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sábado, 30 de marzo de 2013

La gran conspiración contra Venezuela

La restauración neoliberal en toda la línea. Este es el programa real de Capriles, que lo ha expuesto en un lenguaje insultante, agraviando el sentimiento de dolor que embarga a la gran mayoría del pueblo venezolano ante la muerte de su líder, con el cual están consustanciados, como seguramente lo van a demostrar en la próxima instancia electoral.

Niko Schvarz / Barómetro Internacional

Henrique Capriles, el candidato de la derecha venezolana
Todas las encuestas son concluyentes, e indican sin sombra de duda que Nicolás Maduro superará con amplitud a Henrique Capriles Radonsky en las elecciones presidenciales del 14 de abril. En estas condiciones, el candidato perdedor, como lo fue por amplio margen ante Hugo Chávez el pasado 7 de octubre, está moviendo febrilmente los hilos de una gran conspiración (junto a sus aliados de dentro y sobre todo de fuera del país) para desvirtuar por anticipado el resultado de estas elecciones, o incluso para impedir su realización y crear un clima propicio a maniobras desestabilizadoras, como ocurrió en el golpe de estado de abril de 2002. Eso es lo que está en juego hoy en Venezuela hacia la instancia definitoria del 14 de abril.

Una primera encuesta de la empresa Datánalisis, ligada a la oposición venezolana, dio 49,2% a Maduro y 34,8% a Capriles. Una consulta posterior (de la empresa Hinterlaces, publicada en el diario Últimas Noticias, perteneciente a la familia Capriles Radonsky), elevó la diferencia a 53% para el candidato del PSUV (que también será votado por el Partido Comunista) y 35% para su contendor. En todos los casos la ventaja es superior a la que obtuvo efectivamente Chávez en octubre pasado, que fue un tanto superior a 10 puntos. Según la reciente encuesta, el 61% de los electores cree que ganará el candidato del PSUV y el 70% de la ciudadanía considera que el gobierno encabezado por Chávez fue positivo para Venezuela. Se vislumbra su continuidad con Maduro presidente, mientras Capriles representa la restauración de los gobiernos corruptos del pacto del “punto fijo” y la aniquilación de todas las conquistas a favor del pueblo de los 14 años de gobierno encabezados por Chávez.

Según fundadas denuncias de Maduro, el candidato opositor se reunió en Miami con banqueros venezolanos prófugos y con otros banqueros, solicitando apoyo para su campaña, y asimismo contactó en Colombia a grupos paramilitares y a un ex gobernante que aludía inequívocamente a Álvaro Uribe. Agregó que “Capriles se anda moviendo para encontrar el apoyo financiero y político de quien manda en la oposición norteamericana y con bandas mafiosas de Miami dirigidas por Roger Noriega y Otto Reich, todos de ala republicana que hace el trabajo sucio del imperialismo norteamericano en América Latina”. Se trata de dos pájaros de cuenta de alto copete, estrechamente vinculados a la CIA de toda la vida.

Como embajador de EE.UU en Caracas, Otto Reich contribuyó activamente para que escapara de la prisión a que estaba sometido el terrorista Orlando Bosch, quien urdió el atentado que hizo precipitar en pleno vuelo al avión de Cubana de Aviación el 6 de octubre de 1976. A la vez, junto con el terrorista Posada Carriles, Otto Reich fue el impulsor del operativo Irán-contras en la década del 80 bajo el gobierno de Reagan y contra el gobierno surgido de la revolución sandinista. Asimismo, se encargó personalmente de las negociaciones con la presidenta panameña Mireya Moscoso para lograr la liberación de Posada Carriles, detenido por tratar de asesinar al líder cubano Fidel Castro en el curso de una Cumbre Iberoamericana en el país istmeño. Posteriormente, se ha caracterizado por su obsesión antichavista, y se le ha señalado como el inspirador, desde su cargo en el Departamento de Estado bajo la administración Bush, del golpe de estado de abril 2002 contra Chávez.

En el plan desestabilizador han participado también dos agregados aéreos de la embajada estadounidense, descubiertos cuando intentaban complotar con miembros de las fuerzas armadas bolivarianas, lo que motivó su expulsión del país. Se sumó también la subsecretaria de Estado Roberta Jacobson, que tuvo la desfachatez de cuestionar las elecciones venezolanas realizadas y las próximas en declaraciones consideradas “injerencistas e infelices”. Haría bien en aplicar esos juicios al fraude descarado en las elecciones presidenciales en la  Florida que llevaron a la presidencia a George Bush en forma fraudulenta, despojando a Al Gore. El propio Capriles agregó más leña a la hoguera  con ataques destemplados contra el Consejo Nacional Electoral (CNE) y su presidenta Tibisay Lucena, cuando la labor de este organismo  en las elecciones del 7 de octubre (que repetirá su esquema el 14 de abril) fue objeto de las felicitaciones de observadores internacionales de todo tipo, en un número superior al que se ha dado en cualquier proceso electoral en el mundo, por su ecuanimidad, su transparencia y la absoluta garantía proporcionada por su sistema técnico altamente especializado. También el diario El Nacional, integrante de la cadena mediática que hace campaña por Capriles, emprendió un ataque editorial contra la rectora del CNE. Es evidente el propósito de desnaturalizar por adelantado el resultado de la próxima elección.

En este plan desestabilizador a varias puntas, se ha denunciado incluso un aspecto monstruoso. Lo hizo el destacado analista Jean-Guy Allard, quien asegura, citando informaciones provenientes de Miami, que Reich y Noriega barajan la posibilidad de ultimar a Capriles para convertirlo en un mártir y acusar al gobierno venezolano  del crimen, impedir de esa manera las elecciones  y desestabilizar el país. No se extrañen: de gente de esa calaña se puede esperar incluso cosas peores, como ya lo demostraron.

Henrique Capriles Rodonsky procede de dos de las familias más adineradas de Venezuela, que se encuentran a la cabeza de varios conglomerados industriales, inmobiliarios y mediáticos (Capriles) y poseen el Circuito Nacional de Exhibiciones  de Cine (Radonsky). Son propietarias del diario Últimas Noticias, el de mayor difusión nacional, de cadenas de radios y de un canal de TV, todos dedicados en forma concentrada a su campaña electoral. El propio Henrique Capriles militó en el grupo de extrema derecha “Tradición, Familia y Propiedad” y fundó en 2002 el partido Primero Justicia, que se vinculó con el International Republican Institute, rama internacional del Partido Republicano estadounidense del presidente George W.Bush, que brindó apoyo a esa formación política de oposición al presidente Chávez. Electo alcalde de Baruta en 2002, participó activamente en el golpe de estado del 11 de abril de ese año. Días antes su partido político había reclamado la renuncia del presidente, de los miembros de la Asamblea Nacional, del Tribunal Supremo de Justicia, del Fiscal de la República y del Defensor del Pueblo. Luego, su partido fue el único que aceptó la disolución por la fuerza de la Asamblea Nacional ordenada por la junta golpista presidida por Pedro Carmona Estanga (que hoy anda prófugo en Colombia). Durante el golpe, participó en primera fila en el asalto a la embajada cubana, como lo muestran las fotos que en estos días se han vuelto a publicar. Junto a él estaba Henry López Sisco, compinche del ya nombrado terrorista Luis Posada Carriles. Posteriormente, Capriles fue juzgado y encarcelado  en forma preventiva por su participación en el golpe de estado.

El Fiscal de la República Danilo Anderson, encargado del caso, fue asesinado  en noviembre 2004 en un atentado con coche bomba. Electo gobernador del estado de Miranda en 2008 y reelecto en 2012, después de perder la elección presidencial, Capriles promete que en caso de ganar la elección presidencial decretará la amnistía para el golpista Carmona Estanga y anulará todas las realizaciones de los gobiernos de Chávez mediante una política de privatizaciones, la suspensión de la financiación por parte de PDVSA a una serie de programas sociales, la eliminación de las medidas de reforma agraria y de la ley de pesca. Asimismo, pondrá fin a la relación especial con Cuba, lo que afectará los programas sociales en los campos de la educación, la salud, el deporte y la cultura; liquidará la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), organismo de integración regional; suprimirá el programa Petrocaribe que permite actualmente a 18 países de América Latina y el Caribe conseguir petróleo en condiciones favorables y asegurar su abastecimiento energético; eliminará el FONDEN, fondo especial destinado a financiar los programas sociales.

En una palabra: la restauración en toda la línea. Este es el programa real de Capriles, que lo ha expuesto en un lenguaje insultante, agraviando el sentimiento de dolor que embarga a la gran mayoría del pueblo venezolano ante la muerte de su líder, con el cual están consustanciados, como seguramente lo van a demostrar en la próxima instancia electoral.

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