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sábado, 13 de julio de 2013

La rebelión de las masas

La crisis del neoliberalismo a nivel mundial y la eficacia de las llamadas redes sociales, han ido generando en todo el mundo movimientos sociales que a diferencia de los últimos años tienen reivindicaciones nacionales y globales,  no solamente particulares o gremiales. Esto se ha convertido en una pesadilla para la demofóbica derecha neoliberal.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Así se llamaba el libro de José Ortega y Gasset  que me dio al graduarme de bachiller, mi querido y malogrado maestro de filosofía Juan Luis Molina Loza. Sucedió en 1969 en el Instituto Modelo en Guatemala y fue su regalo por haber sido su mejor alumno. Su dedicatoria escrita con letra enérgica, me exhortaba a tener  un indeclinable compromiso social especialmente con “el indio de Guatemala”. Dos años después, Juan Luis  fue desaparecido por la dictadura de Carlos Arana Osorio. Tenía apenas 25 años.

El libro de Ortega y Gasset mira por encima del hombro a la rebelión de las masas. Éstas están constituidas por los “hombres masa”, sujetos sin identidad y voluntad propia y tendientes a la vulgaridad. Tengo por supuesto otra idea de los movimientos colectivos en tanto que considero que han sido los parteros de los cambios  en la historia. Todo esto he pensado al ver lo que ha estado sucediendo en el mundo en las últimas semanas.

A fines del mes de mayo de 2013,  la lucha por evitar la construcción de un centro comercial en un parque, hizo estallar una rebelión de masas en diversas ciudades de Turquía. Como siempre sucede, un incidente que acaso no sea importante, desencadenó  una turbulencia social que se prolongó durante semanas. Detrás del malestar por  la construcción del centro comercial, acaso se esté gestando  una nueva subjetividad social a la cual le parece intolerable el autoritario régimen turco.  Casi dos mil heridos y detenidos y dos muertos pusieron en tensión al gobierno y éste tuvo que echar marcha atrás en sus planes pero ha continuado la represión. Y cuando esto sucedía, el 6 de junio cientos de miles de brasileños salieron a las calles  y a mediados de mes la sublevación alcanzó a 23 ciudades del país.  Hartos  por las deficiencias en salud, transporte y educación, las movilizaciones triunfaron. A diferencia de Turquía, Dilma Rousseff fue receptiva al malestar social y ha propuesto cinco pactos para lograr una reforma fiscal, una reforma política y reformas en salud, transporte y educación.

En la última semana de junio, estalló una rebelión en Egipto que continua el proceso revolucionario iniciado en enero de 2011 cuando fue derrocado Hosni Mubarak. Millones de egipcios salieron a las calles de El Cairo, Alejandría y Zagazig  así como en las regiones de Daqahliya y Sharqiya. Unidos en la lucha contra Mubarak y sus sucesores, las vertientes  islámicas, liberales y de izquierda ahora se han enfrentado en tanto que las dos últimas repudian al gobierno fundamentalista del presidente Mohamed Morsi y su partido llamado “Los Hermanos Musulmanes”. Han recordado la consigna del líder histórico del nacionalismo revolucionario  egipcio Abdel- Nasser: “¡No te confíes en los Hermanos Musulmanes!”. Se constituyó un movimiento, el “Tarod” (Rebelión), que  recogió ni más ni menos que 22 millones de firmas pidiendo la dimisión de Morsi. El resultado ha sido  el derrocamiento de Morsi y ahora se abren interrogantes sobre el curso que seguirá el proceso revolucionario egipcio. Con justeza los analistas se preguntan si este derrocamiento es un golpe de estado, cuando el factor  fundamental de la caída de Morsi es lo que Ortega y Gasset llamó “la rebelión de las masas”.

La ilustración, la revolución francesa y el liberalismo inauguraron la época del “Vox Populi, Vox Dei”, esto es la legitimación popular del poder. La crisis del neoliberalismo a nivel mundial y la eficacia de las llamadas redes sociales, han ido generando en todo el mundo movimientos sociales que a diferencia de los últimos años tienen reivindicaciones nacionales y globales,  no solamente particulares o gremiales. Esto se ha convertido en una pesadilla para la demofóbica derecha neoliberal.

Enhorabuena que esto sea así.

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