La crisis del neoliberalismo
a nivel mundial y la eficacia de las llamadas redes sociales, han ido generando
en todo el mundo movimientos sociales que a diferencia de los últimos años
tienen reivindicaciones nacionales y globales,
no solamente particulares o gremiales. Esto se ha convertido en una
pesadilla para la demofóbica derecha neoliberal.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Así se llamaba el libro
de José Ortega y Gasset que me dio al graduarme de bachiller, mi
querido y malogrado maestro de filosofía Juan Luis Molina Loza. Sucedió en 1969
en el Instituto Modelo en Guatemala y fue su regalo por haber sido su mejor
alumno. Su dedicatoria escrita con letra enérgica, me exhortaba a tener un indeclinable compromiso social
especialmente con “el indio de Guatemala”. Dos años después, Juan Luis fue desaparecido por la dictadura de Carlos
Arana Osorio. Tenía apenas 25 años.
El libro de Ortega y
Gasset mira por encima del hombro a la rebelión de las masas. Éstas están
constituidas por los “hombres masa”, sujetos sin identidad y voluntad propia y
tendientes a la vulgaridad. Tengo por supuesto otra idea de los movimientos
colectivos en tanto que considero que han sido los parteros de los cambios en la historia. Todo esto he pensado al ver
lo que ha estado sucediendo en el mundo en las últimas semanas.
A fines del mes
de mayo de 2013, la lucha por evitar la
construcción de un centro comercial en un parque, hizo estallar una rebelión de
masas en diversas ciudades de Turquía. Como siempre sucede, un incidente que
acaso no sea importante, desencadenó una
turbulencia social que se prolongó durante semanas. Detrás del malestar por la construcción del centro comercial, acaso
se esté gestando una nueva subjetividad
social a la cual le parece intolerable el autoritario régimen turco. Casi dos mil heridos y detenidos y dos
muertos pusieron en tensión al gobierno y éste tuvo que echar marcha atrás en
sus planes pero ha continuado la represión. Y cuando esto sucedía, el 6 de
junio cientos de miles de brasileños salieron a las calles y a mediados de mes la sublevación alcanzó a
23 ciudades del país. Hartos por las deficiencias en salud, transporte y
educación, las movilizaciones triunfaron. A diferencia de Turquía, Dilma
Rousseff fue receptiva al malestar social y ha propuesto cinco pactos para
lograr una reforma fiscal, una reforma política y reformas en salud, transporte
y educación.
En la última semana de
junio, estalló una rebelión en Egipto que continua el proceso revolucionario
iniciado en enero de 2011 cuando fue derrocado Hosni Mubarak. Millones de
egipcios salieron a las calles de El Cairo, Alejandría y Zagazig así como en las regiones de Daqahliya y Sharqiya.
Unidos en la lucha contra Mubarak y sus sucesores, las vertientes islámicas, liberales y de izquierda ahora se
han enfrentado en tanto que las dos últimas repudian al gobierno
fundamentalista del presidente Mohamed Morsi y su partido llamado “Los Hermanos
Musulmanes”. Han recordado la consigna del líder histórico del nacionalismo
revolucionario egipcio Abdel- Nasser:
“¡No te confíes en los Hermanos Musulmanes!”. Se constituyó un movimiento, el
“Tarod” (Rebelión), que recogió ni más
ni menos que 22 millones de firmas pidiendo la dimisión de Morsi. El resultado
ha sido el derrocamiento de Morsi y
ahora se abren interrogantes sobre el curso que seguirá el proceso
revolucionario egipcio. Con justeza los analistas se preguntan si este
derrocamiento es un golpe de estado, cuando el factor fundamental de la caída de Morsi es lo que
Ortega y Gasset llamó “la rebelión de las masas”.
La ilustración, la
revolución francesa y el liberalismo inauguraron la época del “Vox Populi, Vox
Dei”, esto es la legitimación popular del poder. La crisis del neoliberalismo a
nivel mundial y la eficacia de las llamadas redes sociales, han ido generando
en todo el mundo movimientos sociales que a diferencia de los últimos años
tienen reivindicaciones nacionales y globales,
no solamente particulares o gremiales. Esto se ha convertido en una
pesadilla para la demofóbica derecha neoliberal.
Enhorabuena que esto
sea así.
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