Independientemente de las causas el derrocamiento del presidente egipcio
que originó la situación actual y de las consecuencias que de ellas se deriven en
el terreno de lo interno, este hecho ha venido a consumar una derrota
estratégica de Estados Unidos, Israel y
las fuerzas reaccionarias del mundo árabe y musulmán. Esto adquiere particular
importancia en lo que se refiere al acoso y agresión contra Siria.
Sergio Rodríguez Gelfenstein /
Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
El derrocamiento de Mohammed Mursi
en Egipto viene a dar continuidad a una serie de acciones que se han
desarrollado durante los últimos días en algunos países de la región las que
vistas desde un punto de vista unilateral y descontextualizado aportan
información parcializada que en el mejor de los casos dicen relación con
acontecimientos que ocurren en un solo país , pero que cuando se estudian en su
conjunto contribuyen a dar una idea que refiere a conflictos de carácter
regional, que además por sus características tienen incidencia global.
En el caso de Egipto -tal como ocurriera hace un año en Paraguay-, los
especialistas conocedores del intríngulis del Medio Oriente no se ponen de
acuerdo respecto a la definición de lo que allí ocurrió. De la misma manera que
el debate estéril que buscaba definir teóricamente si en Paraguay había
ocurrido un golpe de estado para derrocar al presidente Lugo o si el movimiento
que lo depuso del poder era legal y constitucional, hoy en Egipto asistimos a
una situación similar.
Y, no es que yo quisiera soslayar la importancia del debate teórico,
pero para mí el problema en uno y otro caso es que se está descuidando la
esencia de la contradicción fundamental cual es, que el modelo de democracia
representativa surgida a partir de la Revolución francesa, que adquirió forma
después de la independencia de Estados Unidos cuando los principios que la
sustentaron se plasmaron en su Constitución y que se ha vendido al mundo como
panacea y paradigma de comportamiento democrático, ha comenzado a mostrar sus
insuficiencias y deficiencias sencillamente porque no ha sido capaz de resolver
los grandes problemas de la humanidad.
Estos, no son solo de orden material- de por si inmensos- sino que tiene que
ver con elementos encaminados a la necesidad de las mayorías de tener presencia
y opinión en la toma de decisiones y de generar mecanismos de participación
real en las disposiciones y decretos sobre temas que le incumben. Ya el
Libertador Simón Bolívar alertaba sobre el tema en su discurso en la
instalación el Congreso de Angostura cuando se preguntaba si el espíritu de las
leyes de una nación pudiera servir a otra. El Libertador se cuestionaba
respecto del carácter de las leyes y de la Constitución de un país que era lo
que estaba en el centro del debate: “¿ qué las Leyes deban ser relativas a lo
físico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su
extensión, al género de vida de los pueblos?, ¿referirse al grado de Libertad
que la Constitución puede sufrir, a la Religión de los habitantes, a sus
inclinaciones a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a
sus modales?” y, al referirse a la Constitución que se debía aprobar para
Colombia, concluía con una sentencia de presente y de futuro “He aquí el código
que debemos consultar, y no el de Washington!!!”.
Doscientos años después, no es el código de Washington el que debemos
consultar. Caracterizar lo que ocurre en Egipto y en el Medio Oriente y actuar
en consonancia es algo que compete hacer a los pueblos involucrados a partir de
su propia visión, experiencia y vivencia. Es tan complejo comprender esta
región, que connotados estudiosos y analistas de reconocida posición anti
imperialista han coincidido con el presidente Obama en que en Egipto no ha
habido un golpe de Estado.
Lo cierto es que, independientemente de las causas el derrocamiento del
presidente egipcio que originó la situación actual y de las consecuencias que
de ellas se deriven en el terreno de lo interno, este hecho ha venido a
consumar una derrota estratégica de Estados Unidos, Israel y las fuerzas reaccionarias del mundo árabe y
musulmán. Esto adquiere particular importancia en lo que se refiere al acoso y
agresión contra Siria, cuando ha cambiado el gobierno en uno de los principales
eslabones de la alianza que pretende derrocar al presidente El Assad.
El 16 de junio pasado, el ex presidente Mohamed
Mursi anunció que su país rompía relaciones con Siria. Así mismo apoyó la creación
de una zona de exclusión aérea y exigió
al grupo chiita libanés Hezbolá
abandonar ese país, donde lucha junto al presidente Bachar el Asaad en contra de los mercenarios que lo invaden
jugando un papel relevante en la toma de la estratégica ciudad de
Al Qussair con lo que se impidió la continuidad del suministro de armas y apoyo occidental a las fuerzas
opositoras al gobierno. Tal declaración, rompió una tradición de Egipto que ha
evitado involucrarse en conflictos inter árabes lo que le ha permitido –siendo
neutral- jugar un papel de mediador ante diferendos y disputas. Pero, lo más
importante es que colocó abiertamente a Egipto en la alianza anti Siria de la
cual también forman parte Turquía, Arabia Saudita y Catar.
Turquía, el otro ariete imperial en la
confabulación contra Siria, también está atravesando por graves dificultades de
orden interno. Como dice el periodista francés Thierry Meyssan, “…los turcos no están protestando
contra el estilo autoritario de Recep Tayyeb Erdogan sino en contra de su
política, o sea contra la Hermandad Musulmana, a la que Erdogan apadrina. No se trata de una revolución de
color en la plaza Taksim en contra de un proyecto inmobiliario sino de un
levantamiento en todo el país, de una verdadera revolución que está cuestionando
la ´primavera árabe`”. Hasta hace unos días, alrededor de 5000 ciudadanos
habían sido detenidos y se contabilizaban 4000 heridos en las manifestaciones
que ya duran alrededor de un mes. Según cifras oficiales
más de 2,5 millones de personas han salido a las calles en 79 ciudades turcas
desde que se iniciaron las jornadas de protesta que lejos de bajar de
intensidad, han aumentado el caudal de participación popular.
Los manifestantes, quienes forman parte del
movimiento de protesta nacional turco en contra de las políticas y la represión
violenta del gobierno de la Hermandad Musulmana (HM) lanzaban consignas como
“En todas partes Taksim”, “En todas partes resistencia”, “La lucha vuelve a
empezar”, “Erdogan dimisión”. En esas condiciones los dirigentes turcos han mantenido
absoluto mutismo respecto de los
acontecimientos en Egipto con el que mantuvieron una estrecha relación mientras
estuvo Mursi en el poder. La caída del gobierno de los HM en Egipto y las
manifestaciones contra el gobierno de Erdogan son, sin duda, un duro golpe a la
legitimidad de este último. El primer ministro turco ha quedado bastante
limitado para seguir teniendo una participación protagónica en el conflicto sirio.
Finalmente, habría que referirse
a Catar, donde el emir acaba de entregar el poder a su hijo. Una de las
primeras decisiones del nuevo monarca fue sustituir al jeque Hamad Ben Jasem Al-Jalifa, -primo de su padre- de sus
cargos de primer ministro y ministro de relaciones exteriores. Así mismo fue
sustituido como vicepresidente de la Autoridad de Inversiones de Catar. Según
el periódico británico “The Independent”, Hamad Ben Jasem “ ha
supervisado la inversión de miles de millones de dólares de dinero en efectivo
del emirato…” en alrededor de 30 países en todo el mundo. Sin embargo, lo más
trascendente es que Ben Jasem era el hombre fuerte en la relación con occidente
y el operador político y financiero de la alianza anti siria.
En este contexto, cobra gran validez resaltar que
el nuevo emir de Catar casi simultáneamente con la defenestración del primer
ministro, ordenó la expulsión del territorio del emirato de Yusuf al-Qaradawi, uno de los líderes
radicales más importantes de la HM quien ocupaba el cargo de Director del Centro sunita de la Universidad
de Catar. Al-Qaradawi fue un acérrimo opositor del Presidente Nasser en los
años 60, fue encarcelado por sus actividades violentistas hasta que se refugió
en Catar en 1961, regresando a su país natal sólo en 2011 cuando la HM accedió
al poder.
La debilidad creciente de la alianza occidental-musulmana contra Siria,
ha traído consecuencias en el frente interno. El pasado sábado 1° de agosto se
produjo un cambio en la conducción de la oposición armada siria. El nuevo líder
Ahmed Jarba propuso al gobierno de El
Assad un alto al fuego apara respetar el sagrado mes del Ramadán que se inició
el martes 9 de julio. No sabemos la respuesta del gobierno a esta propuesta,
pero es evidente que el mando mercenario necesita tiempo para oxigenar su cada
vez más difícil situación en los campos de batalla que ahora, además ha sufrido
golpes muy significativos en el ámbito internacional.
Así vistas las cosas, las negociaciones en Siria sobrevendrán más
temprano que tarde. Estados Unidos tendrá que aceptar la debacle de su política
y se verá obligado a sentarse a deliberar con los actores internacionales
protagónicos de este conflicto: Rusia e Irán. Llegarán a Ginebra junto a Arabia
Saudita para evitar que predomine la presencia chiita. Será la aceptación de su
derrota y la consolidación del frente de la resistencia desde Teherán hasta
Gaza.
Este artículo nos ayuda mucho a comprender que ha entre telones, la verdad oculta difícil de percibir. Creo que deberemos retornar a las fuentes leninistas de algunos conceptos, en este caso particular acerca de las guerras justas e injustas.
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