La restauración
neoliberal en toda la línea. Este es el programa real de Capriles, que lo ha
expuesto en un lenguaje insultante, agraviando el sentimiento de dolor que
embarga a la gran mayoría del pueblo venezolano ante la muerte de su líder, con
el cual están consustanciados, como seguramente lo van a demostrar en la
próxima instancia electoral.
Niko Schvarz / Barómetro Internacional
Henrique Capriles, el candidato de la derecha venezolana |
Todas las encuestas son
concluyentes, e indican sin sombra de duda que Nicolás Maduro superará con
amplitud a Henrique Capriles Radonsky en las elecciones presidenciales del 14
de abril. En estas condiciones, el candidato perdedor, como lo fue por amplio
margen ante Hugo Chávez el pasado 7 de octubre, está moviendo febrilmente los
hilos de una gran conspiración (junto a sus aliados de dentro y sobre todo de
fuera del país) para desvirtuar por anticipado el resultado de estas elecciones,
o incluso para impedir su realización y crear un clima propicio a maniobras
desestabilizadoras, como ocurrió en el golpe de estado de abril de 2002. Eso es
lo que está en juego hoy en Venezuela hacia la instancia definitoria del 14 de
abril.
Una primera encuesta de
la empresa Datánalisis, ligada a la oposición venezolana, dio 49,2% a Maduro y
34,8% a Capriles. Una consulta posterior (de la empresa Hinterlaces, publicada
en el diario Últimas Noticias, perteneciente a la familia Capriles Radonsky), elevó
la diferencia a 53% para el candidato del PSUV (que también será votado por el
Partido Comunista) y 35% para su contendor. En todos los casos la ventaja es
superior a la que obtuvo efectivamente Chávez en octubre pasado, que fue un
tanto superior a 10 puntos. Según la reciente encuesta, el 61% de los electores
cree que ganará el candidato del PSUV y el 70% de la ciudadanía considera que
el gobierno encabezado por Chávez fue positivo para Venezuela. Se vislumbra su
continuidad con Maduro presidente, mientras Capriles representa la restauración
de los gobiernos corruptos del pacto del “punto fijo” y la aniquilación de
todas las conquistas a favor del pueblo de los 14 años de gobierno encabezados
por Chávez.
Según fundadas
denuncias de Maduro, el candidato opositor se reunió en Miami con banqueros
venezolanos prófugos y con otros banqueros, solicitando apoyo para su campaña,
y asimismo contactó en Colombia a grupos paramilitares y a un ex gobernante que
aludía inequívocamente a Álvaro Uribe. Agregó que “Capriles se anda moviendo
para encontrar el apoyo financiero y político de quien manda en la oposición
norteamericana y con bandas mafiosas de Miami dirigidas por Roger Noriega y
Otto Reich, todos de ala republicana que hace el trabajo sucio del imperialismo
norteamericano en América Latina”. Se trata de dos pájaros de cuenta de alto
copete, estrechamente vinculados a la CIA de toda la vida.
Como embajador de EE.UU
en Caracas, Otto Reich contribuyó activamente para que escapara de la prisión a
que estaba sometido el terrorista Orlando Bosch, quien urdió el atentado que
hizo precipitar en pleno vuelo al avión de Cubana de Aviación el 6 de octubre
de 1976. A la vez, junto con el terrorista Posada Carriles, Otto Reich fue el
impulsor del operativo Irán-contras en la década del 80 bajo el gobierno de
Reagan y contra el gobierno surgido de la revolución sandinista. Asimismo, se
encargó personalmente de las negociaciones con la presidenta panameña Mireya
Moscoso para lograr la liberación de Posada Carriles, detenido por tratar de
asesinar al líder cubano Fidel Castro en el curso de una Cumbre Iberoamericana
en el país istmeño. Posteriormente, se ha caracterizado por su obsesión
antichavista, y se le ha señalado como el inspirador, desde su cargo en el
Departamento de Estado bajo la administración Bush, del golpe de estado de
abril 2002 contra Chávez.
En el plan
desestabilizador han participado también dos agregados aéreos de la embajada
estadounidense, descubiertos cuando intentaban complotar con miembros de las
fuerzas armadas bolivarianas, lo que motivó su expulsión del país. Se sumó
también la subsecretaria de Estado Roberta Jacobson, que tuvo la desfachatez de
cuestionar las elecciones venezolanas realizadas y las próximas en
declaraciones consideradas “injerencistas e infelices”. Haría bien en aplicar
esos juicios al fraude descarado en las elecciones presidenciales en la Florida que llevaron a la presidencia a
George Bush en forma fraudulenta, despojando a Al Gore. El propio Capriles
agregó más leña a la hoguera con ataques
destemplados contra el Consejo Nacional Electoral (CNE) y su presidenta Tibisay
Lucena, cuando la labor de este organismo
en las elecciones del 7 de octubre (que repetirá su esquema el 14 de
abril) fue objeto de las felicitaciones de observadores internacionales de todo
tipo, en un número superior al que se ha dado en cualquier proceso electoral en
el mundo, por su ecuanimidad, su transparencia y la absoluta garantía
proporcionada por su sistema técnico altamente especializado. También el diario
El Nacional, integrante de la cadena mediática que hace campaña por Capriles,
emprendió un ataque editorial contra la rectora del CNE. Es evidente el
propósito de desnaturalizar por adelantado el resultado de la próxima elección.
En este plan
desestabilizador a varias puntas, se ha denunciado incluso un aspecto
monstruoso. Lo hizo el destacado analista Jean-Guy Allard, quien asegura,
citando informaciones provenientes de Miami, que Reich y Noriega barajan la
posibilidad de ultimar a Capriles para convertirlo en un mártir y acusar al
gobierno venezolano del crimen, impedir
de esa manera las elecciones y
desestabilizar el país. No se extrañen: de gente de esa calaña se puede esperar
incluso cosas peores, como ya lo demostraron.
Henrique Capriles
Rodonsky procede de dos de las familias más adineradas de Venezuela, que se
encuentran a la cabeza de varios conglomerados industriales, inmobiliarios y
mediáticos (Capriles) y poseen el Circuito Nacional de Exhibiciones de Cine (Radonsky). Son propietarias del
diario Últimas Noticias, el de mayor difusión nacional, de cadenas de radios y
de un canal de TV, todos dedicados en forma concentrada a su campaña electoral.
El propio Henrique Capriles militó en el grupo de extrema derecha “Tradición,
Familia y Propiedad” y fundó en 2002 el partido Primero Justicia, que se
vinculó con el International Republican Institute, rama internacional del
Partido Republicano estadounidense del presidente George W.Bush, que brindó
apoyo a esa formación política de oposición al presidente Chávez. Electo
alcalde de Baruta en 2002, participó activamente en el golpe de estado del 11
de abril de ese año. Días antes su partido político había reclamado la renuncia
del presidente, de los miembros de la Asamblea Nacional, del Tribunal Supremo
de Justicia, del Fiscal de la República y del Defensor del Pueblo. Luego, su
partido fue el único que aceptó la disolución por la fuerza de la Asamblea
Nacional ordenada por la junta golpista presidida por Pedro Carmona Estanga (que
hoy anda prófugo en Colombia). Durante el golpe, participó en primera fila en
el asalto a la embajada cubana, como lo muestran las fotos que en estos días se
han vuelto a publicar. Junto a él estaba Henry López Sisco, compinche del ya
nombrado terrorista Luis Posada Carriles. Posteriormente, Capriles fue juzgado
y encarcelado en forma preventiva por su
participación en el golpe de estado.
El Fiscal de la
República Danilo Anderson, encargado del caso, fue asesinado en noviembre 2004 en un atentado con coche
bomba. Electo gobernador del estado de Miranda en 2008 y reelecto en 2012,
después de perder la elección presidencial, Capriles promete que en caso de
ganar la elección presidencial decretará la amnistía para el golpista Carmona
Estanga y anulará todas las realizaciones de los gobiernos de Chávez mediante
una política de privatizaciones, la suspensión de la financiación por parte de
PDVSA a una serie de programas sociales, la eliminación de las medidas de
reforma agraria y de la ley de pesca. Asimismo, pondrá fin a la relación
especial con Cuba, lo que afectará los programas sociales en los campos de la
educación, la salud, el deporte y la cultura; liquidará la Alianza Bolivariana
para los Pueblos de América (ALBA), organismo de integración regional; suprimirá
el programa Petrocaribe que permite actualmente a 18 países de América Latina y
el Caribe conseguir petróleo en condiciones favorables y asegurar su
abastecimiento energético; eliminará el FONDEN, fondo especial destinado a
financiar los programas sociales.
En una palabra: la
restauración en toda la línea. Este es el programa real de Capriles, que lo ha
expuesto en un lenguaje insultante, agraviando el sentimiento de dolor que
embarga a la gran mayoría del pueblo venezolano ante la muerte de su líder, con
el cual están consustanciados, como seguramente lo van a demostrar en la
próxima instancia electoral.
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