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sábado, 13 de abril de 2013

Guatemala: Genocidio y propaganda negra

Desde hace un buen tiempo la propaganda negra de la derecha contrainsurgente guatemalteca se ha cebado contra países como Suecia y Noruega, haciendo de la cooperación internacional de estos países la fuente de retroalimentación de los activistas de derechos humanos y sociales.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

En los últimos días en la ciudad de Guatemala, particularmente en la colonia Lourdes, se distribuyeron volantes de propaganda negra, o como se le dice en otras partes,  de guerra sucia. La propaganda negra o guerra sucia es la agitación por los distintos medios de comunicación (radio, televisión, desplegados  en periódicos, rumores o simplemente  como es el caso, volantes) con mensajes tremendistas, infamantes, cargados de mentiras, calumnias,  con respecto a una persona, una institución, una etnia, una nacionalidad o un país.

La propaganda negra es muy antigua. Un caso ocurrió en el 133 A.C. e hizo víctima a Tiberio Sempronio Graco, el Tribuno de la Plebe que intentó hacer varias reformas en la Roma republicana, entre ellas una reforma agraria.  Por ello mismo se ganó la enemistad a muerte  del patriciado romano. Su muerte trágica  a manos de sus enemigos se vio precedida de una propaganda negra  difundida por rumores en la capital romana, en la que se le acusaba de ser “un peligro para Roma”. Después de esta  guerra sucia, Tiberio  fue asesinado a golpes  junto a 200-300 de sus seguidores y su cadáver arrojado al Tíber, una afrenta terrible para los romanos y máxime  para un integrante de las familias más acaudaladas.

En este caso, como en el de buena parte de los genocidios, la  matanza fue precedida de una guerra sucia en la cual se satanizó a la persona o grupo que se quería aniquilar. Esto fue lo que sucedió en el genocidio acontecido en 1994 en  Ruanda, cuando  por la radio se pregonó que los Tutsis “eran cucarachas”.  La estigmatización terminó  en una matanza en la cual en unos cuantos meses fueron asesinados por los Hutus  entre 800 mil y un millón de Tutsis. Desde hace un buen tiempo la propaganda negra de la derecha contrainsurgente guatemalteca se ha cebado contra países como Suecia y Noruega, haciendo de la cooperación internacional de estos países la fuente de retroalimentación de los activistas de derechos humanos y sociales. Los volantes que se han repartido en las calles de Guatemala alegan que el delito de genocidio nunca existió en este país, acusan a Noruega de estar financiando a movimientos que están colocando a Guatemala al borde de otra guerra interna y recurre a un patrioterismo barato de carácter xenófobo. Advierte a los gobiernos de Suecia y Noruega que “la gran mayoría de guatemaltecos” no se dejarán usar como ratones de laboratorio ni se dejaran imponer “sus retorcidos modelos” de justicia.

La búsqueda de un origen externo de los males de un país, es un socorrido argumento de fascistas. Lo usaron los nazis con los judíos. Pero hay ejemplos de antaño. En la Guatemala colonial fue usado -tal como lo escribió en un estupendo trabajo Severo Martínez Peláez-,  desde  principios del siglo XIX cuando se instituyó el delito de “afrancesamiento”. Por tal  entendíase adoptar los principios de la Ilustración y la revolución francesa en el contexto oscurantista reaccionario de la época. Francia era considerada por la Corona Española como “exportadora” de la revolución independentista y sinónimo de “lo exótico y disolvente de aquel entonces”.  Durante la guerra fría fueron Moscú y La Habana los causantes de los males del país eludiéndose el examen de las injusticias, desigualdades y autoritarismo imperantes. Hoy la derecha contrainsurgente busca otra fuente de importación de “ideas exóticas” como son Suecia y Noruega. No puede dejar de mencionarse que la propaganda negra expresada en los volantes mencionados, se dan en el contexto del juicio por el delito de genocidio al que está siendo sometido Efraín Ríos Montt.

Cuánta razón asistió a Luis Cardoza y Aragón cuando escribió que las ideas eran exóticas solamente  para aquellos que no tenían ideas.

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