reclusorio donde cumple su condena. Evidenció los enormes privilegios que mantiene al cobijo de la complicidad  estatal. La buena noticia para él, es que el juez que vio su caso lo exoneró del delito de evasión. Un veredicto en ese sentido,  además de  las penalizaciones financieras que suponía, hubiera agregado años a su condena y le hubiera exonerado de la posibilidad de una libertad anticipada.

Nuevamente la impunidad nos embarga.

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