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sábado, 25 de mayo de 2013

¿Sobrevivirá Europa?

La crisis ha empezado a romper la argamasa de algunas viejas construcciones estatales. El caso más notorio es el de España, donde el gobierno autónomo catalán se ha puesto en marcha por la ruta del independentismo, mientras otras naciones de ese Estado se mantienen atentas al resultado, para emprender luego su propio camino.

Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo

Hace apenas dos décadas asistimos a la implosión de la Unión Soviética y al desmembramiento del imperio que ella había construido a su alrededor. En ese marco, volvieron a tener presencia histórica 19 viejos países, entre ellos Ucrania y los bálticos Estonia, Letonia y Lituania.

Luego, bajo la presión occidental, se desmembró a sangre y fuego el sistema federativo yugoeslavo, lo que dio paso al nacimiento de Eslovenia, Croacia, Bosnia, Macedonia, Serbia y Montenegro, aunque los dos últimos países decidieron formar en 2003 la nueva República Federal de Yugoeslavia.

Para entonces, Europa Occidental era vista por el mundo como el modelo ideal de sociedad, en donde la guerra, mal endémico del continente, había sido sustituida por una política de unidad e integración, que garantizaba altos estándares de vida y seguridad social a toda la población.

Hoy, ya nada de eso parece inmutable como entonces. La crisis económica y los efectos de la globalización han terminado por resquebrajar la tan mentada unión europea y por todo lado asoman signos de inconformidad y desacuerdo. Como van las cosas, todo indica que, en unos años más, estarán fuera de la unión monetaria, por voluntad propia o decisión ajena, países como España, Grecia, Portugal, Irlanda e Italia.

Lo que es más, la crisis ha empezado a romper la argamasa de algunas viejas construcciones estatales. El caso más notorio es el de España, donde el gobierno autónomo catalán se ha puesto en marcha por la ruta del independentismo, mientras otras naciones de ese Estado se mantienen atentas al resultado, para emprender luego su propio camino.

Monarquías venales, políticos incapaces o corruptos, partidos que en general no son más que cascarones vacíos y un capital financiero cada día más voraz, redondean la imagen del poder europeo.

Andorra, Ceuta, Chipre, Dublín, Isla de Man, Gibraltar, Liechstenstein, Luxemburgo, Melilla, Madeira, Malta, Mónaco, Suiza y el Vaticano son algunas de las republiquetas, principados y caletas que ese capital financiero usa para ocultar fondos y evadir obligaciones fiscales. Pero son también los refugios en que muchos ladrones y traficantes del mundo entero ocultan sus tesoros mal habidos.

Abajo, hay una multitud de gentes de la calle que habían creído en el sueño de la unidad y la bonanza, y que últimamente se despiertan cada día con el anuncio de nuevos recortes de servicios y más reducciones jubilares, mientras buscan inútilmente trabajo.

Muchos de ellos siguen disciplinadamente las indicaciones de sus gobiernos y confían en que la situación será reversible. Otros, como los “Indignados” españoles, se han lanzado ya a denunciar a su clase dirigente, aunque todavía no asumen una actitud revolucionaria. Otros más han recurrido a la vieja fórmula de la pobreza europea: migrar a América.

¿Cuánto tiempo más podrá sobrevivir la Unión Europea?

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